Los testigos de
Jehová, queriendo hacer una distinción de naturaleza entre Dios y
el Hijo, dicen que Dios es Todopoderoso, mientras que a Jesús en
ningún momento en la Escritura se le llama así.
Pero ésto
obviamente es falso, y puede demostrarse por lo que dice Apocalipsis.
Dice el Apocalipsis
que Dios, que está sentado en su trono, es el Alfa y el Omega, el
principio y el fin, el primero y el último.
Ésto es aceptado
por los testigos de Jehová, y ellos interpretan estas palabras
así:
“¿En qué sentido? Él era el Todopoderoso en el pasado infinito y seguirá siéndolo para siempre. Él es el único que existe “de tiempo indefinido a tiempo indefinido” (Salmo 90:2).”
“¿En qué sentido? Él era el Todopoderoso en el pasado infinito y seguirá siéndolo para siempre. Él es el único que existe “de tiempo indefinido a tiempo indefinido” (Salmo 90:2).”
Por tanto, que a
Dios se lo llame Alfa y Omega, Primero y Último, Principio y Fin, se
debe a uno de sus atributos de la Naturaleza Divina: la eternidad.
Ahora bien. “Alfa
y Omega” se le llama a Dios en Apocalipsis 1,8:
“YO SOY el Alfa y
la Omega: principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que
ha de venir, el Todopoderoso.”
En ese mismo
versículo se deja ver algo más: que el que es Alfa y Omega,
Principio y Fin es Todopoderoso.
Por lo que eternidad
y omnipotencia van de la mano, y el que es Alfa y Omega, Primero y
Último, Principio y Fin, es de Naturaleza Divina: es Dios.
Dos versículos
aplican los conceptos “Alfa y Omega” o “Primero y Último” a
Jesús, y los mismos son:
Apocalipsis 1,17-18:
“No temas. Yo soy el primero y el último y el que vive. Estuve
muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos.”
Apocalipsis 22,13: “Yo soy el Alfa y el Omega, el primero y el último, el principio y
el fin”.
¿Qué tienen los
testigos de Jehová para ir contra ésto?
Sobre la primera
cita, que “primero y último” se aplica en dos situaciones
distintas, que no es lo mismo cuando se aplica a Jesús que cuando se
aplica a Dios. Cuando se aplica a Dios se refiere a la eternidad,
pero cuando se aplica a Jesús se refiere a que él fue el primer
resucitado glorioso y el último resucitado directamente por Dios.
Sobre la segunda
cita, dicen que el texto es ambiguo y en ningún momento se aclara a
quién se está refiriendo. Y que, por tanto, ha de aplicarse a quien
ya se ha dicho que es el “Alfa y Omega”, o sea, solo a Jehová,
el que está sentado en el trono.
Sobre ésto último,
recordemos que Apocalipsis dice que el que esta sentado en el Trono
es Dios, y con Él está el Cordero.
Vamos a desgranar un
poco las cosas.
Si “Alfa y Omega”
y “Primero y Último” se refieren a la eternidad, no puede
excluirse de ello al Hijo, porque el Hijo TAMBIÉN es eterno.
¿Y cómo se
demuestra ésto? Por lo que dice Hebreos 7,3, comparando a
Melquisedec con Cristo:
"Aparece sin
padre, sin madre, sin genealogía; no hay comienzo ni final en su
existencia. En esto se parece al Hijo de Dios, permanece sacerdote
para siempre" Hebreos 7,3.
Alguno podrá
objetar: “Pero Melquisedec se parece al Hijo de Dios en tanto y en
cuanto permanece sacerdote para siempre como el Hijo, no porque ambos
sean sin comienzo ni final en la existencia”.
A ésto se responde
que ni siquiera se comprendió el versículo. Si Melquisedec
permanece sacerdote para siempre es precisamente por lo que se dijo
antes: “no hay comienzo ni final en su existencia”. Debido a ello
es sacerdote para siempre.
¿Aún así no
basta? Pues vayamos a Hebreos 1,10-12, en donde el autor menciona
aquellas partes del Antiguo Testamento en donde se habla del Hijo:
“Y también (se
dice del Hijo): Tú, Señor, en los comienzos cimentaste la tierra, y
los cielos son obras de tus manos. Ellos perecerán, pero tú
permaneces; todos envejecerán como ropa, los enrollarás como manto,
serán como ropa que se muda, pero tú eres siempre el mismo, y tus
años no se acabarán”.
