sábado, 10 de febrero de 2024

Breve fundamentación del Papado. Primado de Pedro.

 

Primado de Pedro.

 

 La Iglesia es una sociedad visible, como lo es un país, una organización, una empresa. Como ellos, necesita gobierno. Por ello Dios estableció pastores u obispos para cada Iglesia particular o diocesana o local (Hch. 20:28). Pero en toda la Iglesia universal también tiene que haber un gobierno, y Dios estableció que sería la monarquía.

 

 La Iglesia es un Reino (Lc. 1:32). Pero un Reino es monárquico (Dt. 17:15). Y en la Iglesia el Rey es Cristo (Jn. 18:37). Por tanto, el gobierno de la Iglesia es monárquico (1 Pe. 5:4). Cuando en un Reino está ausente el Rey, éste gobierna a través de un Mayordomo o Primer Ministro o Virrey. Cristo está ausente de su Iglesia visible, porque ascendió al cielo. Por tanto, la Iglesia visible tiene que tener un Mayordomo o Primer Ministro o Virrey. Y esto es lo que se llama “Papa” o “Sumo Pontífice”.

 

Cristo, el Rey, justamente estableció un Papa, al Apóstol Simón, llamado Pedro. Y lo prometió con estas palabras:

“Bienaventurado eres, Simón hijo de Jonás, porque ni la carne ni la sangre te lo han revelado, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no podrán contra ella. A ti daré las llaves del Reino de los cielos, y todo lo que ates en la tierra, atado será en los cielos; y todo lo que desates en la tierra, desatado será en los cielos” (Mt. 16:16-19).

 

Explicación:

Jesús preguntó a sus Apóstoles que quién pensaban que era Él, y solo Pedro respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”.

Por eso aquí Jesús, en recompensa de la confesión de fe que le viene del cielo y no del hombre, le cambiará a Simón el nombre dándole una misión. Ahora será Pedro (“Cefas” en arameo), es decir “piedra” (también “cefas” en arameo). El cambio de nombre indica la misión: será Pedro porque será la piedra de la Iglesia.

¿Pero en qué sentido es la “piedra de la Iglesia”? Lo explica Jesús a continuación: porque le dará las llaves del Reino, con las cuales atará y desatará.

 

Las llaves de un reino significan la autoridad que se da a un Mayordomo (Is. 22:22) sobre la Casa o sobre el Reino. Por lo que Cristo está haciendo a Pedro el Virrey o Primer Ministro de su Reino. Mateo 16:17 está siguiendo claramente Isaías 22:22, donde a un Mayordomo se le dan las llaves para que sea un “padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá.  Pondré la llave de la casa de David sobre su hombro: abrirá y nadie cerrará, cerrará y nadie abrirá”.

Atar y desatar de Mateo está claramente relacionado con Isaías. Para los judíos, significa la autoridad rabínica para interpretar la ley mosaica y juzgar, y así permitir, prohibir, excomulgar, mandar.

Y ser un “padre” es claramente ser una cabeza (pues el padre es cabeza de familia). Y que lo sea sobre Jerusalén y Judá significa que lo será sobre el pueblo de Dios. Por lo que Pedro es un “padre” sobre la Iglesia.

 

La necesidad de una cabeza visible o virrey o Papa se muestra por más argumentos aún:

Las cosas de la antigua alianza están como figuras de la nueva alianza (1 Cor. 10:11). La Iglesia de la antigua alianza (es decir, el pueblo de Israel) era monárquica: Dios puso como juez a Moisés sobre todo el pueblo (Éx. 18:13-15, 19:9); y después de él puso a Josué; y después a otros jueces, hasta el establecimiento de la monarquía.

Por tanto, la Iglesia visible de la nueva alianza también tiene que ser monárquica.

