https://scripturalmormonism.blogspot.com/2021/01/why-i-am-not-roman-catholic-will-never.html
Tema 1: Iconodulía
El objetor desarrolla sus argumentos en varios artículos. Tomaré lo que en ellos dices, tratando de no duplicar los argumentos, que suelen repetirse.
https://scripturalmormonism.blogspot.com/2014/10/latter-day-saints-and-religious-images.html
Objeción 1. Éxodo 20:4-5: No prohíbe hacer imágenes per se, pero sí prohíbe usarlos para devoción religiosa, como inclinarse ante ellas o servirlas.
Objeción 2. Los ejemplos de la serpiente de bronce o los querubines del arca no pueden usarse como evidencia que avale la doctrina católica, porque estas imágenes solo eran representativas y no recibían veneración.
Objeción 3:
Objeción 3. En el cristianismo primitivo se permitían imágenes, pero no se les daba ningún culto. Eran solo imágenes representativas.
Objeción 4. Hubo algunos escritores primitivos que se opusieron totalmente a las imágenes, como admiten los católicos. Entre ellos, Epifanio.
Objeción 5. La veneración de imágenes es un desarrollo tardío, y tanto Nicea II como Trento están equivocados sobre el consenso unánime de los Padres sobre la cuestión. Belarmino lo dice:
La cuarta regla es: cuando todos los Doctores de la Iglesia, de común acuerdo, enseñan que algo nos viene de la Tradición Apostólica, ya estén reunidos en un Concilio general, ya escriban separadamente en sus libros, eso debe ser considerado como Tradición Apostólica. Hay una razón para esta regla, porque si todos los Doctores de la Iglesia, cuando están de acuerdo en algún punto de doctrina, pudieran errar, toda la Iglesia erraría, ya que está obligada a seguir a sus Doctores, y no los sigue. Un ejemplo de la primera parte de la regla es la veneración de las imágenes , que los Doctores de la Iglesia reunidos en el Concilio general de Nicea II dijeron que es de la Tradición Apostólica. Un ejemplo de la segunda parte no se encuentra, si absolutamente todos los Padres que escribieron deben decir algo expresamente sobre ella. Sin embargo, parece suficiente, si algunos Padres famosos hablan de ello expresamente, y los otros no los contradicen, cuando están discutiendo el mismo asunto. Porque entonces se puede decir sin ser temerario que es la opinión de todos; porque, cuando uno de los Padres se equivoca en un asunto grave, siempre se encuentran muchos que lo contradicen. (Robert Bellarmine, Controversias de la fe cristiana [trad. Kenneth Baker; Keep the Faith, 2016], 247-48, énfasis añadido)
Objeción 6. Los Padres muestran justamente que Nicea II y Trento se equivocan.
Clemente se opone a las imágenes:
Clemente, Stromata, Libro II, XVIII: “La Ley misma exhibe justicia. Enseña sabiduría mediante la abstinencia de las imágenes visibles y al invitarnos al Creador y Padre del universo”. Ibíd., Libro V, V: “[Porque Dios no quiere que] nos aferremos a las cosas de los sentidos... Pues la familiaridad con el sentido de la vista menosprecia la reverencia a lo que es divino”.
28.4. Y de nuevo recomienda Pitágoras: "No llevar anillo ni grabar en ellos imágenes de dioses" (Pitágoras, Symbolica, 27. 28), lo mismo que mucho tiempo antes Moisés legisló en términos precisos: no se debía hacer imagen o reproducción esculpida, fundida, modelada o grabada (cf. Ex 20,4; Lv 26,4; Dt 4,15-17), para que no nos apeguemos a lo sensible, sino que pasemos a las cosas inteligibles28.5. Porque la costumbre de la mirada escudriñadora (o: decidida) desprecia la majestad de lo divino, y venerar la esencia inteligible mediante la materia es deshonrarla por la sensación.28.6. Por eso también los más sabios sacerdotes egipcios determinaron (poner) al aire libre la estatua de Atenea, como los hebreos edificaron el templo sin imágenes. Pero hay quienes dan culto a Dios, adorando una copia del cielo, que contiene los astros que ellos han fabricado.
