domingo, 2 de octubre de 2022

Debate Rincón Apologético vs. Irving Gatell. Respuesta a Irving

 Convengamos que el debate fue hace 500 años. Pero me vale.


Lo que argumenta Irving en el debate, es:

Un milagro es algo que no debe ser explicado.

Es un error tratar de racionalizar la resurrección.

 

Hay diferencia de paradigma entre nosotros y la antigüedad.

Nuestro: paradigma lógico.

Antes la gran mayoría de la gente intepretaba las cosas en código mítico. No había diferencia entre mito e historia.

Heródoto, Tucídides, Josefo, escriben en código mitológico.

Lo que para nosotros puede ser muy normal, para ellos puede haber sido milagroso; y viceversa.

 

3) Cuestión epistemológica: la gente no resucita.

Es un hecho objetivo, demostrado, científicamente.

No existe evidencia alguna de que pueda ocurrir lo contrario.

La fe es otro asunto.

Tenemos que abstenernos a lo históricamente verificable.

 

 

Al nuevo testamento alguien lo armó como una colección con un objetivo claro, surgida como reacción a alguien o algo.

Antes de hablar de la resurrección de Jesús se tiene que hablar de los Evangelios.

Los textos que nos llegaron no los tenemos a como fueron compuestos en su inicio. Si tuviéramos los textos tal como si fueran del siglo I, no estarían redactados tal como lo están, porque lo que tenemos redactado no coincide con las problemáticas judías del siglo I.

Los Evangelios no son solamente escritos catequísticos como la didaché, sino que son escritos polémicos. Escritos en respuesta a alguien o algo.

Ahora bien: ¿A quién buscaban responder cuando decían cosas como "Para que se cumpla lo anunciado por el profeta..."?

Los cristianos dirían que buscan demostrar a los judíos que Jesús cumple las profecías.

Pero Irving dice que a los judíos no, porque éstos no veían el Mesías como alguien a quien identificarían como cumplidor de profecías. El judaísmo solo empieza a ver al Mesías como alguien que cumple profecías después del fracaso de la revuelta, en el 70.

Es decir, a ningún judío le diría algo que el Mesías cumple profecías.

Por lo que no están polemizando con el judaísmo.

 

Podríamos responder nosotros que, a pesar de que relacionar al Mesías con el cumplimiento de profecías no era algo presente en el judaísmo, sin embargo es algo que introdujeron los cristianos para convencerlos.

Aunque Irving dice que si así fuera no se explica por qué ninguna fuente judía de la época busca responder a los cristianos en estos puntos.

 

Al hablar de la confiabilidad del Nuevo Testamento, Irving plantea que su contenido doctrinal-polémico, estructurado para responder a alguien, no responde a los judíos, sino que se formó para responder a los gnósticos.


Y fundamenta esa opinión en que los Evangelios citan cumplimientos de profecías; algo que no tendría sentido alegarle a judíos porque ellos no tenían la expectativa de un mesías que cumple profecías sino hasta después del 70 d.C.

 

 


Resumiendo, Irving plantea:

1) Antes de hablar de la resurrección hay que hablar de los evangelios.

2) Los textos de los evangelios no nos llegaron como fueron escritos originalmente porque no reflejan el contexto ni la problemática inherente al judaísmo del siglo I. Reflejan el conflicto con el docetismo, problema cristiano del siglo II. Se corrigió el contenido para adaptarlo a la realidad del momento.

3) Solo tenemos 1 fuente, que es la tradición sinóptica: Mateo, Marcos y Lucas, que son solo variables de lo mismo.

4) La otra tradición es  1 de Corintios 15; pero esta habla de una resurrección y una secuencia de eventos distintos del de la tradición sinóptica.

 

 

Fundamentación de 2:

A) Si tuviéramos que reconstruir el judaísmo del siglo I acorde a lo que relata el Nuevo Testamento, la reconstrucción sería incompleta y equivocada. Ejemplo de ello es el juicio de Jesús, que es tan inverosímil que incluso los Evangelios se intentan corregir.

B) La teología: Jesús es presentado como el Mesías anunciado por los profetas. Antes del siglo II no hay en la literatura judía alguna cita que habla en la lógica de que se va a reconocer al Mesias por una serie de profecías, y ni siquiera existe el tema del Mesías. La lógica en que el judaísmo habla del Mesías es una meramente institucional en un contexto de crisis política. La idea de un Mesías que cumple profecías empieza luego de la derrota judía en el 70 d.C.

 

Como tal, yo me voy a centrar solo en responder el punto 2 y sus fundamentos A) y B). 


Parte I: Los Evangelios, Marción y las profecías

¿El Nuevo Testamento como respuesta a Marción?

   Aunque aceptáramos que los libros del Nuevo Testamento se editaron y corrigieron en el siglo II (es decir, partimos de un supuesto, dando el beneficio de la duda a nuestro oponente) para responder o polemizar con los gnósticos, es evidente que los gnósticos sostenían unos hechos básicos de la vida de Cristo que les precedían, entre los que se encuentran el ser hijo de José y María, su bautismo, la realización de milagros, la enseñanza en parábolas, su crucifixión y ascensión; y mantienen el principio de Jesús como Salvador enviado del Padre.

 

Dice San Ireneo sobre la doctrina de Basílides:

El Padre ingénito e inefable, viendo cómo se perdían, envió a la Mente, su Primogénito, llamado Cristo, para liberar a los que creían en él, del dominio de aquellos que hicieron el mundo. Apareció en la tierra entre los seres humanos e hizo milagros. Por eso, según dicen, no fue él quien padeció, sino un cierto Simón Cireneo, quien fue obligado a cargar por él la cruz (Mt 27,32). A éste habrían crucificado por error e ignorancia, pues (el Padre) le había cambiado su apariencia para que se pareciese a Jesús. Por su parte, Jesús cambió sus rasgos por los de Simón para reírse de ellos”.

 

Sobre Carpócrates, dice:

“Carpócrates y sus seguidores dicen que el mundo y cuanto contiene fue hecho por Angeles muy inferiores al Padre ingénito. Jesús nació de José, y en todo era semejante al resto de los hombres. hombres. Los superaba sólo porque su alma, siendo recta y pura, recordaba todas las cosas que había visto, en el entorno del Dios ingénito; por tal motivo éste le habría infundido un poder para que pudiera escapar de los hacedores del mundo y para que, pasando a través de todos ellos, una vez liberada volviera a ascender hasta él. Lo mismo sucedería a las almas que lo siguieron y se hicieron sus semejantes. Dicen también que el alma de Jesús, [681] aunque fue educada en las costumbres de los judíos, sin embargo los despreció, y por eso recibió poder para destruir los sufrimientos de los hombres que se les habían impuesto como castigo.

(…)

A este propósito Jesús habría dicho esta parábola: <<Cuando tu adversario va en camino contigo, busca la manera de librarte de él, no vaya a ser que te entregue al juez, el juez al alguacil, y éste te mande a la cárcel. En verdad te digo, no saldrás de ahí hasta que pagues el último centavo>> (Lc 12,58-59; Mt 5,25-26). Y dicen que el adversario es uno de los Angeles del mundo...