 

Y tenía monarquía no solo en cuestiones civiles, también entre los clérigos de la Iglesia de antigua había monarquía. Pues Dios estableció un Sumo Sacerdote, que tenía la primacía sobre los sacerdotes y el pueblo en las cosas sagradas (2 Cor. 19:11), gobernaba sobre el Templo, dirigía el culto, juzgaba y también luego presidía el Sanedrín o Concilio judío, que era la máxima autoridad del pueblo (Mc. 14:53, Hch. 5:21, 23:2-3.5). Tal era la autoridad del Sumo Sacerdote que incluso Caifás profetizó en virtud de su oficio (Jn. 11:51). Por eso Dios profetizó que pondría a un Sumo Sacerdote para gobernar sobre toda su casa, y éste tendría delante de él al Siervo del Señor, al Mesías (Zac. 3:7-9). Lo mismo lo profetiza en 1 Samuel 2:35:

"Yo me suscitaré un sacerdote fiel, que obre según mi corazón y mis deseos, le edificaré una casa permanente y caminará siempre en presencia de mi ungido".

Y lo mismo dice Zacarías 6:12-13: El Mesías edificará un Templo, será rey, se sentará y dominará; y tendrá como mano derecha y consejero a un sacerdote.

La Casa es justamente el Templo. En el nuevo testamento, la casa de Dios es la Iglesia (1 Tim. 3:15), que también es Templo. Jesús mismo establece que sobre una casa solo se pone a un solo siervo para gobernarla (Mt. 24:45-51); por lo que Él ya reconoce que sobre su Iglesia, Templo y Casa, debe haber un solo siervo.

Porque todas las analogías de la Iglesia implican un gobierno monárquico. El Reino, tiene un rey; la casa tiene un siervo; el templo tiene un sumo sacerdote; un rebaño tiene un pastor (Jn. 10:16); el arca de Noé tenía un solo capitán; el cuerpo tiene una cabeza (1 Cor. 12:12); la familia tiene un patriarca; la barca tiene un capitán; un ejército tiene un general.

Así que la Iglesia debe tener una cabeza visible.

Cabeza que viene a ser Pedro, primer Papa, el cual justamente es constituido como Mayordomo, como Siervo y Sacerdote Fiel que gobierna la Casa de Dios, que es la Iglesia, con las llaves del Reino, teniendo adelante al Ungido. Pues justamente, Pedro es quien caminó hacia el Señor sobre el agua (Mt. 14:28-29), y el que caminó siguiendo al Señor (Jn. 21:19-22, Mt. 19:27).

 

Otra razón que prueba la necesidad de un Papa es tomada de la experiencia. Pues vemos que en general las sociedades son monárquicas, e incluso en las repúblicas se establece una primera magistratura ante la imposibilidad de que un Congreso o Senado se encargue de todos los asuntos. Si tal necesidad tienen los Estados, del mismo modo la Iglesia.

Además, sin una cabeza visible fácilmente surgen las divisiones y es imposible ponerse de acuerdo. Y Cristo mismo establece que un reino dividido contra sí mismo no puede prosperar. Por lo que necesariamente tiene que haber una cabeza visible que tenga autoridad para dirimir las divisiones y ser fundamento de la unidad.

Además, la Iglesia misma funcionó como monarquía, pues Cristo estando en la tierra ejerció su autoridad sobre toda la Iglesia disponiendo todas las cosas. Si al inicio la Iglesia era una monarquía, debió seguir siéndolo al ascender Cristo al cielo.

Además, si la monarquía es la forma de gobierno propia de cada Iglesia particular o diócesis, y esa forma de gobierno es apropiada para ella, del mismo modo la Iglesia Universal tiene que ser gobernada de forma monárquica y tal gobierno le es apropiado.

Además, la Iglesia debe tener una sola fe. Pero es muy difícil determinar la verdad de la fe y acabar con las disputas si no hay una cabeza que tenga la autoridad para dirimir las cuestiones doctrinales. La existencia de multitud de Iglesias protestantes que no se ponen de acuerdo entre sí demuestra este punto. Si todos los obispos fuesen iguales en jurisdicción, entonces ninguno aceptaría renunciar a su posición en pos del común, pues todos querrían ser juez. Por lo que se necesita una sola cabeza.

Además, Pedro mismo en la Escritura muestra de múltiples maneras tener una primacía:

 

Objeciones y respuestas.