Pues veamos ahora lo que sigue, que es de este tenor: "Pasemos ahora a otros temas. Los cristianos no soportan la vista de templos ni de estatuas, en lo que coinciden con los escitas, con los nómadas de la Libia y con los seres, gentes sin Dios, y con otras naciones ajenas a toda religión y a toda ley. Así piensan también los persas, según cuenta Heródoto por estas palabras: "Los persas sé que tienen las siguientes costumbres: no levantan estatuas, ni altares, ni templos, y tienen por necios a quienes tal hacen. La causa, a mi parecer, es que no piensan, como los griegos, que los dioses sean de forma humana" (HEROD., I 131). Heráclito igualmente se expresa así: "Y oran a estas estatuas como si uno se pusiera a hablar con las paredes de su casa, no sabiendo quiénes son los dioses y héroes" (Fragm. I 151 fragm.5). ¿Qué nos enseñan los cristianos que no nos lo diga aquí mejor Heráclito? Bien secretamente da a entender ser bobo orar a las estatuas si uno no conoce "quiénes son los dioses y héroes". Tal es la doctrina de Heráclito; pero ellos deshonran sin distinción toda imagen. Si la razón que dan es que la piedra, o la madera, o el bronce, o el oro que fulano o zutano han trabajado, no es dios, valiente sabiduría. Porque ¿quién sino un tonto de remate puede creer que eso sea Dios y no ofrendas e imágenes de los dioses? Si es porque no es posible concebir imágenes divinas, por ser otra la forma de Dios, según opinan también los persas, no caen en la cuenta que se contradicen a sí mismos cuando dicen que Dios hizo al hombre su propia imagen y la cara semejante a sí mismo (VI 63). Pero concederán que estas imágenes se destinan al honor de alguien semejante o diferente en la forma, si bien explican no ser dioses, sino démones a los que tales imágenes se dedican, y, en fin, que quien adora a Dios no tiene que dar culto a los démones".
En efecto, no contamos por adición, aumentando gradualmente de la unidad a la multitud, y diciendo uno, dos y tres, ni tampoco primero, segundo y tercero, pues «Yo», Dios, «soy el primero y yo soy el último». Y hasta ahora, ni siquiera en el tiempo presente, hemos oído hablar de un segundo Dios. Al adorar al Dios de Dios, confesamos la distinción de las Personas y al mismo tiempo nos atenemos a la Monarquía. No desperdiciamos la teología en una pluralidad dividida, porque una sola Forma, por así decirlo, unida en la inmutabilidad de la Deidad, se ve en Dios Padre y en Dios Unigénito. En efecto, el Hijo está en el Padre y el Padre en el Hijo; pues tal como es éste, tal es el primero, y tal como es éste, tal es éste; y en esto consiste la Unidad. De modo que, según la distinción de Personas, ambos son uno y uno, y según la comunidad de Naturaleza, uno. ¿Cómo, pues, si uno y uno, no hay dos dioses? Porque hablamos de un rey y de la imagen del rey, y no de dos reyes. La majestad no está partida en dos, ni la gloria dividida. La soberanía y autoridad sobre nosotros es una, y por eso la doxología que atribuimos no es plural, sino una, porque el honor rendido a la imagen pasa al prototipo. Ahora bien, lo que en un caso es la imagen por razón de imitación, en el otro caso lo es el Hijo por naturaleza; y así como en las obras de arte la semejanza depende de la forma, así en el caso de la naturaleza divina y no compuesta la unión consiste en la comunión de la Deidad. Uno, además, es el Espíritu Santo, y hablamos de Él solo, unido como está al único Padre por el único Hijo, y por Sí mismo completando la adorable y bendita Trinidad. De Él, la íntima relación con el Padre y el Hijo está suficientemente demostrada por el hecho de que no está clasificado en la pluralidad de la creación, sino que se habla de Él solo; En efecto, no es uno entre muchos, sino Uno. Porque, como hay un solo Padre y un solo Hijo, también hay un solo Espíritu Santo. Por consiguiente, está tan alejado de la naturaleza creada como la razón exige que lo singular esté alejado de los cuerpos compuestos y plurales; y está de tal manera unido al Padre y al Hijo como lo uno tiene afinidad con lo uno.
Tema 2: Mariología
2.1. La Inmaculada Concepción
dfdf
2.2. La Asunción de María
Fuente: https://scripturalmormonism.blogspot.com/2016/10/refuting-taylor-marshall-on-bodily.html
Argumentos:
1. No existe absolutamente ningún testimonio patrístico que afirme la asunción corporal de María en los primeros siglos de la historia cristiana.
2. La dormición y la asunción de María no son lo mismo. Se puede aceptar lo primero sin aceptar lo segundo.
3. Contrario a lo que sostienen los católicos, Epifanio no afirmó la Asunción de María. Él señala que hay un silencio sobre el final de la vida de María, y va repasando varias alternativas. Sostiene que María pudo permanecer inmortal pero no lo afirma con certeza. La realidad es que no había ninguna tradición autorizada sobre María en este punto.
4. Apocalipsis 12 no puede usarse para defender la asunción de María, porque el testimonio patrístico más antiguo sobre la identidad de la mujer en Apocalipsis 12:1 no refiere a ella sino al pueblo de Dios (Obras y fragmentos de Hipólito, 61; Metodio, el banquete de las diez vírgenes, cap. V).
