domingo, 5 de enero de 2020

Yo soy el Alfa y el Omega, dice el Señor.



Los testigos de Jehová, queriendo hacer una distinción de naturaleza entre Dios y el Hijo, dicen que Dios es Todopoderoso, mientras que a Jesús en ningún momento en la Escritura se le llama así.
Pero ésto obviamente es falso, y puede demostrarse por lo que dice Apocalipsis.


Dice el Apocalipsis que Dios, que está sentado en su trono, es el Alfa y el Omega, el principio y el fin, el primero y el último.
Ésto es aceptado por los testigos de Jehová, y ellos interpretan estas palabras así:
“¿En qué sentido? Él era el Todopoderoso en el pasado infinito y seguirá siéndolo para siempre. Él es el único que existe “de tiempo indefinido a tiempo indefinido” (Salmo 90:2).”


Por tanto, que a Dios se lo llame Alfa y Omega, Primero y Último, Principio y Fin, se debe a uno de sus atributos de la Naturaleza Divina: la eternidad.

Ahora bien. “Alfa y Omega” se le llama a Dios en Apocalipsis 1,8:
“YO SOY el Alfa y la Omega: principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.
En ese mismo versículo se deja ver algo más: que el que es Alfa y Omega, Principio y Fin es Todopoderoso.

Por lo que eternidad y omnipotencia van de la mano, y el que es Alfa y Omega, Primero y Último, Principio y Fin, es de Naturaleza Divina: es Dios.


Dos versículos aplican los conceptos “Alfa y Omega” o “Primero y Último” a Jesús, y los mismos son:
Apocalipsis 1,17-18: “No temas. Yo soy el primero y el último y el que vive. Estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos.
Apocalipsis 22,13: “Yo soy el Alfa y el Omega, el primero y el último, el principio y el fin”.

¿Qué tienen los testigos de Jehová para ir contra ésto?
Sobre la primera cita, que “primero y último” se aplica en dos situaciones distintas, que no es lo mismo cuando se aplica a Jesús que cuando se aplica a Dios. Cuando se aplica a Dios se refiere a la eternidad, pero cuando se aplica a Jesús se refiere a que él fue el primer resucitado glorioso y el último resucitado directamente por Dios.
Sobre la segunda cita, dicen que el texto es ambiguo y en ningún momento se aclara a quién se está refiriendo. Y que, por tanto, ha de aplicarse a quien ya se ha dicho que es el “Alfa y Omega”, o sea, solo a Jehová, el que está sentado en el trono.

Sobre ésto último, recordemos que Apocalipsis dice que el que esta sentado en el Trono es Dios, y con Él está el Cordero.

Vamos a desgranar un poco las cosas.
Si “Alfa y Omega” y “Primero y Último” se refieren a la eternidad, no puede excluirse de ello al Hijo, porque el Hijo TAMBIÉN es eterno.
¿Y cómo se demuestra ésto? Por lo que dice Hebreos 7,3, comparando a Melquisedec con Cristo:
"Aparece sin padre, sin madre, sin genealogía; no hay comienzo ni final en su existencia. En esto se parece al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre" Hebreos 7,3.
Alguno podrá objetar: “Pero Melquisedec se parece al Hijo de Dios en tanto y en cuanto permanece sacerdote para siempre como el Hijo, no porque ambos sean sin comienzo ni final en la existencia”.
A ésto se responde que ni siquiera se comprendió el versículo. Si Melquisedec permanece sacerdote para siempre es precisamente por lo que se dijo antes: “no hay comienzo ni final en su existencia”. Debido a ello es sacerdote para siempre.

¿Aún así no basta? Pues vayamos a Hebreos 1,10-12, en donde el autor menciona aquellas partes del Antiguo Testamento en donde se habla del Hijo:
“Y también (se dice del Hijo): Tú, Señor, en los comienzos cimentaste la tierra, y los cielos son obras de tus manos. Ellos perecerán, pero tú permaneces; todos envejecerán como ropa, los enrollarás como manto, serán como ropa que se muda, pero tú eres siempre el mismo, y tus años no se acabarán”.