Objeción 1: Pedro no puede ser la piedra, porque la piedra es Cristo (Ef. 2:20, 1 Cor. 10:4). Y tampoco puede ser el fundamento, porque nadie puede poner otro fundamento que Cristo (1 Cor. 3:11).

 

Repuesta: Nada impide que a muchos se les llame “piedras” o “fundamentos” en diferentes contextos o metáforas. Por ello todos nosotros somos piedras vivas (1 Pe. 2:5) aunque Cristo lo sea de forma especial (1 Pe. 2:4).

En Mateo 16:17 Pedro es la piedra porque sobre ella Cristo, como arquitecto, edifica su obra.

En Efesios 2:20 Cristo no es arquitecto sino parte del edificio de la Iglesia; los Apóstoles y profetas como fundamento, y Cristo como piedra angular.

En 1 Corintios 10:4 Cristo es la roca espiritual que dio de beber a los judíos en el desierto.

En 1 Corintios 3:11 Cristo es fundamento de la predicación en la predicación de un Apóstol, que hace de arquitecto. Pero el ya citado Efesios 2:20 muestra que los Apóstoles también son fundamento en otro sentido en otra metáfora, donde ellos no son arquitectos sino partes del edificio.

Por lo que nada impide que en Mateo 16 Cristo, como arquitecto, edifique su Iglesia sobre una piedra que sea Pedro. El cual es el sentido natural del texto y lo que cualquiera interpretaría si no tuviese previamente un prejuicio anticatólico.

 

 

Objeción 2: Pedro no puede ser cabeza de la Iglesia, porque la cabeza es Cristo (Ef. 5:23, Col. 1:18).

 

Respuesta: Cristo es cabeza de toda la Iglesia; la triunfante, la purgante y la peregrina. Eso no excluye que en distintas Iglesias y a distintos niveles pueda haber cabezas subordinadas.

San Miguel Arcángel es cabeza de la Iglesia angélica (Ap. 12:7) y cada obispo es cabeza de su diócesis (Hch. 20:28).

Así mismo, el Sumo Sacerdote era cabeza de los levitas, Moisés lo fue del pueblo de Dios, y cada tribu de Israel tenía sus príncipes (Núm. 7:2, Js. 22:14) sin por eso menguar la autoridad del Rey o Juez que tuvieran en su momento.

Pero además, Dios mismo puso a Josué como sucesor de Moisés para que el pueblo no esté como “ovejas sin pastor” (Núm. 27:17), y esto a pesar de que Dios es su Rey y Pastor (1 Sam. 8:6-8; Sl 23:1). El Reinado y pastoreo de Dios desde el cielo no anula la necesidad de un pastor visible aquí en la tierra.

Las palabras de Cristo muestran que quiso establecer una cabeza visible en su Iglesia peregrina, para que haga de Primer Ministro o Mayordomo de Él que es el Rey.

Por lo que Cristo como cabeza de toda la Iglesia no anula a Pedro y sus sucesores como cabezas de la Iglesia visible. Cristo, el Rey, tiene como mano derecha a un Sacerdote (Zac. 12:12-13) y Mayordomo (Is. 22:22) que es Pedro (Mt. 16:17), para que no estemos como ovejas sin pastor (Núm. 27:17).

 

 

Objeción 3: Pedro no recibió ninguna autoridad distinta a los demás Apóstoles, porque a estos también se les dio la potestad de las llaves de atar y desatar (Mt. 18:17, Jn. 20:22-23), como también se les dio el pastoreo. Por lo que Pedro no tenía nada especial.

 

Respuesta: En Juan 20:22-23 reciben el mismo poder porque solo reciben la potestad sacerdotal de absolver los pecados, que es común a todo sacerdote, desde el cura de pueblo hasta el Papa.

Mateo 18:17 nada mengua la autoridad de Pedro, pues Pedro tiene la autoridad de modo ordinario mientras que los demás Apóstoles de forma extraordinaria como legados mientras estén unidos a Pedro, fundamento de la unidad de la Iglesia.

