jueves, 13 de febrero de 2025

Debate con un protestante sobre la infalibilidad de la Iglesia.

 Hice una publicación en facebook sobre la utilidad de la autoridad de la Iglesia para la certeza de la doctrina. La misma dice:

El hecho de que la Iglesia sea indefectible e infalible demuestra que todas las doctrinas de fe que define y propone para creer son verdaderas.
No se necesita más argumento que ese, y ninguna objeción sirve para refutar tal o cual doctrina de la Iglesia en específico.
Como dice Santo Tomás:
"Pues la fe se fundamenta en la verdad infalible, y lo que es contrario a la verdad no es demostrable; de donde se sigue que los razonamientos que se presentan contra la fe no son demostraciones inapelables, sino argumentos rebatibles."
Así que un cristiano no católico podrá apelar todo un tomo de objeciones contra doctrinas católicas.
Contra la veneración de imágenes, podrá decir: "Dios condena los ídolos".
Contra la intercesión de los santos, podrá decir: "No aparece en la Biblia".
Contra el primado de Pedro, podrá decir: "La piedra es Cristo".
Y así con todo.
Podrá alegar siempre con tal o cual doctrina: "Eso no aparece en los Padres de la Iglesia".
Pero de nada servirá.

Ante esto, un protestante respondió. Y desde ahora pondré los comentarios de cada uno, con el subtítulo "Cristian" para el protestante en cuestión y "Kevin" para mis respuestas.

Cristian:

Pero tendrías que proponer un argumento ontológico y demostrar que NECESARIAMENTE la iglesia es infalible.

Ese es el gran salto de fe del católico romano, asumir algo a priori.


Kevin:

Pero existen varios argumentos que lo demuestran.

San Roberto Belarmino lo demuestra en sus Controversias, al hablar de la Iglesia Militante y al hablar de los Concilios Ecuménicos, como así también al hablar sobre el Romano Pontífice.


Cristian:

Cuales son esos argumentos?


Kevin:

De hecho, la indefectibilidad e infalibilidad no es muy difícil asumirlo, porque es algo que se puede ver algo muy claro en la Biblia.

Estos dos demuestran la indefectibilidad:

"Edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no podrán contra ella" (Mt. 16:19).

"Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo" (Mt. 28:20).

De hecho, es algo tan evidente que los protestantes tampoco lo niegan. Pero debieron reducir la indefectibilidad de la Iglesia solo a la Iglesia espiritual/invisible, negándosela a la Iglesia visible, porque evidentemente la continuación de la Iglesia visible solo puede ser la Iglesia Católica Romana o la Iglesia Ortodoxa, pero evidentemente ninguna Iglesia protestante.

Y la infalibilidad de la Iglesia se puede ver por varias razones.

Por la asistencia del Espíritu Santo, para enseñar la fe de forma magisterial, cuando la Iglesia se reúne en concilio:

"Ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponerles otra carga" (Hch. 15:28).

Se deriva también de la autoridad magisterial de la Iglesia. Pues si la función de la Iglesia es enseñar la doctrina de Cristo y resolver controversias (como se hizo en Hechos 15 y fue el motivo de la reunión del concilio), tiene que tener la autoridad justamente para resolverla.

Y la autoridad para resolverla debe ser vinculante.

Pero si es así, no puede ser más que una autoridad infalible.

Además, no podría decirse que dicho atributo fue dado solo a los Apóstoles, porque la Iglesia debería resolver controversias y confirmar en la fe a lo largo de todos los siglos, no solo en tiempos apostólicos.

De hecho, es justamente lo que sucedió: La Iglesia luego siguió convocando concilios cuando tuvo la libertad y posibilidad de hacerlo, al punto de que son aceptados hasta por protestantes (aunque, evidentemente, no le atribuyen infalibilidad).

Esto mismo se deriva de las palabras de Cristo:

"Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre" (Jn. 14:16).

Además, esta ha sido la creencia unánime de la Iglesia y los Padres, porque todas esas promesas dadas a los Apóstoles las aplicaban a los obispos y a la Iglesia, como Lucas 10:16:

"Quien a ustedes escucha, a mí me escucha; quien a ustedes rechaza, a mí me rechaza".

Sería absurdo pretender, además, que Cristo no habría asistido a su Iglesia cuando esta buscara resolver controversias de fe.

Justamente, prometió el Espíritu Santo para siempre, y prometió que nos llevaría a la verdad plena.

Además de que él mismo dijo: "Donde haya dos o tres reunidos en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos".

Además, solo así es coherente que la Iglesia pueda erigirse en "columna y baluarte de la verdad" por la que "se da a conocer la multiforme sabiduría de Dios".

Además, la indefectibilidad de la Iglesia presupone su infalibilidad. Pues si la Iglesia permanece triunfante y profesando la verdad, no ha caído en el error. Su fe se mantiene.

Pero resulta que la fe de la Iglesia a lo largo de los siglos ha sido precisamente creer en la infalibilidad. Si fuese una creencia falsa la Iglesia no la habría sostenido ni la sostendría, puesto que entonces las puertas del infierno habrían podido contra ella.

Por tanto, la infalibilidad es parte del depósito de la fe.

Estos y otros argumentos se usan para mostrar la indefectibilidad e infalibilidad de la Iglesia.


Hector (comentó del lado católico):

Para nosotros los católicos ['romanos'], en primera instancia, nuestra confianza en creer que la Iglesia es infalible se apoya en las palabras mismas de Aquel que es la Verdad: «[...] y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán sobre contra ella» (Mateo 16:18). Ergo, la Iglesia no será destruida por las fuerzas del mal y es ésta un lugar seguro donde los creyentes pueden encontrar refugio y protección. Cristo mismo habla sobre eso, por eso es que, en primera instancia, nuestra fe está en Cristo y sus palabras.

También nosotros estamos seguros de ello ya que la Sagrada Escritura, inspirada por el Espíritu Santo, alude a lo mismo por medio de las palabras del Apóstol de los gentiles: «Si me retraso, sabrás cómo comportarte en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad» ( 1 Timoteo 3:15); y también otro ejemplo más en la Sagrada Escritura: «Para que la multiforme sabiduría de Dios sea conocida ahora POR MEDIO de la Iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales» (Efesios 3:10).

Saludos.



Cristian:

Sobre el papel de la Iglesia en Mateo 16:18-19 y Mateo 28:20, los protestantes no negamos que Cristo prometió edificar su Iglesia y que estaría con ella hasta el fin del mundo (perennidad de la iglesia), pero sostenemos que esto no implica NECESARIAMENTE una institución visible con autoridad infalible. En lugar de ello, argumentamos que la Iglesia es la comunidad de creyentes en su conjunto, tanto visible como invisible, y que la promesa de Cristo de que "las puertas del Hades no prevalecerán" se refiere a la preservación de la fe de los creyentes, no a la preservación infalible de una jerarquía particular.

Sobre Hechos 15:28 y la función del concilio de Jerusalén, los protestantes interpretamos que el concilio de Jerusalén fue una decisión guiada por el Espíritu Santo en un contexto específico, teniendo presente que Pedro recordó como el E. Santo descendió sobre Cornelio y su casa siendo estos gentiles sin circuncisión. Esta es la prueba de que al E. Santo le parece bien no imponer cargas (judías) a los gentiles, entonces, esto no necesariamente implica que todas las decisiones futuras de concilios o de la Iglesia institucional deban ser infalibles, al menos no veo una razón lógica para justificarlo.

La autoridad magisterial y la infalibilidad, desde la perspectiva protestante, entiende que la autoridad de la Iglesia está subordinada a la autoridad de las Escrituras, algo que se heredó del Judaísmo, y no es una innovación teológica como el concepto de infalibilidad eclesial. Cuestionamos la NECESIDAD de que la Iglesia sea infalible para resolver controversias doctrinales, argumentando que la infalibilidad está reservada únicamente a las Escrituras, no a las decisiones humanas. El hecho de que haya errores a lo largo de la historia de la Iglesia, incluso dentro de concilios y obispos, es una señal de que la infalibilidad no es un atributo garantizado.

Sobre Lucas 10:16 y Juan 14:16, los protestantes sostenemos que las promesas de Cristo sobre la asistencia del Espíritu Santo están dirigidas principalmente a los Apóstoles y a la Iglesia primitiva (La iglesia Fundante) en su misión de proclamar el Evangelio y escribir las Escrituras, no a una jerarquía perpetua que posea infalibilidad. El Espíritu Santo continúa guiando a los creyentes, como lo dice Pablo en Rom 8:14, pero esto no significa que las decisiones de una institución específica sean infalibles.

En cuanto a la indefectibilidad de la Iglesia, los protestantes argumentamos que la verdadera Iglesia nunca ha dejado de existir (Perennidad de la iglesia), pero no la identificamos exclusivamente con una institución visible como la Iglesia Católica Romana. La Iglesia es el conjunto de todos los creyentes fieles, y Cristo ha preservado su mensaje y su verdad a través de las Escrituras, a pesar de los errores humanos y de las divisiones dentro de la cristiandad visible.



(y respondiendo a Hector, agregó esto)

Aunque los católicos interpretan que las palabras de Cristo a Pedro en Mateo 16:18 ("Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia") indican que la Iglesia es infalible y que Pedro es la roca sobre la cual se construye, los protestantes tenemos una interpretación distinta. Se argumenta que la "piedra" no es Pedro en sí mismo, sino la confesión de fe de Pedro en Jesucristo como el Mesías. En este sentido, la Iglesia está edificada sobre Cristo, no sobre un individuo o una institución humana específica, lo que desplaza la idea de una infalibilidad institucional.

Para los protestantes, Cristo es el fundamento de la Iglesia, y su promesa de que "las puertas del infierno no prevalecerán" se refiere a la preservación de su mensaje y de los verdaderos creyentes, no a una estructura visible. De esta manera, las fuerzas del mal no destruirán la Iglesia porque Cristo sigue siendo su fundamento, pero esto no garantiza la infalibilidad de las instituciones humanas.

Los protestantes reconocemos que la Iglesia es la "columna y fundamento de la verdad", pero interpretamos que esto se refiere a la función de la Iglesia en proclamar y sostener la verdad contenida en las Escrituras. En esta visión, la Iglesia no genera la verdad ni es infalible en sí misma, sino que tiene la misión de proclamar la verdad de Cristo revelada en las Escrituras.

La verdad a la que se refiere 1 Timoteo 3:15 es la verdad del Evangelio, tal como está contenida en la Biblia. Para los protestantes, la Iglesia tiene la responsabilidad de enseñar y sostener esta verdad, pero no se asume que la institución sea incapaz de errar. La historia ha mostrado que la Iglesia visible puede desviarse de la verdad, y es por eso que se debe regresar constantemente a la autoridad de las Escrituras como la única fuente infalible.

Efesios 3:10 habla de cómo la sabiduría de Dios se revela "por medio de la Iglesia", pero los protestantes argumentamos que esto no implica necesariamente infalibilidad institucional. En este pasaje, la "Iglesia" puede referirse al conjunto de todos los creyentes en Cristo, no a una institución jerárquica o visible. La sabiduría de Dios se revela a través del testimonio del Evangelio, que es proclamado por la Iglesia, pero eso no significa que las decisiones doctrinales o conciliares de la Iglesia visible sean infalibles.

Para los protestantes, el Espíritu Santo guía a la Iglesia y a los creyentes hacia la verdad, pero esto no se traduce en una infalibilidad garantizada de la Iglesia visible o jerárquica. La guía del Espíritu Santo no impide que los humanos cometan errores, y la historia de la Iglesia ha visto múltiples controversias doctrinales y desvíos que sugieren que no existe una infalibilidad institucional.

En la teología protestante, se hace una distinción entre la Iglesia visible (las congregaciones humanas, que pueden errar) y la Iglesia invisible (la comunión espiritual de todos los creyentes verdaderos en Cristo). Cristo ha prometido proteger a su Iglesia, pero los protestantes vemos esta promesa como referida a la Iglesia invisible, no a una estructura visible o jerárquica específica. Así, aunque las instituciones pueden fallar, la verdadera Iglesia, que son los creyentes fieles en Cristo, permanece y será preservada.



Kevin:

"no negamos que Cristo prometió edificar su Iglesia y que estaría con ella hasta el fin del mundo (perennidad de la iglesia), pero sostenemos que esto no implica NECESARIAMENTE una institución visible con autoridad infalible."

Básicamente, lo mismo que yo ya dije. La indefectibilidad de la Iglesia es algo tan obvio que no se puede negar, pero se la niegan a la Iglesia visible.

Ahora, la distinción de Iglesia invisible que sí es indefectible pero la Iglesia visible que no, esa es una distinción ad hoc de los protestantes inventada a posteriori para justificar su misma existencia. Pero no lo pueden demostrar por la Escritura y los Padres, ni por argumentos razonables.

Hasta ahora no he visto a protestantes que me lo puedan demostrar.

Hasta Lutero y Calvino y demás protestantes en su momento dieron muy malos argumentos.

Por otro lado, Cristo no dijo meramente que las puertas de la Iglesia no prevalecerían "contra la fe", sino que no prevalecerían "contra la Iglesia".

Y la Iglesia es una sociedad unida por vínculos de fe (que es lo que sostienes) de culto y de jerarquía.

La Iglesia no es solo la fe.

La Iglesia es una sociedad visible, y como tal, así ha de permanecer.

Eso es lo que Cristo estableció, y por eso estableció pastores, los Apóstoles, y estos establecieron a otros sucesores. Y esta fue la Iglesia, unida en sus pastores, celebrando el culto y manteniendo la misma fe.

Y esta fue la creencia constante de la Iglesia.

Sobre Hechos 15:28: En efecto, fue una decisión guiada por el Espíritu Santo.

¿Por qué? Porque era la autoridad de la Iglesia ejerciendo su magisterio y resolviendo una controversia de manera vinculante para los fieles.

Por supuesto que no implica que todas las decisiones futuras de los concilios de la Iglesia sean infalibles.

Solo implica que lo serán las definiciones de fe y moral definitivas vinculares para todos los fieles.

Si no ves una razón lógica, entonces: ¿Para qué apelar a un concilio en primer lugar, si no tiene más autoridad que la que puede tener cualquier persona interpretando privadamente la Escritura?

Es algo que podría alegar cualquiera para negar un concilio.

Eso lo remarca Belarmino:

"En segundo lugar, si el juicio de concilios de este tipo no fuera infalible, todas las herejías condenadas podrían con razón salir de la duda. Porque Arrio dijo que el Concilio de Nicea se equivocó, Macedonio que Constantinopla se equivocó, Nestorio que Éfeso se equivocó, Eutiques que Calcedonia se equivocó. "

La función magisterial y jueza de la Iglesia para resolver controversias de fe y enseñar la doctrina de Cristo, trae la necesidad de que sea infalible..

Por supuesto que la autoridad magisterial e infalibilidad de la Iglesia está subordinada a la autoridad de la Escritura.

Eso ya lo dice Belarmino, en De Los Concilios, libro II, capítulo XII:

"Por lo tanto, es necesario observar que hay una distinción múltiple entre la Sagrada Escritura y los decretos de los Concilios, de donde se entiende que la Escritura se antepone a los Concilios."

Eso no quita que la autoridad de Iglesia no pueda definir infaliblemente cuál es la verdad. Como dice en el mismo capítulo Belarmino:

"Pero los Concilios no tienen ni escriben revelaciones inmediatas, ni las palabras de Dios, sino que sólo declaran lo que en verdad es la palabra de Dios, escrita o transmitida, y cómo debe entenderse; además, deducen conclusiones mediante el razonamiento. Por lo tanto, cuando los Concilios definen cuáles son los libros canónicos y divinos, no hacen que sean de verdad infalible, sino que sólo declaran que lo son. Así incluso el Concilio de Trento, en la sesión 13, c. 1, cuando define que aquellas palabras: “Esto es mi cuerpo” deben entenderse correctamente, no en sentido figurado, no publicó sino declaró la palabra de Dios. Y cuando el Concilio de Nicea definió que Cristo es homoousion (consustancial) con el Padre, sacó la conclusión de las Escrituras..."

Dices que la infalibilidad eclesial es una innovación teológica.

En primer lugar, la innovación es la negación de la misma, como también otras ideas de las que depende el protestantismo, como que la Iglesia visible no es indefectible, o la justificación solo por la fe, o la sola Escritura.

En segundo lugar, no es innovación porque, como ves, aparece en la Escritura, y ha sido la creencia constante de la Iglesia.

No puede decirse que en la nueva alianza hay doctrinas "innovadoras" con respecto al judaísmo para así rechazarlas. Pues el bautismo, la Presencia Real, la Trinidad o la Encarnación también son doctrinas "innovadoras" de la nueva alianza, y eso no es motivo para rechazarlas.

Por otro lado, hasta en la Antigua Alianza, aunque no tuvieran el don de infalibilidad, tenían que los sacerdotes eran los que resolvían las controversias y juzgaban, caso contrario en el protestantismo donde se niega la autoridad de la Iglesia para juzgar.

Por otro lado, no existe eso de que la infalibilidad para resolver controversias doctrinales está "reservada únicamente a las Escrituras".

Eso no aparece en la Escritura. Esto también lo trata Belarmino en la primera Controversia, sobre la Palabra de Dios, libro III, sobre la interpretación de las Escrituras.

Lo único que aparece en la Escritura es que los Apóstoles se reunieron en concilio para tratar la controversia y la resolvieron por su autoridad apelando a la asistencia del Espíritu Santo.

Pero niegas que sea infalibilidad, no porque no se deduzca claramente del texto.

Como alternativa prefieres sostener algo que no aparece en la Escritura, como la idea de que la infalibilidad está reservada únicamente a las Escrituras.

Sobre Lucas 10:16 y Juan 14:16: ¿De dónde sacas que la asistencia del Espíritu Santo está dirigida principalmente a los Apóstoles y no a una jerarquía perpetua?

De nuevo, aquí entra tu concepción protestante, pero que no es eso lo que se deriva de la Escritura; justamente de ella se deriva lo contrario.

La misión de los Apóstoles habría de continuar hasta el fin del mundo, como dice el mismo Cristo. Y dicha asistencia del Espíritu no deja de ser menos necesaria después de los Apóstoles que con ellos.

Además de que esto lo confirma la costumbre de la Iglesia, que se vio en la necesidad de continuar con la hecho por los Apóstoles y convocar concilios.

Y tales versículos se aplicaron como promesas no solo a los Apóstoles, sino a la Iglesia. Por eso se usaron también en los concilios.

Más aún, lo confirma la situación del protestantismo, donde no se pueden ni poner de acuerdo sobre cuestiones principales de la fe porque no tienen ninguna autoridad vinculante que resuelva la cuestión.

Si el Espíritu Santo continúa guiando a los creyentes, por lógica continúa guiando a la Iglesia.

En consecuencia, continúa guiando a sus concilios.

Por supuesto, los protestantes argumentan que la Iglesia nunca ha dejado de existir pero no la identifican como una institución visible.

El problema es precisamente ese: esa no es ni la doctrina bíblica ni la doctrina de la Iglesia a lo largo de los siglos. Ni es posible demostrarla a través de la Escritura.

Por otro lado, Cristo no dice que preservará su mensaje a través de las Escrituras, sino que la preservará a través de la Iglesia. Y Pablo dice que es la Iglesia la columna y baluarte de la verdad. Como también dice que a través de la Iglesia se da a conocer la multiforme sabiduría de Dios.



Hector (católico, respondiendo a Cristian):

Amigo, lee bien mi comentario. Yo no cité ni mencioné en ninguna parte palabras que aludiesen al nombre de Pedro, ni viene necesariamente al caso —de manera muy estricta— ésto de acuerdo a lo que dije sobre la infabilidad de la Iglesia como para que lo menciones, al hacer esto estás cayendo hacia una falacia de "muñeco de paja".

Pero ya que lo mencionaste, déjame explicar mejor aquella interpretación desde el Magisterio de la Iglesia Católica:

No es que creamos que Pedro, es decir, su persona misma o persona en sí misma, sea la piedra sobre la cual se construye la Iglesia. No es él, sino lo que fue y está en él, ergo, la fe (como bien dices la fe, y esto no contradice en nada a la perspectiva católica), ya que fue el primero, el "primado" entre los apóstoles en confesar la fe de Nuestro Señor como Mesías. Pero también hay que recordar que a quien se refiere Cristo en diversas ocasiones, como símbolo de unidad entre los apóstoles, es a Kefas (Pedro) [y ya omito una buena exégesis desde una perspectiva lingüística incluso del griego (idioma en que fueron escritos los evangelios) y hebreo/arameo (idioma que habló Nuestro Señor)].

Cristo es la roca angular de la Iglesia «Πέτρα», y Pedro es a ella como «Πέτρα» es a «Πέτρος» por su fe y que confirma a sus hermanos en la misma fe que no decae, dicho esto en las mismas palabras del Redentor (Lucas 22:32), considerandolo como un líder y apoyo para sus hermanos, es decir, los apóstoles y discípulos de Cristo, entre los cuales también nos incluimos todos los cristianos.

Yo, no siendo protestante, omitiría hablar sobre qué dicen o cómo interpretan de la Sagrada Escritura los protestantes, porque no hay un concilio concreto entre ellos (por ejemplo, no sé cuál es tu denominación). Hay muchas comunidades, iglesias o denominaciones que se podrían llamar protestantes y se denominan por terceros o por sí mismas con el nombre de cristianas. Pero, al ser varias, es muy difícil que haya un concilio común entre ellas y se pongan de acuerdo en qué cosas interpretan igual la Escritura y en cuales no. Por lo yo te digo que hablar en un tenor de "protestantes" como aludiendo a su generalidad, no me parece algo muy concreto ni verosímil, pero entiendo lo que tratas de decir.

Ahora, nosotros como católicos sabemos que la Iglesia en su sustancia de institución humana puede errar, pero no en su sustancia de Cuerpo espiritual de nuestro Señor Jesucristo, guiada siempre por el Espíritu Santo (en ese sólo aspecto es infalible, porque Cristo nos envió al Espíritu Santo), pero al ser también un cuerpo o institución compuesto por hombres falibles es que también necesitamos ser renovados constantemente, tal como lo expresa el Catecismo de la Iglesia Católica: "La Iglesia, por ser humana y espiritual a la vez, está siempre en necesidad de renovación y de purificación. Esto se logra mediante los dones y las actuaciones del Espíritu Santo, que guían la Iglesia hacia la plenitud de la verdad y la santidad" (numeral 829 del Catecismo).

Por último, por lo que puedo ver, me parece más que tu problema es con la palabra "intuición", como si esta fuese de manera intrínseca algo malo, pero no es así. Como bien ya sabes, supongo, el lenguaje nos sirve para describir y crear conceptos, no hay que tener miedo a las palabras.

Ahora la palabra "institución" deriva del latín "institutio" que al español puede traducirse como "establecimiento" u "organización", y la palabra "Iglesia" viene del griego "ekklesía" que se puede traducir como "congregación" o "convocación", ahora, ¿negaremos que para que se logre una convocación o concregación se necesite de una organización? Es absurdo.

No puedes negar una cosa y al mismo tiempo implicitamente aceptarla, es ilógico e incoherente. Saludos.


(Y agregó):

Y ya por último, ¿también negarás las "jerarquías" como componentes de la Iglesia? Por favor... Si en la misma Escritura se habla de ellas, una prueba está en los Hechos de los Apóstoles cuando se habla de la forma de organización de la Iglesia, por ejemplo, las ordenes por imposición de manos que se establece a los diáconos y presbíteros (1 de Timoteo 3: 1-13 y Tito 1:5-9).

También se habla de jerarquía, lo que implica ciertos papeles de liderazgo, en la Sagrada y el que lo dice es Pablo refiriéndose a Pedro así como también a Santiago y a Juan, que eran considerados como columnas: "Y cuando vieron la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra de la comunión, para que nosotros fuéramos a los gentiles, y ellos a la circuncisión" (Gálatas 2:9).

No puedes venir a decir aquí o sugerir que tal cosa como que la jerarquía e institución en la Iglesia son "innovaciones humanas".



Cristian:

La distinción entre Iglesia visible e invisible: La acusación de que esta distinción es "ad hoc" o inventada para justificar la existencia del protestantismo es debatible. Desde la perspectiva protestante, la idea de la Iglesia invisible (la comunión espiritual de todos los verdaderos creyentes) no es una innovación, sino una consecuencia de las enseñanzas bíblicas. Por ejemplo, en Romanos 2:28-29, Pablo habla de una circuncisión "del corazón", que sugiere una realidad espiritual más allá de la visible. Del mismo modo, la Iglesia invisible es vista como el conjunto de todos los que verdaderamente pertenecen a Cristo, independientemente de su membresía en una institución visible. Unitatis Redintegratio reconoce el rotulo de "Cristianos" a no católicos romanos.


Sobre la indefectibilidad de la Iglesia: Debo decir que partimos de delimitaciones semánticas distintas, para un protestante la indefectibilidad solo implica perennidad de la iglesia e igualmente que es perenne la actual economía de la salvación, y que no será substituida por otra, como pensaban, por ejemplo, los montanistas y Joaquín de Fiore.


Dices "La Iglesia es una sociedad visible, y como tal, así ha de permanecer.

Eso es lo que Cristo estableció, y por eso estableció pastores, los Apóstoles, y estos establecieron a otros sucesores. Y esta fue la Iglesia, unida en sus pastores, celebrando el culto y manteniendo la misma fe.

Y esta fue la creencia constante de la Iglesia."