Ahora, ¿a quién se está refiriendo esta cita del Antiguo Testamento? ¡A Dios mismo! Es el Salmo 102.
Y es claro que se refiere a la inmutabilidad y eternidad de Dios. Todo perece y Dios permanece, porque Dios es eterno e inmutable.
Cuando presenté ésto a un testigo de Jehová, preguntándole además si lo que se dice de Dios puede ser aplicado a Jesús, me salió con que no hay ningún problema en el texto porque efectivamente el Hijo es eterno, pero eterno en el futuro. Una objeción absurda, porque cuando se habla de tal manera sobre Dios (todos envejecerán, pero tú eres siempre el mismo, tus años no se acabarán, tu permaneces, tú en los comienzos cimentaste la tierra, etc) lo mismo no puede ser aplicado a las criaturas, porque se está diciendo algo que solamente se aplica a Dios.

Se refiere a la eternidad e inmutabilidad, no solo a ser “eterno en el futuro” (es decir, no ser corruptible), porque si es el caso eso también es atributo de los espíritus (ángeles y demonios), que una vez que son creados existen para siempre (“siempre” en el “futuro”, porque no son eternos, comenzaron a existir) y por tanto no aventajarían en nada a Dios.
Pero no, lo que hace el Salmo 102 es resaltar la eternidad y la inmutabilidad que solo son atributos de Dios y que no puede aplicarse a ninguna criatura.

Los años de Dios no terminan porque Él es eterno, y eso lo que dice el Salmo y que San Pablo en Hebreos retoma.
Eso se puede ver por la cita anterior que hace el autor de Hebreos, citando el Salmo 45, diciendo:
“Y en cambio, respecto del Hijo: Tu trono, Oh Dios, subsiste para siempre”.
Este “pare siempre” no es solo en el futuro, sino en la eternidad.
Porque si es el caso de que no se refiere a la eternidad, entonces los testigos de Jehová tendrían que explicar si Dios es eterno o no, ya que ellos traducen en vez de “Oh Dios”, como “El Dios”, quedando entonces que el Trono del Hijo, El Dios, subsiste para siempre.

Entonces, “El Dios”, que es trono del Hijo, ¿subsiste o no para siempre?
Si la respuesta es sí, se sigue entonces que la cita siguiente de Hebreos al Salmo 102 TAMBIÉN se refiere a la eternidad del hijo, porque aplica el mismo concepto: “pero Tú eres siempre el mismo, y tus años no se acabarán”.
Y por tanto, deberán aceptar que el Hijo es eterno.

Si dicen que “El Dios” no es eterno, entonces niegan lo más básico de la fe.
Y más gracioso aún, tienen que aceptar la primera interpretación y por tanto aceptar que el Hijo es eterno; porque si interpretaran como nosotros el texto y que se traduce “Tu trono, Oh Dios” (refiriéndose con “Oh Dios” al Hijo) entonces tendrían que aceptar que al Hijo se le llama Dios igual que al Padre.

Hebreos 1,10-12 y Hebreos 7,3; dos citas que demuestran que el Hijo es eterno e inmutable.
Y si todavía queda alguna duda, Hebreos 13,8 entonces: “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre”.

¿No basta todavía? Entonces que hable el profeta Isaías: “Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, que lleva al hombro el principado y es su nombre: Consejero-Portentoso, Héroe-Divino, Padre-Sempiterno, Príncipe de paz” (Isaías 9,6).

Al Hijo se le llama “Padre Sempiterno”, y no porque sea la misma persona que el Padre, sino porque está en su naturaleza la eternidad.



Por tanto, se demostró que Jesús tiene el atributo de la eternidad y por tanto NO puede quedar excluido del ser “Alfa y Omega”.

Alguien recibe y obra conforme a su naturaleza, y conforme a su naturaleza se le aplican títulos o nombres.
Así, repasemos, entonces, qué es lo que Dios recibe y cómo se le trata:
“Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder. Porque tú creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4,11).