Ahora, ¿a quién se
está refiriendo esta cita del Antiguo Testamento? ¡A Dios mismo! Es
el Salmo 102.
Y es claro que se
refiere a la inmutabilidad y eternidad de Dios. Todo perece y Dios
permanece, porque Dios es eterno e inmutable.
Cuando presenté
ésto a un testigo de Jehová, preguntándole además si lo que se
dice de Dios puede ser aplicado a Jesús, me salió con que no hay
ningún problema en el texto porque efectivamente el Hijo es eterno,
pero eterno en el futuro. Una objeción absurda, porque cuando se
habla de tal manera sobre Dios (todos envejecerán, pero tú eres
siempre el mismo, tus años no se acabarán, tu permaneces, tú en
los comienzos cimentaste la tierra, etc) lo mismo no puede ser
aplicado a las criaturas, porque se está diciendo algo que solamente
se aplica a Dios.
Se refiere a la
eternidad e inmutabilidad, no solo a ser “eterno en el futuro”
(es decir, no ser corruptible), porque si es el caso eso también es
atributo de los espíritus (ángeles y demonios), que una vez que son
creados existen para siempre (“siempre” en el “futuro”,
porque no son eternos, comenzaron a existir) y por tanto no
aventajarían en nada a Dios.
Pero no, lo que hace
el Salmo 102 es resaltar la eternidad y la inmutabilidad que solo son
atributos de Dios y que no puede aplicarse a ninguna criatura.
Los años de Dios no
terminan porque Él es eterno, y eso lo que dice el Salmo y que San
Pablo en Hebreos retoma.
Eso se puede ver por
la cita anterior que hace el autor de Hebreos, citando el Salmo 45,
diciendo:
“Y en cambio, respecto del Hijo: Tu trono, Oh Dios, subsiste para siempre”.
“Y en cambio, respecto del Hijo: Tu trono, Oh Dios, subsiste para siempre”.
Este “pare
siempre” no es solo en el futuro, sino en la eternidad.
Porque si es el caso
de que no se refiere a la eternidad, entonces los testigos de Jehová
tendrían que explicar si Dios es eterno o no, ya que ellos traducen
en vez de “Oh Dios”, como “El Dios”, quedando entonces que el
Trono del Hijo, El Dios, subsiste para siempre.
Entonces, “El
Dios”, que es trono del Hijo, ¿subsiste o no para siempre?
Si la respuesta es
sí, se sigue entonces que la cita siguiente de Hebreos al Salmo 102
TAMBIÉN se refiere a la eternidad del hijo, porque aplica el mismo
concepto: “pero Tú eres siempre el mismo, y tus años no se
acabarán”.
Y por tanto, deberán
aceptar que el Hijo es eterno.
Si dicen que “El
Dios” no es eterno, entonces niegan lo más básico de la fe.
Y más gracioso aún,
tienen que aceptar la primera interpretación y por tanto aceptar que
el Hijo es eterno; porque si interpretaran como nosotros el texto y
que se traduce “Tu trono, Oh Dios” (refiriéndose con “Oh Dios”
al Hijo) entonces tendrían que aceptar que al Hijo se le llama Dios
igual que al Padre.
Hebreos 1,10-12 y
Hebreos 7,3; dos citas que demuestran que el Hijo es eterno e
inmutable.
Y si todavía queda
alguna duda, Hebreos 13,8 entonces: “Jesucristo es el mismo ayer,
hoy y siempre”.
¿No basta todavía?
Entonces que hable el profeta Isaías: “Porque un niño nos ha
nacido, un hijo se nos ha dado, que lleva al hombro el principado y
es su nombre: Consejero-Portentoso, Héroe-Divino, Padre-Sempiterno,
Príncipe de paz” (Isaías 9,6).
Al Hijo se le llama
“Padre Sempiterno”, y no porque sea la misma persona que el
Padre, sino porque está en su naturaleza la eternidad.
Por tanto, se
demostró que Jesús tiene el atributo de la eternidad y por tanto NO
puede quedar excluido del ser “Alfa y Omega”.
Alguien recibe y
obra conforme a su naturaleza, y conforme a su naturaleza se le
aplican títulos o nombres.