Respondo: Los judíos también son una sociedad visible (Con una fe en común), también tenían un rol magisterial y debían resolver controversias, pero eso nunca ha significado que se autoperciban como infalibles.

En el judaísmo, los líderes religiosos, como los sacerdotes, los escribas y los fariseos, ejercían un tipo de magisterio. Estos grupos interpretaron la Ley (Torá) y resolvieron cuestiones doctrinales y legales para guiar al pueblo de Israel. Los judíos tenían instituciones visibles, como el Templo y el Sanedrín, que cumplían funciones semejantes a las de un magisterio en términos de interpretar y aplicar la Ley divina.

Sin embargo, a pesar de tener una estructura visible y jerárquica que resolvía controversias, los judíos nunca se vieron a sí mismos como infalibles. Los líderes judíos reconocían la posibilidad de error, y las Escrituras y la tradición judía reflejan un proceso de constante revisión y debate. Por ejemplo, las discusiones entre las escuelas de Hillel y Shamai son un testimonio de la diversidad de interpretaciones dentro del judaísmo. Incluso cuando se tomaban decisiones vinculantes, los judíos no reclamaban que dichas decisiones fueran infalibles, sino que estaban sujetas al examen y la corrección futura si era necesario.


El argumento que sostiene que Cristo estableció una Iglesia visible y jerárquica, unida por la fe y el culto, es aceptado por protestantes hasta cierto punto. Cristo efectivamente estableció pastores y una comunidad de creyentes, pero no se deduce necesariamente de esto que dicha estructura sea infalible o indefectible en todas sus decisiones. Al igual que en el judaísmo, la existencia de una estructura jerárquica no implica la incapacidad de errar.

El ejemplo del judaísmo muestra que una comunidad visible puede cumplir con el propósito de guiar al pueblo de Dios sin reclamar infalibilidad. Los judíos tenían una estructura y un magisterio que resolvía controversias, pero no asumían que su magisterio fuera infalible. Los protestantes, aplicando este paradigma, argumentamos que la Iglesia visible, aunque importante, no es infalible en sus decisiones, y que solo las Escrituras poseen esa característica.


Mateo 16:18 habla de la promesa de Cristo de que "las puertas del Hades no prevalecerán contra ella", lo que los protestantes interpretan como una garantía de que la verdadera fe de la Iglesia, no necesariamente su estructura visible, será preservada. De manera similar a como el judaísmo ha sobrevivido a la destrucción del Templo y a la dispersión, el cristianismo, en su esencia, continuará a pesar de los fallos o corrupciones de estructuras humanas visibles. La promesa de Cristo es que la Iglesia, en su verdadero sentido (la comunidad de creyentes fieles), no será destruida, aunque las instituciones visibles puedan errar o corromperse.


Los protestantes reconocemos la importancia de la sucesión apostólica, pero no aceptamos que esta sucesión garantice infalibilidad. La sucesión de líderes no implica que estén libres de error, como lo demuestra la historia tanto del judaísmo como del cristianismo. En el judaísmo, la sucesión de sacerdotes y rabinos no impidió que se cometieran errores o desviaciones, y lo mismo puede decirse de la Iglesia cristiana. La continuidad de la fe no depende de la infalibilidad humana, sino de la verdad revelada en las Escrituras.



Dices: "Sobre Hechos 15:28: En efecto, fue una decisión guiada por el Espíritu Santo.

¿Por qué? Porque era la autoridad de la Iglesia ejerciendo su magisterio y resolviendo una controversia de manera vinculante para los fieles.

Por supuesto que no implica que todas las decisiones futuras de los concilios de la Iglesia sean infalibles.

Solo implica que lo serán las definiciones de fe y moral definitivas vinculares para todos los fieles."


Respondo: Es cierto que el concilio de Jerusalén en Hechos 15 fue guiado por el Espíritu Santo para resolver una controversia importante en la Iglesia primitiva, específicamente sobre la cuestión de la circuncisión de los gentiles. Los protestantes no niegan que el Espíritu Santo guíe a la Iglesia en momentos críticos. Sin embargo, los protestantes interpretamos este evento como una intervención única y apostólica, y no necesariamente como una base para sostener la infalibilidad de todos los futuros concilios o decisiones magisteriales.



En Hechos 15, los Apóstoles, quienes habían recibido la enseñanza directamente de Cristo y la inspiración del Espíritu Santo, ejercieron su autoridad para resolver una controversia doctrinal. No obstante, los protestantes sostenemos que este tipo de autoridad apostólica no se extiende de manera infalible a sus sucesores o a la estructura de la Iglesia a lo largo del tiempo. Una vez que los Apóstoles murieron, la guía infalible del Espíritu se manifestó a través de las Escrituras, que son el testimonio perfecto y suficiente de la verdad.

Aunque los concilios han tenido un papel importante en resolver controversias doctrinales y establecer unidad, los protestantes argumentamos que los concilios no son infalibles en sí mismos. La historia de la Iglesia muestra que algunos concilios, como el Concilio de Hieria en el siglo VIII (que condenó el uso de íconos), fueron más tarde rechazados por la Iglesia misma. Esto indica que no todos los concilios reflejan necesariamente la verdad infalible, y que la Iglesia tiene la capacidad de errar en sus decisiones.


El argumento de que las definiciones de fe y moral "definitivas" son infalibles plantea un problema desde la perspectiva protestante. Si la infalibilidad está reservada solo para algunas decisiones, ¿cómo se puede determinar con certeza cuáles decisiones son infalibles y cuáles no lo son? Los protestantes sostienen que esta incertidumbre es innecesaria si se mantiene que solo las Escrituras son infalibles. La Biblia es vista como clara y suficiente para enseñar la doctrina de la fe y la moral (2 Timoteo 3:16-17), sin necesidad de añadir una autoridad infalible fuera de ella.

Aunque los concilios y el magisterio pueden ser guiados por el Espíritu Santo, no se garantiza que siempre lo serán de manera infalible. La Iglesia visible está compuesta por seres humanos falibles, y la historia muestra que incluso las decisiones vinculantes para los fieles han sido revisadas y corregidas. El peligro de depender de la infalibilidad humana es que se puede cometer error o abuso de poder, algo que la Reforma protestante buscó corregir al apelar a la autoridad suprema de las Escrituras.


Dices: "Si no ves una razón lógica, entonces: ¿Para qué apelar a un concilio en primer lugar, si no tiene más autoridad que la que puede tener cualquier persona interpretando privadamente la Escritura?

Es algo que podría alegar cualquiera para negar un concilio.

Eso lo remarca Belarmino:

"En segundo lugar, si el juicio de concilios de este tipo no fuera infalible, todas las herejías condenadas podrían con razón salir de la duda. Porque Arrio dijo que el Concilio de Nicea se equivocó, Macedonio que Constantinopla se equivocó, Nestorio que Éfeso se equivocó, Eutiques que Calcedonia se equivocó.""


Respondo: La autoridad de los concilios no depende de la infalibilidad, Los protestantes no niegan la importancia de los concilios ni su papel en la historia de la Iglesia para definir y defender la ortodoxia. Sin embargo, sostenemos que la autoridad de un concilio proviene de su conformidad con las Escrituras, no de una presunta infalibilidad. Si un concilio se alinea con las enseñanzas bíblicas, su juicio es válido, no porque el concilio sea infalible, sino porque está en armonía con la Palabra de Dios, que es la única fuente infalible de verdad. La oposición de herejes como Arrio, Macedonio o Nestorio no invalida la verdad de las conclusiones de los concilios, ya que dichas herejías se refutaron con base en la Escritura.


Aunque los concilios históricos como Nicea, Constantinopla, Éfeso y Calcedonia son respetados por los protestantes, su validez reside en el hecho de que sus definiciones de doctrina (como la consustancialidad de Cristo con el Padre en Nicea) están claramente apoyadas en las enseñanzas bíblicas. Por lo tanto, la verdad de las doctrinas no depende de la infalibilidad del concilio, sino de su fidelidad a la Palabra de Dios. Los protestantes argumentarían que es la Escritura la que resuelve la controversia, no una autoridad conciliar en sí misma.


La historia muestra que no todos los concilios son infalibles, lo cual refuerza la posición protestante. El Concilio de Hieria (754), por ejemplo, condenó el uso de íconos, pero fue rechazado más tarde por el Segundo Concilio de Nicea (787). Además, los concilios de Constanza y Basilea entraron en conflicto con las decisiones papales. Estos ejemplos muestran que los concilios pueden errar, y que la sola apelación a la infalibilidad no puede garantizar la verdad doctrinal.


El argumento de que sin la infalibilidad de los concilios las herejías podrían “salir de la duda” asume que la única manera de evitar la herejía es mediante una autoridad conciliar infalible. Sin embargo, los protestantes responden que la claridad y suficiencia de la Escritura es lo que resuelve las controversias doctrinales, no un juicio humano infalible. Al final, si las decisiones de un concilio no están firmemente ancladas en la Escritura, incluso una declaración infalible no tendría peso, porque la verdad viene de Dios a través de su Palabra, no de las decisiones humanas.

El hecho de que los herejes como Arrio, Macedonio o Nestorio rechazaran los concilios no significa que los concilios deban ser considerados infalibles para contrarrestarlos. Lo que se opone a la herejía es la verdad revelada por Dios, expresada en las Escrituras. Los concilios son útiles en la medida en que organizan y sistematizan esta verdad, pero su autoridad final reside en la conformidad con la Biblia. Por ejemplo, las enseñanzas de Arrio fueron refutadas no solo por el Concilio de Nicea, sino también por el testimonio claro de pasajes como Juan 1:1-14, que afirma la divinidad de Cristo.


Los protestantes creen que la verdad ha sido preservada a lo largo de los siglos, no por la infalibilidad de los concilios, sino porque el Espíritu Santo ha guiado a la Iglesia a través de las Escrituras. Aunque han existido herejías y errores en la historia de la Iglesia, el testimonio de las Escrituras ha sido la base sólida para mantener la verdad. No se necesita una autoridad conciliar infalible para proteger la verdad; es la misma Escritura la que ha cumplido ese rol a lo largo de la historia.


Dices: "La función magisterial y jueza de la Iglesia para resolver controversias de fe y enseñar la doctrina de Cristo, trae la necesidad de que sea infalible..

Por supuesto que la autoridad magisterial e infalibilidad de la Iglesia está subordinada a la autoridad de la Escritura.

Eso ya lo dice Belarmino, en De Los Concilios, libro II, capítulo XII:

"Por lo tanto, es necesario observar que hay una distinción múltiple entre la Sagrada Escritura y los decretos de los Concilios, de donde se entiende que la Escritura se antepone a los Concilios."

Eso no quita que la autoridad de Iglesia no pueda definir infaliblemente cuál es la verdad. Como dice en el mismo capítulo Belarmino:

"Pero los Concilios no tienen ni escriben revelaciones inmediatas, ni las palabras de Dios, sino que sólo declaran lo que en verdad es la palabra de Dios, escrita o transmitida, y cómo debe entenderse; además, deducen conclusiones mediante el razonamiento. Por lo tanto, cuando los Concilios definen cuáles son los libros canónicos y divinos, no hacen que sean de verdad infalible, sino que sólo declaran que lo son. Así incluso el Concilio de Trento, en la sesión 13, c. 1, cuando define que aquellas palabras: “Esto es mi cuerpo” deben entenderse correctamente, no en sentido figurado, no publicó sino declaró la palabra de Dios. Y cuando el Concilio de Nicea definió que Cristo es homoousion (consustancial) con el Padre, sacó la conclusión de las Escrituras...""


Respondo: El argumento de que la Iglesia necesita ser infalible para cumplir su función de enseñar y resolver controversias de fe es cuestionable desde una perspectiva protestante. La función de enseñar y guiar no requiere infalibilidad, sino fidelidad a las Escrituras. Las iglesias locales y los líderes cristianos pueden guiar correctamente a los creyentes basándose en la Palabra de Dios, pero eso no implica que sean infalibles. La historia muestra que la Iglesia ha cometido errores y ha corregido sus propios fallos a lo largo del tiempo, lo que demuestra que la infalibilidad no es necesaria para cumplir su misión.

Recuerda el ejemplo del judaísmo que ya propuse, el magisterio del judaísmo resolvía cuestiones doctrinales y legales en tiempos bíblicos, pero nunca se consideró infalible. Los rabinos debatían la interpretación de la Ley, y aun en su autoridad, se reconocía que podrían errar. Aún así, el judaísmo preservó la verdad de la Torá. Del mismo modo, los protestantes creen que la Iglesia puede enseñar y guiar sin ser infalible, siempre que esté subordinada a las Escrituras.

El mismo Belarmino reconoce que la Escritura tiene precedencia sobre los decretos de los concilios. Desde la perspectiva protestante, esta es una afirmación crucial. Si la Escritura es la autoridad suprema y suficiente, entonces no hay necesidad de un magisterio infalible. La función de la Iglesia es declarar y enseñar lo que la Escritura ya revela explicita o implícitamente. En este sentido, la Iglesia es falible y está sujeta a corrección si se desvía de la Palabra de Dios.

El propio Belarmino admite que los concilios no escriben revelaciones inmediatas ni producen nuevas palabras de Dios, sino que deducen conclusiones de la Escritura. Esto, para los protestantes, es un reconocimiento implícito de que los concilios están haciendo una labor interpretativa. Y como toda labor interpretativa humana, está sujeta a error. Si bien los concilios pueden tener autoridad, esa autoridad no es absoluta ni infalible. La historia muestra que algunos concilios han sido corregidos o revisados por decisiones posteriores, lo que refuerza la idea de que los concilios no pueden ser considerados infalibles.


Si la Iglesia se arroga la capacidad de definir infaliblemente la verdad, corre el riesgo de poner una autoridad humana al mismo nivel que la autoridad divina. Los protestantes argumentamos que este es un peligro inherente a la doctrina de la infalibilidad. La historia muestra que las instituciones humanas pueden corromperse y errar, y por eso es esencial que la Iglesia esté siempre sujeta a la corrección de la Escritura.


La necesidad de infalibilidad en la Iglesia no es sostenida por la Escritura ni es una condición necesaria para la función de enseñar y guiar. Si bien los concilios y las decisiones eclesiásticas son importantes, su autoridad no es infalible, sino que debe ser evaluada a la luz de la única fuente infalible de verdad: la Palabra de Dios. La guía del Espíritu Santo está presente en la Iglesia, pero esto no garantiza una infalibilidad institucional; más bien, garantiza que la verdad se preservará a través de las Escrituras, no de un magisterio humano.




Dices: "Dices que la infalibilidad eclesial es una innovación teológica.

En primer lugar, la innovación es la negación de la misma, como también otras ideas de las que depende el protestantismo, como que la Iglesia visible no es indefectible, o la justificación solo por la fe, o la sola Escritura.

En segundo lugar, no es innovación porque, como ves, aparece en la Escritura, y ha sido la creencia constante de la Iglesia.

No puede decirse que en la nueva alianza hay doctrinas "innovadoras" con respecto al judaísmo para así rechazarlas. Pues el bautismo, la Presencia Real, la Trinidad o la Encarnación también son doctrinas "innovadoras" de la nueva alianza, y eso no es motivo para rechazarlas."


Respondo: El argumento de que doctrinas protestantes como "Sola Scriptura", la justificación por la fe o la negación de la infalibilidad eclesial son innovaciones carece de fundamento cuando se examina desde la luz de la Escritura. Estas doctrinas no son invenciones humanas, sino redescubrimientos de las enseñanzas claras de la Palabra de Dios.


Sola Scriptura: Lejos de ser una innovación, es una doctrina profundamente bíblica. La Escritura misma afirma su propia suficiencia: "Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia" (2 Timoteo 3:16). La primacía de la Escritura como norma infalible de fe y práctica no es una invención de la Reforma, sino una verdad que los Apóstoles defendieron desde el principio. De hecho, la Iglesia primitiva se apoyaba en los escritos apostólicos y proféticos como la base autoritativa (Efesios 2:20).

Justificación solo por la fe: Esta doctrina tampoco es una innovación, sino una enseñanza clara y central en las Escrituras. El apóstol Pablo lo expresa con total claridad: "Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley" (Romanos 3:28). La justificación por la fe fue la doctrina redescubierta por la Reforma, pero había sido enseñada por el mismo apóstol Pablo y fundamentada en las Escrituras.


Negación de la infalibilidad eclesial: La negación de la infalibilidad de la Iglesia visible no es un rechazo de la autoridad de la Iglesia, sino una reafirmación de que la Iglesia está sujeta a la Palabra de Dios. Los concilios y las autoridades eclesiásticas son importantes, pero no pueden reclamar infalibilidad, ya que solo Dios, a través de su Palabra, es infalible. En Hechos 17:11, los bereanos fueron elogiados por examinar las Escrituras para verificar si las enseñanzas de Pablo eran verdaderas, lo que implica que incluso los maestros más respetados están sujetos a la evaluación de la Palabra de Dios.


El segundo argumento propuesto sugiere que la infalibilidad eclesial ha sido la creencia constante de la Iglesia y que aparece en las Escrituras. Sin embargo, este punto no se sostiene cuando examinamos los textos bíblicos y la historia de la Iglesia primitiva.

Las Escrituras nunca enseñan explícitamente la infalibilidad de la Iglesia visible o de sus concilios. En lugar de eso, encontramos advertencias sobre la posibilidad de error incluso entre los líderes de la Iglesia. El apóstol Pedro, quien es visto por la tradición católica como el primer papa, cometió un error en Gálatas 2:11-14, cuando Pablo lo reprendió públicamente por su hipocresía. Si Pedro, considerado por muchos como el líder de la Iglesia, podía errar, esto sugiere que la infalibilidad no es inherente a la autoridad eclesiástica.


Además, la historia muestra que la Iglesia ha cometido errores a lo largo del tiempo. Varias decisiones conciliares han sido corregidas posteriormente, lo que pone en duda la idea de una infalibilidad constante. Ya se propuso ejemplos, como el Concilio de Hieria (754) o las controversias internas de los concilios de Constanza y Basilea muestran que la Iglesia visible es falible y está sujeta a correcciones.


En el tercer argumento te refieres a la aceptación de doctrinas “innovadoras” en la nueva alianza, como el bautismo, la Trinidad o la Encarnación, y sugiere que, si aceptamos estas doctrinas, también deberíamos aceptar la infalibilidad de la Iglesia. Sin embargo, hay una diferencia esencial entre las doctrinas mencionadas y la infalibilidad eclesial.

Bautismo, Trinidad y Encarnación: Estas doctrinas no son “innovaciones” en el sentido de ser añadidos extra-bíblicos, sino revelaciones progresivas que están claramente fundadas en las Escrituras. El bautismo fue instituido por Cristo mismo (Mateo 28:19), la doctrina de la Trinidad se deduce de múltiples pasajes bíblicos que muestran la divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28:19, Juan 1:1-14, 2 Corintios 13:14), y la Encarnación es enseñada directamente en las Escrituras (Juan 1:14, Filipenses 2:5-8).


En cambio, la infalibilidad de la Iglesia no tiene un fundamento bíblico sólido. No hay un solo pasaje en las Escrituras que afirme que la Iglesia visible o sus concilios sean infalibles en sus decisiones doctrinales. El hecho de que la Iglesia primitiva no se percibiera a sí misma como infalible refuerza este punto. Además, a lo largo de los siglos, la Iglesia ha cometido errores, ha corregido sus posiciones y ha tenido disputas internas, lo que muestra que la infalibilidad no es una característica de la Iglesia visible.


Finalmente, las doctrinas fundamentales del protestantismo no son innovaciones, sino una recuperación de las enseñanzas bíblicas. La infalibilidad eclesial, por otro lado, no tiene apoyo bíblico explícito y ha sido refutada por la misma historia de la Iglesia. Si bien la Iglesia tiene una autoridad importante como guía en la enseñanza, esa autoridad está siempre subordinada a las Escrituras, que son la única fuente infalible de verdad. La Reforma no innovó, sino que restauró la fidelidad a la Palabra de Dios frente a las tradiciones humanas que se habían desviado de ella.



Dices: "Por otro lado, hasta en la Antigua Alianza, aunque no tuvieran el don de infalibilidad, tenían que los sacerdotes eran los que resolvían las controversias y juzgaban, caso contrario en el protestantismo donde se niega la autoridad de la Iglesia para juzgar.

Por otro lado, no existe eso de que la infalibilidad para resolver controversias doctrinales está "reservada únicamente a las Escrituras".

Eso no aparece en la Escritura. Esto también lo trata Belarmino en la primera Controversia, sobre la Palabra de Dios, libro III, sobre la interpretación de las Escrituras.

Lo único que aparece en la Escritura es que los Apóstoles se reunieron en concilio para tratar la controversia y la resolvieron por su autoridad apelando a la asistencia del Espíritu Santo.

Pero niegas que sea infalibilidad, no porque no se deduzca claramente del texto.

Como alternativa prefieres sostener algo que no aparece en la Escritura, como la idea de que la infalibilidad está reservada únicamente a las Escrituras."


Respondo: Es cierto que en la Antigua Alianza los sacerdotes tenían la autoridad para resolver controversias legales y doctrinales (Deuteronomio 17:8-13). Sin embargo, no niego la necesidad de una autoridad en la Iglesia para guiar y enseñar. Lo que se rechazo es que esta autoridad humana sea infalible.

Recuerda, incluso en el sistema sacerdotal del Antiguo Testamento, no se asumía que los sacerdotes fueran infalibles. Se reconocía que podían cometer errores, y de hecho, la Escritura narra muchos ejemplos de fallas entre los líderes religiosos, incluidos los sacerdotes. Por ejemplo, los hijos de Elí (1 Samuel 2:12-17) y los mismos sacerdotes durante los tiempos de los profetas fueron corregidos por su pecado e idolatría.

De manera similar, en el protestantismo se reconoce la importancia de la autoridad eclesial para guiar y corregir a los creyentes. Sin embargo, esta autoridad es vista como falible, al igual que la de los sacerdotes en la Antigua Alianza. La Iglesia, mientras cumple una función importante de enseñanza y liderazgo, está siempre sujeta a la corrección de la Escritura, que es la única fuente infalible de verdad.


Ahora, el argumento de que la infalibilidad "reservada únicamente a las Escrituras" no aparece en la Biblia debe ser analizado cuidadosamente. La doctrina protestante de "Sola Scriptura" sostiene que las Escrituras son la única fuente infalible de autoridad divina. Si bien la Escritura no usa el término "infalibilidad" de manera explícita para referirse a sí misma, la afirmación de su suficiencia y autoridad suprema es clara en múltiples pasajes.


Realmente, quien tiene la carga de prueba eres tú. Eres tú quien debe demostrar que hay otras fuentes de autoridad infalibles a la par de la escritura.

Con relaciona a Hechos 15, es cierto que los Apóstoles se reunieron en un concilio y resolvieron una controversia doctrinal con la asistencia del Espíritu Santo. Sin embargo, no niego en ningún momento que Dios guíe a su Iglesia mediante el Espíritu Santo. Lo que se argumenta es que esta guía no garantiza infalibilidad perpetua en todas las decisiones conciliares o eclesiásticas.


El concilio de Jerusalén en Hechos 15 fue un evento único en la historia de la Iglesia, donde los Apóstoles, quienes habían sido directamente comisionados por Cristo, resolvieron una controversia doctrinal. Sin embargo, después de la era apostólica, los líderes de la Iglesia no tienen la misma autoridad apostólica ni reciben revelaciones directas de Dios. Los concilios posteriores, aunque importantes, no pueden reclamar la misma autoridad que los Apóstoles, ya que su autoridad está derivada, no directa.


Los protestantes sostenemos que, tras la era apostólica, la Escritura es la única guía infalible para la Iglesia. Si bien los concilios y las decisiones eclesiásticas son valiosas, deben ser evaluadas siempre a la luz de las Escrituras. En otras palabras, los concilios son útiles, pero no infalibles. Repito, la historia muestra que algunos concilios han tomado decisiones equivocadas y, más tarde, fueron corregidos.

Los protestantes creemos que la autoridad de la Iglesia está subordinada a la autoridad de las Escrituras. La Iglesia no tiene la capacidad de declarar nuevas revelaciones o doctrinas infalibles, sino que debe interpretar correctamente lo que ya ha sido revelado en las Escrituras.


La Iglesia es la "columna y baluarte de la verdad" (1 Timoteo 3:15), pero su misión es sostener y proclamar la verdad que ya ha sido revelada en las Escrituras, no inventar o decretar nuevas verdades infalibles. La autoridad de la Iglesia reside en su fidelidad a la Palabra de Dios, no en una infalibilidad inherente.


Dices: "Sobre Lucas 10:16 y Juan 14:16: ¿De dónde sacas que la asistencia del Espíritu Santo está dirigida principalmente a los Apóstoles y no a una jerarquía perpetua?

De nuevo, aquí entra tu concepción protestante, pero que no es eso lo que se deriva de la Escritura; justamente de ella se deriva lo contrario.

La misión de los Apóstoles habría de continuar hasta el fin del mundo, como dice el mismo Cristo. Y dicha asistencia del Espíritu no deja de ser menos necesaria después de los Apóstoles que con ellos.

Además de que esto lo confirma la costumbre de la Iglesia, que se vio en la necesidad de continuar con la hecho por los Apóstoles y convocar concilios.

Y tales versículos se aplicaron como promesas no solo a los Apóstoles, sino a la Iglesia. Por eso se usaron también en los concilios.