Ahora, ¿qué recibe el Cordero degollado, el Hijo?:
“Digno es el Cordero que fue degollado de recibir el poder y la riqueza y la sabiduría y la fortaleza y el honor y la gloria y la bendición” (Apocalipsis 5,12).

Podrá objetarse: “Bueno, pero no es lo mismo el grado en que se da el honor, la gloria y el poder al Hijo que el que se lo dá a Dios. Porque incluso San Pablo dice que hay que dar honor y gloria a todo el que hace lo bueno”.

Lástima que ésta objeción se caiga por lo que a continuación dice Apocalipsis:
“Y todos los seres creados que están en el cielo y sobre la tierra y debajo de la tierra y en el mar, y todo cuando en éstos hay, oí que decían:
Al que está sentado en el trono y al Cordero, la bendición y el honor y la gloria y la fortaleza por los siglos de los siglos.
Y los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los ancianos se postraron y adoraron” (Apocalipsis 5,13-14).

Y este “se postraron y adoraron” no hace distinción entre uno y otro. Cuando se va a adorar a Dios se postran y mencionan básicamente las mismas palabras en otro sitio, en Apocalipsis 7,11-12:
“Y todos los ángeles.... se postraron ante el trono y adoraron a Dios, diciendo: Amén, la bendición y la gloria, la sabiduría y la acción de gracias, y el honor y el poder y la fortaleza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos”.

El Hijo no recibe en modo inferior a Dios, sino que recibe igual que Él.
Jesús, ¿tiene todo el poder? Sí, lo dice Él mismo: “Se me ha conferido todo poder en el cielo y en la tierra” (Mateo 28,18).
Jesús, ¿tiene toda la sabiduría? Sí, lo dice el Apóstol: “En quien se encuentran, escondidos, todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2,3).
Reúne éstos dos atributos luego el Apóstol al aplicarlos a Jesús: “Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1,24).

Ahora, ¿de verdad puede recibir el Hijo menos que el Padre, cuando él mismo dice que hay que honrarlo a él IGUAL al Padre?
“A fin de que todos honren al Hijo como honran al Padre” (Juan 5,23).

Así que el Hijo tiene todo el poder, toda la sabiduría y toda la honra, y a su vez es eterno e inmutable. ¿Por qué? Porque es igual a Dios por naturaleza
“Porque Él, existiendo en la forma de Dios, no tomó su igualdad con Dios como cosa a la que aferrarse” (Filipenses 2,6).

Y el Hijo, como es igual al Padre, se sienta a su diestra con su misma gloria:
“Padre, glorifíciamente a tu lado con la gloria que tenía desde antes de la fundación del mundo” (Juan 17,5).

Por lo que recibe el mismo poder, sabiduría, honra, gloria y adoración que el Padre.

Así, pues, son los testigos de Jehová los que tendrían que explicar porqué no se puede aplicar “Alfa y Omega” al Hijo.


Ahora, no solo el Padre está sentado en el Trono, desde donde sale la voz que dice “Yo soy el Alfa y el Omega...”, sino también EL HIJO.

Lo dice explícitamente el Apocalipsis, cuando el Hijo dice:
“Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono (Apocalipsis 3,21).

Una objeción que se podría presentar es: “Pero el Hijo se sienta en el trono del Padre como nosotros nos sentamos en el trono del Hijo, y no por eso somos Dios. Se sigue, por tanto, que el hecho de que el Hijo se siente en el trono del Padre no le hace igual a Él”.
Pero tal objeción es falaz.
Porque Cristo tiene dos naturaleza: Humana y Divina. En su naturaleza divina, es igual al Padre y por ello se dice que está sentado en su trono. En cuanto a su naturaleza humana, la misma fue glorificada (“Por lo cual a su vez Dios lo exaltó, y le concedió el nombre que está sobre todo nombre”), y por eso se dice que tiene “su trono” y que en él nos sentaremos nosotros si vencemos, porque nuestra naturaleza humana también será glorificada.