Así, repasemos,
entonces, qué es lo que Dios recibe y cómo se le trata:
“Digno eres, Señor
y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder. Porque tú
creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas”
(Apocalipsis 4,11).
Ahora, ¿qué recibe
el Cordero degollado, el Hijo?:
“Digno es el
Cordero que fue degollado de recibir el poder y la riqueza y la
sabiduría y la fortaleza y el honor y la gloria y la bendición”
(Apocalipsis 5,12).
Podrá objetarse:
“Bueno, pero no es lo mismo el grado en que se da el honor, la
gloria y el poder al Hijo que el que se lo dá a Dios. Porque incluso
San Pablo dice que hay que dar honor y gloria a todo el que hace lo
bueno”.
Lástima que ésta
objeción se caiga por lo que a continuación dice Apocalipsis:
“Y todos los seres
creados que están en el cielo y sobre la tierra y debajo de la
tierra y en el mar, y todo cuando en éstos hay, oí que decían:
Al que está sentado
en el trono y al Cordero, la bendición y el honor y la gloria y la
fortaleza por los siglos de los siglos.
Y los cuatro seres
vivientes decían: Amén; y los ancianos se postraron y adoraron”
(Apocalipsis 5,13-14).
Y este “se
postraron y adoraron” no hace distinción entre uno y otro. Cuando
se va a adorar a Dios se postran y mencionan básicamente las mismas
palabras en otro sitio, en Apocalipsis 7,11-12:
“Y todos los
ángeles.... se postraron ante el trono y adoraron a Dios, diciendo:
Amén, la bendición y la gloria, la sabiduría y la acción de
gracias, y el honor y el poder y la fortaleza, a nuestro Dios por los
siglos de los siglos”.
El Hijo no recibe en
modo inferior a Dios, sino que recibe igual que Él.
Jesús, ¿tiene todo
el poder? Sí, lo dice Él mismo: “Se me ha conferido todo poder
en el cielo y en la tierra” (Mateo 28,18).
Jesús, ¿tiene toda
la sabiduría? Sí, lo dice el Apóstol: “En quien se encuentran,
escondidos, todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”
(Colosenses 2,3).
Reúne éstos dos
atributos luego el Apóstol al aplicarlos a Jesús: “Cristo es
poder de Dios y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1,24).
Ahora, ¿de verdad
puede recibir el Hijo menos que el Padre, cuando él mismo dice que
hay que honrarlo a él IGUAL al Padre?
“A fin de que
todos honren al Hijo como honran al Padre” (Juan 5,23).
Así que el Hijo
tiene todo el poder, toda la sabiduría y toda la honra, y a su vez
es eterno e inmutable. ¿Por qué? Porque es igual a Dios por
naturaleza
“Porque Él,
existiendo en la forma de Dios, no tomó su igualdad con Dios como
cosa a la que aferrarse” (Filipenses 2,6).
Y el Hijo, como es
igual al Padre, se sienta a su diestra con su misma gloria:
“Padre,
glorifíciamente a tu lado con la gloria que tenía desde antes de la
fundación del mundo” (Juan 17,5).
Por lo que recibe el
mismo poder, sabiduría, honra, gloria y adoración que el Padre.
Así, pues, son los
testigos de Jehová los que tendrían que explicar porqué no se
puede aplicar “Alfa y Omega” al Hijo.
Ahora, no solo el
Padre está sentado en el Trono, desde donde sale la voz que dice “Yo
soy el Alfa y el Omega...”, sino también EL HIJO.
Lo dice
explícitamente el Apocalipsis, cuando el Hijo dice:
“Al que venciere,
yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he
vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apocalipsis
3,21).
Una objeción que se
podría presentar es: “Pero el Hijo se sienta en el trono del Padre
como nosotros nos sentamos en el trono del Hijo, y no por eso somos
Dios. Se sigue, por tanto, que el hecho de que el Hijo se siente en
el trono del Padre no le hace igual a Él”.
Pero tal objeción
es falaz.
Porque Cristo tiene
dos naturaleza: Humana y Divina. En su naturaleza divina, es igual al
Padre y por ello se dice que está sentado en su trono. En cuanto a
su naturaleza humana, la misma fue glorificada (“Por lo cual a su
vez Dios lo exaltó, y le concedió el nombre que está sobre todo
nombre”), y por eso se dice que tiene “su trono” y que en él
nos sentaremos nosotros si vencemos, porque nuestra naturaleza humana
también será glorificada.