Más aún, lo confirma la situación del protestantismo, donde no se pueden ni poner de acuerdo sobre cuestiones principales de la fe porque no tienen ninguna autoridad vinculante que resuelva la cuestión.

Si el Espíritu Santo continúa guiando a los creyentes, por lógica continúa guiando a la Iglesia.

En consecuencia, continúa guiando a sus concilios."


Respondo: En Lucas 10:16, Jesús está hablando específicamente a sus discípulos, enviándolos a predicar el Evangelio. El texto dice: “El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros rechaza, a mí me rechaza.” Este pasaje es una afirmación del envío y la autoridad de los Apóstoles como mensajeros de Cristo, pero no establece necesariamente una infalibilidad o una jerarquía perpetua en el periodo post apostólico.


En el contexto de Juan 14:16, Jesús está hablando a sus discípulos antes de su crucifixión, prometiendo enviarles al Espíritu Santo como Consolador. Esto se cumplió de manera única en Pentecostés (Hechos 2), cuando los Apóstoles recibieron al Espíritu Santo de forma visible y poderosa para iniciar la expansión del Evangelio. Esto fue una asistencia especial dada a los Apóstoles para la fundación de la Iglesia (Edificados el fundamento de los apóstoles y profetas).

Después del periodo fundacional, la guía del E. Santo no es sinónimo de infalibilidad eclesial o "asistencia" especial.

El Espíritu Santo ciertamente sigue guiando a la Iglesia a lo largo del tiempo, pero eso no equivale a una infalibilidad conferida a una estructura jerárquica específica.


En Juan 16:13, Jesús promete que el Espíritu guiará a los creyentes "a toda la verdad". Esta promesa no se refiere a una infalibilidad institucional, sino a la inspiración de los Apóstoles para escribir las Escrituras y al Espíritu que actúa en la vida de todos los creyentes, guiándolos en la verdad de la Palabra de Dios.

Es cierto que Cristo envió a los Apóstoles con la misión de predicar el Evangelio y hacer discípulos de todas las naciones (Mateo 28:19-20). Los Apóstoles tenían una misión única y una autoridad específica dada directamente por Cristo. Sin embargo, no hay evidencia clara en las Escrituras de que esta autoridad apostólica, con todas sus características, fuera transmitida infaliblemente a sus sucesores a lo largo de la historia.

La misión de los Apóstoles incluyó la transmisión de la revelación de Cristo y la fundación de la Iglesia. Una vez que el canon del Nuevo Testamento fue completado, inferimos que la revelación especial concluyó y que las Escrituras son ahora el único testimonio infalible de la enseñanza apostólica. La Iglesia continúa la misión de los Apóstoles, pero su autoridad no es infalible, ya que debe estar siempre sujeta a la autoridad de las Escrituras, que es la voz autorizada de los apóstoles.


Aunque la guía del Espíritu Santo es esencial para la vida de la Iglesia, esto no significa que los líderes de la Iglesia reciban una asistencia infalible. El Espíritu Santo guía a los creyentes en la comprensión y aplicación de las Escrituras, pero la historia muestra que la Iglesia visible ha cometido errores, lo que indica que la infalibilidad no fue transmitida de manera perpetua a una jerarquía institucional.

Los concilios fueron una práctica importante en la historia de la Iglesia primitiva y han jugado un papel significativo en la resolución de controversias doctrinales. Sin embargo, los protestantes no negamos la validez de los concilios en tanto que son medios para deliberar y llegar a conclusiones doctrinales, pero sí cuestionamos la idea de que los concilios sean infalibles.La historia muestra que no todos los concilios fueron correctos o infalibles. La validez de un concilio depende de su conformidad con las Escrituras.


El argumento de que el protestantismo carece de una autoridad vinculante y, por lo tanto, no puede resolver las controversias doctrinales es una simplificación. Los protestantes reconocemos la importancia de la unidad en la fe, pero argumentamos que esta unidad debe estar basada en la verdad revelada en las Escrituras, no en una autoridad humana infalible.


Si bien existen diferencias en las interpretaciones dentro del protestantismo, los protestantes sostenemos que la claridad y suficiencia de las Escrituras permiten que los creyentes lleguen al conocimiento de las verdades esenciales de la fe. La diversidad de opiniones en cuestiones secundarias no significa que las doctrinas fundamentales estén en duda.


En lugar de un magisterio centralizado, muchas denominaciones protestantes tienen confesiones de fe y declaraciones doctrinales que sirven como guías para la enseñanza y la práctica. Aunque estas confesiones no son infalibles, ofrecen un marco claro y basado en las Escrituras para la enseñanza en la Iglesia.



Dices: "Por supuesto, los protestantes argumentan que la Iglesia nunca ha dejado de existir pero no la identifican como una institución visible.

El problema es precisamente ese: esa no es ni la doctrina bíblica ni la doctrina de la Iglesia a lo largo de los siglos. Ni es posible demostrarla a través de la Escritura.

Por otro lado, Cristo no dice que preservará su mensaje a través de las Escrituras, sino que la preservará a través de la Iglesia. Y Pablo dice que es la Iglesia la columna y baluarte de la verdad. Como también dice que a través de la Iglesia se da a conocer la multiforme sabiduría de Dios."


Respondo: Es cierto que los protestantes distinguimos entre la Iglesia visible y la Iglesia invisible. La Iglesia visible incluye las congregaciones locales y denominaciones que vemos hoy, pero la Iglesia invisible está compuesta por todos los verdaderos creyentes en Cristo a lo largo de la historia, independientemente de su afiliación a una institución visible.


Aunque este concepto puede parecer novedoso (según tus palabras), tiene bases bíblicas suficientes. En 2 Timoteo 2:19, Pablo afirma que “el Señor conoce a los que son suyos”, lo que sugiere que no todos los que forman parte de la Iglesia visible son necesariamente parte de la verdadera Iglesia de Cristo. Jesús también enseñó en la parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13:24-30) que habrá mezcla de creyentes y no creyentes en la comunidad visible, pero Dios, en su soberanía, conoce a los verdaderos miembros de su Iglesia.


Estoy de acuerdo en que la Iglesia nunca ha dejado de existir, pero su continuidad no se basa en una institución visible específica. La verdadera Iglesia, el cuerpo de Cristo, ha perseverado a lo largo de los siglos a través de aquellos que permanecen fieles a la Palabra de Dios, incluso si las instituciones visibles han fallado o han caído en error.


El argumento de que Cristo no prometió preservar su mensaje a través de las Escrituras, sino a través de la Iglesia, necesita ser matizado. En Mateo 16:18, cuando Jesús dice: "Edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella", está haciendo una promesa sobre la Iglesia en un sentido más amplio, no necesariamente sobre una jerarquía institucional visible.

Es más, esto es solo una falsa dicotomía, podría decir que Cristo preserva su mensaje a través de su Palabra escrita y a través de su Iglesia. Puedo afirmar que la Escritura es la norma infalible de la verdad divina, y que la Iglesia, tanto visible como invisible, tiene la tarea de proclamar y enseñar esta verdad. En Mateo 24:35, Jesús dice: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán", lo que indica que el mensaje de Cristo perdura, y este mensaje está registrado y preservado en las Escrituras.


Reconozco que la Iglesia tiene la responsabilidad de proclamar y sostener la verdad, pero su autoridad está derivada de la Escritura. Cuando Pablo llama a la Iglesia "columna y baluarte de la verdad" en 1 Timoteo 3:15, no está diciendo que la Iglesia sea la fuente de la verdad, sino que sostiene y proclama la verdad revelada por Dios. La autoridad de la Iglesia está subordinada a la Palabra de Dios.


Es cierto que en el Nuevo Testamento se dice que a través de la Iglesia se da a conocer la multiforme sabiduría de Dios (Efesios 3:10). Sin embargo, esto no implica que la Iglesia sea infalible o que no pueda errar. A lo largo de la historia, la Iglesia ha cometido errores doctrinales y morales, como se ve en los conflictos y divisiones que han surgido, tanto en la Iglesia oriental como en la occidental.

Este pasaje solo enfatiza la labor docente de la iglesia pero para nada está afirmado algún carácter infalible en su labor de enseñar.


El hecho de que la Iglesia sea "columna y baluarte de la verdad" no significa que sea infalible en todas sus decisiones. Los protestantes sostenemos que la Iglesia cumple su misión cuando se mantiene fiel a la Escritura. Si la Iglesia visible se aparta de la verdad de la Palabra de Dios, sigue existiendo la Iglesia invisible, los verdaderos creyentes que perseveran en la fe y la verdad revelada por las Escrituras, lo que Pablo llamaría "un remanente escogido por gracia".


La preservación de la verdad no está garantizada por una institución visible, sino por la obra del Espíritu Santo a través de la Palabra escrita de Dios. Es la Escritura la que contiene y preserva el mensaje de Cristo para todas las generaciones, y es la responsabilidad de la Iglesia, en sus múltiples formas visibles, proclamar esa verdad.




Kevin:

Dices: “los protestantes no niegan que el Espíritu Santo guíe a la Iglesia en los momentos críticos”.

Pero por principio lo niegan, pues los momentos críticos son justamente aquellos en donde se ve comprometido su magisterio y donde enseña de forma vinculante la doctrina definitiva. Y allí los protestantes creen que la Iglesia erró en muchas definiciones porque le niegan la infalibilidad a la Iglesia.

Así con Nicea II, así con Letrán IV, así con Florencia, así con Trento, así con el Vaticano I, donde la Iglesia definió doctrinas que los protestantes rechazan.


Dices: “Los protestantes interpretamos este evento como una intervención única y apostólica, y no necesariamente como una base para sostener la infalibilidad de todos los futuros concilios”.

Y también:

este tipo de autoridad apostólica no se extiende de manera infalible a sus sucesores o a la estructura de la Iglesia a lo largo del tiempo.”


Simple: ¿por qué? ¿Con base a qué suponen eso?

Como ya se dijo, la necesidad de resolver controversias con autoridad no fue algo necesario solo en tiempos apostólicos sino que continuó a lo largo de toda la Iglesia.

Y la Iglesia actuó a lo largo de todos los siglos pretendiendo tener esa infalibilidad.

Por lo cual suponer que Cristo dotó a la Iglesia de una autoridad necesaria que en realidad desaparecería con los Apóstoles es algo que no tiene ningún sentido.

La infalibilidad es una prerrogativa de la Iglesia que existe por su función magisterial. Pero la función magisterial no terminó solo con los Apóstoles, sino que se perpetúa a lo largo de los siglos. Es justamente uno de los oficios del obispo: regir como pastor, santificar como sacerdote y enseñar como maestro o profeta.

Pretender lo que pretenden los protestantes sería tan arbitrario como suponer que ya no se necesita la autoridad de pastor.

La Iglesia a lo largo de todos los siglos necesita ser regida y santificada, y por tanto también enseñada.

Además, cuando Cristo dijo que las puertas del infierno no podrían contra la Iglesia, se refería a que ella no sería vencida por las herejías.

Pero herejías habría siempre. Y la Iglesia tendría que tener autoridad para condenarlas.

Pero ello implica que tiene que poder resolver controversias y condenar herejías con toda su autoridad confirmando a los fieles en la fe.

Ello es necesario en toda la Iglesia, no solo en tiempos de los Apóstoles.

Por tanto, la interpretación protestante flaquea.


Además, dices que muertos los Apóstoles la guía infalible del Espíritu se manifiestan a través de las Escrituras, que son testimonio perfecto y suficiente de la verdad.

perfecto y suficiente”.

Lo cual es falso, porque siempre se generan controversias sobre los significados de la Escritura.

Las diversas herejías surgidas en tiempos de los Apóstoles y la Iglesia primitiva, junto con las herejías posteriores, muestra que la Escritura no es suficiente porque ella no puede resolvernos las controversias.

Todos apelan a la Escritura, todos dicen interpretarla correctamente.

Esto mismo lo trata Belarmino en la primera controversia, sobre la Palabra de Dios, libro III; donde demuestra específicamente que las Escrituras son difíciles de interpretar, que ellas mismas no resuelven las controversias, y que de ello se encarga la Iglesia.

Además, este fue el sentir de la Iglesia postapostólica, donde se hacía hincapié en que había que mantenerse unido a la Iglesia porque ella era la que transmitía la doctrina apostólica.

A la Escritura también apelaban los herejes; y por ello había que escuchar a la Iglesia, aunque la misma Iglesia fundamentara su posición en la Escritura.

Esto lo dicen Ireneo y Cipriano.


Luego dices que algunos concilios no son infalibles, y apelas al concilio de Hieria que condenó el uso de íconos.

Pero los concilios infalibles son los ecuménicos aprobados por el Sumo Pontífice. Hieria no cumple con esto.


Dices que está la cuestión de cómo determinar con certeza cuáles decisiones son infalibles y cuáles no.

Se determina por las expresiones de la declaración, cuando usa expresiones como “Promulgamos, definimos y declaramos, ser dogma de fe divinamente revelado que…”

O así con otras frases semejantes.

Incertidumbre hay poca. Todos pueden ver qué enseña la Iglesia sobre la Trinidad, sobre Cristo, sobre Eclesiología, sobre los Sacramentos y demás. No es difícil ver cuáles son las doctrinas definidas de modo infalible.

Si hay duda sobre tal o cual declaración de tal o cual concilio, eso es una minucia que tratan los expertos y que no llega a casi nadie.


Dices que la incertidumbre aquella es innecesaria si se mantiene que solo las Escrituras son infalibles.

Para empezar, cualquiera podría dudar de cuál es la Escritura, y así se plantea otra vez la incertidumbre.

Además de que ni se pueden poner de acuerdo de cuál es la doctrina: unos dicen una cosa y otros dicen otra. ¿qué incertidumbre se elimina, si al final terminan con una incertidumbre peor?

Porque aún asumiendo incertidumbre sobre qué es definición infalible y que no; está claro que esas minucias no se comparan a las tremendas discrepancias entre protestantes.

No tiene sentido rechazar una incertidumbre menor por otra mayor.


Dices que la Biblia es vista como clara y suficiente para enseñar la doctrina de la fe y la moral.

En efecto, como ves, con la misma Escritura te he mostrado la indefectibilidad y infalibilidad de la Iglesia.

Y con ella misma se podrían mostrar multitud de doctrinas católicas. Pero simplemente, eso sería estar discutiendo y discutiendo, y todos podemos apelar a la Escritura.

Por eso Dios, sapientísimo, estableció la infalibilidad de su Iglesia, para que esta pueda resolver las controversias y los fieles puedan asentir a su enseñanza sin temor a equivocarse.


Dices que los concilios no está garantizado que siempre sean infalibles, porque la Iglesia está compuesta de humanos falibles.

Pero eso es irrelevante, porque la asistencia les viene del cielo, no de ellos mismos.

Es Dios quien los asistencia en atención al bien de las almas, porque quiere que la Iglesia triunfe sobre las puertas del infierno y sea lugar seguro de donde beber las aguas de la recta doctrina.

De modo análogo, las Escrituras fueron escritas por hombres falibles; pero eso no demostraría que las mismas no están libres de error, porque Dios precisamente los asistió con la inspiración para que transmitan la palabra de Dios.

Dices que la historia muestra que las decisiones vinculantes para los fieles han sido revisadas.

En realidad, en la sustancia, no.

Podría ir a analizarse cada caso concreto, pero sería algo de no acabar.


Dices que el peligro de depender de la infalibilidad humana es que se puede cometer error o abuso de poder.

Bueno, un modernista podría decir lo mismo con respecto a creer en la inspiración humana de la Escritura: ¿qué hacemos si, después de todo, la Escritura tiene errores?

Simplemente descartamos las dudas escrupulosas del modernista.

Así como creemos que Dios no erra, precisamente porque creemos eso creemos a su vez que Dios no erra en lo que ha revelado: que su Iglesia es infalible.

Que tú me digas “la infalibilidad humana comete errores” es como que me digas “Dios comete errores”.

Simplemente no es posible, porque no es posible que Dios erre.

Además, sería difícil demostrar que la Iglesia ha errado en el ejercicio de su infalibilidad.

Eso se haría apelando a que tal o cual doctrina definida es errada. Pero, en realidad, como ya dice Santo Tomás: lo que es contrario a la verdad revelada no es demostrable, y por tanto, no puede demostrarse que la Iglesia definió una doctrina falsa. Al fin y al cabo, toda objeción será rebatible.

Del mismo modo, tampoco puede demostrarse que Dios no existe, por más argumento se inventen los ateos, por muy ingeniosos que sean. Al fin y al cabo estarán errados.

Así lo creemos los cristianos, incluso aunque no sepamos responder concretamente a la objeción que nos presente el ateo.

Igual con estos casos: siempre se podrá encontrar la falla en la supuesta impugnación de doctrina definida por la Iglesia.

Y sin analizamos caso por caso, verás que la mayoría de las veces los argumentos no son definitivos para alegar error doctrinal. Esto se puede ejemplificar con cualquier dogma.

Por eso decía yo que no importa cuánto aleguen contra las doctrinas católicas. Al final, no deja de ser una interpretación privada y falible, que nadie tiene por qué elegir por encima de la interpretación pública, infalible y cierta de la Iglesia.


Dices que la autoridad de los concilios no depende de su infalibilidad, sino de la conformidad con las Escrituras.

Pero ahí no te das cuenta que no estás dando autoridad a los concilios. No tomas a los concilios como jueces de las controversias, sino que te eriges tú mismo en juez, y vas tomando o rechazando concilios según se ajustan a lo que tú privadamente interpretas de las Escrituras según la posición que hayas tomado en tal o cual controversia.


Como eres trinitario, aceptas Nicea I y Constantinopla I.

Como eres iconoclasta, rechazas Nicea II.

Como no crees en la Transubstanciación, rechazas Letran IV.


Eso es ir eligiendo según te conviene o no, y es hacer superfluos los concilios.

Pero es lo que ya te dije: ¿para qué apelar a un concilio, en primer lugar, si no tiene más autoridad que la que puede tener cualquier persona interpretando privadamente la Escrituras?

Tiene tanto valor a como que tú y yo nos reunamos y proclamemos algo.

Y como dice Belarmino: cualquier hereje podría decir que tal o cual concilio se equivocó.


¿Quién determina si un concilio se alinea o no con las enseñanzas bíblicas?

¿Tú vas a juzgar a los jueces y maestros de la Iglesia?

¿Con base a qué? ¿Apelando a las Escrituras?

¿Y por qué la Iglesia debería seguir tu interpretación en vez del juicio que proclamó públicamente a través de sus pastores reunidos en concilio?

¿A través de quién dijo Cristo que iba a hablar, a través de personas privadas o a través de sus pastores?

Por supuesto, tú crees tener la verdad y por tanto no te ves a ti mismo como juez privado, sino que piensas que lo que tú sostienes es, en realidad, lo que enseña la Escritura.


Como ves, la simple necesidad descarta lo que estás planteando y nos lleva a sostener la posición católica como la mas coherente y, de hecho, la más bíblica.

Al contrario, de lo que planteas, como es la Iglesia la que goza de infalibilidad y a través de ella Cristo enseña, hemos de suponer que se cumple la condición de que el concilio se alinea con las enseñanzas bíblicas.

La infalibilidad de la Iglesia debe llevamos a suponer aquello; y no negar, por nuestra interpretación y juicio privados, que la Iglesia ha ido en contra de las enseñanzas bíblicas.



Luego, dices que la oposición de los herejes no invalida la verdad de las conclusiones de los concilios, ya que dichas herejías se refutaron con base en la Escritura.

Pero ahí es no distinguir la definición de la Iglesia con su autoridad, de las bases o argumentos en los que basa esa definición.

En Nicea se define la doctrina con la autoridad, aunque evidentemente se fundamenten en argumentos tomados de la Escritura.

Todo concilio apela a razones y argumentos de la Escritura. Pero define con su autoridad.

Es justamente la definición de la Iglesia garantiza que la misma está en concordancia con la Escritura.


Dices que el argumento de que sin la infalibilidad de los concilios las herejías podrían salir de la duda asume que la única manera de evitar las herejías es mediante la autoridad conciliar infalible.

No, no asume que es la única manera. Pero sí demuestra que, por lo menos, es de las mejores y gracias a ella que se evita la confusión doctrinal y se alcanza la uniformidad. Una vez que se niega tal principio, se cae fácilmente en aquello.

Ya ves cómo los protestantes están todos divididos entre sí, porque su propia concepción les lleva a ello. Mientras tanto, los católicos someten su juicio a la Iglesia, y por ello han podido mantener mejor la unidad.

La realidad de esto está a la vista.


Otra vez, no puede apelarse a la claridad y suficiencia de las Escrituras para resolver controversias, porque ni siquiera ustedes mismos se ponen de acuerdo en doctrinas fundamentales.

No pueden ni celebrar juntos la Eucaristía (el signo de unidad) porque tienen distintas interpretaciones.

No se ponen de acuerdo sobre la naturaleza del bautismo.

Dices que al final si las decisiones de un concilio no están firmemente ancladas en la Escritura, entonces una declaración infalible no tendrá peso.

Pero esa es la cuestión: ¿quién juzga si una decisión conciliar está anclada en la Escritura con suficiencia o no?

¿Tú? ¿Yo? ¿El pastor Bob? ¿Quién lo juzga?

Si va a ser mero juicio privado, ¿para qué convocar un concilio en primer lugar?

Como la Iglesia es infalible (como ya se vio), se sigue que su decisión está firmemente anclada en la Escritura, y así ha de creerse porque Dios no miente, y Él nos dio una Iglesia infalible.

Por tanto, el juicio privado debe dar paso a la humildad y someterse humildemente reconociendo que más sabia y grande es la Iglesia del mismo Dios, que es Madre y Maestra.

Es obvio que contra los herejes pueden apelarse versículos.

Pero, hermano, todo el mundo puede apelar versículos.


Como ves, yo te mostré cómo la Iglesia es infalible según la Escritura y, sin embargo, tú aún no lo ves.

Del mismo modo, podría mostrarte versículos que enseñan la Presencia Real y, seguro, tampoco lo crees.

Todo el mundo apela a citas de la Escritura. Nadie cree algo gratuitamente.

Pero ese es el punto. Si todos apelamos a la Escritura, el juez de la controversia tiene que ser alguien ajeno a la Escritura.

Y es necesario que su autoridad sea infalible, pues justamente buscamos la seguridad ante la controversia.


Dices que la verdad fue preservada no por la infalibilidad, sino porque el Espíritu Santo ha guiado a la Iglesia a través de las Escrituras.

Pero, estimado, Dios prometió el Espíritu Santo no para que esté contenida en la Escritura, porque cualquiera puede interpretarla de cualquier manera. La Escritura misma necesita intérprete.

Por eso la Escritura misma dice que la columna y baluarte de la verdad es la Iglesia; que en ella se da a conocer la multiforme sabiduría de Dios.

Por ello Cristo mismo otorgó el Espíritu Santo a personas, a sus Apóstoles; no les entregó meramente el Antiguo Testamento y les dijo que la guía está allí; sino que les dijo que el Espíritu les enseñaría todo lo que debería, que los llevaría a la verdad plena y que hablaría por ellos.

Y esto efectivamente se cumplió cuando enseñaron magisterialmente en concilio.


Dices que no se necesita una autoridad conciliar infalible para proteger la verdad.

Sin embargo, la misma Escritura muestra como eso no es tal. Por algo los Apóstoles se reunieron en concilio. Por algo Cristo dio la autoridad de atar y desatar.

Además, la misma experiencia muestra lo contrario: las herejías fueron derrocadas por ser denunciadas en concilio, y muchos fieles han visto confirmada su fe por la definición infalible de la Iglesia. Mientras tanto, los protestantes viven en un mar de anarquía doctrinal por no poder zanjar sus discrepancias doctrinales entre sí y con nosotros.


PD: No vi el primer comentario, el que empieza sobre la Iglesia.

Así que lo respondo aquí a lo último.

Por supuesto que hay una realidad espiritual más allá de la visibilidad de la Iglesia.

Por eso se puede pertenecer al alma de la Iglesia y al cuerpo de la Iglesia.

Por eso se puede no pertenecer en espíritu a la Iglesia pero sí al cuerpo de la Iglesia.

Pero, como se dijo, la Iglesia no está conformada solo de elementos invisibles o espirituales, sino de elementos visibles. La Iglesia no es solo espiritual sino visible.

Esto no es algo que dice solo Unitatis Redintegratio, se dice ya desde antes, como ya señala San Roberto Belarmino.

Los católicos no negamos el primer aspecto, pero los protestantes por necesidad sí niegan el segundo.


Ahora, no basta que la Iglesia sea también espiritual para pensar que ahí terminó todo.

Porque no es eso lo único que dice la Escritura sobre la Iglesia. Ella enseña específicamente que es una sociedad visible, que se entra y se sale de ella por actos externos, como el bautismo en un caso o la excomunión en el otro.


Dices que los judíos también son una sociedad visible, que también tenían un rol magisterial, pero que eso no significa que se autopercibían infalibles.

Los judíos no son equiparables en esto al cristianismo, porque el cristianismo es superior y distinto.

Esto ya lo decía Belarmino, en de Los Concilios, libro II, cap. VI:

La Iglesia tiene promesas de Dios más ciertas y mayores que la Sinagoga. Porque nunca hemos leído sobre la Sinagoga lo que Cristo dice sobre la Iglesia en Mateo 16:15: “Sobre esta roca edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”. Ni lo que dice el Apóstol en 1 Timoteo 3:15, que es columna y firmamento de la verdad. Tampoco se escribió sobre Caifás, sino sobre Pedro: “He orado por ti para que tu fe no falle” (Lucas 22:32).