Cristo se sienta en su trono CON SU PADRE. Y es así que en el último capítulo del libro se habla indistintamente del Trono de Dios y del Cordero:
“Ya no habrá condenación contra nadie, y estará en ella el trono de Dios y del Cordero” (Apocalipsis 22,3).
Es ahí que luego el texto menciona que Dios envió a su ángel, ante el cual San Juan cae para adorar y es reprendido por el ángel diciéndole que adore solo a Dios (curioso que no pasó lo mismo cuando el cielo y la tierra se postraban y adoraban indistintamente a Dios y al Cordero), y viene luego el mensaje del ÁngeL “Mirad: vengo en seguida; y traigo aquí el salario conmigo, para dar a cada uno según sus obras. Yo soy el Alfa y el omega, el Primero y el último, el Principio y el Fin” (Apocalipsis 22,12-13).
Luego, al final, dice: “Yo, Jesús, envié mi ángel para atestiguar éstas cosas ante las iglesias” (Apocalipsis 22,16).

El texto no es ambiguo, como pretenden los testigos de Jehová. Eso solo porque quieren hacer a priori una distinción de naturaleza entre el Padre y el Hijo.
Por lo visto anteriormente, el que está sentado en el Trono es Dios y el Cordero. En otros versículos aparece que el Cordero está en medio del trono. En el resto del Nuevo Testamento se dice que el Hijo se sentó a la diestra del Padre.
La idea es una y la misma: la consubstancialidad del Padre y el Hijo.

Así que el Alfa y el Omega es tanto el Hijo como el Padre, porque el Hijo ES igual al Padre, y de Él recibió la Naturaleza.
Como el Hijo recibió la Naturaleza del Padre, se sigue que Él es Todopoderoso.


Y por eso, se puede ver que al Hijo se le da TODO EL PODER, y por tanto, es TODOPODEROSO, como ya se vio:
“Digno es el Cordero que fue degollado de recibir el poder y la riqueza y la sabiduría y la fortaleza y el honor y la gloria y la bendición” (Apocalipsis 5,12).

“Y todos los seres creados que están en el cielo y sobre la tierra y debajo de la tierra y en el mar, y todo cuando en éstos hay, oí que decían:
Al que está sentado en el trono y al Cordero, la bendición y el honor y la gloria y la fortaleza por los siglos de los siglos.
Y los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los ancianos se postraron y adoraron” (Apocalipsis 5,13-14).

“Se me ha conferido todo poder en el cielo y en la tierra (Mateo 28,18).

Todo lo que tiene el Padre lo tiene el Hijo. Si el Padre tiene TODO EL PODER, se sigue que el Hijo TAMBIÉN lo tiene, porque el Hijo OBRA IGUAL QUE EL PADRE. Y si es así, se sigue que es con el mismo poder, pues si así no fuese sería falso que obrara igual que Él.

“Nada puede hacer el Hijo por sí mismo, como ve hacer al Padre; porque lo que hace éste, también lo hace el Hijo de modo semejante. Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace" (Juan 5,19-20).

Y como seguramente alguien interpretará por aquello de “nada puede hacer el Hijo por sí mismo” como si no fuera Todopoderoso porque hace como ve hacer al Padre, desde ya no entiende lo que dice el Señor.
Porque el Hijo precisamente es Todopoderoso porque hace lo que ve hacer al Padre, porque del Padre recibió el Hijo su naturaleza al ser engendrado por Él.

Y ya como última objeción de los testigos de Jehová: ¿Por qué nunca se llama a Jesús explícitamente “Todopoderoso”?
Respuesta: Por el simple hecho de que NO es necesario. Porque toman un término arbitrario ignorando todo lo demás. Que el Hijo sea Todopoderoso se puede ver si necesidad de que se le aplique el adjetivo de modo explícito, porque el mismo ya aparece reflejado de otras maneras, como cuando dice que se le dio toda potestad en el cielo y en la tierra, o cuando dice que hace como ve hacer al Padre.

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