Tienen algunas imágenes pintadas y otras fabricadas de diversos materiales, y andan diciendo que Pilato habría mandado hacer ese retrato de Cristo cuando Jesús vivió entre los seres humanos”.

 

De Cerinto, dice:

“También hipotizó que Jesús no ha nacido de una Virgen (pues le parecía imposible), sino que fue hijo de José y María de modo semejante a todos los demás hombres, y era superior a todos en justicia, poder y sabiduría. Y después del bautismo, desde el primer Ser que está sobre todo, el Cristo descendió sobre él en forma de paloma, y desde ese momento anunció al Padre desconocido y realizó los milagros; y al final el Cristo de nuevo se retiró de Jesús, y Jesús sufrió y resucitó, pero el Cristo continuó impasible, pues existía como un ser pneumático”.

 

Como se ve, lo que hacían los gnósticos era tomar los relatos de los Evangelios y reinterpretarlos.

Incluso aunque creyéramos que los Evangelios no nos llegaron como fueron escritos realmente, sabríamos que originalmente contenían la doctrina de Jesús como Hijo de Dios primogénito, enviado del Padre, realizador de milagros, que enseñó en parábolas, que terminó crucificado en tiempos de Poncio Pilato y fue ayudado por Simón de Cirene a cargar la cruz.  Los gnósticos no niegan hechos históricos narrados en los Evangelios, sino que los reinterpretan; pero basándose en absolutamente nada. No niegan la realidad de la crucifixión, la explican diciendo que se cambió la apariencia de Simón para ser Jesús, y la de Jesús para ser Simón. Una explicación sacada de la manga y que evidentemente se debe a no poder negar algo obvio: Jesús fue crucificado. Lo mismo de Marción, quien decía que Jesús se manifestó en forma humana pero negaba la realidad de su humanidad, fundamentándose solamente en su propia opinión personal, porque no sacaba su doctrina de la enseñanza real de Cristo o sus Apóstoles.

 

Y lo que sabemos de Marción es que justamente fue él el que editó los libros del Nuevo Testamento a su antojo, y no los cristianos para combatirlo. Según San Ireneo, Marción:

“Dijo que Jesús había venido a la Judea de parte de aquel Padre que está por sobre el Dios fabricador del mundo, en tiempos del gobierno de Poncio Pilato, que fue procurador de Tiberio César; y que se manifestó en forma humana a los judíos de entonces, para destruir la Ley y los profetas y todas aquellas obras del Dios que hizo el mundo, al cual llamaba Cosmocreador. Además recortó al Evangelio según Lucas quitándole todas las cosas escritas sobre la generación del Señor, y arrancando, de la doctrina que el Señor predicó, muchas partes en las que el Señor manifiestamente confiesa Padre suyo al Creador del universo, y convenció a sus discípulos de que él es más veraz que aquellos Apóstoles que nos transmitieron los Evangelios, y les habían legado no el Evangelio sino una partecilla del Evangelio. Igualmente recortó de las cartas del apóstol Pablo, todo aquello en lo cual el Apóstol habla abiertamente sobre que el Dios que hizo el mundo es el mismo Padre de nuestro Señor Jesucristo, y todo aquello en lo cual el Apóstol recuerda a los profetas que preanuncian el adviento del Señor”.

 

De hecho, Ireneo dice que ha sido Marción el primero que se atrevió a recortar las Escrituras que él mismo aceptaba:

“Pero a éste mismo, siendo el único que se ha atrevido a mutilar manifiestamente las Escrituras y a atacar impúdicamente a Dios más que los demás, le contraatacaremos arguyendo con sus mismos escritos y con los discursos del Señor y del Apóstol que Marción ha conservado y que él mismo utiliza, para deshacerlo con la ayuda divina”.

 

 

Nos dice San Ireneo sobre Clemente de Roma, tercer sucesor de San Pedro:

“Bajo el pontificado de este Clemente, habiendo estallado una sedición no pequeña entre los hermanos de Corinto, la Iglesia de Roma escribió una carta, copiosísima, a los corintios, demostrándoles la necesidad de la paz”.

Esta carta es la identificada como la Primera Carta de Clemente. La cual se considera escrita cerca del 96 d.C., cuando Marción no debía ni tener 20 años de edad.

En la misma Carta está la doctrina cristiana:

“Entendamos, pues, amados, en qué forma el Señor nos muestra continuamente la resurrección que vendrá después; de la cual hizo al Señor Jesucristo las primicias, cuando le levantó de los muertos” (XXIV).

Los apóstoles recibieron el Evangelio para nosotros del Señor Jesucristo; Jesucristo fue enviado por Dios. Así pues, Cristo viene de Dios, y los apóstoles de Cristo. Por tanto, los dos vienen de la voluntad de Dios en el orden designado. Habiendo recibido el encargo, pues, y habiéndo sido asegurados por medio de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, y confirmados en la palabra de Dios con plena seguridad por el Espíritu Santo, salieron a proclamar las buenas nuevas de que había llegado el reino de Dios. Y así, predicando por campos y ciudades, por todas partes, designaron a las primicias (de sus labores), una vez hubieron sido probados por el Espíritu, para que fueran obispos y diáconos de los que creyeran. Y esto no lo hicieron en una forma nueva; porque verdaderamente se había escrito respecto a los obispos y diáconos desde tiempos muy antiguos; porque así dice la escritura en cierto lugar: Y nombraré a tus obispos en justicia y a tus diáconos en fe” (XLII).

Y nuestros apóstoles sabían por nuestro Señor Jesucristo que habría contiendas sobre el nombramiento del cargo de obispo. Por cuya causa, habiendo recibido conocimiento completo de antemano, designaron a las personas mencionadas, y después proveyeron a continuación que si éstas durmieran, otros hombres aprobados les sucedieran en su servicio” (XLIV).

“Por el amor que sintió hacia nosotros, Jesucristo nuestro Señor dio su sangre por nosotros por la voluntad de Dios, y su carne por nuestra carne, y su vida por nuestras vidas” (XLIX).

“Pongamos nuestros ojos en la sangre de Cristo y démonos çuenta de lo precioso que es para su Padre, porque habiendo sido derramado por nuestra salvación, ganó para todo el mundo la gracia del arrepentimiento” (VII).

 

Con esto va directamente contra Marción, cuando atribuye a Cristo el inspirar las palabras del Antiguo Testamento: “Ahora bien, todas estas cosas son confirmadas por la fe que hay en Cristo; porque Él mismo, por medio del Espíritu Santo, nos invita así…” (XXII).

Con esto ya establece que tenía, en el año 96, la Primera Carta de San Pablo a los Corintios: “Tomad la epístola del bienaventurado Pablo el apóstol. ¿Qué os escribió al comienzo del Evangelio? Ciertamente os exhortó en el Espíritu con respecto a él mismo y a Cefas y Apolos, porque ya entonces hacíais grupos” (XLVII).

Y ya en su tiempo la Iglesia de Corintio era considera antigua: “Es vergonzoso, queridos hermanos, sí, francamente vergonzoso e indigno de vuestra conducta en Cristo, que se diga que la misma Iglesia antigua y firme de los corintios, por causa de una o dos personas, hace una sedición contra sus presbíteros”.