Por otro lado, distingamos la indefectibilidad de la infalibilidad.

La infalibilidad es una prerrogativa sobrenatural que implica una asistencia divina que libra del error.

La indefectibilidad, en cambio, es un atributo por el cual la Iglesia existirá siempre y no tendrá ningún cambio sustancial.

Esa distinción nosotros la hacemos. Por eso señalé precisamente indefectibilidad e infalibilidad como dos cosas distintas.

Cuando decimos que la Iglesia es visible y jerárquica, es para mostrar que la Iglesia indefectible, aquella que existirá siempre, es una que tiene dicha naturaleza.


Ahora, como ya dije, el argumento sobre que Cristo estableció una Iglesia jerárquica unida por la fe, el culto y la jerarquía, es para mostrar que la Iglesia es visible.

Y como la Iglesia es visible, necesariamente la indefectibilidad debe referir a la Iglesia tal cual es: visible.

En consecuencia, la Iglesia de Cristo es una sola, y es la que está visiblemente en los siglos I, II, III, IV, V… X, XI, XII… XIX, XX, XXI.

Y claramente, como es visible e indefectible, perpetua, solo puede ser una sola de entre todas las que hay.

Ninguna protestante puede ser, evidentemente, porque surgieron mucho después.


Tú, como protestante, quieres aplicar el paradigma judío de no tener un magisterio infalible aunque la Iglesia visible no sea importante en sus decisiones.

Pero los protestantes ni siquiera pertenecen a esa Iglesia visible. Están separados de ella, como los samaritanos estaban estaban separados del judaísmo.

Además, hay razones que pueden llevar a explicar porqué no era necesario el magisterio judío sea infalible mientras que el cristiano sí.

Los judíos tenían una revelación incompleta, mientras que el cristianismo tiene una revelación completa y cerrada.

Los judíos apenas tenían doctrinas, muy básicas y elementales; los cristianos, en cambio, tenemos una revelación completa y muchas doctrinas elevadas que hasta son difíciles de comprender, y en las que es muy fácil errar.

Los judíos eran apenas un pueblo, que necesitaba más de determinar cuestiones legales que doctrinales; los cristianos, en cambio estamos extendidos por todo el orbe y necesitamos tener definidas cuestiones doctrinales.

Los judíos apenas tuvieron herejías, lo mayor que necesitaban enfrentar era la idolatría; los cristianos, en cambio, debemos enfrentar siempre herejías y siempre más sutiles.


Dices que en Mateo 16:18 se habla de que la fe de la Iglesia, y no su estructura visible, será preservada.

Otra vez: ahí no se habla de la “fe de la Iglesia”, sino de la Iglesia misma. Es decir, la comunidad, en unión con sus pastores, profesando la fe y con un solo culto. Será la fe de la Iglesia, cuando mucho, en tanto realmente existente y profesada por la Iglesia, realmente existente y visible.

Pero eso solo confirma que la fe creída a lo largo de todos los siglos por la Iglesia es verdadera, porque su fe no puede tener cambio sustancial; pero los protestantes no la aceptan porque niegan multitud de doctrinas creídas por la Iglesia.

Por otro lado, no es asemejable al caso de la destrucción del Templo con los judíos, porque un templo no es la substancia de la religión. Los judíos siguieron existiendo, como siguieron existiendo unidos por la misma fe y un mismo culto en lo que pudieron (guardando el sábado, practicando la circuncisión y celebrando sus fiestas).


Si el cristianismo existe a pesar de los fallos y corrupciones de las estructuras humanas visibles, entonces habrían de someterse a los pastores legítimos de la Iglesia.

¿Cuáles son?

Incluso aunque les nieguen la infalibilidad, no por eso le negarán su episcopado, y la licitud de mandar aquellas cosas lícitas que entran dentro de su competencia, como lo que compete a las funciones de regir y santificar.

Hasta Cristo mandó a ofrecer a los sacerdotes, y mandó a obedecer a los que se sientan en la cátedra de Moisés; y hasta Dios dio el don de profecía a Caifás, a pesar de su maldad.

Pero no es eso lo que hacen los protestantes. Se han erigido nuevos episcopados ajenos a la cátedra de Pedro de la que brota la unidad del sacerdocio y actúan como si el episcopado original no existiera y no les debieran ninguna obediencia.

Pero además, no tiene sentido querer traer los fallos de los judíos, porque estos no eran infalibles.

Y que estos no fueran infalibles no demuestra que la Iglesia no sea infalible.

Podían errar, como pueden errar los teólogos católicos o como erran los pastores en sus decisiones donde no comprometen la infalibilidad, o como erraron los Padres de la Iglesia.


PD x2: Ahora me aparecen otros comentarios.

Pero qué mala configuración.

Bueno, los debo responder aquí.


Dices que el argumento de que la Iglesia necesita ser infalible para cumplir su función de enseñar y resolver controversias es cuestionable, porque no requiere infalibilidad sino fidelidad a las Escrituras.

Otra vez: Eso es erigirse en juez privado sobre quién es o no fiel a las Escrituras.

Estás ignorando que el atributo de la infalibilidad justamente existe para evitar lo que precisamente estás alegando. Que cada cual se alce contra la autoridad alegando que no han sido fieles a la Escritura.


Luego, no sé en qué sentido dices que la Iglesia ha cometido errores y los ha corregido.

Los pastores cometiendo pecados, sí.

Pero eso no tiene nada que ver con la infalibilidad.

En sus definiciones infalibles no ha cometido erroores.


La comparación con el judaismo ya la he respondido.


Luego, que se afirme que la Escritura tiene precedencia sobre los concilios no es quitar necesidad al magisterio infalible.

De una cosa no se sigue la otra.


Sí, la función de la Iglesia es declarar y enseñar lo que la Escritura ya revela. Pero precisamente, lo hace de modo infalible para que se pueda asentir firmemente a la revelación en caso de controversia.

Por lo que de la superioridad de la Escritura no se deduce la no necesidad del magisterio.


Luego, por supuesto que los concilios hacen una labor interpretativa. Pero, justamente, con la asistencia del Espíritu Santo, mediante una asistencia especial que es el don de infalibilidad.

No puedes querer ver en Belarmino lo contrario a lo que él mismo está defendiendo.


Cristian, mientras voy respondiendo pareciera que tus comentarios los hubieses sacado de ChatGPT.

No sé si es tu modo de escribir o qué, pero paree muy robotizado. (?)


Luego, dices que las doctrinas protestantes como la Sola Escritura, la justificación solo por la fe o la negación de la infalibilidad eclesial no son innovaciones que carecen de fundamento, sino enseñanzas que están en la Escritura.

Cristian, contala como quieras. Pero la realidad esas doctrinas no eran creídas por la Iglesia y son, en realidad, inventos protestantes.


Dices que vayamos a la Escritura, pero ni siquiera me puedes demostrar que la Iglesia no sea infalible.

Sobre la Sola Escritura, apelas a 2 Timoteo 3:16.

Pero es fácil darse cuenta de la distinción entre “Toda Escritura es inspirada y útil para enseñar” a “La revelación solo se encuentra como fuente en la Escritura”.

Una cosa no es la otra.

Tampoco es lo mismo que la Escritura sea norma infalible de fe y práctica, a que SOLO la Escritura sea norma infalible de fe y práctica.

Como ves. No pudiste fundamentar esta doctrina, y este es casi el único versículo que existe a su favor.


En la justificación solo por la fe.

Apelas a Romanos 3:28, pero ahí el Apóstol en ningún momento dice que somos justificados “solo por la fe”, sino “por la fe sin las obras de la ley”, y se refiere a las obras de la ley mosaica. Y en efecto, es doctrina católica que no podemos salvamos por las obras de la ley mosaica.

Tú mismo, por otro lado, estás diciendo que esta doctrina fue “redescubierta por la Reforma”.

Lo que es una forma mas bonita de decir que es una innovación protestante que no se creyó en la Iglesia.

Otra vez, se falla en demostrar esta doctrina.


Negación de la infalibilidad eclesial:

No es meramente decir que la Iglesia está sujeta a la palabra de Dios, como afirmas; sino que es negar que la Iglesia tenga autoridad para definir de forma vinculante cuestiones de fe con la asistencia especial de Dios para no errar.

Citas Hechos 17:11, de que se elogia a quien examina las Escrituras para verificar enseñanzas.

Pero esto ya lo responde Belarmino, en De La Palabra de Dios, libro III, cap. X. Lo cito extensamente:

El séptimo argumento está en Hechos 17:1-16. Los bereanos examinaron las Escrituras para ver si concordaban con lo que predicaba Pablo. Porque si se les permitió a aquellos hombres, que sin duda eran laicos, examinar las palabras de Pablo, ¿por qué no se nos permite a nosotros examinar las palabras del Papa y de los Concilios?

Respondo: aunque Pablo era apóstol y no podía predicar doctrinas falsas, sin embargo, al principio los bereanos no estaban seguros y estaban obligados a creer inmediatamente, a menos que vieran primero milagros u otras razones probables para creer. Por lo tanto, cuando Pablo les demostró que Cristo era el cumplimiento de los oráculos de los profetas, con razón buscaron en las Escrituras para ver si eso era verdad. Pero los cristianos, que están seguros de que la Iglesia no puede equivocarse al explicar la doctrina de la fe, están obligados a recibirla y no tener dudas sobre si es verdadera o no. Añado también que, aunque un hereje peca al dudar de la autoridad de la Iglesia, en la que nació de nuevo por el bautismo, la condición del hereje, que en un tiempo profesó la fe, no es la misma que la del judío o pagano que nunca fue cristiano; Sin embargo, dada esta duda y este pecado, no obra mal buscando y examinando si los pasajes de la Escritura y de los Padres citados por el Concilio de Trento son realmente convincentes, con tal que lo haga con la intención de encontrar la verdad y no de hacer falsas acusaciones. En efecto, debe aceptar la enseñanza de la Iglesia sin ponerla a prueba; sin embargo, es mejor que examinándola se prepare para la verdad, que descuidándola permanezca en sus tinieblas.”

Hasta ahí Belarmino.


Luego, el otro argumento es que Pedro cometió error, y se cita Gálatas 2:11-14, cuando Pablo lo reprendió públicamente.

Pero en teología catolica esto se sabe y no compromete en nada la infalibilidad de Pedro, porque el Papa es infalible cuando enseña ex-cathedra, no en todo lo que hace o dice.

Y aquí Pedro no estaba ejerciendo su ejercicio magisterial.

Por eso esto queda como un ejemplo para mostrar cómo los inferiores pueden ser reprendidos por los superiores.

Eso también lo responde Belarmino en la controversia sobre el Sumo Pontífice, Libro I.


Otra vez sobre lo del concilio de Hieria. Este ni siquiera es un concilio válido.

Algo similar puede alegarse sobre Constanza y Basilea, como hace Belarmino en sobre los Concilios.

Como ves, ninguno de los argumentos que alegaste sirvió para sustentar tus doctrinas innovadoras.


Dices, por otro lado, que el bautismo, la Trinidad, la Encarnación y demás no son como la infalibilidad de la Iglesia, porque aquellas no son innovaciones sino revelaciones progresivas fundadas en la Escritura.

¡Pues mira qué gracioso!

La infalibilidad de la Iglesia lo mismo, como ya he mostrado.

Puedes citar todos los versículos que gustes sobre aquellas doctrinas; yo hice lo mismo con la Infalibilidad.


Dices que el hecho de que la Iglesia primitiva no se percibiera como infalible, refuerza ese punto.

¿Qué?

Ireneo y Cipriano creen en la indefectibilidad de la Iglesia, de la que se deriva también su infalibilidad.

¿Y por qué reduces la vinculación a la Iglesia primitiva? Los Padres postnicenos también lo afirman.


Amigo, ya entiendo que tú aceptas la necesidad de una autoridad para guiar y enseñar pero que rechaces que sea infalible.

Pero no estás dando, hasta ahora, argumentos para demostrar tu punto.


Luego, dices que incluso en el A.T. no se asumía que los sacerdotes no podían cometer errores, sino que de ello fallaban, y hasta los hijos de Elí fueron corregidos por sus pecados e idolatría.

Otra vez: irrelevante a la cuestión, porque nadie pretende que los sacerdotes del A.T. gozaban de infalibilidad. Y de ello no se puede deducir que en el N.T. la Iglesia no goce de ella.

Y por otro lado, además es irrelevante, porque la infalibilidad no implica impecabilidad.

Hasta el Papa puede pecar de idolatría e incluso herejía, y por ello podría ser depuesto.

Eso no afecta en la infalibilidad.


Amigo, a mí no me engañas jajajaaj

Estás usando ChatGPT. No es posible que seas tú el que escriba así XD


Por mi parte, yo ta mostré que la Iglesia es infalible. Y fui respondiendo tus objeciones, que claramente no pueden contrarrestarlo.


Sobre Hechos 15, otra vez solo vuelves a decir gratuitamente que fue un evento único en la Historia.


Y otra vez vuelves a decir gratuitamente que los líderes de la Iglesia postapostólica no tienen la misma autoridad.

¿Con base a qué? A nada, a tu mero juicio privado por el mero hecho de que no quieres aceptar la infalibilidad de la Iglesia.

Tú te pones como juez por encima de toda la Iglesia.


Los concilios posteriores no pueden reclamar la misma autoridad que los Apóstoles, ya que su autoridad está derivada, no directa”.

¿Y ese argumento lo sacas de….?

Ningún lado. Improvisación del momento; distinción ad hoc que te inventas.


Derivada, no directa”.

¿Podrías explicas cómo fundamentas esto?

Porque de ello no se deduce en ningún momento que los Apóstoles eran infalibles pero la Iglesia posterior no.


Dices: “La Iglesia no tiene capacidad de declarar nuevas revelaciones”

Y nadie dice que tiene esa autoridad. Eso es un hombre de paja de lo que es la infalibilidad.


Y continúas: “Sino que debe interpretar correctamente lo que ya ha sido revelado en las Escrituras”.

Precisamente. Y para ello Dios le otorgó el atributo de infalibilidad. Que es el punto en cuestión.


Dices que la Iglesia es columna y baluarte de la verdad porque su misión es sostener y proclamar la verdad ya revelada.

¡Precisamente!

Y lo hace no solo mediante la predicación y mediante la enseñanza, sino en el ejercicio de su magisterio proclamando con su autoridad cuál es la verdad revelada y condenando las herejías, con una asistencia del Espíritu Santo para no errar.

Lo que dices en ningún momento niega la infalibilidad. Justamente, tu afirmación es que da pie a ello.


Sobre Lucas 10:16 dices que Jesús habla específicamente a sus discípulos.

Mi amigo, las cosas que dice Jesús o en general la Escritura veces se aplican a alguien en concreto, pero se aplican también a otros.

Así, Jesús le dice a sus Apóstoles: “a quienes perdonen los pecados, les quedarán perdonados”.

Como también: “todo lo que aten en la tierra, atado será en el cielo”.

Se lo dice específicamente a ellos, pero se los dice en función de un oficio que les da, que no ha de morir con ellos sino que perdurará en sus sucesores. Por eso aquellas palabras también aplica a ellos.

Del mismo modo, cuando Jesús les dice: “Id por toda la tierra, haced discípulos a todas las gentes… yo estoy con ustedes todos los días”.

Se lo dice específicamente a sus discípulos concretos, a los doce. Pero lo dice en virtud del oficio, el cual ha de durar “hasta el fin del mundo”.

Por tanto, se lo dice a ellos y a sus sucesores.

Lo mismo aquí en Lucas 10:16, como en Juan 14:16.

Por lógica, aplica a ellos y a sus sucesores. Porque además compete a la función de enseñanza y pastoreo, que Cristo dio no solo a sus Apóstoles sino a ellos y sus sucesores.

Así que con toda justicia tales versículos se aplican a sus sucesores.

No puedes decir que la asistencia del Espíritu Santo a los Apóstoles fue algo especial para la edificación de la Iglesia pero que luego de ellos ya no es necesario, porque como ves por Hechos 15, la asistencia del Espíritu era necesaria para resolver controversias con toda autoridad.

Y vuelvo a preguntar, entonces: ¿hubo o no hubo controversias luego de la muerte de los Apóstoles? ¿Se necesitó o no se necesitó la autoridad definitiva del magisterio de la Iglesia?

Sorpresa: ¡Sí!

Por tanto, tus respuestas no están siendo convincentes.


Luego, dices que en Juan 16:13 Jesús promete el Espíritu que guiará “a toda la verdad” y que no se refiere a la infalibilidad institucional, sino a la inspiración de los Apóstoles para escribir las Escrituras.

Simple: ¿De dónde sacas que no se refiere a la infalibilidad?

De ningún lado. Lo asumes privadamente porque tú personalmente no crees en la infalibilidad.

¿Pero qué garantía hay de que tu respuesta es la correcta? Hasta ahora, ninguna. De hecho, todos los indicios indican que tu interpretación está equivocada.


Luego, tú dices que no existe una evidencia clara de que la autoridad apostólica, “con todas sus características, fuera transmitida infaliblemente a sus sucesores a lo largo de la Historia”.

Amigo, de lo que no hay evidencia clara es tu afirmación de que aquella prerrogativa específica no se transmitiera.

No puedes demostrar de ninguna manera, por la Escritura, que aquella no deba permanecer.

Al contrario, todo lo que hemos visto hasta ahora van en contra de tu suposición..


Dices:

La misión de los Apóstoles incluyó la transmisión de la revelación de Cristo y la fundación de la Iglesia. Una vez que el canon del Nuevo Testamento fue completado, inferimos que la revelación especial concluyó y que las Escrituras son ahora el único testimonio infalible de la enseñanza apostólica”


A ver, a ver, a ver.

Una cosa es recibir la revelación y el poder redactar Escritura Sagrada.

Otra es el atributo de infalibilidad.

Que los primeros terminaran no se deduce que lo segundo terminara. Como no deducimos que se terminara el pastoreo, el poder de las llaves, dones como el de curación, los exorcismos y demás.

De una cosa no se sigue la otra, y no puedes simplemente asumir lo que debes demostrar.

El hecho de que la revelación haya terminado no se infiere que no haya una autoridad infalible que nos determine qué enseña la Escritura.


Dices que en 2 Timoteo 2:19 Pablo afirma que el Señor conoce a los que son suyos, lo que sugiere que no todos los que forman parte de la Iglesia visible son necesariamente parte de la verdadera Iglesia.


Otra vez: distingamos.

En efecto, no todos los que están dentro de la Iglesia visible forman parte necesariamente de la Iglesia “espiritual”. Pero eso no significa que no forman parte de la “verdadera Iglesia”, porque la Iglesia visible no deja de ser la verdadera Iglesia.

Los que están en la Iglesia visible y son malvados o no están en gracia de Dios, pertenecen a la Iglesia. Y si son autoridades, tienen verdadera autoridad legítima y son verdaderos pastores. E incluso así, como malos pastores, pueden celebrar los sacramentos válidamente; e incluso, si es el Papa, no pierde su autoridad.

Hasta los herejes ocultos forman parte de la Iglesia.

Pero, otra vez, eso no niega que la Iglesia sea también visible.


Eso de que la continuidad de la Iglesia no se basa en la continuidad de una Iglesia visible es invento protestante.

La Iglesia no se puede separar de una Iglesia visible, porque la visibilidad es un atributo esencial, intrínseco, y no extrínseco y accidental, de la Iglesia de Cristo.

Este es el punto que no entienden los protestantes.


Sobre Mateo 16:18 no puedes decir que Cristo promete la indefectibilidad a la Iglesia “en un sentido más amplio” por el simple hecho de que esa concepción no es de la Escritura, sino de los protestantes del siglo XVI.

La Iglesia es entendida como la asamblea de Dios, con sus pastores, en su constitución esencial. Y por tanto, la Iglesia que no puede desaparecer es una Iglesia visible, identificable, única, a lo largo de la Historia.

Tendrías algún motivo para dudar si no hubiese a lo largo de la Historia justamente esa Iglesia visible que perdura a lo largo de los siglos. Pero justamente esa Iglesia sí existe y es la Iglesia Católica.


Te ves obligado a negar esta interpretación no porque lo que sostienes se derive de la Escritura, sino porque aceptar esto es aceptar que la Iglesia de Cristo es la Iglesia Católica.




Cristian:


Dices “Pero por principio lo niegan (El actuar del E. Santo en los concilios), pues los momentos críticos son justamente aquellos en donde se ve comprometido su magisterio y donde enseña de forma vinculante la doctrina definitiva. Y allí los protestantes creen que la Iglesia erró en muchas definiciones porque le niegan la infalibilidad a la Iglesia.

Así con Nicea II, así con Letrán IV, así con Florencia, así con Trento, así con el Vaticano I, donde la Iglesia definió doctrinas que los protestantes rechazan.”


Respondo: Cuando los católicos afirman que el Espíritu Santo actúa infaliblemente en los concilios, especialmente en los "momentos críticos" donde se define doctrina de manera vinculante, surge la cuestión de qué se entiende por “momentos críticos”. Este concepto es ambiguo porque no queda claro por qué ciertos concilios o decisiones eclesiásticas son considerados momentos especiales de infalibilidad mientras que otros no lo son. La historia de la Iglesia está llena de decisiones y controversias, muchas de las cuales han sido corregidas o revisadas. Si se alega que el Espíritu Santo garantiza infalibilidad solo en ciertos concilios, es legítimo preguntar qué criterios determinan cuándo la Iglesia está actuando infaliblemente y cuándo no, es más, me gustaría saber en que “concilio” infalible se determinó que concilios son infalibles y cuáles no.


Repito, a lo largo de la historia, ha habido decisiones conciliares que más tarde fueron cuestionadas o rechazadas por la misma Iglesia. Por ejemplo, el Concilio de Hieria (754) condenó el uso de íconos, pero esta decisión fue revocada en el Segundo Concilio de Nicea (787). Este tipo de ejemplos plantea dudas sobre la consistencia y la claridad de cuándo la Iglesia está actuando infaliblemente.

Uno de los ejemplos más claros de cómo la Iglesia Católica ha definido doctrinas vinculantes basadas en ideas extrabíblicas es el dogma de la Asunción de María, un dogma que no veo que surja de un “momentos críticos” proclamado por el Papa Pío XII en 1950. Este dogma establece que María fue asunta al cielo en cuerpo y alma, y se requiere que TODO HOMBRE LO CREA como parte de la fe, pues tiene implicaciones para la salvación.

¿En serio crees que esto deba ser creído por todo hombre de forma vinculante, pues de lo contrario se pone en duda su salvación?


El problema para los protestantes es que esta enseñanza no tiene base clara en la Biblia (También en gran parte del periodo patrístico). No hay ninguna referencia explícita en las Escrituras sobre la Asunción de María, lo que demuestra que la Iglesia Católica ha recurrido a tradiciones extrabíblicas para definir doctrinas vinculantes. Este es un claro ejemplo de cómo la Iglesia ha impuesto creencias que no están fundamentadas en la revelación bíblica, haciendo que la adhesión a estas enseñanzas sea necesaria para la salvación según su teología.


El dogma de la Asunción de María es más problemático aun cuando se impone como necesario para la salvación. Según tú iglesia, los fieles deben aceptar este dogma para estar en plena comunión con la Iglesia y, en última instancia, ser salvos. Esto plantea una preocupación seria desde la perspectiva protestante, ya que implica que la salvación depende de creer en doctrinas que no están claramente enseñadas en la Palabra de Dios.

Este es un ejemplo concreto de cómo el catolicismo añade a la fe bíblica. la Biblia es clara en que la salvación es por gracia, mediante la fe en Cristo (Efesios 2:8-9), y que la Escritura es suficiente para enseñar todo lo necesario para la vida y la piedad (Juan 20:31). Añadir doctrinas extrabíblicas como la Asunción de María como requisito para la salvación es visto como una desviación de la simplicidad del Evangelio.


Además, el rechazo de concilios como Nicea II, Letrán IV, Florencia, Trento y Vaticano I por parte de los protestantes no es un rechazo del concepto de concilios o de la importancia de la autoridad en la Iglesia, sino una resistencia a la imposición de doctrinas que no tienen un fundamento claro en la Escritura. Estos concilios, en muchos casos, introdujeron dogmas que los protestantes consideran añadidos humanos que no reflejan la enseñanza bíblica.


Los protestantes rechazan las conclusiones Nicea II sobre la veneración de imágenes e íconos, ya que las Escrituras son claras en la prohibición de la idolatría (Éxodo 20:4-5). Aunque el concilio intentaba diferenciar entre veneración y adoración, la práctica se percibe como un alejamiento de la pureza de la adoración cristocéntrica.


El dogma de la infalibilidad papal, definido en el Concilio Vaticano I, es otro ejemplo de una enseñanza que los protestantes y ortodoxos rechazamos so razón de ser extrabíblica. La infalibilidad del papa no tiene un respaldo claro en las Escrituras, además, este dogma fue impuesto como vinculante para todos los creyentes, añadiendo un peso innecesario a la fe cristiana.


Dices: “Como ya se dijo, la necesidad de resolver controversias con autoridad no fue algo necesario solo en tiempos apostólicos sino que continuó a lo largo de toda la Iglesia. Y la Iglesia actuó a lo largo de todos los siglos pretendiendo tener esa infalibilidad. Por lo cual suponer que Cristo dotó a la Iglesia de una autoridad necesaria que en realidad desaparecería con los Apóstoles es algo que no tiene ningún sentido.”