5. La mayoría de los intérpretes del libro de Apocalipsis, tanto católicos como no católicos, rechazan la interpretación mariana de la mujer del capitulo 12, e interpretan que la mujer es la Nueva Jerusalén, o la comunidad fiel.
Respuesta:
Consideración: lo que el objetor debe demostrar es que la Iglesia erró en su pronunciamiento dogmático del dogma de la Asunción. O sea, debe demostrar que la Asunción es falsa. Y demostrarlo fuera de toda duda razonable. Suponemos que los argumentos que presentará son aquellos con los que intenta demostrar esto.
1. Existen varios motivos para rechazar esta objeción.
a) Esta es una falacia de argumento del silencio. Existen buenos usos del argumento del silencio, y malos usos. La ausencia de referencia patrística temprana no es suficiente para asumir que la creencia no existiera en este tiempo o la falsedad del dogma.
b) Por otro lado, no es una condición sine qua non el que tenga que estar presente toda creencia en los padres de la Iglesia más antiguos para sostenerla. Los Padres no se expresaron sobre muchos temas, que solo se desarrollaron o expresaron después.
Pero no es necesario que esté presente de forma unánime en todos y desde temprano. Como dice San Roberto Belarmino, y que el mismo objetor citó en otro artículo:
La cuarta regla es: cuando todos los Doctores de la Iglesia, de común acuerdo, enseñan que algo nos viene de la Tradición Apostólica, ya estén reunidos en un Concilio general, ya escriban separadamente en sus libros, eso debe ser considerado como Tradición Apostólica. Hay una razón para esta regla, porque si todos los Doctores de la Iglesia, cuando están de acuerdo en algún punto de doctrina, pudieran errar, toda la Iglesia erraría, ya que está obligada a seguir a sus Doctores, y no los sigue. Un ejemplo de la primera parte de la regla es la veneración de las imágenes , que los Doctores de la Iglesia reunidos en el Concilio general de Nicea II dijeron que es de la Tradición Apostólica. Un ejemplo de la segunda parte no se encuentra, si absolutamente todos los Padres que escribieron deben decir algo expresamente sobre ella. Sin embargo, parece suficiente, si algunos Padres famosos hablan de ello expresamente, y los otros no los contradicen, cuando están discutiendo el mismo asunto. Porque entonces se puede decir sin ser temerario que es la opinión de todos; porque, cuando uno de los Padres se equivoca en un asunto grave, siempre se encuentran muchos que lo contradicen. (Robert Bellarmine, Controversias de la fe cristiana [trad. Kenneth Baker; Keep the Faith, 2016], 247-48, énfasis añadido)
O sea, solo basta que esté presente en algunos Padres sin contradicción de los otros Padres, ni antiguos, ni contemporáneos, ni posteriores.
c) Además, la Asunción de María es un misterio del cual probablemente no hubo testigos, y es conocido por deducción y argumentos teológicos en vez de históricos. Esto lo señala Michael Schumaus en su Teología Dogmática:
"La Asunción de María es un hecho realizado por Dios, pero no un acontecimiento que pueda datarse. Por eso, no hay tradición alguna histórico-teológica. A decir verdad, no puede haberla. El hecho de la Asunción corporal de María al cielo, realizado por Dios, fue transmitido e incluido durante los primeros cinco o seis primeros siglos dentro de otras verdades de fe. A partir del siglo VI es cuando emergen los testimonios expresos. Por eso la objeción de los protestantes contra el nuevo dogma descansa en gran parte sobre una falsa inteligencia, como si se afirmara una tradición histórico-teológica y una equiparación de la Resurrección de Cristo y la Asunción de María" (Teología Dogmática, VIII, quest. 7, 5).
Lo mismo señala Reginald Garrigou-Lagrange:
“No es posible probar directamente de la Sagrada Escritura ni de los documentos primitivos que el privilegio de la Asunción fue revelado explícitamente a ninguno de los Apóstoles, porque ningún texto de la Escritura lo afirma explícitamente, y hay una ausencia similar de testimonio explícito en los documentos primitivos”.
Así, para que la Asunción sea considerado parte de la revelación, basta con que haya sido revelado al menos implícitamente:
"Es necesario, pues, para que la Asunción de María sea cierta y pueda ser propuesta a la fe de todos los fieles, que haya sido revelada a los Apóstoles, a uno de ellos por lo menos, ya de manera explícita, ya en forma implícita o confusa y que más tarde se hace explícita".
Por ello, aunque no se puede probar la revelación explícita, sin embargo:
"Pero se prueba indirectamente por los documentos posteriores de la Tradición que existió una revelación, implícita a lo menos, porque existen, a partir del siglo VII, hechos ciertos que no se explicarían sin ella."
pag. 132:
https://www.traditio-op.org/biblioteca/Garrigou/Garrigou-Lagrange-Reginald-La-Madre-Del-Salvador.pdf
Por tanto, no sirve alegar contra el dogma católico lo mismo que los católicos ya reconocemos sin problema alguno.
d) Además, es en parte falso lo que afirma el objetor, pues se encuentran algunos testimonios sobre la Asunción de María.