Ya señala los martirios de Pedro y Pablo:

“Pongámonos delante los nobles ejemplos que pertenecen a nuestra generación. Por causa de celos y envidia fueron perseguidos y acosados hasta la muerte las mayores y más íntegras columnas de la Iglesia. Miremos a los buenos apóstoles. Estaba Pedro, que, por causa de unos celos injustos, tuvo que sufrir, no uno o dos, sino muchos trabajos y fatigas, y habiendo dado su testimonio, se fue a su lugar de gloria designado. Por razón de celos y contiendas Pablo, con su ejemplo, señaló el premio de la resistencia paciente. Después de haber estado siete veces en grillos, de haber sido desterrado, apedreado, predicado en el Oriente y el Occidente, ganó el noble renombre que fue el premio de su fe, habiendo enseñado justicia a todo el mundo y alcanzado los extremos más distantes del Occidente; y cuando hubo dado su testimonio delante de los gobernantes, partió del mundo y fue al lugar santo, habiendo dado un ejemplo notorio de resistencia paciente”.

 

Además de ello, Clemente atribuye a Jesús el cumplir profecías:

“XVI. Porque Cristo está con los que son humildes de corazón y no con los que se exaltan a sí mismos por encima de la grey. El cetro [de la majestad] de Dios, a saber, nuestro Señor Jesucristo, no vino en la pompa de arrogancia o de orgullo, aunque podría haberlo hecho, sino en humildad de corazón, según el Espíritu Santo habló, diciendo: Porque dijo: ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Ya quién se ha revelado el brazo de Jehová? Lo anunciamos en su presencia. Era como un niño, como una raíz en tierra seca. No hay apariencia en Él, ni gloria. Y le contemplamos, y no había en Él apariencia ni hermosura, sino que su apariencia era humilde, inferior a la forma de los hombres. Era un hombre expuesto a azotes y trabajo, experimentado en quebrantos; porque su rostro estaba vuelto. Fue despreciado y desechado. Llevó nuestros pecados y sufrió dolor en lugar nuestro; y nosotros le consideramos herido y afligido. Y Él fue herido por nuestros pecados y afligido por nuestras iniquidades. El castigo de nuestra paz es sobre Él. Con sus llagas fuimos nosotros’ sanados. Todos nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su propio camino; y el Señor lo entregó por nuestros pecados. Y Él no abre su boca aunque es afligido. Como una oveja fue llevado al matadero; y como un cordero delante del trasquilador, es mudo y no abre su boca. En su humillación su juicio le fue quitado. Su generación ¿quién la declarará? Porque su vida fue cortada de la tierra. Por las iniquidades de mi pueblo he llegado a la muerte. Daré a los impíos por su sepultura, y a los ricos por su muerte; porque no obró iniquidad, ni fue hallado engaño en su boca. Y el Señor desea limpiarle de sus heridas. Si hacéis ofrenda por el pecado, vuestra alma verá larga descendencia. Y el Señor desea quitarle el padecimiento de su alma, mostrarle luz y moldearle con conocimiento, para justificar al Justo que es un buen siervo para muchos. Y Él llevará los pecados de ellos. Por tanto heredará a muchos, y dividirá despojos con los fuertes; porque su alma fue entregada a la muerte, y fue contado como los transgresores; y Él llevó los pecados de muchos, y por sus pecados fue entregado. Y de nuevo, Él mismo dice: Mas yo soy gusano y no hombre; oprobio de los hombres y despreciado del pueblo. Todos los que me ven me escarnecen; tuercen los labios, menean la cabeza, diciendo: Esperó en el Señor, que le libre; sálvele, puesto que en él se complacía. Veis, queridos hermanos, cuál es el ejemplo que nos ha sido dado; porque si el Señor era humilde de corazón de esta manera, ¿qué deberíamos hacer nosotros; que por Él hemos sido puestos bajo el yugo de su gracia?”

 

Y hasta cita a la Carta a los Hebreos:

“Ésta es la manera, amados, en que encontramos nuestra salvación, a saber, Jesucristo el Sumo Sacerdote de nuestras ofrendas, el guardián y ayudador en nuestras debilidades. Fijemos nuestra mirada, por medio de Él, en las alturas de los cielos; por medio de Él contemplamos como en un espejo su rostro intachable y excelente; por medio de Él fueron abiertos los ojos de nuestro corazón; por medio de Él nuestra mente insensata y entenebrecida salta a la luz; por medio de Él el Señor ha querido que probemos el conocimiento inmortal; el cual, siendo el resplandor de su majestad, es muy superior a los ángeles, puesto que ha heredado un nombre más excelente que ellos. Porque está escrito: El que hace a sus ángeles espíritus y a sus ministros llama de fuego; pero de su Hijo el Señor dice esto: Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy. Pídeme y te daré a los gentiles por heredad, y los extremos de la tierra por posesión tuya. Y también le dice: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. ¿Quiénes son, pues, estos enemigos? Los que son malvados y resisten su voluntad”(XXXVI).

 

Por tanto, es evidente que para los cristianos, antes de Marción, se sostenía la doctrina tal cual la expresa San Pablo en 1 Corintios y en Hebreos. Y Pablo, en 1 Corintios, enseña claramente que Jesús fue crucificado, que resucitó, que sus Apóstoles lo vieron y él también y por ello es Apóstol.

En Hebreos se muestra cómo incluso antes de Marción se refleja a Jesús cumpliendo profecías. Y que conste que es anterior al año 98, pues San Clemente la conoce. Y se la atribuye a San Pablo, por lo que probablemente la Carta ya tenía su tiempo de circulación.

Para no hacerla larga, aquí los versículos que ponen a Jesús cumpliendo profecías: 2,6-8; 2,12-13; 2,16; 5,6-10; 7,3; 7,17-18; 8,1; 8,8-13;  9,24-28; 10,5-10; 10,12-13; 10,15-18.

 

Con esto último es evidente que resulta falsa la idea de que la introducción de Jesús cumpliendo profecías es para polemizar con los marcionistas; le precede por décadas y se remonta a tiempo de los Apóstoles. De hecho, habría sido algo completamente difícil para los Apóstoles defender en algo la doctrina que predicaban si no era apelando a que Jesús cumplió profecías y que su enseñanza se afianza en el Antiguo Testamento, aunque sea torciéndolo mucho. Justamente, es lo que dice San Pablo: “Os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; que fue sepultado y que al tercer día resucitó según las Escrituras” (1 Corintios 15,3-4).

Es evidente que este “según las Escrituras” se refiere al Antiguo Testamento.

San Pedro también apela a lo mismo:

“Hombres de Judea (…) No están borrachos estos hombres (…) sino que esto es lo dicho por medio del profeta Joel: Y sucederá en los últimos días (…) Pero Dios lo resucitó (a Jesús) (…). Porque David dice a propósito de él: Yo veía al Señor delante de mí continuamente (…) Hermanos: Séame permitido deciros resultamente acerca del patriarca que no solo murió y fue sepultado, sino que su tumba se conserva entre nosotros hasta el día de hoy; pero siendo como era profeta, y sabiendo que Dios le había asegurado con juramente que un descendiente suyo se sentaría sobre su trono, previendo el futuro, habló acerca de la resurrección de Cristo: que no sería abandonado al Hades ni su carne experimentaría corrupción (…) Porque David no ascendió a los cielos, y sin embargo dice: Dijo el Señor a mi Señor…” (Hechos 2,14-41).