Respondo: Es cierto que la Iglesia, al igual que cualquier comunidad religiosa, necesita una estructura de autoridad para resolver controversias doctrinales y disciplinarias. Sin embargo, la necesidad de resolver controversias no implica automáticamente que la Iglesia sea infalible. La resolución de disputas no requiere una garantía de que cada decisión sea libre de error; simplemente requiere un proceso de toma de decisiones guiado por la Escritura y la sabiduría colectiva de los líderes de la Iglesia.

Para ilustrar esta idea, podemos utilizar una analogía. Ambos estamos de acuerdo que es necesario que los seres humanos crean en Dios para ser salvos, pero eso no implica que NECESARIAMENTE Dios deba manifestarse personalmente a cada ser humano y decirle: "Cree en mí". De la misma manera, el hecho de que la Iglesia necesite resolver controversias no implica que NECESARIAMENTE deba gozar de un carisma de infalibilidad. La autoridad eclesiástica puede cumplir su función sin poseer infalibilidad. Los seres humanos pueden llegar al conocimiento de la verdad de forma legítima a través de la revelación escrita (las Escrituras), la razón, la experiencia, etc.

No toda necesidad genera una particularidad específica: El argumento de que la necesidad de la Iglesia de resolver controversias doctrinales implica que deba ser infalible es un salto ilógico. La necesidad X de resolver problemas doctrinales no conduce automáticamente a la particularidad Y de la infalibilidad.


Repito el caso Judío, pues en el judaísmo, los líderes religiosos tenían la responsabilidad de resolver cuestiones doctrinales y legales para el pueblo de Dios, pero nunca reclamaron la infalibilidad como parte de su autoridad. Los rabinos y sacerdotes interpretaban la Ley y tomaban decisiones importantes, pero se reconocía la posibilidad de error. A lo largo de la historia, las decisiones doctrinales y legales en el judaísmo fueron debatidas y revisadas sin que se asumiera un carisma de infalibilidad entre sus líderes. Si bien tenían autoridad magisterial, no se consideraban infalibles.


Es cierto que los Apóstoles tuvieron una autoridad especial, comisionada DIRECTAMENTE por Cristo, para establecer la Iglesia y proclamar el Evangelio. Sin embargo, esto no significa que esa autoridad se transmitió de manera infalible a sus sucesores. La idea de que la infalibilidad magisterial era necesaria después de los Apóstoles no está respaldada por la Escritura ni se constituye en una necesidad lógica.

Los protestantes sostenemos que la revelación especial dada a los Apóstoles está contenida en las Escrituras, las cuales son suficientes para resolver las controversias doctrinales que puedan surgir en la Iglesia. Si alguna controversia no se puede resolver con la escritura es porque no es una controversia esencial para la salvación. Aunque la Iglesia tiene autoridad para interpretar y aplicar la Palabra de Dios, esta autoridad no es infalible, y cualquier decisión o interpretación debe ser evaluada y corregida a la luz de la Escritura. Es la Escritura, no una estructura jerárquica infalible, la que garantiza la verdad.

Aunque la Iglesia Católica ha reclamado infalibilidad a lo largo de los siglos, nosotros argumentamos que la historia misma de la Iglesia demuestra que esta idea es insostenible. La Iglesia ha cometido grandes errores doctrinales, morales y disciplinarios en múltiples momentos de la historia, lo que indica que la infalibilidad no fue un carisma conferido a la institución de manera perpetua.


Dices: "La infalibilidad es una prerrogativa de la Iglesia que existe por su función magisterial. Pero la función magisterial no terminó solo con los Apóstoles, sino que se perpetúa a lo largo de los siglos. Es justamente uno de los oficios del obispo: regir como pastor, santificar como sacerdote y enseñar como maestro o profeta. Pretender lo que pretenden los protestantes sería tan arbitrario como suponer que ya no se necesita la autoridad de pastor. La Iglesia a lo largo de todos los siglos necesita ser regida y santificada, y por tanto también enseñada."


Respondo: Es importante enfatizar que negar la infalibilidad de la Iglesia no significa negar la necesidad ni la validez de la autoridad pastoral y magisterial dentro de la Iglesia. Yo reconozco plenamente que la Iglesia necesita pastores y maestros que guíen, enseñen y edifiquen a la comunidad de creyentes. El hecho de que esta autoridad no sea infalible no debilita su función, ya que su papel sigue siendo necesario y vital para la vida de la Iglesia. Ya lo he dicho antes, la autoridad de los pastores y líderes en las iglesias protestantes no depende de que sean infalibles, sino de que sean fieles a las Escrituras y al Evangelio.


La función magisterial de la Iglesia, es decir, su tarea de enseñar y guiar a los creyentes, es necesaria a lo largo de la historia. Sin embargo, esa tarea no requiere que la Iglesia sea infalible. La capacidad de enseñar y guiar a los creyentes debe basarse en la fidelidad a la Palabra de Dios, no en la suposición de que los líderes eclesiásticos son incapaces de errar.


La autoridad magisterial sigue siendo necesaria, pero es una autoridad derivada de la Escritura. Nosotros sostenemos que los líderes eclesiásticos, como los pastores y obispos, tienen la responsabilidad de enseñar la verdad bíblica, pero también deben estar abiertos a la corrección si se desvían de esa verdad. Negar la infalibilidad no es negar la necesidad de un magisterio, sino afirmar que ese magisterio debe estar sujeto a la autoridad de la Palabra de Dios.


Yo puedo reconocer que los obispos y pastores tienen un papel vital en la Iglesia, ya que deben regir, enseñar y guiar a la congregación. Sin embargo, este rol pastoral no depende de que sean infalibles en sus enseñanzas. La Escritura claramente establece la importancia de los líderes espirituales, pero también enseña que estos líderes pueden ser corregidos si se desvían de la verdad.


Por ejemplo, en 1 Timoteo 5:19-20, Pablo instruye a los creyentes sobre cómo corregir a un anciano o líder si comete errores, lo que muestra que incluso los líderes de la Iglesia primitiva no eran considerados infalibles. Los líderes tienen la responsabilidad de pastorear y enseñar, pero deben hacerlo con humildad y sumisión a la Palabra de Dios, reconociendo que pueden equivocarse.


Negar la infalibilidad de la Iglesia no es negar su autoridad, sino ponerla en el lugar adecuado, bajo la autoridad de las Escrituras. Los protestantes creemos que la Palabra de Dios es la norma suprema, y los pastores y maestros deben estar siempre alineados con esa Palabra.


En 2 Timoteo 3:16-17, Pablo escribe que "Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra". Este pasaje muestra que la Escritura es suficiente para enseñar y corregir a todo “hombre de Dios”, lo que significa que la función magisterial de la Iglesia debe estar fundamentada en la Escritura, no en una presunta infalibilidad de los líderes.


Dices: "Además, cuando Cristo dijo que las puertas del infierno no podrían contra la Iglesia, se refería a que ella no sería vencida por las herejías. Pero herejías habría siempre. Y la Iglesia tendría que tener autoridad para condenarlas. Pero ello implica que tiene que poder resolver controversias y condenar herejías con toda su autoridad confirmando a los fieles en la fe. Ello es necesario en toda la Iglesia, no solo en tiempos de los Apóstoles. Por tanto, la interpretación protestante flaquea."


Respondo: El argumento de que Cristo, al decir que "las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (Mateo 16:18), se refería exclusivamente a la capacidad infalible de la Iglesia para condenar herejías es una interpretación ad hoc. Esta interpretación añade un significado que el texto no menciona explícitamente y asume que la autoridad para condenar herejías debe ser infalible para proteger a la Iglesia de la destrucción, lo cual no se deriva claramente del pasaje.


La promesa de Cristo en Mateo 16:18 no implica necesariamente que la Iglesia sea infalible en todas sus decisiones. El texto simplemente dice que la Iglesia no será vencida por las fuerzas del mal, pero no especifica que ello requiera una capacidad infalible para condenar herejías o resolver controversias doctrinales. Interpretar esto como una garantía de infalibilidad es una conclusión añadida al texto, en lugar de una derivación directa de lo que Cristo dijo.


Desde una perspectiva protestante, se interpreta que la promesa de Cristo se refiere a la protección espiritual de la verdadera Iglesia, es decir, el cuerpo de creyentes que permanecen fieles al Evangelio. Esta protección no implica que una estructura institucional deba ser infalible, sino que la fe pura del evangelio nunca será destruida. Por lo tanto, no se requiere una autoridad institucional infalible para cumplir esta promesa.

El hecho de que la Iglesia deba tener autoridad para condenar herejías no implica que deba hacerlo de manera infalible. La capacidad de una autoridad para resolver controversias no depende de su infalibilidad, sino de su fidelidad a la verdad revelada en las Escrituras. En la historia, los líderes de la Iglesia han abordado controversias y han corregido errores sin que esto implique una infalibilidad perpetua.


Otras instituciones, como los tribunales de justicia, tienen la capacidad de resolver disputas y tomar decisiones autoritativas, pero esto no implica que sus decisiones sean infalibles. Los errores pueden ser corregidos, y las instituciones siguen funcionando de manera efectiva. De manera similar, la Iglesia puede condenar herejías y resolver controversias sin necesitar una infalibilidad garantizada.

Como ya se mencionó antes, en el judaísmo, los líderes religiosos resolvían controversias doctrinales y legales sin reclamar infalibilidad. Aunque tenían autoridad para interpretar la Ley, nunca asumieron que sus decisiones fueran infalibles. El hecho de que la Iglesia resuelva controversias y condene herejías no implica necesariamente que sea infalible, sino que debe basar sus decisiones en la Palabra de Dios.


El argumento de que la Iglesia debe tener una autoridad infalible después de los Apóstoles para continuar condenando herejías es, nuevamente, una interpretación ad hoc. Los protestantes creemos que la autoridad de la Iglesia se basa en la Escritura, y aunque los líderes eclesiásticos pueden ejercer autoridad para guiar y enseñar, esta autoridad no requiere ser infalible.


Con el cierre del canon bíblico, la revelación de la verdad quedó completa en las Escrituras. La función de la Iglesia no es crear nuevas doctrinas o condenar herejías infaliblemente, sino interpretar y aplicar fielmente lo que ya ha sido revelado en la Palabra de Dios. Cualquier decisión doctrinal o condena de herejía debe ser evaluada a la luz de las Escrituras, que son la autoridad final.

El argumento de que la interpretación protestante "flaquea" porque la Iglesia necesita una autoridad infalible para condenar herejías no se sostiene. Los protestantes creen que la autoridad de la Iglesia para condenar herejías y resolver controversias se basa en la fidelidad a la Palabra de Dios, no en una infalibilidad inherente. De hecho, la historia muestra que muchas decisiones conciliares y doctrinales han sido revisadas y corregidas (Lo repito con fines pedagógicos).


Dices: “Además, dices que muertos los Apóstoles la guía infalible del Espíritu se manifiestan a través de las Escrituras, que son testimonio perfecto y suficiente de la verdad.

perfecto y suficiente”. Lo cual es falso, porque siempre se generan controversias sobre los significados de la Escritura. Las diversas herejías surgidas en tiempos de los Apóstoles y la Iglesia primitiva, junto con las herejías posteriores, muestra que la Escritura no es suficiente porque ella no puede resolvernos las controversias. Todos apelan a la Escritura, todos dicen interpretarla correctamente. Esto mismo lo trata Belarmino en la primera controversia, sobre la Palabra de Dios, libro III; donde demuestra específicamente que las Escrituras son difíciles de interpretar, que ellas mismas no resuelven las controversias, y que de ello se encarga la Iglesia.”


Respondo: El hecho de que existan controversias sobre la interpretación de las Escrituras no implica que las Escrituras no sean suficientes o que la Iglesia deba ser infalible para resolverlas. Las mismas dificultades se ven en disputas legales y en debates científicos, donde existen desacuerdos sobre la interpretación de leyes y hechos, pero esto no lleva a la conclusión de que los jueces o científicos deban ser infalibles para resolver las controversias.

En el ámbito legal, los jueces interpretan las leyes y, a menudo, surgen disputas sobre su significado. Diferentes tribunales pueden llegar a conclusiones diferentes, y las decisiones pueden ser apeladas o revisadas. Sin embargo, esto no significa que debamos exigir que los jueces sean infalibles para aplicar correctamente la ley. La misma lógica aplica a la interpretación de las Escrituras. El hecho de que existan interpretaciones divergentes no significa que la Biblia no sea suficiente, sino que requiere un esfuerzo mayor, donde se apliquen criterios legítimos y una exegesis pertinente. Obviamente esto no es una solución perfecta, pero si consideramos que es suficiente y, además, que Dios no es ajeno a estas limitaciones epistémicas.

En la ciencia, hay constantes debates y desacuerdos sobre la interpretación de los datos, los resultados de los experimentos y las teorías. Los científicos no son infalibles, y las teorías científicas pueden ser revisadas o refutadas con el tiempo. Sin embargo, esto no significa que el método científico sea defectuoso o insuficiente todo lo dicho por la ciencia. Del mismo modo, las Escrituras son suficientes para la fe y la práctica, pero los desacuerdos sobre su interpretación no requieren una autoridad infalible para resolverlos.


Dices: “Además, este fue el sentir de la Iglesia postapostólica, donde se hacía hincapié en que había que mantenerse unido a la Iglesia porque ella era la que transmitía la doctrina apostólica. A la Escritura también apelaban los herejes; y por ello había que escuchar a la Iglesia, aunque la misma Iglesia fundamentara su posición en la Escritura. Esto lo dicen Ireneo y Cipriano. Luego dices que algunos concilios no son infalibles, y apelas al concilio de Hieria que condenó el uso de íconos. Pero los concilios infalibles son los ecuménicos aprobados por el Sumo Pontífice. Hieria no cumple con esto. Dices que está la cuestión de cómo determinar con certeza cuáles decisiones son infalibles y cuáles no. Se determina por las expresiones de la declaración, cuando usa expresiones como “Promulgamos, definimos y declaramos, ser dogma de fe divinamente revelado que…” O así con otras frases semejantes. Incertidumbre hay poca. Todos pueden ver qué enseña la Iglesia sobre la Trinidad, sobre Cristo, sobre Eclesiología, sobre los Sacramentos y demás. No es difícil ver cuáles son las doctrinas definidas de modo infalible. Si hay duda sobre tal o cual declaración de tal o cual concilio, eso es una minucia que tratan los expertos y que no llega a casi nadie."


Respondo: Es ironico que me menciones a Ireneo y Cipriano, pues es importante notar que tanto Ireneo como Cipriano, figuras clave en la Iglesia postapostólica, combatieron herejías sin recurrir a la idea de un concilio infalible para resolver los problemas doctrinales. En lugar de ello, apelaban a la Escritura, a la razón y a la tradición apostólica, lo que demuestra que la Iglesia primitiva confiaba en estas fuentes para refutar el error.


En su obra Contra las Herejías, Ireneo combatió el gnosticismo basándose principalmente en la Escritura y la tradición apostólica, que interpretaba con la guía de la razón. Nunca afirmó que un concilio infalible fuera necesario para resolver las controversias. Más bien, asumía que los argumentos basados en las Escrituras y la tradición podían refutar las herejías de su tiempo sin recurrir a una declaración infalible de un concilio ecuménico.

De manera similar, Cipriano enfatizó la importancia de la unidad de la Iglesia, pero tampoco apelaba a un concilio infalible para establecer la verdad doctrinal. Su énfasis estaba en la comunión con la tradición apostólica y la fidelidad a la enseñanza recibida, pero no reclamaba que las decisiones de los líderes de la Iglesia fueran infalibles. De hecho, Cipriano mismo estuvo en desacuerdo con el Papa Esteban sobre el bautismo de los herejes, lo que demuestra que incluso entre los obispos había lugar para el debate y el desacuerdo sin necesidad de una autoridad infalible.


La historia de la Iglesia muestra que la infalibilidad no era una preocupación central en la época de Ireneo y Cipriano. Ellos no esperaban a que un concilio determinara infaliblemente una doctrina antes de combatir las herejías. Esto refuerza la idea de que la Escritura, la razón y la tradición eran suficientes para defender la fe cristiana en sus tiempos, sin necesidad de apelar a un carisma de infalibilidad.


Por otro lado, el argumento de que solo los concilios ecuménicos aprobados por el Papa son infalibles plantea un problema para concilios como Trento y los Concilios Vaticanos I y II. Estos concilios, aunque de gran importancia en la Iglesia Católica, no fueron ecuménicos en el mismo sentido que los concilios anteriores como Nicea o Calcedonia, ya que no contaron con la participación de la totalidad de la cristiandad.

El Concilio de Trento (1545-1563) fue convocado como respuesta a la Reforma Protestante, pero no fue un concilio ecuménico en el sentido pleno de la palabra. La Iglesia Ortodoxa, que también tiene una fuerte tradición conciliar, no participó en Trento ni lo reconoció como ecuménico. Esto plantea la cuestión de si sus decisiones realmente pueden considerarse infalibles, dado que la noción de un concilio verdaderamente ecuménico implica la participación de toda la Iglesia universal.

De manera similar, los Concilios Vaticano I (1869-1870) y Vaticano II (1962-1965) tampoco pueden considerarse verdaderamente ecuménicos en el sentido histórico, ya que no incluyeron a las Iglesias Orientales ni a otras ramas del cristianismo. Si la infalibilidad se limita a los concilios ecuménicos, entonces las declaraciones de estos concilios estarían sujetas a cuestionamiento, ya que su naturaleza ecuménica es discutible.


Si bien se afirma que las declaraciones infalibles se determinan por expresiones específicas como "promulgamos, definimos y declaramos", es necesario preguntar: ¿en qué concilio ecuménico se definieron los criterios que hacen a una declaración infalible? Este es un punto clave que a menudo se pasa por alto.

Los primeros concilios ecuménicos no definieron con precisión los criterios que hacen que una declaración sea infalible. La idea de que ciertas expresiones formales confieren infalibilidad a una declaración doctrinal no aparece claramente en los primeros siglos de la Iglesia. De hecho, la doctrina de la infalibilidad papal fue formalmente definida en el Concilio Vaticano I, que, como se mencionó antes, no fue verdaderamente ecuménico.


Entonces, te pregunto ¿En que concilio ecuménico se determinó que las expresiones específicas como "promulgamos, definimos y declaramos" sean el criterio para discernir entre lo infalible y lo falible?

Es más, debes demostrar que esa promulgación inicia con esas expresiones. Algo así como “promulgamos, definimos y declaramos que las expresiones “promulgamos, definimos y declaramos” son el criterio para distinguir entre lo infalible y lo falible”.

Aunque se afirma que hay poca incertidumbre sobre cuáles doctrinas son definidas de manera infalible, en realidad, sigue habiendo preguntas sin respuesta. La existencia de debates entre teólogos y expertos sobre qué declaraciones son infalibles y cuáles no indica que la claridad no es tan evidente como se sugiere.

A lo largo de los siglos, ha habido disputas teológicas sobre el estatus infalible de ciertas decisiones, e incluso hoy en día, teólogos católicos debaten sobre qué declaraciones del Magisterio son verdaderamente infalibles y cuáles no lo son. Este tipo de incertidumbre sugiere que no es tan fácil determinar cuándo una doctrina ha sido definida de manera infalible, y la dependencia de frases específicas no resuelve necesariamente el problema.


Dices: "Dices que la incertidumbre aquella es innecesaria si se mantiene que solo las Escrituras son infalibles. Para empezar, cualquiera podría dudar de cuál es la Escritura, y así se plantea otra vez la incertidumbre. Además de que ni se pueden poner de acuerdo de cuál es la doctrina: unos dicen una cosa y otros dicen otra. ¿qué incertidumbre se elimina, si al final terminan con una incertidumbre peor? Porque aún asumiendo incertidumbre sobre qué es definición infalible y que no; está claro que esas minucias no se comparan a las tremendas discrepancias entre protestantes. No tiene sentido rechazar una incertidumbre menor por otra mayor."


Respondo: El argumento de que cualquiera podría dudar de cuál es la Escritura plantea una preocupación legítima sobre la determinación del canon bíblico, pero no necesariamente invalida la doctrina de la Sola Scriptura. Los protestantes sostienen que, aunque el proceso de recopilación del canon fue largo, la autoridad de la Escritura no depende de la Iglesia sino de su naturaleza intrínseca como la Palabra inspirada de Dios. La Iglesia reconoció, pero no creó, el canon de la Escritura.

A pesar de las diferencias entre algunas denominaciones protestantes, hay un acuerdo fundamental sobre el canon de la Biblia en cuanto a los 66 libros del Antiguo y Nuevo Testamento, lo que proporciona una base sólida para la fe. La verdadera autoridad de la Escritura no radica en que cada creyente sea infalible en su interpretación, sino en que el Espíritu Santo guía a los creyentes hacia la verdad esencial.

Es cierto que existen diferencias doctrinales dentro del protestantismo, pero esto no necesariamente lleva a una "incertidumbre mayor" en comparación con la Iglesia Católica. Las discrepancias entre protestantes son, en gran parte, sobre asuntos secundarios o terciarios, como la forma de gobierno eclesial o la práctica del bautismo, pero sobre los aspectos esenciales de la fe (la Trinidad, la deidad de Cristo, la salvación por gracia mediante la fe, la autoridad de las Escrituras), hay una gran unidad.


El lema protestante "unidad en lo esencial, libertad en lo secundario, caridad en todo" refleja esta idea. Las diferencias entre protestantes no son necesariamente un signo de incertidumbre, sino de diversidad en la interpretación de las Escrituras, que permite cierta flexibilidad en cuestiones no esenciales. Este era el paradigma dentro del judaísmo del tiempo de Jesús y no la innovación teológica del magisterio infalible.


Aunque se argumenta que las diferencias protestantes son mayores que las "minucias" en el catolicismo sobre lo que es o no infalible, dentro del catolicismo también hay debates significativos sobre ciertos aspectos doctrinales, incluso entre teólogos y clérigos. Por ejemplo, no todos los católicos están de acuerdo sobre cómo interpretar las enseñanzas de ciertos concilios o encíclicas, lo que muestra que la pretensión de claridad y certeza en la infalibilidad no siempre resuelve las disputas internas.

El hecho de que la Escritura sea infalible no significa que cada individuo tendrá una comprensión perfecta de ella, pero sí garantiza que su mensaje es claro y suficiente para la salvación y la vida cristiana. Los protestantes creen que, aunque existan diferencias en la interpretación, la autoridad final reside en la Palabra de Dios, no en una institución que reclame infalibilidad.


La existencia de una autoridad infalible, como se reclama en la Iglesia Católica, no elimina todas las incertidumbres. Los debates teológicos sobre el alcance y la naturaleza de la infalibilidad papal y conciliar siguen siendo objeto de discusión. De hecho, las minucias mencionadas sobre qué enseñanzas son infalibles y cuáles no demuestran que incluso dentro de la estructura católica existe cierta incertidumbre sobre cómo aplicar la infalibilidad.


Los protestantes no negamos la necesidad de una autoridad eclesiástica para guiar a los creyentes y resolver controversias doctrinales, pero sostienen que esta autoridad debe ser derivada de las Escrituras, no infalible en sí misma. El hecho de que la Iglesia tenga autoridad para enseñar y guiar no significa que deba ser infalible para hacerlo de manera efectiva.

En el protestantismo, las discrepancias doctrinales no generan una incertidumbre insuperable porque se reconoce que cada creyente tiene la responsabilidad de estudiar las Escrituras y someterse a la guía del Espíritu Santo. Aunque las denominaciones puedan tener diferentes interpretaciones en cuestiones secundarias, hay un acuerdo firme sobre las doctrinas centrales de la fe cristiana.


Bro, luego sigo, no me alcanza el tiempo para responder puntualmente cada intervención.



Kevin:

Creo que con lo que has respondido, es suficiente.

Dices que surge la cuestión de qué se entiende por “momentos críticos”.

Pero ahí yo solo retomé un término que tú usaste, para señalar cómo los momentos críticos son precisamente esos que mencioné.

Justamente la naturaleza misma de la cuestión hace que sea algo CRÍTICO, porque implica que la Iglesia, Madre y Maestra, está definiendo cuál es la doctrina de Cristo que deben creer todos los cristianos.

¿Qué cosa más crítica que esa, que cuando le debe decir a los cristianos qué creer?

Lo mismo con multitud de hechos dogmáticos aceptados por la Iglesia. Hay que creerlos como verdaderos en virtud de la infalibilidad de la Iglesia. Así la aceptación de la validez de un Papa, así la suposición de que el episcopado aún se mantiene. Así la validez de los concilios recibidos por la Iglesia.


Luego, dices que no queda claro por qué ciertos concilios o decisiones eclesiásticas son considerados “momentos especiales de la infalibilidad mientras que otros no”. Y también, dices que es legítimo preguntar qué criterios determinan cuándo la Iglesia está actuando infaliblemente y cuándo no.

Pero amigo, plantear eso es como querer discutir algo que no conoces.

Convendría mejor que primero estudies qué es la infalibilidad de la Iglesia, y eso ya queda respondido. Porque es querer discutir lo que ya debería estar supuesto en el conocimiento.

Unos casos son infalibles y otros no por el simple caso de que en unos casos la Iglesia ejerce su labor magisterial vinculante y definitiva para todos los cristianos, mientras que en otras no.


Si ciertos concilios son infalibles y otros no, es porque para que sea infalible se requiere que esté ejerciendo el magisterio extraordinario.