Y extraordinaria decimos, porque solo al principio de la Iglesia pudieron existir los Doce Apóstoles, de manera excepcional; pero una sola cabeza habría de existir siempre, como de igual manera tendrían que seguir existiendo los obispos, presbíteros y diáconos.

Nada impide que Pedro tuviera jurisdicción universal sobre la Iglesia, y que también la tuvieran los demás Apóstoles; pero éstos solo la podrían tener en comunión con Pedro, y no teniendo mayor superior que Pedro.

Del mismo modo, en Israel Moisés juzgaba solo y, sin embargo, compartía la autoridad de juzgar con otros, aunque estos evidentemente la tenían en tanto estuvieran unidos a Moisés, la cabeza del pueblo. Estos jueces juzgarían, y los asuntos difíciles los llevarían a Moisés (Dt. 18:13-26). La autoridad para juzgar era la misma, sin embargo hay uno que juzga en última instancia. Lo mismo aplica para cualquier clase de gobierno. Hasta un Ejército puede estar comandado por muchos mariscales y generales, y sin embargo necesita que uno solo los dirija a todos.

 

Objeción 4: Pedro no pudo tener una primacía, porque cuando los Apóstoles disputaron sobre quién sería el mayor en el Reino, Cristo les dijo que los príncipes gobiernan las naciones con despotismo y que no tiene que ser así entre ellos, sino que el mayor debe ser el servidor (Lc. 22:24-27)

 

Respuesta: Cristo no niega que habrá mayores y menores en cuanto a la autoridad, porque efectivamente los habrá, como indica la existencia misma de la distinción entre pastores y fieles. Cristo les manda a que no ambicionen la autoridad, porque ella no está para que uno se sirva, sino que está como servicio. Grande es el que sirve, no el que manda. Por eso les dice que no sean como los príncipes de las naciones, sino que sean servidores. Deben querer servir, primeramente; no el querer mandar.

Y el Papado, justamente, es un servicio, como lo es cualquier otro ministerio. Y es precisamente el más grande servicio en cuanto a la autoridad.

Por eso, luego de esos pasajes sobre el servicio, Jesús dice a sus Apóstoles que les dará un Reino para que se sienten a juzgar a las doce tribus de Israel, y entonces se dirige directamente a Simón Pedro:

“Simón, Simón: mira que Satanás los busca para zarandearlos como el trigo, pero yo he rogado por ti a fin de que tu fe no desfallezca. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos” (Lc. 22:31-32).

Cristo rogó especialmente por su mayor servidor que tenía la mayor tarea de pastorear a sus hermanos y confirmarlos en la fe.

 

Objeción 5: Cristo no estableció ninguna autoridad por encima a la de Apóstol. Los envió a todos con la misma autoridad, y San Pablo al mencionar los ministerios habla de Apóstoles, profetas, maestros, etcétera (1 Cor. 12:28-29, Ef. 4:11), sin mencionar nunca a algo como un Papa.

 

Respuesta: La autoridad papal no es más que la autoridad apostólica, pues Pedro era Apóstol. Así que su autoridad ya está incluida al mencionar que se establecieron primero a los Apóstoles. Como también está incluida al mencionar a los ministerios de profeta, maestro y pastor.

Además, San Pablo no está haciendo una lista de la jerarquía eclesiástica de mayor a menor, sino que está mencionando dones y carismas, que incluso dpueden varias de ellas en una sola persona.

Pues Pedro justamente era Apóstol, profeta, maestro, pastor y tenía los dones de curación y milagros. Todo en su propia persona. Lo mismo los demás Apóstoles incluido Pablo.

Además, Cristo no envió a todos con la misma autoridad, pues justamente mostramos que a Pedro lo estableció como cabeza de aquellos a quienes envió.

 

Objeción 6: Que Pedro sea la “piedra” no se concluye que sea cabeza de la Iglesia. Pues el sentido de “piedra” se refiere a que sobre él se edifica la Iglesia como principio, como el resto de los Apóstoles. Y como todos los cristianos estamos llamados a ser piedras, en tanto edificamos el templo de Dios.