En 4 profecías se basó San Pedro para iniciar el ministerio público de la Iglesia en Pentecostés; y justamente San Pablo dice que Jesús murió y resucitó según las Escrituras; es decir, como decían las profecías.

 

Por lo que apelar a la introducción de profecías en el siglo II para combatir a los marcionistas es algo que no sirve.

Por otro lado, tampoco la introducción de cumplimiento de profecías indica invento de relatos o eventos, como dice Craig Blomberg a quien cito extensamente:

Dos secciones repletas de citas bíblicas y alusiones son las historias de la infancia de Jesús y su pasión, especialmente en Mateo (cap. 1–2 y 21–27), y la enseñanza de Jesús, especialmente sus parábolas, en Lucas 9:51 - 18:14. No es sorprendente que gran parte del material en estas secciones tengarepetidamente ha sido equiparado con midrash, y se ha planteado la cuestión de si los pasajes del Antiguo Testamento podrían no haber dado a luz a las narraciones y enseñanzas asociadas con ellos. En otras palabras, los escritores del Evangelio no estarían registrando eventos históricos reales, sino imaginativamente involucrando a Jesús en narraciones ficticias y enseñanzas inspiradas en textos del Antiguo Testamento y / o tradiciones judías posteriores relacionadas con esos textos. Quizás, por ejemplo, Mateo no sabía dónde nació Jesús (Mateo 2: 6), pero como sabía que Miqueas había profetizado que el próximo pastor de Israel vendría de Belén (Mic. 5: 2), creó un historia para hacer coincidir la historia de Jesús con la profecía. Del mismo modo, si Jesús y su familia nunca tuvieron que huir a Egipto (Mateo 2: 14-15), la idea de inventar una historia así podría haber surgido de Oseas 11: 1, 76 O para tomar un ejemplo del otro extremo de la vida de Jesús, tal vez la figura de treinta piezas de plata como el precio por la traición de Judas a Cristo (Mateo 27: 9) no se basó en hechos históricos sino que se inspiró en la referencia a la misma suma de dinero pagada como salario en Zacarías 11: 12-13.

La falla fundamental con esta posición surge de una observación paradójica. Cuando los antiguos autores judíos inventaron narrativas no históricas inspiradas en los textos del Antiguo Testamento, generalmente citaron e interpretaron las Escrituras literalmente. Como estaban componiendo ficción, eran libres de adaptar sus creaciones a los textos que los generaron.  Precisamente lo contrario es el caso de la mayoría de los pasajes del Evangelio en cuestión. En muchos casos, las referencias del Antiguo Testamento se vuelven a redactar o se vuelven a aplicar de manera que sea mucho más probable que los escritores del Evangelio intentaran mostrar cómo el Antiguo Testamento se ajustaba a los acontecimientos de la vida de Jesús y no al revés. Oseas 11: 1, por ejemplo, no es una profecía en su contexto del Antiguo Testamento, sino una referencia al Éxodo. Y aunque Zacarías menciona treinta piezas de plata, Mateo atribuye la cita a Jeremías, presumiblemente porque la mayor parte de Mateo 27: 9–10 es una combinación de alusiones a ese profeta anterior (las sugerencias incluyen Jer. 18: 2–3, 32 : 7–9 y, quizás lo más plausible, 19: 1–13). Como concluye RT France, "si la historia se creara a partir del texto, no habría necesidad de adaptar el texto para que se ajuste a la historia".

 

Ahí la cita de Blomberg. Por tanto, como él dice, los Evangelios no inventan relatos para hacer a Jesús cumplir profecías; sino que sacan las profecías del Antiguo Testamento teniendo ya la vida de Jesús. Es el mismo proceso que el realizado por el autor de la Carta a los Hebreos; quien no necesita inventar la muerte de Jesús en la Cruz ni su filiación divina ni su ascensión a los cielos; sino que tomando esos datos como dados va al Antiguo Testamento y desarrolla toda la teología.

 

Ahora, podemos ir perfectamente a analizar cuáles son las profecías que Jesús cumplió, y en qué manera eso afecta a los gnósticos y al argumento de la resurrección:

Nacer de una Virgen (Mateo 1,23).

En Belén de Judea (Mateo 2,5-6).

Emigró a Egipto (Mateo 2,15).

La muerte de los inocentes (Mateo 2,17-18).

Juan anunciado por el profeta (Mateo 3,3).

Jesús en Galilea (Mateo 4,14-16).

Jesús carga nuestras flaquezas, curando a la suegra de Pedro (Mateo 8,17).

Juan prepara el camino a Jesús (Mateo 11,10)

Jesús manda a no revelar su identidad (Mateo 12,15-21).

Enseñanza por parábolas (Mateo 13,14-15).

Entrada en Jerusalén sobre un pollino (Mateo 21,4-5).

Niños alaban a Jesús.

 

Es muy ocioso seguir con esto, pero como se ve ninguna de estas profecías afecta en algo a lo que los historiadores aceptan del Jesús histórico o alguno de los hechos mínimos en los que se basa el argumento de la resurrección. Y es muy difícil que estas profecías hubiesen sido puestas para polemizar con los gnósticos marcionistas porque ninguna afecta sobremanera a su doctrina. Eso no convencería a ningún marcionista que, por principio, rechaza ambos Testamentos, en los que no ve ninguna autoridad.

De hecho, mirando las profecías que se señalan en los relatos de la sepultura, Resurrección y apariciones post-mortem, en Marcos no hay ninguna, y en cambio solo aparecen en el relato de la Pasión y Muerte (Marcos 14,62; 15,24; 15,33). Lo mismo ocurre con Juan; no hay profecías desde los relatos de la sepultura, sino que están en el de la Pasión (Juan 19,24; 19,28; 19,36-37). Y ni siquiera son profecías sustanciales que hagan que, quitándolas, nos quedemos sin posibilidad histórica de la crucifixión.

Marción empezó a ser enseñar después del 140, por lo que es evidente que alegar que las profecías se introdujeron para combatir a Marción es algo completamente absurdo. Esa estrategia ni siquiera responde a la táctica cristiana para responder a los herejes de su tiempo, que no se basaba en crear Evangelios que apoyaran su doctrina sino en escribir Cartas denunciándolos y fundamentarse en la Escritura ya existente. Eso es lo que hace Clemente, es lo que hace Ignacio y lo que hace Policarpo. Y ya con Justino e Ireneo de Lyon directamente se escriben obras enteras solo para refutarlos (aunque está perdida la de Justino). Ireneo llega a las Galias cerca del 160; y si él conocía las Escrituras tal como las conocemos ahora se debe a que éstas ya existían. El mismo Justino, escribiendo cerca del 150 su Primera Apología, pone a Jesús cumpliendo profecías (como Isaías 7,14) y menciona los textos de los mismos Evangelios. Por lo que es evidente que hay un error cronológico. Se convirtió cerca del año 130 y evidentemente en dicho momento las Escrituras ya tendrían que haber estado formadas. Si no, ¿cómo va a citar Lucas 1,32, diciendo que es “como enseñaron los que escribieron todo lo concerniente a nuestro Salvador Jesucristo, a quien nosotros creímos”, si las Escrituras que él citaba no las conocía cuando se convirtió en el 130 o fueron aceptadas poco antes de su conversión? Lo mismo Arístides en su Apología escrita entre el 117 y el 161, hablando de la doctrina cristiana: “Esto se enseña en el evangelio, como se llama, que hace poco tiempo fue predicado entre ellos; y tú también, si lo lees, puedes percibir el poder que le pertenece”.