Como dice Ludwig Ott, en su Manual de Teología Dogmática:

El episcopado en pleno es infalible cuando, reunido en concilio universal o disperso por el orbe de la tierra, enseña y propone una verdad de fe o costumbres para que todos los fieles la sostengan ([dogma] de fe).

(…)

Hay que distinguir dos formas en que el magisterio oficial del episcopado en pleno nos propone una verdad : una ordinaria y otra extraordinaria.

a') Los obispos ejercen de forma extraordinaria su magisterio infalible en el concilio universal o ecuménico. En las decisiones del concilio universal es donde se manifiesta de forma más notoria la actividad docente de todo el cuerpo magisterial instituido por Cristo.

Para que el concilio sea universal, se requiere: a) que sean invitados a él todos los obispos que gobiernen actualmente diócesis; b) que de hecho se congreguen tal número de obispos de todos los países, que bien puedan ser considerados como representantes del episcopado en pleno; y c) que el Papa convoque el concilio o que al menos apruebe con su autoridad esa reunión de los obispos, y que personalmente o por medio de sus legados tenga la presidencia y apruebe los decretos. Gracias a la aprobación papal, que puede ser explícita o implícita, los decretos del concilio adquieren obligatoriedad jurídica universal.

(…)

b) Los obispos ejercen de forma ordinaria su magisterio infalible cuando en sus respectivas diócesis anuncian unánimemente, en unión moral con el Papa, las mismas doctrinas de fe y costumbres. El concilio del Vaticano declaró expresamente que aun estas verdades reveladas que nos son propuestas por el magisterio ordinario y universal de la Iglesia hay que creerlas con fe divina y católica...

Cada obispo en particular no es infalible al anunciar la verdad revelada”.

A veces solo basta expresar la doctrina de la Iglesia para que se vea el punto.



Luego vuelves al caso del concilio de Hieria. Que, como ya respondí dos veces (aunque entiendo que no has llegado a esas partes), no fue un concilio ecuménico.

Por lo que no, este tipo de ejemplos no plantea ninguna duda sobre la consistencia y claridad de la Iglesia, porque no están atacando lo que la Iglesia sostiene.


Luego, dices que la Iglesia ha definido como vinculante una doctrina extrabiblica como la asunción de María.

Pero justamente, eso eso es plantear la pregunta que estoy diciendo en la publicación y que ya he respondido: ¿Cómo sabes que la doctrina de la asunción de María es “extrabíblica”?

No lo sabes. Tu interpretación es meramente probable, privada y falible, mientras que la de la Iglesia es infalible, pública y cierta.

Por tanto, es obvio que cualquiera debe preferir el juicio de la Iglesia.

Y justamente, el juicio de la Iglesia garantiza su concordancia con las Escrituras, porque es infalible.

Lo que tú alegas no niega la infalibilidad de la Iglesia, solo muestra cómo pones tu juicio privado por encima del juicio de la Iglesia.

Estás ignorando que, precisamente, si planteo como principio la indefectibilidad e infalibilidad de la Iglesia, es porque de esto se deriva como consecuencia que todos sus dogmas son verdaderos, y cualquier crítica que le pueden plantear al final son erradas.

No voy yo a defender ahora la asunción de María, ya otros lo hicieron.

Justamente, sostener la infalibilidad de la Iglesia evita tener que estar fundamentando punto por punto cada dogma y cada objeción que se plantee a cada dogma; porque su certeza lo garantiza la enseñanza de la Iglesia.

Así que, como dije, no tiene sentido querer atacar esta infalibilidad apelando a que tal o cual doctrina es “extrabíblica”.


Me preguntas si creo en serio que ese dogma debe ser creído de forma vinculante.

Sí, en serio. ¿Lo definió la Iglesia sí o no?

¿Por qué yo he de ponerme en juez de lo que es necesario o no para ser creído para la salvación?

¿Quién determina lo necesario para ser creído?


Dices que para los protestantes esa enseñanza no tiene base clara en la Biblia.

Bueno, para eso Cristo estableció la infalibilidad de la Iglesia, para que nadie alegue lo que hacen los protestantes y se pongan a dudar de cualquier cosa por mero juicio privado.


Otra vez, de nada sirve apelar a que no hay referencia explícita en las Escrituras, ni que no aparece en gran parte del periodo patrístico.

La Infalibilidad de la Iglesia hace que todas esas objeciones sean superfluas, porque su autoridad garantiza su veracidad.

Como del mismo modo, la infalibilidad de la Iglesia garantiza otros hechos dogmáticos a los que se puede plantear mil y una objeciones, y el fiel cristiano no tiene que esta versado en todo para conocer la verdad. Le basta aceptar lo que acepta la Iglesia, porque su infalibilidad garantiza que toda condición necesaria se ha cumplido.

Para demostrar específicamente cómo se cumple eso, está la apologética que fundamenta tal o cual dogma. Pero el cristiano no tiene obligación de conocer eso, sino de asentir a la enseñanza de la Iglesia como cierta y eso le basta. Su certeza lo asegura la infalibilidad, no el peso de tal o cual argumento.

Estás simplemente volviendo a lo que se planteó en la publicación.



Luego, dices que el rechazo de Nicea II, Letrán IV, Florencia, Trento y el Vaticano I no es un rechazo de la autoridad, sino de resistencia a la imposición de doctrinas que no tienen fundamento claro en la Escritura.

¿Y tú vas a juzgar si algo tiene o no fundamento claro en la Escritura?

Ya existe bastante apologética católica sobre cada una de esas doctrinas, que muestran suficientemente que sí existe tal fundamento.


Así que solo tenemos a protestantes, interpretando privadamente las Escrituras, yendo en contra de la enseñanza de la Iglesia, alegando lo que han alegado todos los que se alzaron contra ella: la Iglesia erra.


Luego, ¿ves?

Dices que Nicea II va en contra de las Escrituras, porque estas prohiben la idolatría.

Lo que ya dije en la publicación.

Objeción superflua porque es tu mera interpretación falible, privada y meramente probable, en contra de la interpretación infalible, pública y cierta de la Iglesia.

Nadie está obligado a aceptar tu interpretación.

Éxodo 20 condena los ídolos, no los íconos.

Y hasta ahora no he podido encontrar a protestante que me fundamente según la ley natural cómo sabe que la veneración de imágenes o de cualquier otro objeto, es equiparable a la idolatría.

Todos fallan y apelan a los mismos argumentos simplones respondidos una y mil veces.

Por lo que, por mi parte, no me sirve que rechacen la enseñanza de la Iglesia por esas interpretaciones falibles y erradas que ni siquiera pueden demostrar cuando se los interroga un poco.


Luego, vuelves a insistir en que la necesidad de resolver controversias no implica automáticamente que la Iglesia sea infalible.

Otra vez, la mera afirmación no es fundamento de nada ni refuta lo que estoy planteando.

Tampoco el apelar a una analogía.


En general, veo mucha repetición en tus respuestas porque parecen sacadas de una IA.


Si la Iglesia necesita o no infalibilidad para resolver controversias, debemos determinarlo con la Escritura, la Tradición, la razón, etc.


-Por la Escritura, ya viste que los Apóstoles se reunieron en concilio, y fueron infalibles. Tú mismo lo aceptaste, pero para no concluir lo que te compromete te ves obligado a negar que aquel atributo perdurara. Pero lo hiciste con argumentos que ya se respondieron.


-Por la Tradición, es evidente por los Padres, como también por el actuar mismo de la Iglesia, que creyó tener infalibilidad.


-Por la razón, está precisamente que sería superfluo convocar concilios o apelar a la Iglesia para resolver controversias, si la Iglesia no tuviera autoridad para ello; está el hecho de que si no fuera así, cualquiera podría levantarse contra la Iglesia y negar sus definiciones (como de hecho tú estás haciendo).


Así que, otra vez, no basta simplemente apelar a alternativas a la infalibilidad en cuestión de controversias. Alternativas puede plantear cualquiera, solo se necesita imaginación y ganas de discutir.

Pero plantear una alternativa y demostrarla son dos cosas distintas.

Amigo, ¿cómo puedes quejarte de que es un salto lógico que la necesidad de la Iglesias doctrinales implique la infalibilidad, cuando tú te la has pasado con saltos lógicos?

Lo hiciste al defender la sola Escritura, lo hiciste al asumir que cesó el atributo de infalibilidad con la muerte de los Apóstoles, y así con demás cosas.


Otra vez, no sirve apelar a los judíos.

Nosotros no somos judíos, somos cristianos. Y la nuestra e la Nueva Alianza.

Y la infalibilidad apostólica la reconociste hasta tú mismo.


Tu mayor argumento para negar la continuidad, es decir que fueron comisionados directamente por Cristo.

Irrelevante.

Porque el episcopado se atribuyó a los Apóstoles y sus sucesores. La función magisterial se encomendó a ellos y sus sucesores. Y el motivo o la causa por le cual se dotó de infalibilidad existía en tiempos de los Apóstoles y existió después.

Y la Tradición y la razón nos llevan a pensar que tal prerrogativa no despareció con los Apóstoles.

En consecuencia, la respuesta de que los Apóstoles fueron comisionados por Cristo es insuficiente.


Como última defensa, dices que la idea de que la infalibilidad no era necesaria después de los Apóstoles no está respaldada por la Escritura ni constituye una necesidad lógica.

Falso.

Por la finalidad: Pues la infalibilidad se otorgó para definir cuestiones doctrinales y condenar definitivamente las herejías.

Pero definir cuestiones doctrinales y condenar herejías era igual o más necesario luego de los Apóstoles que en su tiempo.


Por el ejercicio: Porque los Apóstoles convocaron un concilio. Pero la convocación de concilios ecuménicos continuó a lo largo de la Iglesia.


Por otras razones, también se ve por la autoridad de atar y desatar que se dio a la Iglesia. Se dio a los Apóstoles y a sus sucesores. Pero esta autoridad implica la de atar y desatar también en su labor magisterial.

A menos que se sostenga que la Iglesia nos ata a doctrinas falsas, hay que sostener la infalibilidad.

Eso no es tal, porque Cristo dijo que estaría siempre con su Iglesia, y dijo que las puertas del infierno (o sea, de las herejías) no podrían contra la Iglesia.


En consecuencia, la Iglesia debe tener una asistencia por la cual las puertas del

infierno no puedan contra ella, por la cual Cristo esté siempre con ella, y por las cuales no nos ate al error. Pero eso no es otra cosa que la infalibilidad.

Asi que, como ves, esto está respaldado por la Escritura y sí constituye una necesidad.


Dices que si alguna controversia no se puede resolver con la Escritura, entonces es porque no es esencial para la salvación.

Mi amigo: ni siquiera nos podemos de acuerdo en si la veneración de imágenes es idolatría o no.

¿Te parece que no es algo esencial para la salvación determinar si una práctica es idolátrica o no?

Sin embargo, ni tú ni yo nos ponemos de acuerdo por la Escritura.

Si no podemos nosotros, que conocemos la Escritura, imaginate los millones de cristianos a lo largo de la Historia que no tenían acceso a la Escritura ni a estudios teológicos y que debían fiarse del juicio de la Iglesia.

Hasta ahora solo has planteando objeciones contra la infalibilidad de la Iglesia. Y como ves, todas son débiles. Ni siquiera puedes demostrar positivamente tu punto.


Viendo lo que respondes, tu respuesta está sacada de una IA, porque ni siquiera estás respondiendo precisamente el punto que estás citando, sino una respuesta genérica.

Específicamente, me citaste argumentando cómo es falaz asumir que la prerrogativa de la infalibilidad terminó con los Apóstoles.

Y argumentaba que la infalibilidad existe por su función magisterial; y que como tal función no terminó con los Apóstoles, tampoco hay que asumir que terminó con ellos la infalibilidad.

Y que suponer que terminó con ellos simplemente apelando a nada, sería tan arbitrario como suponer que la Iglesia ya no necesita pastor.

Ese era el argumento. Que tu alegato de que la infalibilidad no perduró es algo arbitrario.

En cambio, me sales con una respuesta genérica de que tú reconoces la necesidad de pastores y maestros, que negar la infalibilidad no es negar la validez de la autoridad.


Y luego te dedicas solo a repetir que esa función no es necesaria que sea infalible.

Otra vez, apelando a nada.

Es como el mismo copy&paste.

Si esa función no es necesario que sea infalible, pues no lo has demostrado hasta ahora.


Luego, apelas a 1 Timoteo 5:19-20, para decir que como se instruye a cómo corregir a un líder si comete errores, eso muestra que no eran considerados infalibles.

Ese es un argumento completamente débil, porque hasta en la Iglesia existe la destitución de los malos obispos.

¿No fue Nestorio depuesto?

Hasta un Papa puede caer en herejía y ser depuesto.

¿Y no son juzgados y degradados los sacerdotes por sus crímenes?

Simplemente este tipo de argumentos no vienen al caso.


2 Timoteo 3:16-17 dice que la Escritura es “útil para enseñar, para redarguir, para corregir, para instruir”.

De eso no se sigue (non sequitur) que la Iglesia no sea infalible.

La Escritura es útil para enseñar, corregir y todo lo demás, por supuesto. Eso nadie lo niega ni es el punto en discusión.

Pero de ello no se sigue que la Iglesia no sea infalible; de una cosa no se deriva la otra.

De hecho, tú mismo rechazas hasta ese argumento, porque consideras que el concilio de Jerusalén fue asistido para ser infalible.

Y dicho concilio fue una asamblea de pastores definiendo con su autoridad, no fue la Escritura.

Además, el mismo Apóstol, mientras escribía la carta, estaba dotado de inspiración y de infalibilidad.

Por lo cual, de tal versículo en ningún momento se concluye lo que pretendes.


Y otra vez, cuando dices: “lo que significa que la función magisterial de la Iglesia debe estar fundamentada en la Escritura, no en una presunta infalibilidad de los líderes”..

Vuelves a confundir el fundamento de la definición, con la definición misma.

La veracidad de la definición la garantiza la infalibilidad.

El fundamento y el estudio previo para la definición no afectan la veracidad de la definición.

Así, los Apóstoles se basaron en la Escritura para su decisión, y se basaron también en la revelación de Pedro; pero la definición no se dio en virtud de aquello, sino en virtud de una asistencia especial del Espíritu Santo.

Fue aquello, la enseñanza definitiva y vinculante del magisterio, lo que hizo que todos los demás asintieran.


Luego, dices: “El argumento de que Cristo, al decir que "las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (Mateo 16:18), se refería exclusivamente a la capacidad infalible de la Iglesia para condenar herejías es una interpretación ad hoc”.


Nadie dijo que se refiere EXCLUSIVAMENTE.

Por otro lado: ¿cómo puedes acusar de interpretación ad hoc, cuando te la pasas apelando a interpretaciones ad hoc para rechazar tal o cual cosa que se te plantea?

Por otro lado, que Mateo 16:18 implica la infalibilidad no es algo “ad hoc”, es algo que se puede ver claramente para cualquiera que no tenga un prejuicio previo contra la infalibilidad, como claramente tú tienes y que por eso no vas a aceptar lo que se interpreta.

En principio, que las “puertas del infierno” signifiquen las herejías es algo que han interpretado varios Padres.


Por ejemplo, San Jerónimo:

Yo tengo por puertas del infierno a los pecados y a los vicios o también a las doctrinas heréticas, que seducen a los hombres y los llevan al abismo.”


San Cirilo:

Según la promesa de Cristo, la Iglesia apostólica de Pedro permanece pura de toda seducción y a cubierto de todo ataque herético, por encima de todos los gobernadores, obispos y sobre todo los primados de las iglesias, en sus pontífices, en su completísima fe y en la autoridad de Pedro. Y cuando algunas iglesias han sido tildadas por los errores de alguno de sus individuos, sólo ella reina sostenida de un modo inquebrantable, impone silencio y cierra la boca a los herejes. Y nosotros, a no ser que estemos engañados por una falsa presunción de nuestra salvación, o tomados del vino de la soberbia, confesamos y predicamos juntamente con ella la verdad y la santa tradición apostólica en su verdadera forma.”


San Agustín:

¿Cómo se predijo que se iba a extender por los pueblos la Iglesia de Dios, única, cimentada sobre la roca, invencible para las puertas del infierno? Las puertas del infierno son el principio del pecado: La paga del pecado es la muerte, y la muerte pertenece ciertamente a los infiernos. ¿Cuál es el inicio del pecado? Preguntemos a la Escritura. El principio de todo pecado —dice—es la soberbia; y si la soberbia es el principio del pecado, la soberbia es la puerta de los infiernos. Considerad ya qué es lo que ha engendrado todas las herejías; no hallaréis ninguna otra madre que no sea la soberbia.”


Justamente, el punto es que la Iglesia vencerá a las herejías (como también a los pecados), saldrá siempre triunfante.

Pero esto implica la infalibilidad; porque implica que la Iglesia no va a sucumbir a las herejías.

Pero esto solo puede ser tal por una asistencia especial de Dios, que es justamente lo que significa la infalibilidad.

Este es el punto que ignoras.

Sostener lo que sostienes, en cambio, de decir que se puede rechazar tal o cual concilio de la Iglesia apelando a cualquier razón de juicio privado diciendo que erraron, es negar lo que se afirma sobre la Iglesia: las puertas del infierno no podrán contra ella.


Además, esto también se deriva del pasaje por lo que sigue, puesto que se otorga a Pedro el poder de las llaves y el poder de atar y desatar.

Esto, otra vez, para cualquiera que esté libre de prejuicios, significa una asistencia por la cual estará libre de error.

Porque se promete la incapacidad de caer en el error (las puertas del infierno no podrán contra ella) unido a la función magisterial (lo que ates en la tierra…).

En consecuencia, el magisterio es incapaz de caer en el error.

Eso es lo que aquí y en la China se entiende como infalibilidad.


Dices que desde una perspectiva protestante se interpreta que la promesa de Cristo es una protección espiritual a la verdadera Iglesia.

Entonces Cristo mintió, porque claramente su promesa no se cumplió. Ustedes mismos creen que la Iglesia cayó en el error, y así acusan a los concilios desde Nicea II y a la doctrina de la Iglesia ya desde antes.

Si la fe pura del evangelio nunca será destruida, como dices, entonces acepten esa fe pura que fue profesada en la Iglesia a lo largo de los siglos.

Pero no me puedes decir que la Iglesia cayó en idolatría durante siglos sin que nadie se diera cuenta, y que creyeron en la Presencia Real durante siglos sin que nadie se diera cuenta, y creyeron en la infalibilidad durante siglos sin que nadie se diera cuenta, y así con multitud de doctrinas más.

¿Dónde está la promesa de Cristo, si durante siglos triunfaron las puertas del infierno?


Luego, apelas como analogía a los tribunales de justicia: tienen la capacidad de resolver disputas y tomar decisiones autoritativas, pero no son infalibles.

Pues aunque no sean infalibles son legales y vinculantes; y ante un tribunal supremo no existe apelación.

Además, aunque alguien pueda creer que una decisión de un tribunal sea errado, sin embargo, no por eso se separa de la sociedad civil y política a la que pertenece, ni crea su propio país.

La única forma de eludir una decisión es desconocer a los tribunales.

Eso, como ya ves, genera anarquía, cismas. Cualquiera puede apelar por su mero juicio privado.

Precisamente para evitar eso, otra vez, es que Cristo quiso dotar a su Iglesia de infalibilidad, para que nadie tenga excusa ni pueda apelar siempre buscando excusas para no escuchar a la Iglesia.

Además, por otro lado, las sociedades políticas y la Iglesia son distintas, y por tanto tienen distintos atributos.

Las sociedades políticas no tienen el don de indefectibilidad. Por eso pueden nacer y morir. Sin embargo, la Iglesia sí tiene dicho atributo, y debe durar siempre.

Además, la autoridad de los tribunales civiles es meramente humana; la de la Iglesia, en cambio, es de origen divino.

Nadie reconoce infalibilidad de los tribunales civiles; en cambio, la infalibilidad del magisterio lo llegaste a reconocer tú mismo con respecto a los Apóstoles, aunque te niegues a reconocérselo a sus sucesores.

Es un absurdo suponer, además, que Dios buscara resolver los problemas de la defectibilidad de la Iglesia en su magisterio mediante actos como la Reforma protestante, que trajeron muchísima más confusión y encima de modo cismático y en desorden.

La Escritura a cada paso condena los actos cismáticos, manda la obediencia a los pastores y nos dice que la Iglesia es la garante de la verdad.

Por lo que, lo lógico, es que Dios en realidad quiere preservar la verdad en su Iglesia a través de su magisterio de forma ordenada, para precisamente evitar lo que Él condena en la Escritura: los cismas y las herejías.

Así, pues, no sirve apelar a la analogía con los tribunales de justicia.


Apelas, por otro lado, a que los líderes religiosos resolvían controversias doctrinales y legales sin reclamar infalibilidad.

Pues peor aun para los protestantes, pues la Escritura manda que a ellos había que escucharlos, y al que no, había que exterminarlo. Y del mismo modo, el Señor mandó a obedecer a los que se sientan en la cátedra de Moisés.

En ningún lugar de la Escritura verás que se pueda, por juicio privado, rechazar esto.

En cambio, por juicio privado los protestantes rechazan tal o cual doctrina definida por la Iglesia.


Tú te quejas de que la continuidad de la infalibilidad postapostólica es un ad hoc, cuando en realidad es tu rechazo el ad hoc, porque hasta ahora no has presentado argumentos concluyentes para sustentarlos.

Uno por uno te fueron respondidos.


E incluso, es un ad hoc lo que tú apelas de que se cerró el canon bíblico y que la revelación quedó completa.

Lo cual es irrelevante, como ya respondí: El hecho de que tal o cual prerrogativa se terminara con los Apóstoles no es suficiente para concluir que, por añadidura, la infalibilidad terminó.

La inspiración y revelación no son la infalibilidad.

Como ya te respondí: Tu argumento es tan falaz como suponer que el pastoreo terminó con los Apóstoles.

¿Por qué suponer eso?


Luego, lo que sigue de tu comentario es lo mismo que ya has dicho varias veces y que parece sacado de una IA.


Luego, dices que el hecho de que existan controversias sobre la interpretación de la Escritura no implica que la Escrituras no sean suficientes.

Sí, sí lo demuestra. Porque evidencia que la Escritura es oscura y es difícil de interpretar.

Por tanto, ella misma no puede resolvernos la cuestión.


Ya que quieres apelar al ejemplo de los tribunales:

Pues quienes juzgan son las personas, no la ley. La ley no es suficiente para resolver la cuestión. Por eso la autoridad se da los jueces.

Si fallan los jueces, como tú dices, imagínate todos interpretando de manera privada y sin infalibilidad, como tú propones.

Y sin embargo, ese es el modelo que esperas que creamos que Cristo dio a la Iglesia, y cuando no puedes encima demostrarlo con la Escritura; y cuando además rechazas la interpretación contraria que sí aparece en la Escritura, pero buscas cualquier excusa para no llevar aquello a sus conclusiones, porque te compromete en tu posición protestante.

Apelas a los ejemplos de los jueces y de los científicos.

Pero la equiparación es falaz.

No es cuestión de que pueda ser imaginable que haya jueces sin infalibilidad, sino que cada cual ejerce su función según su naturaleza.

Ni jueces ni científicos recibieron una facultad magisterial de parte de Dios ni asistencias y gracias necesarias para desempeñar su función en tal sentido.

Además, ni jueces ni científicos juzgan sobre lo que es necesario creer para la salvación.

Tú mismo, además, ya reconociste que fue conveniente que Dios otorgara la infalibilidad a los Apóstoles para ejercer su labor. Simplemente que estás comprometido con llevar eso a sus consecuencias, y limitas arbitrariamente dicho atributo a ellos y se lo quitas a sus sucesores.

Entonces, no sirve apelar a los jueces y científicos.


Dices que es irónico que mencione a Ireneo y Cipriano, porque combatieron herejías sin recurrir a la idea de un concilio infalible.

¡Pero apelaban a la indefectibilidad e infalibilidad de la Iglesia!

Pues, precisamente, ellos apelaban a la enseñanza constante de la Iglesia dispersa; eso también está garantizado por la infalibilidad, no solo los concilios ecuménicos. Con la enseñanza constante, los obispos ejercen el magisterio ordinario. En los concilios, en cambio, se ejerce el magisterio extraordinario.


Dices que ellos confiaban en las Escrituras como fuentes para refutar el error.

Todo el mundo confía en eso, y todos lo hacen. Belarmino dedica tomos a demostrar la fe católica a través de la Escritura.

Que la Iglesia tenga razones para enseñar lo que enseña, no hace que no tenga autoridad infalible.

Si ellos no apelaron a un concilio fue porque no existía posibilidad de celebrarlo. No porque creyeran que algo así no sería vinculante ni infalible.

Pero como ves, no dejaron de apelar al magisterio ordinario para condenar a los herejes.


Luego, dices que Trento y Vaticano I y II no fueron ecuménicos porque no participó la toltalidad de la cristiandad.

¿En serio? Jajaja

En Vaticano II fue cuando más obispos hubo, y de todas las partes del mundo.

Es irrelevante que la Iglesia Ortodoxa o los protestantes no participara de un concilio, porque no se necesita de los cismáticos ni de los herejes para convocar un concilio; los cismáticos y los herejes están fuera de la Iglesia.

Sus pastores no tienen ninguna licitud, no gozan de jurisdicción.

En consecuencia, no puede decirse que un concilio “no es ecuménico” porque no participaron los herejes y cismáticos.


Dices que la definición con presión de los criterios que hacen a una declaración infalible no fue dada en los primeros concilios, y que ciertas expresiones confieren infalibilidad tampoco aparece en los primeros siglos.