Cristo se sienta en
su trono CON SU PADRE. Y es así que en el último capítulo del libro
se habla indistintamente del Trono de Dios y del Cordero:
“Ya no habrá
condenación contra nadie, y estará en ella el trono de Dios y del
Cordero” (Apocalipsis 22,3).
Es ahí que luego el
texto menciona que Dios envió a su ángel, ante el cual San Juan cae
para adorar y es reprendido por el ángel diciéndole que adore solo
a Dios (curioso que no pasó lo mismo cuando el cielo y la tierra se
postraban y adoraban indistintamente a Dios y al Cordero), y viene
luego el mensaje del ÁngeL “Mirad: vengo en seguida; y traigo aquí
el salario conmigo, para dar a cada uno según sus obras. Yo soy el
Alfa y el omega, el Primero y el último, el Principio y el Fin”
(Apocalipsis 22,12-13).
Luego, al final,
dice: “Yo, Jesús, envié mi ángel para atestiguar éstas cosas ante
las iglesias” (Apocalipsis 22,16).
El texto no es
ambiguo, como pretenden los testigos de Jehová. Eso solo porque
quieren hacer a priori una distinción de naturaleza entre el Padre y
el Hijo.
Por lo visto
anteriormente, el que está sentado en el Trono es Dios y el Cordero.
En otros versículos aparece que el Cordero está en medio del trono.
En el resto del Nuevo Testamento se dice que el Hijo se sentó a la
diestra del Padre.
La idea es una y la
misma: la consubstancialidad del Padre y el Hijo.
Así que el Alfa y
el Omega es tanto el Hijo como el Padre, porque el Hijo ES igual al
Padre, y de Él recibió la Naturaleza.
Como el Hijo recibió
la Naturaleza del Padre, se sigue que Él es Todopoderoso.
Y por eso, se puede
ver que al Hijo se le da TODO EL PODER, y por tanto, es TODOPODEROSO,
como ya se vio:
“Digno es el
Cordero que fue degollado de recibir el poder y la riqueza y la
sabiduría y la fortaleza y el honor y la gloria y la bendición”
(Apocalipsis 5,12).
“Y todos los seres
creados que están en el cielo y sobre la tierra y debajo de la
tierra y en el mar, y todo cuando en éstos hay, oí que decían:
Al que está sentado
en el trono y al Cordero, la bendición y el honor y la gloria y la
fortaleza por los siglos de los siglos.
Y los cuatro seres
vivientes decían: Amén; y los ancianos se postraron y adoraron”
(Apocalipsis 5,13-14).
“Se me ha
conferido todo poder en el cielo y en la tierra” (Mateo 28,18).
Todo lo que tiene el
Padre lo tiene el Hijo. Si el Padre tiene TODO EL PODER, se sigue que
el Hijo TAMBIÉN lo tiene, porque el Hijo OBRA IGUAL QUE EL PADRE. Y
si es así, se sigue que es con el mismo poder, pues si así no fuese
sería falso que obrara igual que Él.
“Nada puede hacer
el Hijo por sí mismo, como ve hacer al Padre; porque lo que hace
éste, también lo hace el Hijo de modo semejante. Porque el Padre
ama al Hijo y le muestra todo lo que hace" (Juan 5,19-20).
Y como seguramente
alguien interpretará por aquello de “nada puede hacer el Hijo por
sí mismo” como si no fuera Todopoderoso porque hace como ve hacer
al Padre, desde ya no entiende lo que dice el Señor.
Porque el Hijo
precisamente es Todopoderoso porque hace lo que ve hacer al Padre,
porque del Padre recibió el Hijo su naturaleza al ser engendrado por
Él.
Y ya como última
objeción de los testigos de Jehová: ¿Por qué nunca se llama a
Jesús explícitamente “Todopoderoso”?
Respuesta: Por el
simple hecho de que NO es necesario. Porque toman un término
arbitrario ignorando todo lo demás. Que el Hijo sea Todopoderoso se
puede ver si necesidad de que se le aplique el adjetivo de modo
explícito, porque el mismo ya aparece reflejado de otras maneras,
como cuando dice que se le dio toda potestad en el cielo y en la
tierra, o cuando dice que hace como ve hacer al Padre.
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