El primero es el testimonio del apócrifo Liber Requiae Mariae, de entre los siglos III y IV.
Para que no se le quite peso por ser un apócrifo, hay que decir que los apócrifos generalmente expresan historias piadosas que son las que circulan entre los fieles. No refieren necesariamente a libros falsos o heréticos.
El segundo, es el apócrifo De Obitu S. Dominae
Aquellos testimonios no pueden datarse con mucha seguridad. Sin embargo, el siguiente es el de San Epifanio de Salamina, que sostiene la Asunción de María en los años 370:
"5,1 Porque lo que dice esta secta es una completa tontería y, por así decirlo, un cuento de viejas. ¿Qué escritura ha hablado de ello? ¿Qué profeta permitió la adoración de un hombre, y mucho menos de una mujer? (2) El vaso es selecto, pero una mujer, y por naturaleza no es diferente [de los demás]. Sin embargo, como los cuerpos de los santos, ha sido tenida en honor por su carácter y entendimiento. Y si tuviera que decir algo más en alabanza suya, [ella es] como Elías, que fue virgen desde el vientre de su madre, siempre permaneció así, y fue llevado y no ha visto la muerte. Ella es como Juan que se apoyó en el pecho del Señor, "el discípulo a quien Jesús amaba". 12 Ella es como Santa Tecla; y María es aún más honrada que ella, debido a la providencia que le concedió. (3) Pero Elías no debe ser adorado, aunque esté vivo. Y Juan no debe ser adorado, aunque por su propia oración—o más bien, por haber recibido la gracia de Dios—hizo algo terrible de quedarse dormido. 13 Pero ni Tecla es adorada, ni ninguno de los santos."
Véase la pág. 660 del PDF:
https://ia800501.us.archive.org/18/items/EpiphaniusPanarionBksIIIII1/Epiphanius%20-%20_Panarion_%20-%20Bks%20II%20%26%20III%20-%201.pdf
En el siglo IV, encontramos también el testimonio de una homilía de Timoteo:
Según el padre [Michael] O'Carroll (en su libro [2000], Theotokos: A Theological Encyclopedia of the Blessed Virgin Mary , 388), ahora tenemos lo que algunos creen que es una homilía del siglo IV sobre el profeta Simeón y la Santísima Virgen María por Timoteo, un sacerdote de Jerusalén, que afirma que María es "inmortal hasta el tiempo presente a través de aquel que tuvo su morada en ella y que la asumió y la elevó por encima de las regiones superiores".
Por otro lado, en el siglo V cerca del 450 está el testimonio de Juvenal, obispo de Jerusalén, que conocemos porque lo menciona San Juan Damasceno siglos después:
San Juvenal, obispo de Jerusalén , en el Concilio de Calcedonia (451), hizo saber al emperador Marciano y a Pulqueria , que deseaban poseer el cuerpo de la Madre de Dios , que María murió en presencia de todos los Apóstoles , pero que su tumba , cuando se abrió, a petición de Santo Tomás, se encontró vacía; de donde los Apóstoles concluyeron que el cuerpo fue llevado al cielo (PG I, 96).
Luego viene el testimonio de San Gregorio de Tours, del siglo VI, en los años 580:
"Los Apóstoles tomaron su cuerpo en un féretro y lo colocaron en una tumba; y lo custodiaron, esperando la venida del Señor. Y he aquí que de nuevo el Señor estaba junto a ellos; y habiendo recibido el cuerpo santo, Él ordenó que fuera llevado en una nube al paraíso: donde ahora, reunida con el alma, [María] se regocija con los elegidos del Señor..". ( Ocho libros de milagros , 1:4; entre 575-593)
Y sigue el testimonio de San Isidoro de Sevilla, que es el siguiente que afirma la Asunción de María.
Si se va a hablar de los Padres, entonces, que no se obvie a San Epifanio, Juvenal, San Gregorio de Tours, San Isidoro y San Juan Damasceno.
Como se ve, entre los testimonios a veces suele haber una brecha larga de tiempo. Sin embargo, nadie podría decir que entre esos periodos no se creía en la Asunción de María, pues la creencia no muere y resurge una y otra vez, sino que permanece aunque para nosotros haya falta de testimonios. Por eso el argumento del silencio es de los argumentos más débiles.
e) El objetor solo plantea esta objeción porque somos los católicos los que damos importancia al testimonio patrístico, ya que consideramos que la Tradición es fuente de revelación. Pero él mismo se convirtió al mormonismo, no ve ninguna autoridad a la Tradición y a los Padres.
