En una ponencia suya organizada por Students For Liberty Alicante, en colaboración con la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Alicante, el economista Juan Ramón Rallo defenderá que la redistribución del ingreso es en sí misma injusta.
La ponencia en el link siguiente:
https://www.youtube.com/watch?v=9Otm_5WKxbk&fbclid=IwAR2ZUgxtIOHbjY3ULDXC36BjP_NIUiSx8UAIJmllgcF7QJ4DLr9nMkrNnGs
Lo central que sostiene Rallo básicamente se reduce a esto:
El Estado no tiene
autoridad política: no está legitimado para actuar de manera
distinta a como estamos capacitados los individuos para actuar.
Y los individuos
deben actuar siguiendo los principios del liberalismo: favorecer la
libertad, mantener la propiedad y basarse en la autonomía
contractual.
Así, en cuanto a la
distribución de los bienes en la sociedad, el liberalismo adopta la
visión procedimentalista de la justicia social: si todo el
procedimiento o cadena de transacciones que ha llevado a la
distribución es justa, la distribución también lo es.
De eso se deduce que redistribuir a través de coacción es injusto.
Aunque es buena la
redistribución voluntaria porque es bueno ayudar al otro.
Pero dice que no
todo lo bueno tiene que ser obligatorio ni todo lo malo tiene que ser
prohibido.
Y que incluso, no
todos concordamos en qué es lo bueno y qué es lo malo (incluso en
moral), cada cual puede decidir siguiendo sus propios intereses para
realizar los propios fines que considere conveniente.
Eso es, pues, lo que sostiene.
Ahora, toda ésta
visión está completamente errada. Porque el análisis parte
presuponiendo el liberalismo, que muy acertadamente condena León
XIII en Libertas praestantissimum.
(Y sí, yo
presupongo el catolicismo. Pero por lo menos mi presupuesto es la
Verdad misma).
Parte de una pésima
antropología: el hombre es un ser enteramente libre que puede hacer
lo que quiera, tanto lo bueno como lo malo siempre y cuando "no
dañe a otros" (Principio de no agresión). Es libre, y por
tanto no es lícito que le prohíban hacer lo que quiera, aunque eso
que quiera sea inmoral.
Una visión errada
porque el hombre tiene una ley natural a la que debe seguir y de la
que no es lícito apartarse. En eso, el hombre no tiene derecho a
hacer el mal (ej: drogarse, que menciona J.R. Rallo), porque no tiene
derecho a autodegradarse.
Después: tiene una
idea puramente material del hombre; los intereses de los hombres son
variados y se reducen a esta vida.
Falso también.
Porque el hombre tiene un fin último, la felicidad/la
bienaventuranza, a la que está llamada. Por lo que sus fines
contingentes han de someterse a su fin trascendente.
A esto se suma que
los tres principios no son del todo correctos.
Sobre la propiedad,
dice que es un derecho absoluto. Pero no es así, el único que tiene
derecho absoluto de la propiedad es Dios, quien lo da a los hombres
para que lo administren y gocen de la propiedad.
Y en esto que lo dio
a la humanidad entera, para que todo gocen de ella.
Pero desde su
concepción liberal, no reconoce una obligación moral en conciencia
del socorrer al prójimo en sus necesidades. Sí, menciona que el
derecho a la vida está por el de propiedad y en eso un necesitado
puede hurtar para no morir de hambre. Pero también dice que el
necesitado igualmente tiene que indemnizar de algún modo, por lo que
implícitamente no está reconociendo ningún deber moral para con el
prójimo.
Es decir, el
hambriento puede hurtar para vivir pero aun así está obligado a
indemnizar; el que más bienes tiene no tiene ninguna obligación
moral de asistir al necesitado, por lo que cualquier perjuro a su
propiedad debe ser indemnizado.
Como parte de esas
tres cosas erradas (ignorar el fin trascendente del hombre; pensar
que tiene derecho a hacer lo que quiera, incluso lo inmoral; los
derechos principios absolutos del liberalismo), tiene en consecuencia
una visión errada del fin de la ley y de la sociedad civil.
Sostiene: La ley no
debe prohibir lo que es malo ni debe mandar lo que es bueno, porque
de todas formas no todos coincidimos sobre lo que es bueno o malo, no
hay que pretender tener la verdad absoluta.
Primero: eso es
autocontradictorio. Porque para empezar, el mismo liberalismo
sostiene una moral sobre lo que es bueno y malo, simplemente que de
forma minimalista considera lo malo como la violación a los 3
derechos naturales, y todos los demás actos los deja neutrales; no
los considera malos.
Pero ahí ya hay un
tipo de moral que se quiere imponer, y que se pretenda que sea la
moral reguladora de la sociedad.
Entonces, todos
tenemos una moral, y necesariamente hay una moral verdadera. Y como
lo hay, puede ser conocida.
Y ésta moral es la
moral cristiana.
Segundo: porque como
parte de esa mala moral ignorando la verdadera moral cristiana, su
concepción no se sigue. Porque supone que la ley solo está para
resguardar esos tres derechos naturales para que los miembros de la
sociedad puedan cumplir sus intereses para fines hedonistas.
Como bien nos dice
Santo Tomás de Aquino, la ley (sea cual sea) es la norma de la razón
que le dice cómo actuar para llegar a un determinado fin.
En eso que el hombre
tiene una ley moral-natural que debe cumplir para llegar a su fin
último: la bienaventuranza. Por lo que toda ley busca hacer buenos a
los hombres, y se hacen éstos buenos sometiéndose a la ley, que
regia la razón.
Y toda ley positiva
se deriva de la ley natural.
Por lo que la
sociedad política, constituida para el bien de los hombres, también
debe tender no solo al bien material sino también al espiritual.
Y en esto que la ley
positiva busca hacer buenos a los hombres prescribiendo los actos
virtuosos y prohibiendo los viciosos.
Así que es falso lo
que dice el señor Rallo. La ley sí puede mandar lo que es bueno y
sí puede prohibir lo que es malo.
Porque de hecho, la
penalización de actos que violan los tres derechos naturales se basa
en que son actos malos, viciosos; y por tanto, dignos de reprensión.
Simplemente que lo
"malo" no se limita al principio de no agresión, sino que
va más allá. Emborracharse, drogarse, mutilarse, sodomizar, etc,
son actos malos que la ley puede penalizar.
Con ese establecido,
es claro que la ley SÍ puede prescribir actos virtuosos, como
establecer contribuciones para que recursos vayan de los sectores más
estables y ricos a los menos estables y más desfavorecidos. Y la ley
sí puede hacer eso porque existe una obligación moral ineludible de
que los que más tienen asistan a los que menos tienen; y la ley
puede hacer cumplir eso por la redistribución.
Y eso no es
injusticia, sino precisamente cumplimiento de la justicia. Injusticia
sería que el que tiene bienes no asista con ellos a los que necesita
(Ejemplo de eso, la parábola del pobre Lázaro y el rico epulón).
Podrá objetarse:
"Pero no se puede hacer bueno a alguien mediante la coerción.
Mejor inducirlo voluntariamente".
Y eso ya lo responde
Santo Tomás de Aquino (Suma Teológica, Parte I-II, c. 95, a. 1, r.
1).
La ley sirve como
disciplina, que a veces es necesaria para alcanzar la virtud. Por
otro lado, el problema no son los que tienen más aptitud para la
virtud, sino los predispuestos para el vicio. Y éstos solo por la
coerción pueden ser movidos a la virtud.
Si todo se
solucionara voluntariamente, simplemente no habría pobreza, ni
indigencia ni necesitados.