Incluso desde una visión puramente naturalista, es evidente que los cristianos tenían a su favor que Jesús era un judío que citaba el Antiguo Testamento y se fundamentaba en él; no tenía una doctrina gnóstica donde el Dios del Antiguo Testamento es falso y maligno, y alguien distinto a quien Él predicaba.

Si los cristianos querían polemizar con los marcionistas podrían haberlo hecho con otras estrategias antes que hacer a Jesús cumplir profecías, siendo que los marcionistas no ven ninguna autoridad en el Antiguo Testamento y cuando es evidente que la doctrina que ellos profesaban estaba en contra de la doctrina cristiana existente anteriormente.

Cuando el contrario niega el principio en el que uno basa su doctrina, es vano querer apelar aquel principio para demostrar la propia creencia. Sería como que el cristiano citara la Biblia a un ateo para demostrarle la existencia de Dios. Por tanto, el cristiano tiene que partir de algún principio que el contrario pueda aceptar; y este es el testimonio (No hay mucha posibilidad: o crees que lo que te digo es verdad o me llamas mentiroso). A ello apelaron los Apóstoles, Padres y Apologistas contra los paganos o los herejes. Así, el Evangelio de Juan es un buen ejemplo de cómo argumentó el cristianismo para combatir el docetismo y a doctrinas semejantes a las marcionistas. No apelando al cumplimiento de profecías en Jesús, sino al ser testigo de aquello de lo que se narra, y dar fe de su veracidad.

Los Padres, evidentemente, no podrán apelar a eso mismo; pero sí apelarán a la Tradición recibida de los Apóstoles y que ellos dicen profesar y mantener intacta, contraponiéndola a las invenciones de los herejes que son más recientes. A eso apelan Clemente, Ignacio, Justino e Ireneo.

Por ejemplo, dice Ireneo:

“Sus servidores (los Apóstoles) habrían sido mentirosos y no habrían sido enviados por el Señor, si Cristo no hubiese venido tal como ellos habían predicado, y si no se hubiesen cumplido sus palabras (…).En efecto, cumplió todas las promesas en su venida, y en su Iglesia sigue cumpliendo el Nuevo Testamento predicho por la Ley, hasta el fin de los siglos. Así lo predicó su Apóstol Pablo en la Carta a los Romanos”.

En otra parte:

“También los Apóstoles, siendo discípulos de la Verdad, están lejos de toda mentira: <<ninguna comunión es posible entre la mentira y la verdad>> (…) Como nuestro Señor era la Verdad misma, no mentía. Por eso nunca proclamó Dios y Señor de todas las cosas, Rey Sumo y Padre suyo, al que conocía como <<fruto de la penuria>>. No habría confundido al perfecto con el imperfecto, al espiritual con el animal, ni <<al que está sobre el Pléroma>> con aquel que está <<fuera del Pléroma>>. Ni sus discípulos habrían llamado Dios o Señor a ninguno que no fuese el verdadero Dios y Señor universal. En cambio, esos falaces sofistas afirman que los Apóstoles hipócritamente <<forjaron la doctrina según la capacidad de los oyentes, y sus respuestas según las expectativas de quienes les preguntaban>>. A los ciegos les habrían hablado de ceguera según su defecto, a los enfermos según su enfermedad y a los errados según su error; a quienes pensaban que el Demiurgo era el único Dios, así ellos lo anunciaban. En cambio, a quienes entendían que el Padre es el innombrable, <<les habrían descrito el misterio inenarrable mediante parábolas y enigmas>>. En consecuencia, el Señor y los Apóstoles no habrían enseñado como lo exige la verdad misma, sino con hipocresía, y según cada uno de sus oyentes era capaz de acoger la doctrina”.

Y también:

“Para todos aquellos que quieran ver la verdad, la Tradición de los Apóstoles ha sido manifestada al universo mundo en toda la Iglesia, y podemos enumerar a aquellos que en la Iglesia han sido constituidos obispos y sucesores de los Apóstoles hasta nosotros, los cuales ni enseñaron ni conocieron las cosas que aquéllos deliran”.

Y también:

“Esta edad tenía el Señor cuando enseñaba, como dicen el Evangelio y todos los presbíteros de Asia que, viviendo en torno a Juan, de él lo escucharon, puesto que éste vivió con ellos hasta el tiempo de Trajano (98-117 d.C.). Algunos de ellos vieron no sólo a Juan, sino también a otros Apóstoles, a quienes han escuchado decir lo mismo. ¿A quién tenemos que creer? ¿A estos testigos, o a Ptolomeo, que nunca conoció a los Apóstoles, y que ni en sueños siguió sus huellas?”.

 

 

https://mercaba.org/TESORO/IRENEO/07-4.htm#Heading336

https://mercaba.org/TESORO/IRENEO/05-3.htm#fnB177

 

Además del testimonio, otro argumento utilizado por los Apóstoles y Padres era apelar a las autoridades aceptadas por el contrario. Con los paganos, se citaron poetas y filósofos, o se apeló a la razón natural o a las doctrinas que ellos profesaban.

San Pablo lo hace en Atenas: “Porque en Él nos movemos, vivimos y existimos, como ya dijeron algunos de vuestros poetas: Porque incluso de su mismo linaje somos” (Hechos 17,28-29).

Lo mismo hace San Justino. Por ejemplo, con la resurrección:

“Las pruebas anteriores son de hecho bastante suficientes para evidenciar la posibilidad de la resurrección de la carne; pero dado que estos hombres son sumamente incrédulos, aduciremos además un argumento aún más convincente, un argumento que no proviene de la fe, porque no están dentro de su alcance, sino por su propia madre incredulidad, - quiero decir, por supuesto, por razones físicas. Porque si con tales argumentos les demostramos que la resurrección de la carne es posible, ciertamente son dignos de gran desprecio si no pueden ser persuadidos por las declaraciones de la fe ni por los argumentos del mundo.

(…)

Pero la prueba de la posibilidad de la resurrección de la carne la he demostrado suficientemente, en respuesta a los hombres del mundo. Y si la resurrección de la carne no se encuentra imposible sobre los principios incluso de los incrédulos, ¡cuánto más se encontrará de acuerdo con la mente de los creyentes” (Sobre la resurrección, 5-7).