Por lo que si quiere usar un criterio católico en contra nuestro, pues lo está usando mal, como se vio en los puntos a), b) y c).
2. Concedemos. Pero ninguna objeción es esta contra la veracidad de la Asunción. Además, la fiesta de la dormición de María surge cuando ya hay testimonios previos que afirman la Asunción. Pero él de por sí se ha convertido en mormón; por lo que él mismo no le da ninguna validez a la Tradición.
3. Epifanio solo afirma que la Escritura guarda silencio sobre si María murió o no. Pero él personalmente sostiene que quizá no murió. Esto no tiene nada que ver con el tema de la Asunción, porque el tema de si María murió o no y sobre si fue asunta son dos temas distintos. Entre los mismos católicos hay discrepancias sobre si ella murió o no, y hay libertad de opinión en este asunto. Lo que el objetor alega solo refiere a este tema pero no a la Asunción, que afirma Epifanio en otro pasaje citado arriba. Allí mismo dice que, al igual que Elías, ella permaneció siempre virgen y fue llevada al cielo sin ver la muerte. Sin embargo, el objetor ha ignorado completamente este pasaje.
4 y 5. Este es un argumento superfluo, porque de ninguna parte de la discusión se niega que la mujer de Apocalipsis 12 pueda representar a la Iglesia o a Israel o al pueblo de Dios. Aceptamos de buen modo que la mujer es la Iglesia. Pero también aceptamos que es María. Así lo dice la Enciclopedia Católica:
Es cierto que los comentaristas generalmente entienden que todo el pasaje se aplica literalmente a la Iglesia, y que parte de los versículos se aplica mejor a la Iglesia que a María. Pero hay que tener presente que María es a la vez figura de la Iglesia y su miembro más destacado. Lo que se dice de la Iglesia es, a su manera, cierto de María. Por eso, el pasaje del Apocalipsis (12,5-6) no se refiere a María simplemente a modo de adaptación [108], sino que se aplica a ella en un sentido verdaderamente literal que parece estar en parte limitado a ella y en parte extendido a toda la Iglesia. La relación de María con la Iglesia está bien resumida en la expresión “collum corporis mystici” aplicada a Nuestra Señora por San Bernardino de Siena [109].
Por tanto, lo que el objetor tiene que defender no es que la mujer de Apocalipsis es la Iglesia, sino que tiene que demostrar que no puede bajo ningún aspecto interpretarse como María.
Por ello se puede aceptar de buena gana toda la argumentación que presenta para demostrar que la mujer es el pueblo de Dios. Pero simplemente es irrelevante porque no es ese el punto en discusión.
Lo que el objetor tiene es un presupuesto implícito, que es: los textos solo pueden ser en un solo sentido, ningún otro; descubierto el sentido natural, primario, del texto, todos los demás son inválidos.
De allí es que rechaza que en la mujer de Apocalipsis 12 se vea a María. Pero su presupuesto es falso.
En segundo lugar, también es falso su otro presupuesto: ha de aceptarse siempre como única interpretación posible la más antigua que aparezca en el testimonio patrístico, y rechazase las demás interpretaciones.
Ningún católico ha sostenido esto alguna vez. El objetor se ufana de tener a Belarmino en su Biblioteca. Pues el mismo Belarmino resalta cómo los antiguos podían interpretaban una cosa sobre algún pasaje pero que los nuevos pueden interpretar algo más; y lo acepta si la interpretación es válida.
Y como último punto, el mismo objetor cita en su artículo a Epifanio interpretando a la mujer de Apocalipsis 12 como María.
El objetor, casi al final del artículo, sostiene como conclusión:
En realidad, la razón por la que Marshall cree en la Asunción corporal de María es que Pío XII la proclamó dogma el 1 de noviembre de 1950. No hay ningún testimonio bíblico, ni siquiera patrístico temprano, de que esto sea una doctrina, y mucho menos un dogma a la par de la resurrección corporal y la ascensión de Jesucristo.
Robert A. Sungenis debatió sobre este tema con James R. White en septiembre de 2010 y adoptó un enfoque diferente (y más honesto) al respecto, admitiendo básicamente que todo se reduce a si Roma es infalible o no. Comparemos y contrastemos el intento de Marshall de defender este dogma con el de Sungenis, quien admite abiertamente que no existe ningún testimonio patrístico temprano de la Asunción.
Hasta ahí.