Amigo, todo eso no es más que buscar el pelo al huevo.

Creían, en tiempos de los primeros concilios, que estos eran infalibles. No lo negaban apelando a que no está definido con precisión qué parte es infalible y qué no.


Por otro lado, el que algo sea infalible o no depende de la intención, que es precisamente la condición de la infalibilidad: y la intención es definir de modo definitivo la fe vinculante para todos los cristianos.

Por eso aquello que exprese esa intención, es signo de infalibilidad. No necesitas una definición de un concilio que diga que cuando expresa “promulgamos, definimos y promulgados” ahí busca ser infalible.

Simplemente lees la declaración y piensas un poco en qué está diciendo. De hecho, el ejemplo que dí es el ejemplo tan claro de infalibilidad que no necesita comentario, porque justamente la expresión continúa diciendo “… promulgamos ser dogma de fe divinamente revelado que… quien lo negare, Dios no quiera, sea anatema”.

Y además, cualquier objeción que plantees, lo subsana la enseñanza constante de la Iglesia.

¿A quién le importa si los concilios no definieron cuándo son infalibles, si tenemos la enseñanza constante de la Iglesia, que nos dice qué es necesario creer y qué rechazar?


Dices que existen debates entre teólogos y expertos sobre qué declaraciones son infalibles.

Ajam, bueno.

Cuando los protestantes puedan resolver sus controversias, nos vienen a criticar a nosotros aquello. Mientras tanto, no tiene sentido pretender renunciar a una incertidumbre menor con otra incertidumbre muchísimo mayor.

La realidad, cuéntesela como se quiera, los católicos tenemos un magisterio claro, y habría que estar demente para renunciar a ello con este argumento que planteas, para ir a una situación de confusión más profundo y sin claridad.


Luego, yo no apelé a que cualquiera podria dudar de cuál es la Escritura para invalidar la doctrina de la Sola Escritura y todo lo que argumentas.

Sino para mostrar cómo negar la infalibilidad de la Iglesia por esa “incertidumbre” a la que apelas, no quita las incertidumbres por algo más seguro, sino que nos lleva a algo más inseguro.

Por tanto, tu respuesta es impertinente.


Igualmente, aparte de eso; aunque no era el argumento, si tú dices que eso no invalida la doctrina de la Sola Escritura, de modo semejante puede aducir que lo que tú alegaste no invalida la infalibilidad de la Iglesia.

Entonces, tu argumento inicial carecía de sentido.

Luego, si dices que a pesar de las diferencias entre protestantes hay un acuerdo fundamental; pues lo mismo te puedo decir yo sobre lo que es o no infalible.



Luego, dices que en el protestantismo no habría necesariamente una “incertidumbre mayor” en comparación con la Iglesia, porque discrepan en asuntos secundarios o terciarios.

Amigo mío, la cuestión no es lo que se cree DENTRO del protestantismo; sino a lo que lleva EL PRINCIPIO del protestantismo.

Lo que tú sostienes va a llevar a doctrinas que no son las que creen los protestantes, y basados en el mismo principio protestante de juicio privado en donde niegas la autoridad infalible de la Iglesia.

Los protestantes son el ejemplo más fácil de exponer; pero sus principios los utilizan otros que se han desviado tanto que ya ni ustedes mismos los consideran protestantes.

Así, defender tal principio lleva a discrepancias en temas ESENCIALES.

Tanto así que llegan hasta a acusarnos a nosotros de idolatría. Eso es algo esencial, no algo secundario.

Por otro, es falso que los protestantes discrepen en gran parte en asuntos secundarios o terciarios.

La Eucaristía no es un asunto secundario. Llevó a la separación de Lutero y Zwinglio. Tanto así que ya los protestantes de corte pentecostal-evangélico de aquí ni consideran este asunto, porque los luteranos quedaron allá lejos en Europa: consideran solo su postura y la católica.

Para muchos calvinistas, el TULIP no es algo secundario sino esencial.

La distinción entre credobautistas y paidobautistas no es algo secundario, sino esencial; pues refiere a algo como la validez del bautismo que es necesario para la salvación.

No solo eso: no vaya algún protestante a creer en la intercesión de los santos o el purgatorio o la veneración de imágenes, o no vaya a sostener la nueva perspectiva sobre Pablo, porque eso es suficiente para que sobre él caiga el anatema de otros muchos protestantes.

Otros también sostienen el pastoreo femenino, el aborto o cosas semejantes.

No tienen unidad en lo esencial, por eso precisamente están divididos.

No se ponen de acuerdo sobre qué es lo esencial.

Además, ¿por qué se ve que tienen más o menos un “consenso”?

Porque se basan en la doctrina definida por los primeros concilios y reciben la fe de la Iglesia Católica en estos puntos. O sea, la Iglesia ya hizo el trabajo y ustedes solo lo reciben.

A esto añaden las innovaciones de la Reforma, con la justificación por la fe y la Sola Escritura; y ya hasta ahí se termina el consenso, porque en lo demás no pueden ponerse de acuerdo.

Ese consenso lo recibieron por la Iglesia que previamente ya les enseñó; y se basa en excluir a los que, con el mismo principio que ustedes, interpretan cosas en contra de dicho consenso, porque no pueden ponerse de acuerdo con ellos, y tampoco entre ustedes.

Así con los TJ, con los adventistas, con los unicitarios y demás.

Además, si fuera por tener unidad “en lo esencial”, estarían en la Iglesia Católica. Pues la mayoría de esas cosas que enseñas lo tomaron de la Iglesia Católica (Trinidad, deidad de Cristo, salvación por la gracia).

Hasta recitan los mismos Credos formulados por la Iglesia.

Sin embargo, no están unidos con nosotros, ni reconocen a nuestros pastores, ni celebran con nosotros el culto.


Dices que las diferencias entre protestantes no son signo de incertidumbre, sino de diversidad de interpretación, y que permite flexibilidad en cuestiones no esenciales.

¿En serio?

Si se acusan de herejes entre sí. Y, en efecto, el principio protestante va a llevar a la incertidumbre.

Porque aun suponiendo que los protestantes tienen razón y que la Iglesia no es infalible, y que tal o cual dogma está errado; eso evidentemente no hace que toda doctrina católica que no aceptan los protestantes esté errada.

Yo seguiría sosteniendo doctrinas que los protestantes rechazan y, por las cuales, claramente me declaran anatema.

Para tener flexibilidad en cuestiones no esenciales, ya están los teólogos dentro de la Iglesia Católica.


Dices, por otro lado, que en el catolicismo también hay debates significativos en doctrina.

Dices que no todos los católicos están de acuerdo sobre cómo interpretar las enseñanzas de ciertos concilios o encíclicas.


Pero el católico tiene una manera de solucionar esas controversias, que es precisamente la autoridad definitiva de la Iglesia.

En muchos temas, los asuntos ya han sido definidos pero muchos no quieren enterarse; y en otros, la Iglesia no se ha definido.

Ante las controversias siempre es la Iglesia la que tiene la última palabra; y ante la duda del magisterio, es el mismo Magisterio el que se interpreta.

Eso lo reconocen todos los católicos. Es justamente lo que Ratzinger respondió a Lefebvre:

En esto, al igual que con respecto a las cuestiones litúrgicas, hay que señalar que –en función de los diversos grados de autoridad de los textos conciliares– no se excluye la crítica de algunas de sus expresiones, realizada según las reglas generales de adhesión al Magisterio. Puede incluso expresar el deseo de que se produzca una declaración o un desarrollo explicativo sobre un punto u otro.

No puede usted afirmar, sin embargo, la incompatibilidad de los textos conciliares, que son textos magisteriales, con el Magisterio y la Tradición. Puede decir que, personalmente, no ve esa compatibilidad y pedir, por lo tanto, a la Sede Apostólica que la explique. En cambio, si, por el contrario, usted afirma la imposibilidad de dicha explicación, se opone profundamente a la estructura fundamental de la fe católica, a la obediencia y humildad de la fe eclesial que afirma profesar cuando, al final de su carta, recuerda la fe que le fue enseñada a lo largo de su infancia y en la Ciudad Eterna.”


Por lo que, las disputas católicas no son equiparables a las disputas protestantes.

Luego, dices que la autoridad infalible no elimina todas las incertidumbres.

Concedo.

Así hay muchas cosas sobre las que la Iglesia no se pronuncia.

Pero si eso no elimina todas las certidumbre imagínate lo que propones tú, que es algo muchísimo peor.

Cualquiera ha de preferir lo mejor a lo peor.


Cristian:

Dices: “Dices que surge la cuestión de qué se entiende por “momentos críticos”.

Pero ahí yo solo retomé un término que tú usaste, para señalar cómo los momentos críticos son precisamente esos que mencioné.

Justamente la naturaleza misma de la cuestión hace que sea algo CRÍTICO, porque implica que la Iglesia, Madre y Maestra, está definiendo cuál es la doctrina de Cristo que deben creer todos los cristianos.

¿Qué cosa más crítica que esa, que cuando le debe decir a los cristianos qué creer?

Lo mismo con multitud de hechos dogmáticos aceptados por la Iglesia. Hay que creerlos como verdaderos en virtud de la infalibilidad de la Iglesia. Así la aceptación de la validez de un Papa, así la suposición de que el episcopado aún se mantiene. Así la validez de los concilios recibidos por la Iglesia.”

Respondo: Cuando hablas de "momentos críticos" y dices que son aquellos donde la Iglesia define la doctrina de Cristo, tengo que señalar que la doctrina de Cristo ya está claramente definida en la Escritura. Y no me parece que dogmas como la Asunción de María o la infalibilidad papal comprometan o complementen la doctrina de Cristo. Estos son dogmas que fueron añadidos mucho después, y la verdad, no tienen un fundamento claro en la Biblia. Así que no creo que sean necesarios para entender quién es Cristo ni para vivir una vida de fe en Él.

Tomemos el caso de la Asunción de María. Fue proclamado como dogma, pero no hay ninguna referencia clara en la Biblia sobre esto. Y si nos fijamos bien, el hecho de que María haya sido asunta al cielo no cambia nada sobre la obra redentora de Cristo en la cruz, su resurrección o su papel como el Salvador del mundo. Entonces, ¿por qué es necesario que todos los cristianos lo crean como si fuera una verdad fundamental de la fe? No lo veo.

Algo similar pasa con la infalibilidad papal. No encontramos ninguna enseñanza en la Biblia que diga que un líder humano, como el Papa, es infalible cuando habla sobre cuestiones de fe y moral.

En cuanto a lo que mencionas sobre definir "momentos críticos", me parece que eso es una interpretación un poco arbitraria. La doctrina de Cristo está completa en la Biblia y no necesitamos estar añadiendo nuevos dogmas o proclamaciones para entender quién es Cristo o cómo debemos vivir como cristianos.

--------------------------------

Dices: “Luego, dices que no queda claro por qué ciertos concilios o decisiones eclesiásticas son considerados “momentos especiales de la infalibilidad mientras que otros no”. Y también, dices que es legítimo preguntar qué criterios determinan cuándo la Iglesia está actuando infaliblemente y cuándo no.

Pero amigo, plantear eso es como querer discutir algo que no conoces.

Convendría mejor que primero estudies qué es la infalibilidad de la Iglesia, y eso ya queda respondido. Porque es querer discutir lo que ya debería estar supuesto en el conocimiento.

Unos casos son infalibles y otros no por el simple caso de que en unos casos la Iglesia ejerce su labor magisterial vinculante y definitiva para todos los cristianos, mientras que en otras no.”

Respondo: Entiendo tu punto, pero creo que mi preocupación es válida. No es que no haya estudiado lo que la Iglesia enseña sobre la infalibilidad, sino que, desde una perspectiva más crítica, veo que sigue habiendo muchas inconsistencias en cómo se aplica.

Dices que en algunos casos la Iglesia ejerce su labor magisterial vinculante y definitiva, y en otros no. Pero eso es precisamente lo que me genera dudas. ¿Cómo sabemos con certeza cuáles son esos casos? ¿En qué concilio infalible se definió que concilios son infalibles y cuáles no? Me estás diciendo que hay una distinción, pero en la práctica, esa distinción parece ser ambigua y, en muchos casos, se hace difícil de discernir para la mayoría de los creyentes.

Si hablamos de algo tan trascendental como la infalibilidad, debería haber una claridad absoluta sobre cuándo se está ejerciendo. Y lo que veo es que incluso dentro de la propia Iglesia, los teólogos a menudo debatieron y siguen debatiendo sobre si ciertas decisiones fueron infalibles o no. Por ejemplo, hubo discusiones sobre si algunas declaraciones del Concilio Vaticano II fueron infalibles o no, y algunos aún discrepan sobre si fueron "definitivas" o "vinculantes". Si esto es algo que tiene tanta importancia en la fe, debería ser mucho más claro y accesible para todos los creyentes, no solo para los expertos.

Por ejemplo, el uso de anticonceptivos es algo que está prohibido de forma infalible?

Para mi, parte del problema es que cuando añadimos la idea de una infalibilidad que no está claramente delimitada, corremos el riesgo de dejar la autoridad en manos de interpretaciones humanas sesgadas. Y es irónico que me menciones seudocriterios que ayudan a distinguir entre proclamaciones infalibles y falibles, pues para los ortodoxos tus criterios no son vinculantes.

Así que no creo que esté discutiendo algo que no conozco, sino que más bien estoy expresando una inquietud válida sobre cómo la infalibilidad es aplicada y entendida. La Biblia es clara en cuanto a lo que es necesario para la fe y la salvación, y eso no requiere declaraciones adicionales que, en muchos casos, no tienen una base lógica ni directa en la Escritura.

Dices: “Si ciertos concilios son infalibles y otros no, es porque para que sea infalible se requiere que esté ejerciendo el magisterio extraordinario.

Como dice Ludwig Ott, en su Manual de Teología Dogmática…”

Respondo: Es irónico, ¿no? Que estemos hablando de la infalibilidad de la Iglesia, y sin embargo, no haya un concilio "infalible" que haya determinado de manera clara y definitiva los criterios para distinguir entre lo infalible y lo falible. Esto genera una especie de círculo vicioso. Si la Iglesia enseña que ciertos concilios son infalibles y otros no, y que el magisterio extraordinario es el que garantiza la infalibilidad, entonces la pregunta lógica es: ¿Dónde se ha definido infaliblemente cuáles son esos criterios?

Si existen esos criterios, asumo que los ortodoxos los respaldan, ¿no? pues también son una iglesia con un paradigma conciliar.

Todo lo que mencionas de Ott y sus criterios son solo un alegato especial, pues, irónicamente, no puedes demostrar desde un concilio infalible que dichos criterios se han aplicado y se aplicarán a lo largo de la historia de la iglesia.

Ludwig Ott propone estos criterios, pero surge una pregunta esencial: ¿Ott es infalible o está apelando a una autoridad infalible para establecer estos criterios? Porque si Ott simplemente está presentando una interpretación personal, entonces estamos nuevamente ante una cuestión de interpretación humana, no de una verdad proclamada infaliblemente.

A lo largo de la historia de la Iglesia, no ha habido un concilio ecuménico vinculante que haya establecido los criterios claros y universales para discernir qué enseñanzas o concilios son infalibles y cuáles no. Ott nos da una explicación razonada de cómo la Iglesia entiende su infalibilidad, pero esa misma explicación no está respaldada por una proclamación infalible ni es aceptada por otras tradiciones (como los orientales). Es un problema circular: dependemos de un marco teórico que no ha sido definido por el mismo nivel de autoridad que dice describir.

Si no hay una proclamación infalible que establezca los criterios de infalibilidad, ¿cómo podemos estar seguros de que estos criterios son correctos? Si Ott, o cualquier otro teólogo, está ofreciendo una interpretación de los concilios y enseñanzas de la Iglesia, entonces seguimos dependiendo de interpretaciones humanas falibles para establecer los criterios de la infalibilidad. Y si eso es así, la seguridad que se pretende alcanzar con la infalibilidad queda en duda.

21 semanas

Responder

Cristian Osorio

Kevin Del Piero Dices “Luego vuelves al caso del concilio de Hieria. Que, como ya respondí dos veces (aunque entiendo que no has llegado a esas partes), no fue un concilio ecuménico.

Por lo que no, este tipo de ejemplos no plantea ninguna duda sobre la consistencia y claridad de la Iglesia, porque no están atacando lo que la Iglesia sostiene.”

Entiendo tu punto, y sé que ya has mencionado que el Concilio de Hieria no fue ecuménico, lo que según tu argumento lo excluye de la infalibilidad. Sin embargo, mi mención de Hieria no es solo para cuestionar la naturaleza de ese concilio en particular, sino para resaltar un problema más amplio: ¿cómo podemos estar completamente seguros de qué concilios son infalibles y cuáles no, si no hay una definición infalible que establezca los criterios de manera clara y definitiva?

Es cierto que el Concilio de Hieria no fue ecuménico según los criterios de la Iglesia Católica, pero sigue siendo un ejemplo relevante porque, en su momento, sus decisiones eran consideradas vinculantes para la salvación de muchos. El hecho de que posteriormente se lo haya rechazado plantea la pregunta: ¿cómo sabemos que otros concilios o decisiones que hoy se consideran infalibles no podrían ser revisados o reinterpretados en el futuro?

Aquí es donde volvemos al tema central: no existe un concilio ecuménico infalible que haya definido con precisión los criterios sobre qué es infalible y qué no. La definición de lo que constituye un concilio ecuménico o cuándo la Iglesia está actuando de manera infalible sigue dependiendo de interpretaciones, que, como ya mencioné antes, no son infalibles en sí mismas y obedecen a interés particulares.

Decir que un concilio es infalible si es ecuménico no resuelve el problema, porque seguimos dependiendo de interpretaciones humanas para determinar qué concilios cumplen con los criterios. Y como esos criterios no han sido definidos infaliblemente, nos encontramos en un ciclo en el que siempre cabe la posibilidad de duda.

-----------------

Dices. “Luego, dices que la Iglesia ha definido como vinculante una doctrina extrabiblica como la asunción de María. Pero justamente, eso eso es plantear la pregunta que estoy diciendo en la publicación y que ya he respondido: ¿Cómo sabes que la doctrina de la asunción de María es “extrabíblica”? No lo sabes. Tu interpretación es meramente probable, privada y falible, mientras que la de la Iglesia es infalible, pública y cierta. Por tanto, es obvio que cualquiera debe preferir el juicio de la Iglesia. Y justamente, el juicio de la Iglesia garantiza su concordancia con las Escrituras, porque es infalible.”

Respondo: Estás planteando que la interpretación de la Iglesia es infalible y que, por tanto, debemos aceptarla sin cuestionamiento. Sin embargo, la infalibilidad de la Iglesia es lo que se está discutiendo. No puedes saltarte esa parte y darla por sentada como si ya estuviera resuelta. Necesitarías primero demostrar que la Iglesia tiene este carisma de infalibilidad, y solo entonces podrías usarlo como fundamento para defender dogmas como la Asunción de María. Asumirlo de entrada es un razonamiento circular: dices que la Iglesia es infalible porque enseña la verdad, y enseña la verdad porque es infalible. Eso no nos lleva a ningún lado.

Por otra parte, cuando digo que la Asunción de María es una doctrina extrabíblica, lo hago porque objetivamente no hay ningún texto en las Escrituras que hable de ello. Puedes buscar de Génesis a Apocalipsis y no encontrarás un solo pasaje que mencione que María fue llevada corporalmente al cielo. No se trata de una cuestión de "interpretación privada", sino de lo que está y no está en la Palabra escrita de Dios. Es muy diferente cuando algo es deducido a partir de la Escritura a cuando simplemente no tiene ninguna base en ella.

También afirmas que, dado que la Iglesia es infalible, su juicio garantiza la concordancia con las Escrituras. De nuevo, eso es asumir lo que estás tratando de demostrar. Incluso si aceptáramos, hipotéticamente, que la Iglesia tiene alguna forma de autoridad para interpretar las Escrituras, eso no implica automáticamente que pueda agregar dogmas que no se encuentran en ellas. La autoridad de la Iglesia debería ser la de proclamar y defender lo que ya está revelado en la Biblia, no introducir nuevas enseñanzas que no tienen ningún respaldo bíblico.

21 semanas

Responder

Cristian Osorio

Kevin Del Piero Dices: “Justamente, sostener la infalibilidad de la Iglesia evita tener que estar fundamentando punto por punto cada dogma y cada objeción que se plantee a cada dogma; porque su certeza lo garantiza la enseñanza de la Iglesia. Así que, como dije, no tiene sentido querer atacar esta infalibilidad apelando a que tal o cual doctrina es “extrabíblica”. Me preguntas si creo en serio que ese dogma debe ser creído de forma vinculante. …. Dices que para los protestantes esa enseñanza no tiene base clara en la Biblia. Y para eso Cristo estableció la infalibilidad de la Iglesia, para que nadie alegue lo que hacen los protestantes y se pongan a dudar de cualquier cosa por mero juicio privado. Otra vez, de nada sirve apelar a que no hay referencia explícita en las Escrituras, ni que no aparece en gran parte del periodo patrístico. La Infalibilidad de la Iglesia hace que todas esas objeciones sean superfluas, porque su autoridad garantiza su veracidad. Como del mismo modo, la infalibilidad de la Iglesia garantiza otros hechos dogmáticos a los que se puede plantear mil y una objeciones, y el fiel cristiano no tiene que esta versado en todo para conocer la verdad. Le basta aceptar lo que acepta la Iglesia, porque su infalibilidad garantiza que toda condición necesaria se ha cumplido.”

Respondo: Entiendo lo que dices, pero me parece que el argumento sigue cayendo en el mismo problema circular. Estás diciendo que la infalibilidad de la Iglesia hace que todas las objeciones sean irrelevantes, que los fieles no tienen que preocuparse por fundamentar cada dogma porque, si la Iglesia lo enseña, es cierto. Sin embargo, la cuestión central no es si la infalibilidad resuelve todas las dudas una vez que la aceptas, sino si esa infalibilidad es algo que se pueda asumir sin demostrar primero.

Estás argumentando que la infalibilidad de la Iglesia evita la necesidad de fundamentar cada doctrina, pero ese es precisamente el problema. ¿Por qué deberíamos aceptar la infalibilidad sin cuestionarla o demostrarla primero? No puedes usar la infalibilidad como un "atajo" para evitar preguntas difíciles sobre las doctrinas, especialmente cuando algunas de esas doctrinas, como la Asunción de María, no tienen un respaldo claro en la Escritura ni en los primeros siglos de la Iglesia.

Si quieres sostener que la infalibilidad es lo que garantiza la veracidad de todos los dogmas, primero debes demostrar que esa infalibilidad es legítima. No puedes simplemente decir: "es infalible, por lo tanto, es cierto". Eso sería evitar la discusión principal, que es si la Iglesia tiene la autoridad infalible que reclama.

Decir que la infalibilidad de la Iglesia hace irrelevante el hecho de que ciertos dogmas no aparezcan en la Biblia o en la patrística temprana no responde a la preocupación principal. La Escritura es una norma infalible para ambas partes (protestantes y Catolicos), y si una doctrina no tiene fundamento en la Biblia, entonces hay razones legítimas para cuestionarla. No es solo un "juicio privado" como dices, sino una preocupación sobre la autoridad de la revelación bíblica.

Ignorar el hecho de que la doctrina de la Asunción de María no tiene respaldo bíblico no lo hace desaparecer. La Biblia debe ser nuestra fuente principal de revelación divina, y cualquier doctrina que no esté claramente derivada de ella está abierta a cuestionamiento ¿O no?


Aquí una respuesta a lo restante de tu segundo comentario:

Entiendo que el catolicismo enseña que los fieles no están obligados a conocer todos los argumentos apologéticos detrás de cada dogma y que basta con confiar en la infalibilidad de la Iglesia. Pero aquí surge un problema fundamental: ¿Cómo puede alguien confiar ciegamente en algo que no ha sido demostrado?. La infalibilidad de la Iglesia no es una verdad evidente que simplemente se acepte sin cuestionamiento, es precisamente el punto que está en disputa. Pedir que se acepte sin justificación es pedir fe ciega, lo cual no es lo que la Escritura enseña.

La Biblia nos llama a poner a prueba los espíritus y las enseñanzas (1 Juan 4:1), lo que significa que debemos examinar lo que se nos enseña y asegurarnos de que se alinea con la Palabra de Dios. No podemos simplemente asentir a todo lo que una institución diga sin verificarlo con la Escritura, que es nuestra norma final.

Por otro lado, los protestantes no rechazamos la autoridad legítima de la Iglesia en guiar a los creyentes. Lo que rechazamos es la imposición de doctrinas que no tienen respaldo claro en la Escritura. La autoridad de la Iglesia, desde la perspectiva protestante, está subordinada a la Palabra de Dios, y cualquier enseñanza que se aleje de ella es legítimamente cuestionable.

Apelar a la Escritura no es una simple "interpretación privada", sino un retorno a la norma infalible que Dios nos ha dado. Cuando los protestantes cuestionan dogmas como los íconos o la infalibilidad papal, lo hacen porque esos dogmas no tienen un fundamento claro en las Escrituras.

La Escritura misma nos llama a examinar y juzgar lo que se enseña (Hechos 17:11). Los bereanos eran elogiados por comparar lo que Pablo les enseñaba con las Escrituras para asegurarse de que era verdad. No se trata de juzgar desde una perspectiva individualista o arrogante, sino de cumplir con la responsabilidad que tenemos como creyentes de asegurarnos de que lo que creemos es coherente con la Palabra de Dios.