 

O para probar la inmortalidad del alma:

“Pues que incluso la nigromancia, y las adivinaciones que practicáis por los niños inmaculados, y la evocación de las almas humanas difuntas , y aquellos que son llamados entre los magos, los emisores de sueños y los espíritus asistentes (Familiares), y todo lo que hacen aquellos que son expertos en tales asuntos, que estos los persuadan de que incluso después de la muerte , las almas están en un estado de sensación; y aquellos que son apresados ​​y arrojados por los espíritus de los muertos, a quienes todos llaman demoníacos o locos; y lo que reputáis como oráculos, tanto de Amphilochus, Dodana, Pytho, y tantos otros como existen; y las opiniones de vuestros autores, Empédocles y Pitágoras, Platón y Sócrates, y el foso de Homero, y el descenso de Ulises para inspeccionar estas cosas, y todo lo que se ha dicho de manera similar” (Primera Apología, 18).

 

También:

Y la Sibila y Histaspes dijeron que debe haber una disolución por Dios de las cosas corruptibles. Y los filósofos llamados estoicos enseñan que incluso Dios mismo se resolverá en fuego (…). Si, por tanto, en algunos puntos enseñamos las mismas cosas que los poetas y filósofos a quienes honras , y en otros puntos somos más completos y más divinos en nuestra enseñanza, y si solo nosotros damos prueba de lo que afirmamos, ¿por qué somos injustamente odiados más que todos los demás? Porque mientras decimos que todas las cosas han sido producidas y dispuestas en un mundo por Dios , pareceremos pronunciar la doctrina de Platón; y mientras decimos que habrá un incendio de todo, pareceremos pronunciar la doctrina de los estoicos; y mientras afirmamos que las almas de los malvados, siendo dotadas de sensación incluso después de la muerte, son castigadas, del bien siendo librado del castigo pasar una existencia dichosa , pareceremos decir las mismas cosas que los poetas y filósofos; y mientras mantenemos que los hombres no deben adorar las obras de sus manos, decimos las mismas cosas que han dicho el poeta cómico Menandro y otros escritores similares, porque han declarado que el trabajador es mayor que la obra” (Primera Apología, 20).

 

O para la Encarnación:

Y cuando decimos también que el Verbo, que es el primogénito de Dios, fue engendrado sin unión sexual, y que Él, Jesucristo , nuestro Maestro, fue crucificado y murió, resucitó y subió a los cielos, afirmamos nada distinto de lo que creéis de los que tenéis por hijos de Júpiter” (Primera Apología, 21).

 

Así, pues, resulta evidente que para combatir a los marcionistas no servía de nada poner a Jesús cumpliendo profecías del Antiguo Testamento, porque ellos no la consideraban ninguna autoridad.

Servía más para refutar a los marcionistas el establecer la continuidad entre Jesús, sus Apóstoles y los cristianos, que el atribuir a Jesús profecías sacadas del Testamento que ellos no aceptan para así formar Evangelios que ellos igualmente tampoco aceptarían.

E igualmente, servía más refutar a los marcionitas con lo mismo que ellos aceptaban del Evangelio y las cartas de Pablo. Y eso es justamente lo que se hizo, como puede ver cualquiera que lea a Ireneo o a Tertuliano.

 

A todo lo dicho anteriormente podemos agregar que ya antes de Marción había gnósticos que interpretaban los Evangelios a su antojo y que aceptaban igualmente el Antiguo Testamento. Por lo que no puede haber ninguna inserción del cumplimiento de profecías porque el Antiguo Testamento estos mismos herejes ya lo aceptaban. Y no se necesitaba cambiar el Nuevo Testamento porque estos herejes ya lo aceptaban tal cual estaba dado, solo que lo reinterpretaban a su gusto.

Como dice San Ireneo:

“Probaremos que ellos fuerzan los hechos y parábolas del Señor para aplicarlas irracionalmente a sus mentiras”.

Y sigue:

Tratan de probar que la pasión sobrevino al último de los doce Eones, porque la pasión le cayó encima al Salvador por culpa del último de los doce Apóstoles, en el duodécimo mes; pues pretenden que el ministerio del Señor duró un año a partir de su bautismo. También lo ven clarísimo en la mujer que sufría el flujo de sangre; porque había sufrido durante doce años cuando (…)”

De hecho, los mismos gnósticos apelaban a las profecías que menciona la Escritura para torcer las mismas Escrituras:

“También dicen que él sufrió el duodécimo mes, pues la pasión tuvo lugar después de un año de predicación tras su bautismo, y para probarlo fuerzan el texto del profeta que escribió: <<Para proclamar el año de gracia del Señor y el día de la retribución>> (Is 61,2; Lc 4,19)”.

Y se basaban ampliamente en el Antiguo Testamento para sostener sus herejías:

“Me ha parecido necesario añadir aquí lo que enseñan acerca de su Protopadre, [652] que habría sido desconocido antes de la venida de Cristo. Escogen textos de las Escrituras tratando de convencer a los escuchas, mostrando que nuestro Señor anunció a otro Padre distinto del Creador del universo, el cual, como hemos expuesto, blasfemando impíamente ellos dicen que sería fruto de la penuria. Isaías, en efecto, dijo: <<Israel no me conoció y mi pueblo no entendió>> (Is 1,3); lo cual ellos retuercen para adaptarlo a su doctrina sobre el desconocimiento del Abismo invisible. Y lo que Oseas escribió: <<No se halla en ellos verdad ni conocimiento de Dios>> (Os 4,1), ellos tratan de dirigir al mismo propósito. Y: <<No hay quien comprenda ni busque a Dios; todos erraron, se han corrompido>> (Sal 14[13],2-3; Rom 3,11-12), se lo aplican al no conocimiento del Abismo. Y cuando Moisés dice: <<Nadie podrá ver a Dios y quedar con vida>> (Ex 33,20), están ciertos de que se refiere a lo mismo”.

Ni siquiera puede decirse que el Nuevo Testamento se re-editara contra ellos, porque ellos igualmente tomaban del Nuevo Testamento para sus doctrinas:

También distorsionan algunas partes del Evangelio, haciéndolas que signifiquen cosas semejantes. Por ejemplo, sobre aquello que respondió a su Madre cuando tenía doce años: <<¿No sabíais que debo estar en las cosas de mi Padre?>> (Lc 2,49) Les hablaba del Padre que para ellos era desconocido; y por eso habría enviado a los discípulos para anunciar a las doce tribus (Mt 10,5-6) al Dios desconocido. A aquel que le dijo: <<Maestro bueno>>, le respondió, para hacerle caer en la cuenta quién es el verdadero Dios: <<¿Por qué me llamas bueno? Uno solo es bueno, el Padre que está en los cielos>> (Mt 19,16-17). Y dicen que llamó cielos a los Eones. [656] Por lo mismo no habría querido responder a quienes le preguntaron: <<¿Con qué Poder haces estas cosas?>> (Mt 21,23) sino que más bien los confundió al retorcerles la pregunta (Mt 21,24-27), porque, según ellos, al negarse a hablar quería ocultar al Padre desconocido. Y cuando dijo: <<Con frecuencia he deseado oír una de estas palabras, pero no hallé quien la dijese>>[122], claramente, dicen ellos, se refería al único Dios verdadero al que ellos no conocían. También cuando se acercó a Jerusalén y llorando sobre la ciudad dijo: ¡Si conocieses hoy lo que te trae la paz!, pero se te oculta>> (Lc 19,42), con estas palabras habría indicado el misterio escondido en el Abismo. Y también cuando dijo: <<Venid a mí todos los que estás cansados y agobiados, y aprended de mí>> (Mt 11,28-29), habría anunciado la verdad del Padre y prometido enseñarles lo que ellos no conocían.