El objetor lo plantea como si fuese un problema, cuando en realidad es precisamente lo contrario. Es justamente la definición dogmática lo que garantiza la veracidad de la Asunción de María. Pues la verdad revelada se fundamenta en la autoridad divina que revela y en la autoridad de la Iglesia que enseña la verdad revelada, no en el peso de los argumentos que se usen para defenderla. Como señala Michael Schmaus:
"La Iglesia, en la definición dogmática, no ha legitimado como doctrina eclesiástica una de esas leyendas que se crean, o una pía opinión popular nacida de ilusiones. Ha pronunciado mas de manera segura y obligatoria que la glorificación corporal de María es un elemento de la revelación y de la fe. Ella es el criterio de la pertenencia de esa verdad al contenido de la revelación y la única que puede proporcionar una declaración segura y obligatoria. La teología sola no es capaz de esto desde sus propios presupuestos y métodos. Sin el reconocimiento y proclamación de la Iglesia no se lograría la perfecta seguridad de la fe. Aquí la Iglesia no es algo así como un sustituto, que entra en acción cuando la ciencia más, a fin de remediar su impotencia. Es, más bien, desde un principio y esencialmente, y en realidad ella sola, la instancia que crea certeza de fe al garantizar una doctrina como verdad revelada" (Teología Dogmática, VIII, quest. 7, 6).
De allí que ya Belarmino responde a la objeción implícita que tiene el objetor: que la Iglesia acepta dogmáticamente tradiciones que, después de todo, son falsas. Dice Belarmino:
El tercer argumento que los adversarios sacan de la incomodidad que traen consigo las tradiciones. Porque si se abre esta puerta, de modo que digamos que se deben aceptar algunos dogmas que no pueden probarse con ningún testimonio de la Escritura, se dará ocasión a muchos de inventar e introducir en la Iglesia muchas cosas falsas bajo el nombre de tradiciones. Porque vemos que antiguamente incluso los hombres más santos fueron engañados de esta manera. (...) Respondo (...) Digo en segundo lugar que este inconveniente, que es común a las tradiciones y a las Escrituras, no daña mucho ni a las tradiciones verdaderas ni a las Escrituras verdaderas. Porque hay una autoridad en la Iglesia y también un modo y una razón determinados para distinguir las tradiciones y Escrituras verdaderas de las falsas; ni por el juicio público de la Iglesia ha sido aceptado ningún libro apócrifo como canónico, ni una tradición falsa como verdadera (cap. 12).
Conclusión: los cinco argumentos fueron tremendamente débiles y ninguno llega a demostrar lo que pretendía.
Es increíble cómo el autor, que se ufana de ser "un experto en teología dogmática y en historia católicas oficiales", ponga esto como una razón para no ser católico cuando ninguno de sus argumentos demuestra lo que pretende: que la Iglesia erró en su pronunciamiento infalible del dogma de la Asunción.
Sus argumentos, en realidad, se reducen a dos:
1) La ausencia de testimonio patrístico temprano.
2) La mujer de Apocalipsis, por una serie de razones, es la Iglesia. Por tanto, no es María.
El argumento 1), por principio, es irrelevante. Porque no es una condición sine qua non que para considerar una doctrina como parte del Depósito de la Fe el que se encuentre en testimonios de los primeros Padres de la Iglesia.
El argumento 2) claramente es superfluo. No es necesaria la larga argumentación que demuestre que la mujer de Apocalipsis 12 es la Iglesia, porque ningún católico en principio niega eso.
Lo que se afirma es que, además de ser la Iglesia, es también María. No es una disputa de interpretaciones en donde tiene que ser una o ser la otra. Sino que perfectamente una y la otra son perfectamente válidas.
Si el objetor quiere rechazar que María sea la mujer de Apocalipsis 12, tiene que demostrar positivamente la imposibilidad de que María lo sea, y no dar una interpretación alternativa que, de hecho, no la invalida y que nadie en ambos lados de la discusión la rechaza.
Además de que es incoherente con lo que él mismo afirma. Porque se queja de que la interpretación patrística "más antigua" de la mujer de Apocalipsis 12 no es María sino la Iglesia; pero pasa por alto que Epifanio de Salamina, que él mismo cita, interpreta a la mujer como María. Lo citó él mismo.
¿Las interpretaciones patrísticas solo sirven cuando le cuando son las "más antiguas" y las siguientes hay que ignorarlas?
Evidentemente, no.
Que se decida en sus criterios: si quiere interpretaciones patrísticas o si quiere la interpretación "más antigua". Si lo primero, entonces debe aceptar el testimonio de Epifanio; si lo segundo, entonces debe sustentar la posición según la cual:
a) Siempre la interpretación más antigua es la única aceptable.
b) La segunda interpretación más antigua no es contemporánea a la primera.
El objetor termina su artículo citando a un católico, el cual "admite": "... todo se reduce a si Roma es infalible o no".
Pero el objetor lo cita como si eso fuera un problema en contra de la Asunción. Cuando, al contrario, garantiza la veracidad del dogma, porque está asegurado con la infalibilidad.