 

Respuesta: Una interpretación no excluye la otra. Ser piedra en el sentido de edificar la Iglesia, es la interpretación moral o también alegórica, que nadie objeta. Pero aquí estamos hablando de la interpretación literal, del significado primero de las cosas; el que quiso expresar el autor primeramente. En sentido literal, ser piedra constituye ser principio como autoridad, porque la piedra es aquello sobre lo que se pone o establece algo.

Y la Iglesia se establece sobre la autoridad, no solamente sobre la fe y las obras de los fieles o sobre la predicación, o sobre el inicio cronológico de los Apóstoles hasta el presente.

Si Jesús hubiese dicho en un contexto civil y no religioso: “Te haré piedra de mi reino, que será siempre firme. A ti haré mayordomo, porque a ti daré el poder de juzgar, permitir, prohibir y gobernar” no sería muy difícil entender que “piedra” justamente significa una autoridad, que además está relacionado con lo que se afirma posteriormente. Y esa interpretación no se vería menguada porque en otra parte se afirmara: “todos somos piedras del reino, porque todos contribuimos a edificarlo”.

En nuestro modo de hablar cotidiano entendemos las diferencias. No debería ser distinto con el texto de la Escritura. Y entenderíamos claramente que lo primero es el sentido literal (“te haré piedra”), y lo segundo el sentido moral (“todos somos piedras”).

 

Objeción 7: Nunca vemos a Pedro ejerciendo su autoridad sobre los demás, sino que éste busca el acuerdo y no parece en nada pretender tener mayor autoridad.

 

Respuesta: Mientras más perfecta es una sociedad, más suave es la autoridad, porque no hay necesidad de coerción.

Como los Apóstoles estaban llenos del Espíritu Santo y tenían una enorme santidad, Pedro no tenía necesidad de imponer nada, y bastaban los consejos y acuerdos en común, lo cual además era conveniente para ese tiempo. Pero eso no significa que no tuviera dicha autoridad (1 Pe. 5:2-3).

Lo mismo ocurre cuando un gobierno cualquiera es muy popular y quiere mostrarse abierto, lo que hace es no ejercer en pleno su autoridad sino buscar consensos y acuerdos, para así también ser aceptado, no ser percibido como una carga y no ser acusado de despótico. Además, con esto también Pedro mostraba humildad, pues él aún teniendo mayor autoridad por ser Apóstol, sin embargo al escribir a los presbíteros se identifica como un presbítero más (1 Pe. 5:1).

 

Y por otro lado, aunque Pedro no ejerce su autoridad de manera autoritativa, sí muestra tenerla, por:

Ser nombrado primero (Mt. 10:2, Mc. 13:3, Lc. 6:14, 8:51, 9:28, Hch. 1:13) ser nombrado de forma separada al resto de los Apóstoles (Mc. 16:7, 16:20, Lc. 8:45), tomar la iniciativa (Hch. 1:15), hablar por los demás (Hch. 2:14, 2:40), dirigir la Iglesia, recibir a los conversos o visitas (Gál 1:18), recibir las ofrendas (Hch. 5:1-3), anatematizar, realizar milagros, ir primero, recibir revelaciones.

 

Objeción 8: Todo lo argumentado a favor del papado no son más que especulaciones, porque leyendo directamente la Biblia no se puede percibir fuera de toda duda nunca ningún gobierno monárquico en la Iglesia Apostólica.

 

Respuesta: Por lo visto hasta ahora, sí puede percibirse fuera de toda duda y no son meras especulaciones. Solo que el prejuicio anticatólico impide verlo. Porque tal objeción no ataca ninguno de los argumentos dados, sino que exige más evidencia porque se permite dudar gratuitamente de los argumentos dados, solo porque espera que si el Papado fuera real sería más evidentes según él se me imagina, en vez según la Biblia lo establece.

Se parece así a quien objeta que no existe evidencia de la existencia de Dios y rechaza todo argumento que se le da, aceptando solo la existencia de Dios si éste se aparece de forma milagrosa. Pues nadie está obligado a aceptar ese estándar.

 

Queda establecido, pues, el Papado de Pedro.

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