20,3. Como culminación de sus pruebas acerca de lo dicho, ellos aportan estas palabras: <<Te confieso, Padre, Señor de la tierra y del cielo, porque has escondido estas cosas a los entendidos y prudentes y las has revelado a los pequeños. Gracias, Padre, porque esto te agradó. Todo me lo ha entregado el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, ni al Hijo sino el Padre, y aquél a quien el Hijo se lo revelare>> (Mt 11,25-27). Dicen que con estas palabras de modo evidente el Señor habría revelado que, antes de su venida, nadie había conocido al Padre de la Verdad; y de ahí deducirían que todos habrían conocido siempre al Creador y Hacedor; en cambio sus palabras anunciarían al Padre desconocido para todos”.

Y también:

“21,2. Enseñan que (la redención) es necesaria para quienes han adquirido la gnosis perfecta, para ser regenerados en la Potencia suprema; de otra manera nos sería imposible entrar en el Pléroma, porque, dicen, ella es la que nos hace descender hasta las profundidades del Abismo. El bautismo del Jesús visible sería para la remisión de los pecados; en cambio la redención del Cristo [660] que descendió sobre él sería para lograr la perfección. El bautismo sería para los psíquicos, en cambio la redención para los pneumáticos. Juan predicó un bautismo de penitencia, en cambio Cristo trajo la redención para hacernos perfectos. Por eso dijo: <<Con otro bautismo tengo que ser bautizado, y con ansiedad me dirijo a él>> (Lc 12,50). Asimismo cuando la madre de los hijos de Zebedeo le pidió que los pusiera a uno a su derecha y al otro a su izquierda en su reino, dicen ellos que el Señor les habría presentado esta redención, cuando les dijo: <<¿Podéis recibir el bautismo con el que debo ser bautizado?>> (Mt 20,22; Mc 10,38) Y también Pablo con frecuenca habría claramente revelado en qué consiste la redención en Jesucristo (Rom 3,24; Ef 1,7; Col 1,14), y su doctrina coincidiría con la que ellos predican de modos tan variados y contrapuestos”.

Y también:

“La emisión de los doce Eones estaría indicada en el hecho de que Jesús disputó con los doctores de la Ley a los doce años (Lc 2,42-46) y en la elección de los doce Apóstoles: pues eligió a doce (Mt 10,2; Lc 6,13). Y los otros dieciocho Eones están señalados en los dieciocho meses en los cuales, después de resucitar de entre los muertos, convivió con los discípulos, además de las primeras letras de su nombre, iota y eta[58], con toda evidencia manifestarían los dieciocho Eones. Igualmente los diez Eones estarían indicados en la iota inicial de su nombre, y por eso el Salvador habría dicho: <<No pasará ni una iota ni un acento de la Ley sin se cumpla>> (Mt 5,18)”

 

Por lo que si se hubiese querido editar los Evangelios para combatir a los gnósticos como los valentinianos (y no ya a los marcionistas), más valdría haber quitado aquellas partes que utilizaban para sostener sus doctrinas que añadir cumplimientos de profecías o inventar relatos sobre la vida de Cristo. De hecho, no habría servido de nada añadir tal o cual cosa para combatirlos, porque estos herejes justamente interpretaban las Escrituras a su favor aunque evidentemente les estuviera en contra. Algo que habría servido para combatirlos, presuntamente, sería justamente el versículo de Mateo 5:18 en donde Jesús dice que viene a cumplir con la Ley dada a Moisés, mostrando así que su Padre es el mismo que dio la Ley. Pero como se ve, los gnósticos  torcían hasta eso mismo.

 

Ahora bien. No vamos a negar que ciertamente Juan parece combatir a ciertos gnósticos docetistas. Pero estos no son los marcionistas del siglo II. Ya en el siglo I había docetistas. Y estamos hablando de un Evangelio, no de todos los Evangelios. Además de que el Apóstol Juan no apela a inventarse profecías cumplidas en Jesús, sino a la veracidad de testimonio. Lo máximo que hace Juan para refutar a los docetistas es enfatizar que el Verbo es pre-existente, que estaba en el principio junto a Dios, que por Él se hicieron todas las cosas; que se encarnó y que verdaderamente murió y resucitó. Pero al hacer esto está en completa consonancia con los demás Evangelios y con las cartas apostólicas. Y también es cierto que se habla contra aquellos que consideran despreciable el matrimonio o comer carne, como hace San Pablo; pero al hacer esto no tiene que añadir nada a las palabras de Cristo.

 

¿Los judíos apelaban a las profecías antes del año 70?

Por otro lado, es evidente que no se puede negar que los cristianos, para demostrar su doctrina ante los judíos, tendrían que recurrir a Jesús como el Mesías que cumple profecías. El discurso de Pedro en Pentecostés es dirigido a judíos; la Carta de los Hebreos es justamente dirigida a judíos. Y el Diálogo con Trifón de San Justino Mártir, aunque sea del siglo II, muestra que los cristianos apelaban a ello.

Por tanto, para desacreditar la confiabilidad histórica de los Evangelios lo único que queda de la argumentación de Irving es apelar a que los judíos no tenían expectativa de un Mesías como alguien que cumple profecías, y que por tanto, eso no viene del siglo I.

Sin embargo, es evidente que ese alegato queda completamente desacreditado por Hebreos, Pablo y Pedro (a través de Lucas), que son anteriores a los años 90 y hablan de Jesús cumpliendo profecías. Y puesto que prácticamente nadie duda de la autenticidad de 1 Corintios (como hace Irving, pero sus argumentos no los expuso), es anterior al año 70. Por lo que no puede alegarse a que la concepción judía no reflejaba a un Mesías cumpliendo profecías.

Incluso aunque no existiera esa concepción en el judaísmo nada quita que no fuera eso precisamente lo innovador en Jesús. Justamente es a lo que apelan los Evangelios: los discípulos no entienden cómo Jesús va a ser el Mesías y a la vez va a morir.

Irving responde que si ese fuera el caso entonces no se explica por qué ninguna fuente judía de la época busca responder a los cristianos las supuestas profecías. Pero la realidad es que ese alegato no puede negar la realidad de que los cristianos atribuían el cumplimiento de profecías ya antes del año 90. No puede negar la realidad simplemente porque no encuentra explicación a un evento.

Además, es evidente que ya en el siglo II los cristianos discuten con los judíos, como se ve por el Diálogo con Trifón y por el Discurso Verdadero de Celso. Sin embargo, no hay ninguna fuente judía de la época que registre las interpretaciones judías; pero es evidente que las había porque Justino  y Celso no se las sacaban de la imaginación.