Por ello, si quiere rechazar un dogma como este, debe hacer algo más que alegar los argumentos que alega.
Tema 3: La Misa
Tema 4: El Papado
Episcopado Monárquico
Argumentos:
Objeción 1: La idea de que el oficio de Pedro debía pasar a sucesores no se le ocurrió a nadie en la época apostólica y post-apostólica, y en todo el siglo II está ausente esa idea.
Objeción 2: Según 1 Clemente, en Corinto no hay un episcopado monárquico, la comunidad solo se divide en hombres mayores (presbíteros) y jóvenes; y entre los presbíteros hay líderes (obispos y diáconos) que dirigen el culto; han sido elegidos por el pueblo y la autoridad en última instancia recae en el rebaño.
Objeción 3: El Pastor de Hermas excluye cualquier posibilidad de que en Roma existiese un episcopado monárquico.
Objeción 4: Las listas de obispos son una mera invención. Cuando mucho, existió en un inicio un primus inter pares pero no podemos saber cuándo comenzó el episcopado monárquico.
Objeción 5: No fue hasta el siglo III que el obispo de Roma se creyó sucesor de San Pedro. Los otros ocupantes de sedes apostólicas no se vieron a sí mismos como sucesores personales de los Apóstoles.
Respuesta: El objetor en este artículo solo trata de mostrar que Von Harnack no creía que el primado de Pedro pasara a sus sucesores y que no creía que hubiera en un inicio un episcopado monárquico; en contra de un converso católico que sostenía haber leído a Von Harnack y que había visto en él un apoyo a la doctrina católica.
Sin embargo, el objetor ha enlazado el artículo como link dentro del artículo general donde expone las razones por las cuales él no es católico. Por tanto, responderé los argumentos que él toma de Von Harnack como si estuviera asintiendo y coincidiendo con ellos.
Todo esto queda refutado cuando se considera que existen testimonios del episcopado monárquico.
El primero es el mismo Apocalipsis, que señala que las siete Iglesias de Asia tienen, cada una, un ángel. El ángel no es más que el obispo.
El segundo es Ignacio, que sostiene igualmente el monoepiscopado.
... estando sujetos al obispo y al presbiterio, . . . (Efesios 2)
Yo... he disfrutado de tal comunión con vuestro obispo... ¡cuánto más os considero felices a vosotros, que estáis tan unidos a él como la Iglesia a Jesucristo y como Jesucristo al Padre, para que así todas las cosas concuerden en la unidad!... Tengamos cuidado, pues, de no ponernos en contra del obispo, a fin de estar sujetos a Dios. (Ef 5)
Cuanto más se ve al obispo callar, tanto más se le debe reverenciar. Porque a todo aquel a quien el dueño de casa envía para que esté al frente de su casa, debemos recibirlo como a Aquel que lo envió ( Mt 24,45 ). Es evidente, por tanto, que debemos considerar al obispo como al Señor mismo (Ef 6).
...estén unidos a su obispo, . . . (Mag, 6)
... ni hacer nada sin el obispo y los presbíteros. (Mag, 7)
... Policarpo, obispo de Esmirna. (Mag, 15)
Polibio, vuestro obispo... (Trall, 1)
Por tanto, como hijos de la luz y de la verdad, huid de las divisiones y de las malas doctrinas; antes bien, donde está el pastor, seguidlo como ovejas. (Fil. 2)
Porque todos los que son de Dios y de Jesucristo están también con el obispo. (Fil. 3)
No hacer nada sin el obispo; . . . (Fil. 7)
A todos los que se arrepienten, el Señor concede el perdón, si se vuelven en penitencia a la unidad de Dios y a la comunión con el obispo... (Fil. 8)
Nadie haga nada relacionado con la Iglesia sin el obispo. Se considerará eucaristía propia la que sea administrada por el obispo o por aquel a quien él le haya confiado. Dondequiera que aparezca el obispo, allí esté también la multitud; así como donde está Jesucristo, allí está la Iglesia católica. No es lícito sin el obispo ni bautizar ni celebrar ágapes; pero todo lo que él apruebe, eso también agrada a Dios, de modo que todo lo que se haga sea seguro y válido. (Smyr, 8)
Es bueno reverenciar tanto a Dios como al obispo. Quien honra al obispo ha sido honrado por Dios; quien hace algo sin el conocimiento del obispo, en realidad sirve al diablo. (Smyr, 9)
Ignacio, también llamado Teóforo, a Policarpo, obispo de la Iglesia de Esmirna, o mejor dicho, que tiene como obispo propio a Dios Padre y al Señor Jesucristo: . . . (Poli, Saludo)
... vuestro obispo preside en el lugar de Dios, y vuestros presbíteros en el lugar de la asamblea de los apóstoles, . . . (Mag, 6)
... reverencia... al obispo como a Jesucristo, que es el Hijo del Padre, y a los presbíteros como al sanedrín de Dios y a la asamblea de los apóstoles. (Trall, 3)
... corresponde a cada uno de vosotros, y especialmente a los presbíteros, animar al obispo, para honra del Padre, de Jesucristo y de los apóstoles. (Trall, 12)
La enseñanza del monoepiscopado en Ignacio es tan clara que los presbiterianos han querido atacar la autenticidad de las cartas. Y parece una locura querer tratar el tema del monoepiscopado ignorando completamente el testimonio de Ignacio, como hizo el objetor.