De aquí sacamos que a los judíos o les importaba un pepino los cristianos, o la disputa no era tan grande como para valer la pena poner una respuesta por escrito. O que tales respuestas escritas existieron para ya no existen. O que las interpretaciones de siglos posteriores de los judíos eran las mismas que se tenían en aquel período. O tenían cosas más importantes que tratar. Cualquiera de estas respuestas es más razonable que plantear que los cristianos no usaban el cumplimiento de las profecías para demostrar que Jesús era el Mesías.

Incluso Irving no podrá negar que la apelación al cumplimiento de profecías ya existía antes del año 70. Así se manifiesta en el documento de Damasco:

Hizo conocer a las generaciones nuevas lo que había hecho con la generación anterior, con la asamblea de los traidores, con aquellos que 13 se habían desviado. Este fue el tiempo del cual se había escrito antes: «como una vaca rebelde, 14 así se descaminó Israel» (Oseas 4, 16).

Y también: 

Los que permanezcan ligados a ella alcanzarán la vida eterna y les pertenecerá toda gloria humana. 21 Así lo estableció Dios cuando dijo por el profeta Ezequiel: COL. IV 1 «Los sacerdotes y los levitas que observen las ceremonias de mi santuario cuando los hijos de Israel se extravíen, ellos se aproximarán a mí para servirme como ministros. Estarán en mi presencia para ofrecerme la grasa y la sangre» (cap. 44, 15).

 Y también:

Durante todo este tiempo Belial andaba suelto en Israel, como Dios lo había anunciado por el profeta Isaías, hijo de Amós: 14 «Terror, fosa, red sobre ti, oh habitante del país» (Isaías 24, 17).

 Y también:

Entonces se cumplirá la profecía escrita por la mano de Zacarías, 8 profeta: «¡Espada, despierta contra mi pastor, contra el hombre que es mi amigo! Hiere al pastor y se dispersarán las ovejas. 9 Yo extenderé mi mano sobre los pequeños».

 Y por último:

Estos son los que quedaron al tiempo de la primera visita y que serán entregados a la espada cuando llegue la visita del 11 Mesías, que saldrá de Aarón y de Israel. Así hablará desde la primera vez 12 como fue dicho por Ezequiel: «Que se imprima una señal en la frente de los que gimen y de los que sufren» (Ezequiel 9, 4).


Lo mismo aparece en el papiro 4Q521:

1 [porque los cie]los y la tierra escucharán a su elegido (Mesías),

2 [y todo lo que]está en ellos (Sal 146:6) no se alejará de los preceptos de los santos.

3 ¡Fortalézcanse ustedes, que buscan al Señor en su servicio!

4 ¿No estarán en este encuentro con el Señor, todos aquellos que esperan en su corazón?

5 Porque el Señor considerará al piadoso, y llama al justo por nombre,

6 y su espíritu flotará sobre el pobre (Is 11,2), y renovará la fidelidad con su fuerza.

7 Porque él honrará al piadoso sobre el trono de un reino eterno,

8 liberando prisioneros (Sal 146,7), dando vista a los ciegos, enderazando a los torci[dos] (Sal 146,8).

9 Y para si[em]pre me aferraré [a aquellos que es]peran, y en su misericordia[…]

10 y el fru[to de…] … no se retrasará.

11 Y el Señor realizará actos maravillosos como no han existido, tal como él di[jo,]

12 [porque] él sanará a los gravemente heridos y hará vivir a los muertos (Is 26,19), proclamará buenas noticias al pobre (Is 61,1)

13 y […] … […] liderará [a los desarraigados] y enriquecerá al hambriento (Sal 107:9).


Incluso estas cosas son las mismas dichas por Jesús. Por lo que es claro que es falsa la afirmación de Irving.


Conclusión

Lo que sacamos de esto es:

a) Los gnósticos docetistas no podían negar la realidad de hechos de la vida de Cristo y sus dichos que están contenidos en los Evangelios. No los negaban sino que los reinterpretaban acorde a sus doctrinas.

b) Si tomamos los relatos de la vida de Cristo que los gnósticos-docetistas aceptan, estos son suficientes para ver que no hay una radical edición de los Evangelios. E incluso, para descartar que tal edición existiera.

c) Las profecías ya eran usadas para fundamentar el cristianismo mucho antes de Marción, llegando a San Pablo y al mismo día de Pentecostés con San Pedro.

d) Existen testimonios más antiguos de la doctrina cristiana que de la doctrina de Marción. Por lo que las partes de los Evangelios que evidencian el núcleo de la doctrina cristiana no pueden haber sido ideados para responder a Marción; incluso si aceptamos que se introdujeron cumplimientos de profecías, de eso no se infiere una reelaboración de otras partes; además de que introduciendo el cumplimiento de las profecías no se cambia sustancialmente la doctrina cristiana ni afectan los relatos.

e) Los Evangelios, como nos llegan, ya eran conocidos por Ireneo y Justino; por lo que tienen que ser anteriores a estos. Y siendo Justino contemporáneo de Marción, los Evangelios le preceden.

f) Marción fue el primero en mutilar las Escrituras, ya existentes; pero basado en su pura doctrina personal, surgida no por tradición de los Apóstoles sino por interpretación propia al leer las Escrituras, tomando lo que convenía y rechazando lo que le disgustaba. Los gnósticos precedentes se basaban en el Antiguo y el Nuevo Testamento.

g) Los gnósticos docetistas y Marción basaban sus doctrinas en sus propias especulaciones sin conexión necesaria con el Jesús histórico; mientras que los cristianos apelaban a la Tradición Apostólica, a la misma doctrina transmitida por los Apóstoles y fundada en lo que ellos vieron y oyeron sobre Jesús. Y mientras los cristianos surgieron primero los gnósticos docetistas y Marción surgieron después. Además de que los gnósticos tenían que apelar a una doctrina secreta de Jesús.

h) Las profecías no justificaban el inventar relatos con fines doctrinales, sino que partiendo de los eventos ocurridos y narrados se iba al Antiguo Testamento para ver si estaban profetizados.

 

 En consecuencia, no sirve apelar a las creencias gnósticas para desacreditar la confiabilidad de la Escritura respecto a los hechos de los que parte el argumento de la resurrección.

 

Parte II: Confiabilidad del Nuevo Testamento

Descartado que los Evangelios hayan sido adulterados para combatir a los marcionitas y que no se usaran profecías mesiánicas antes del año 70,  ¿qué queda en la argumentación de Irving para rechazar la confiabilidad histórica de los Evangelios?

Por lo menos, cuatro cosas: 

a) Que en realidad solo tenemos una fuente que nos hable de la tumba vacía (Marcos), porque los otro dos Evangelios (Mateo y Lucas) no son fuentes independientes sino que solo repiten a Marcos; 

b) (Este es implícito) El Evangelio de Juan de por sí es tan tardío que ni cuenta como fuente confiable; 

c) Que 1 Corintios 15 es una interpolación y, por tanto, San Pablo no habló nunca de apariciones de Jesús a Pedro, Santiago, los Doce y los quinientos hermanos; 

d) Aunque los Evangelios relaten milagros de ello no se deduce que de verdad ocurrieran, porque la forma de escribir Historia en la antiguedad era distinta.


En esta parte voy a tratar los puntos a, b y c, dejando el "d" para la siguiente parte.




Parte III: La Historia en la antiguedad


Parte IV: Los milagros