El siguiente testimonio es el de Policarpo, de quien se acepta que fue obispo.
Policarpo... habiendo sido en nuestros tiempos un maestro apostólico y profético, y obispo de la Iglesia Católica que está en Esmirna. ( Martirio de Policarpo , 16 ; se cree generalmente que la fecha de la muerte de Policarpo está entre 156 y 167; la carta fue escrita por la iglesia de Esmirna por testigos oculares del espantoso martirio de Policarpo)
Justino, igualmente, habla del "presidente" en el culto.
Hegesipo, otro testimonio, él mismo obispo, testifica haber estado en Roma hasta tiempos del obispo Aniceto, y dice que Corinto tenía obispo, lo mismo que Jerusalén. Como lo cita Eusebio:
Hegesipo, en los cinco libros de Memorias que nos han llegado, ha dejado un registro muy completo de sus propias opiniones. En ellos afirma que en un viaje a Roma se encontró con muchos obispos y que recibió la misma doctrina de todos. Es apropiado escuchar lo que dice después de hacer algunas observaciones sobre la epístola de Clemente a los corintios. Sus palabras son las siguientes: “Y la iglesia de Corinto permaneció en la verdadera fe hasta que Primo fue obispo en Corinto. Conversé con ellos en mi camino a Roma y permanecí con los corintios muchos días, durante los cuales nos renovamos mutuamente en la verdadera doctrina. Y cuando llegué a Roma, permanecí allí hasta Aniceto, cuyo diácono era Eleuterio. Y Aniceto fue sucedido por Sótero, y él por Eleuterio. En toda sucesión, y en toda ciudad que se mantiene donde se predica la ley y los profetas y el Señor”. El mismo autor describe también los comienzos de las herejías que surgieron en su tiempo, con las siguientes palabras: “Y después de que Santiago el Justo hubiera sufrido el martirio, como también el Señor por la misma causa, Simeón, el hijo del tío del Señor, Clopas, fue nombrado como el siguiente obispo. Todos lo propusieron como segundo obispo porque era primo del Señor. ( EH , IV, 22, 1-4 )
El siguiente es el testimonio de Ireneo, que es tan conocido que no necesita ser expuesto.
Objeción 1: No es más que una falacia de argumento del silencio. La ausencia de la presencia de la idea de que el oficio de Pedro pasara a sus sucesores se explica simplemente por la escases de fuentes. Excepto 1 Clemente, no tenemos ningún documento de la Iglesia de Roma del periodo. Pero igualmente, ya vimos que el episcopado monárquico estaba presente en aquel tiempo, así que no es atrevido asumir que, habiendo un obispo de Roma y San Pedro muriendo allí, el obispo de Roma se considerara como sucesor de Pedro.
Además de que es falsa la última parte de la objeción, pues Ireneo de Lyon precisamente señala que los obispos de Roma fueron establecidos por Pedro y Pablo.
Objeción 2:
Objeción 3: Irrelevante lo que diga Hermas, porque como informa el Canon Muratori, fue escrito en tiempos en que Roma tenía un obispo:
"El Pastor , además, lo escribió Hermas muy recientemente en nuestros tiempos en la ciudad de Roma, mientras su hermano el obispo Pío se sentaba en la silla de la Iglesia de Roma".
O sea, el Pastor de Hermas se escribió circa 150.
Y además del testimonio del Canon Muratori, está el de Hegesipo, que dice que permaneció en Roma "hasta tiempos de Aniceto", o sea, hasta tiempos del sucesor de Pío. Por lo cual, Hegesipo asume que Pío tuvo antecesores en el episcopado, y que llegó a Roma en tiempos de estos.
Objeción 4: Lo que se afirma sin pruebas, se rechaza sin pruebas.
El objetor no puede ser inconstante. Porque en el inicio rechazó la veneración de imágenes o la asunción de María simplemente porque no aparecían en los primeros Padres. Y sin embargo, lo que sí aparece en los primeros Padres igualmente lo rechaza gratuitamente o directamente lo ignora.
Didaché, Bernabé, 1 Clemente, Ignacio, Papías, Policarpo, Justino, Taciano, Hermas, C. Muratori, Ireneo
Tema 5: Teología
Tema 6: Dios Creador
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