La apologética católica puede argumentar que ciertos dogmas tienen fundamento en la Escritura, pero esos argumentos no siempre son persuasivos ni concluyentes, especialmente cuando se trata de doctrinas que parecen haber sido añadidas mucho después de los tiempos apostólicos.

En cuanto a la prohibición de la idolatría, en las Escrituras es clara (Éxodo 20:4-5). La veneración de imágenes e íconos puede parecer, desde una perspectiva protestante, muy similar a lo que se condena como idolatría en la Biblia. Decir que esta objeción es "superflua" porque es una "interpretación privada" no resuelve el problema. La Escritura no distingue entre diferentes tipos de veneración, y el peligro de convertir imágenes en objetos de culto idolátrico es real.

La distinción que haces entre ídolos e íconos no es tan clara en la Biblia. El mandamiento en Éxodo 20:4-5 prohíbe hacer imágenes y postrarse ante ellas. Desde esta perspectiva, la veneración de íconos puede interpretarse como una violación de este mandamiento, ya que el acto de venerar una imagen puede confundirse fácilmente con adoración, especialmente para aquellos que participan de esas prácticas sin una comprensión teológica detallada.

Si bien la veneración de imágenes puede no ser exactamente lo mismo que la idolatría abierta, sí presenta un peligro real. La Biblia no hace una distinción clara entre venerar y adorar, y en la práctica, la veneración puede deslizarse fácilmente hacia la idolatría. La objeción protestante a la veneración de imágenes no es simplista, sino una preocupación legítima de que las prácticas que se desarrollan sin una base clara en la Escritura pueden conducir a desviaciones en la fe.

Finalmente, entiendo que la Iglesia Católica enseña que los fieles no tienen que estar profundamente versados en teología o apologética, pero lo que me preocupa es que esto lleva a una forma de fe ciega. Jesús mismo alentaba a sus seguidores a cuestionar y a discernir, no a aceptar ciegamente (Mateo 7:15-20). La fe cristiana no se trata solo de obedecer a una institución, sino de buscar activamente la verdad en las Escrituras, que son suficientes para enseñar y corregir.

21 semanas

Responder

Cristian Osorio

Kevin Del Piero Dices: “Viendo lo que respondes, tu respuesta está sacada de una IA, porque ni siquiera estás respondiendo precisamente el punto que estás citando, sino una respuesta genérica.”

Lamento que así lo parezca, aunque esto puede deberse a que sí hago uso de respuestas que ya he dado o he leído en artículos o debates.

Creo que, al igual que yo, te das cuenta que estos puntos ya han sido muy debatidos y que, a los sumo, uno trata de abordar pequeñas variantes o nuevos datos que se proporcionen.

Entonces sí, me declaro culpable de copiar y pegar, además de usar material que previamente ya había generado en otros debates (me imagino que también lo haces).

---------------------------

Dices “Específicamente, me citaste argumentando cómo es falaz asumir que la prerrogativa de la infalibilidad terminó con los Apóstoles. Y argumentaba que la infalibilidad existe por su función magisterial; y que como tal función no terminó con los Apóstoles, tampoco hay que asumir que terminó con ellos la infalibilidad. Y que suponer que terminó con ellos simplemente apelando a nada, sería tan arbitrario como suponer que la Iglesia ya no necesita pastor. Ese era el argumento. Que tu alegato de que la infalibilidad no perduró es algo arbitrario. En cambio, me sales con una respuesta genérica de que tú reconoces la necesidad de pastores y maestros, que negar la infalibilidad no es negar la validez de la autoridad. Y luego te dedicas solo a repetir que esa función no es necesaria que sea infalible. Otra vez, apelando a nada. Es como el mismo copy&paste. Si esa función no es necesario que sea infalible, pues no lo has demostrado hasta ahora.”

Respondo: Tal vez no soy muy diestro para exponer mis puntos, pero déjame abordar tu argumento de manera directa. Estás diciendo que la infalibilidad no terminó con los Apóstoles porque la función magisterial de la Iglesia sigue vigente, y, por tanto, la infalibilidad debe perdurar. Y afirmas que negar la infalibilidad de la Iglesia después de los Apóstoles es arbitrario.

Es cierto que la función magisterial de la Iglesia, es decir, la labor de enseñar, guiar y pastorear a los fieles, sigue después de los Apóstoles. Los protestantes no niegan la necesidad de pastores y maestros en la Iglesia. De hecho, reconocemos la importancia de los obispos, ancianos y líderes en la comunidad cristiana. Pero la clave aquí es que la necesidad de guiar y enseñar NO REQUIERE NECESARIAMENTE infalibilidad.

Ya te expuse el caso del magisterio Judío!! Una labor magisterial con un alcance soteriológico, pero que no necesitaba del carisma de la infalibilidad para ser funcional.

No estoy apelando a "nada", como sugieres. Estoy apelando a lo que la Biblia misma enseña sobre la guía espiritual y el liderazgo en la Iglesia. La Escritura no nos dice que, para que la Iglesia cumpla su función de enseñar la verdad, necesite ser infalible. Los apóstoles eran los testigos directos de la vida, muerte y resurrección de Cristo, y recibieron una autoridad especial en su tiempo. Pero después de ellos, la enseñanza de la Iglesia debe basarse en la Escritura, que es infalible, no en una autoridad eclesiástica humana que se declare como tal.

En Hechos 20:28-30, Pablo advierte a los ancianos de Éfeso que cuiden del rebaño porque incluso de entre ellos podrían surgir lobos destructores. Esto indica que el liderazgo de la Iglesia debe estar alerta y guiado por el Espíritu Santo, pero no implica que ese liderazgo sea infalible.

El argumento que presentas sugiere que la infalibilidad debe continuar más allá de los Apóstoles porque la Iglesia sigue necesitando enseñar. Pero esa conclusión no se sostiene. La continuidad de la enseñanza en la Iglesia no es suficiente para concluir que esa enseñanza es necesariamente infalible. Estás asumiendo lo que debes demostrar: que la función de enseñanza de la Iglesia requiere infalibilidad. La necesidad de enseñanza no implica automáticamente que esta enseñanza se dé o se garantice por medios humanos infalibles.

21 semanas

Responder

Cristian Osorio

Kevin Del Piero Sobre lo demás del tercer comentario, aquí mi respuesta:

Es cierto que Nestorio fue depuesto y que los líderes de la Iglesia, incluso los Papas, pueden ser corregidos y deponer a obispos por crímenes. Sin embargo, lo que muestra 1 Timoteo 5:19-20 es que la posibilidad de corregir a un líder eclesiástico implica que esos líderes no son infalibles. La infalibilidad, por definición, es la incapacidad de cometer errores en ciertas áreas de enseñanza de fe y moral. Pero si los líderes eclesiásticos pueden ser corregidos, esto implica que pueden equivocarse, lo que pone en duda su infalibilidad en cuestiones doctrinales también.

Me dirás, “oh, la infalibilidad solo se da en casos particulares”, pues bien, mi amigo, solo propones un argumento de alegato especial. ¿Quién definió cuando y como se debe entender los casos donde se enseña y se proclama de forma infalible?

Al final tienes un magisterio, que:

1. No es plenamente infalibles, pues sus obispos se equivocan.

2. No es siempre infalible, pues sus concilios regionales pueden errar.

3. No es siempre infalible, pues depende de que se cumplan unos criterios que los imponen arbitrariamente.

Estoy de acuerdo en que 2 Timoteo 3:16-17 no es una prueba directa de que la Iglesia no sea infalible, pero sí establece la suficiencia de la Escritura para enseñar, corregir y equipar a los creyentes para toda buena obra. El hecho de que la Escritura sea útil para enseñar y corregir no implica necesariamente que la Iglesia sea infalible. Lo que significa es que la Escritura es una norma definitiva, suficiente e infalible para guiar a la Iglesia, sin necesidad de una institución infalible.

El Concilio de Jerusalén en Hechos 15 no fue un acto de infalibilidad eclesiástica como la concibe la Iglesia Católica, sino un ejemplo de la Iglesia primitiva discerniendo la verdad a la luz de la Escritura y la revelación del Espíritu Santo. El Espíritu Santo guió el proceso, pero esto no implica que se haya establecido una infalibilidad permanente para todos los concilios futuros. La autoridad del concilio de Jerusalén dependió de la revelación apostólica y la Escritura, no de un carisma institucional infalible que continuaría indefinidamente.

Dices que la infalibilidad es una asistencia especial del Espíritu Santo que garantiza la veracidad de las definiciones doctrinales de la Iglesia. Pero aquí hay un problema: la Escritura no enseña explícitamente que esta asistencia infalible continúe después de los Apóstoles. Los Apóstoles tenían una autoridad única, confirmada por su testimonio directo de la resurrección de Cristo y su inspiración por el Espíritu. Una vez cerrada la revelación apostólica, la norma infalible que quedó para la Iglesia fue la Escritura, no una autoridad eclesiástica que pueda añadir nuevas doctrinas “infalibles”.

Cuando Jesús dice que "las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mateo 16:18), interpretamos esto como una promesa de que la Iglesia verdadera, el cuerpo de Cristo, no será derrotada. Esto no implica necesariamente la infalibilidad institucional de la Iglesia visible. La Iglesia, como el conjunto de los verdaderos creyentes, siempre ha sostenido la verdad del Evangelio, incluso en tiempos de apostasía o corrupción en las estructuras visibles.

Señalas que las herejías y el pecado no prevalecerán contra la Iglesia y que esto implica infalibilidad. Sin embargo, esa es una interpretación ad hoc que no se desprende necesariamente del texto. Las puertas del infierno pueden referirse a la derrota espiritual final de Satanás y la victoria de la Iglesia en Cristo, sin que esto implique que la Iglesia visible y sus líderes sean infalibles.

Citas a varios Padres de la Iglesia como Jerónimo, Cirilo y Agustín, quienes interpretan las "puertas del infierno" como las herejías que no prevalecerán contra la Iglesia. Es cierto que estos Padres interpretan el pasaje de esta manera, pero su interpretación bíblica NO ES INFALIBLES. ¿o acaso sí?. Ellos defendían la pureza de la fe apostólica, pero la historia nos mostraría lo irónico de sus interpretaciones. Tenemos a un Cirilo, del patriarcado de Alejandría, que en la actualidad acusa a Roma de ser una iglesia hereje.

Hoy día, desde la óptica de Cirilo, la promesa de Cristo no se cumplió en Roma, pero sí en oriente.

Por otro lado, Jeronimo incluye los pecados y los vicios, ““Yo tengo por puertas del infierno a los pecados y a los vicios …” ¿Qué hacemos con los errores morales de los Papas y los obispos?.

No es necesario decir que la Iglesia cayó completamente en error para sostener que algunos concilios o doctrinas se desviaron de la pureza del Evangelio. La Reforma Protestante no niega que la Iglesia verdadera exista, sino que argumenta que ciertas doctrinas que surgieron en la historia de la Iglesia no tienen base en la Escritura y, por lo tanto, son corruptas. Esto no significa que las puertas del infierno prevalecieron contra la Iglesia, sino que la verdadera Iglesia siempre ha sostenido y sostendrá la fe pura basada en la Escritura, incluso en medio de los errores de la Iglesia visible.

21 semanas

Responder

Cristian Osorio

Kevin Del Piero Sobre tu cuarto comentario, respondo:

Es cierto que los tribunales de justicia, aunque no sean infalibles, emiten decisiones legales y vinculantes. Sin embargo, la falibilidad de los tribunales es aceptada como una realidad, y las decisiones erróneas pueden ser revisadas o corregidas con el tiempo. Esto es clave: la falibilidad no implica caos ni cisma, sino la posibilidad de corregir errores y mejorar la justicia con el tiempo. Lo mismo puede aplicarse a la Iglesia: puede tener autoridad, pero no necesita ser infalible para guiar a los creyentes.

Es cierto que no podemos simplemente desconocer la autoridad de los tribunales o de la Iglesia por razones personales. Sin embargo, la Reforma Protestante no fue simplemente un acto de juicio privado; fue una reacción a doctrinas que no tenían base bíblica clara y que parecían desviar a la Iglesia de su misión original. No se trató de una separación caprichosa, sino de una búsqueda por volver a la pureza del Evangelio, basada en la Escritura. Una decisión justificada!!

Además, la anarquía no es el resultado natural de rechazar doctrinas que no son bíblicas. Los protestantes no buscan crear su propio "país espiritual", sino que buscan fidelidad a la Palabra de Dios como la única fuente infalible. La pluralidad interpretativa es una consecuencia de nuestras limitaciones epistémicas, no la consecuencia de la anarquía espiritual que propones.

Estoy de acuerdo en que la Iglesia y las sociedades políticas tienen diferencias fundamentales. Sin embargo, el hecho de que la Iglesia tenga el don de indefectibilidad no significa que deba ser infalible en todas sus decisiones doctrinales (partimos de definiciones distintas sobre lo que es la indefectibilidad). La indefectibilidad se refiere a la promesa de Cristo de que la Iglesia nunca desaparecerá (perennidad) ni será destruida (Mateo 16:18), pero eso no implica que todas las decisiones de los líderes eclesiásticos sean libres de error.

Es cierto que los Apóstoles recibieron un don especial de inspiración e infalibilidad mientras escribían las Escrituras y guiaban a la Iglesia primitiva (La iglesia fundante). Sin embargo, una vez que la revelación bíblica fue completada, esa infalibilidad ya no era necesaria. La Palabra de Dios escrita se convirtió en la norma final y suficiente para la fe y la práctica, y no había necesidad de que los sucesores de los Apóstoles fueran infalibles.

La inspiración de los Apóstoles era un don temporal para la fundación de la Iglesia y la transmisión de la revelación divina. Después de eso, la autoridad reside en la Escritura, no en una sucesión de líderes infalibles.

La Reforma Protestante no fue un acto de desorden, sino un llamado a regresar a la enseñanza clara y bíblica del Evangelio. Sí, trajo divisiones, pero esas divisiones surgieron precisamente porque había doctrinas que se alejaban de la Escritura. Jesús y los Apóstoles advirtieron contra las herejías y los falsos maestros, por lo que la Reforma fue un esfuerzo por corregir lo que se percibía como enseñanzas incorrectas.

El cisma es lamentable, pero muchas veces es el resultado de intentar mantener la fidelidad a la Escritura frente a enseñanzas que la contradicen.

Es cierto que la Escritura condena el cisma y la herejía, pero la verdadera herejía es apartarse de la verdad bíblica. La verdadera unidad de la Iglesia debe basarse en la fidelidad a la Palabra de Dios, no en la sumisión incondicional a una autoridad que podría desviarse de la verdad. Los líderes religiosos en el Antiguo Testamento y en el tiempo de Jesús tenían autoridad, pero también cometieron errores y fueron corregidos. El mismo Jesús criticó a los fariseos que se sentaban en la cátedra de Moisés (Mateo 23:1-3), lo que muestra que la autoridad no garantiza infalibilidad.

21 semanas

Responder

Cristian Osorio

Kevin Del Piero Dices: "Y del mismo modo, el Señor mandó a obedecer a los que se sientan en la cátedra de Moisés.

En ningún lugar de la Escritura verás que se pueda, por juicio privado, rechazar esto.

En cambio, por juicio privado los protestantes rechazan tal o cual doctrina definida por la Iglesia."

Respondo: Es interesante que menciones la obediencia a la cátedra de Moisés, pero también es importante recordar el ejemplo del apóstol Pedro en el libro de Hechos. Pedro, en su interacción con el Sanedrín (las autoridades religiosas judías de su tiempo, quienes efectivamente "se sentaban en la cátedra de Moisés"), hizo exactamente lo que criticas: usó su juicio privado para desobedecer una autoridad religiosa cuando esta iba en contra de la voluntad de Dios.

En Hechos 5:29, cuando el Sanedrín ordenó a los apóstoles dejar de predicar en el nombre de Jesús, Pedro respondió: "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres". Aquí, Pedro y los apóstoles se enfrentaron a las autoridades religiosas más altas de su tiempo, aquellas mismas que, según la tradición, debían ser obedecidas porque se "sentaban en la cátedra de Moisés". Sin embargo, cuando la voluntad divina y la verdad del Evangelio estaban en juego, Pedro decidió que debía seguir a Dios en lugar de someterse a las decisiones humanas de esas autoridades.

Pedro utilizó su discernimiento personal (o juicio privado) para determinar que la orden del Sanedrín contradecía la voluntad de Dios. Este es un ejemplo bíblico de que, cuando las autoridades religiosas están en error o se oponen a la verdad revelada por Dios, los creyentes deben obedecer a Dios antes que a cualquier autoridad humana, incluso si esa autoridad tiene un papel legítimo dentro de la estructura religiosa.

Este es precisamente el principio que los protestantes han seguido en su rechazo de ciertas doctrinas definidas por la Iglesia Católica. No es simplemente un acto de juicio privado arbitrario o caprichoso, sino un discernimiento basado en la Escritura y la convicción de que algunas de esas doctrinas no tienen fundamento bíblico y, por tanto, contradicen la voluntad de Dios revelada en Su Palabra.

Aunque Jesús instruyó a sus seguidores a respetar a quienes se sientan en la cátedra de Moisés (Mateo 23:2-3), también dejó claro que esas autoridades religiosas podían caer en el error y guiar mal al pueblo (ciegos guías de ciegos), como lo hizo con los fariseos y escribas. Jesús corrigió muchas de sus enseñanzas y actos, mostrando que la autoridad humana no es incuestionable ni infalible. Si las autoridades religiosas comienzan a imponer doctrinas contrarias a la verdad de Dios, entonces los creyentes tienen el deber de discernir y, si es necesario, corregir esas enseñanzas.


Kevin:

A mi inicio sobre los momentos críticos, dije que son aquellos en los que la Iglesia define la doctrina de Cristo.

Dices que tienes que señalar que la doctrina de Cristo ya está claramente definida en la Escritura.

Falso. La misma Escritura enseña su oscuridad y difícil comprensión. San Pedro hasta lo dice de las cartas de Pablo.

Y si la Escritura misma fuera tan clara que no necesitara autoridad externa para explicarla y definir la doctrina, no se habrían reunido los Apóstoles y definido la cuestión con su autoridad.

No estaríamos discutiendo nosotros.

No existirían mil y una herejías.

Más aún, no negarían lo que hasta está claro, como esto de la infalibilidad, que la has contradicho con malos argumentos. O incluso, no rechazarías algo que está claro como la Presencia Real. Pero como ves, siempre los que se alzan contra la Iglesia buscan cualquier subrefugio para negar lo que está claro.

Para mí eso es completamente claro; sin embargo, tú no lo ves en la Escritura.

Para ti son completamente claras tus doctrinas; sin embargo, yo no las veo en ningún lado.

Entonces, la Escritura no puede ser juez de ella misma. Lo que ella enseña debe definirlo alguien externo a ella.

Dices que dogmas como la infalibilidad papal no comprometen la doctrina de Cristo.

¿Cómo no, si mira cómo negar la infalibilidad lleva a la anarquía doctrinal?

¿Y la presencia real no es algo esencial?

¿El bautismo de infantes no es algo esencial?

¿La visibilidad e indefectibilidad de la Iglesia no es algo esencial?

Lo que no tienen fundamento claro en la Escritura son las doctrinas que tú te has puesto a defender aquí, como ha quedado claro, y como se ve por los malos argumentos que usaste para defender tu punto; como apelar a los pecados de los sacerdotes y pastores, o a la corrección de Pedro. Como si eso afectara en algo la infalibilidad.

O como cuando quieres negar la visibilidad de la Iglesia apelando a los versículos donde se ve que la Iglesia tiene aspectos espirituales.

Apelas a los argumentos comunes que ya han sido respondidos por los teólogos y apologistas católicos.

Otra vez, no sirve querer discutir sobre la Asunción de María.

Estás ignorando que quieres entrar en el juego que precisamente evita la infalibilidad. Argumenta todo lo que quieras: nada puedes hacer contra la verdad infalible de la Iglesia.

La definición de la Iglesia hace que cualquier objeción sea supeflua, porque Dios no permite a su Iglesia errar.

Simplemente, no veo por qué alguien debe preferir tus especulaciones y objeciones privadas, personales, falibles y probables en contra de la enseñanza infalible de la Iglesia.

Luego, a mi respuesta de que preguntar por qué ciertos concilios son infalibles y otros no es querer discutir lo que no se conoce.

Dices que estudiaste el tema, pero que desde una perspectiva crítica “ves inconsistencias en como se aplica”.

Amigo, parece que quieres venderme gato por liebre.

Si hubieses estudiado la cuestión no habrías salido con algo tan básico como alegar un concilio no reconocido de la Iglesia para querer objetar la infalibilidad.

Vamos, amigo. Si conoces el tema y estudiaste en serio el asunto no puedes cometer tremendo error garrafal. O salir con un argumento como los pecados de los hombres, confundiendo infalibilidad con impecabilidad.

Son cuestiones básicas.

No es que tienes problemas con cómo se aplica, sino que no conoces el asunto y no sabes ni siquiera lo que es la infalibilidad.

Porque si lo hubieses sabido no habrías salido con esa respuesta de cómo saber que un concilio es infalible y cuándo no.

Bastaba ir a ver qué entiende la Iglesia por infalibilidad, y ver si tal o cual concilio cumple con las condiciones dadas.

Luego, apelas tú a que si hablamos de infalibilidad debe haber una claridad ABSOLUTA sobre cuándo se está ejerciendo.

A ver: cuando puedas dar los ejemplos concretos en donde se dude del ejercicio del magisterio infalible, veremos qué tan “trascendente” es.

Mientras tanto, tú quieres apelar a algo que es MENOS CLARO AÚN, como apelar al mero juicio privado para interpretar la Escritura, que justamente es MENOS CLARA en multitud de cuestiones controversiales; y esto es precisamente muchísimo más trascendente.

¿Cómo puedes exigir claridad absoluta cuando lo que tú ofreces como alternativa no da esa claridad absoluta que pretendes, sino que lleva a algo peor?

Por lo que, en igualdad de condiciones, ha de aceptarse lo que parece más razonable y menor perjudicial. Y eso es claramente sostener la infalibilidad de la Iglesia.

Tienes dudas, por otro lado, de cuándo ejerce la Iglesia su labor magisterial vinculante y definitiva, y cuándo no.

Simple: basta atenerse a la enseñanza actual de la Iglesia, ateniéndose al magisterio ordinario.

No necesitas un concilio infalible que haya definido qué concilios son infalibles y cuáles no. En principio es obvio distinguirlos porque los concilios válido son los ecuménicos convocados por la autoridad legítima y fueron aprobados por la Iglesia, mientras que los otros no. El concilio de Hieria que citaste, por ejemplo, no cumple estas condiciones. Pero eso es tan obvio que ni duda puede haber en eso.

Y así, solamente basta atenerse a lo que enseña la Iglesia de modo vinculante, aquí y ahora. Estos son los hechos dogmáticos, por los cuales lo que ha sido recibido por la Iglesia ha de aceptarse como cierto, en virtud justamente de la infalibilidad de la Iglesia.

Justamente por ello aceptamos, por ejemplo, el Papado de Pablo VI.

Cualquiera podría plantear la duda (dudar lo puede hacer cualquiera): ¡Pablo VI no fue Papa legítimo! Y podría alegar muy elaborados argumentos jurídicos, históricos, teológicos y demás.

Pero todo eso es superfluo ante la simple pregunta: ¿Lo aceptó la Iglesia como Papa legítimo sí o no?

Si sí, entonces es superflua toda controversia y toda duda, y toda arquitectura argumental para poner en duda a Pablo VI.

De hecho, justamente, leyendo algo sobre este asunto es precisamente lo que me llevó a hacer esta publicación en un principio: los hechos dogmáticos hacen que debamos recibir con certeza lo que la Iglesia recibe.

Ahora, pones como dudas la extensión de la infalibilidad, a los documentos del Vaticano II. Y que si es algo tan trascendental, debería ser claro.

En principio, no es mayor la disputa a sobre si los documentos del Vaticano II son infalibles y vinculantes o no, a la multitud de disputas que pueden plantearse sobre doctrina bíblica y si son necesarias y vinculantes o no.

Luego, así como tú me puedes alegar que puede demostrarse que tal o cual doctrina sí está clara en la Escritura y sí es vinculante y necesaria; lo mismo puedo apelar yo con respecto al Vaticano II y decir que estos o aquellos argumentos dejan claro tal o cual asunto.

Luego, incluso en caso de duda, al magisterio le compete definir sus propias declaraciones.

Por lo que aún en ese caso, la última palabra la tiene la autoridad de Iglesia y no el juicio privado de cada uno.

Y como ya dije, aún aceptado estas dudas sobre la aplicación, eso no lleva a rechazar la infalibilidad de la Iglesia por algo peor.

Dices:

Es irónico, ¿no? Que estemos hablando de la infalibilidad de la Iglesia, y sin embargo, no haya un concilio "infalible" que haya determinado de manera clara y definitiva los criterios para distinguir entre lo infalible y lo falible.”

¿Por qué es “irónico”, si el magisterio infalible no lo ejerce solo un concilio, sino también el episcopado disperso en su magisterio ordinario, y el Papa al pronunciarse ex-cathedra, y por lo cual no se necesita ningún concilio para eso?

Lo que estás planteando es desconocer aquello que pretendes criticar y rechazar.

Hemos de recibir no solo lo que la Iglesia define de forma extraordinaria en concilio, sino la enseñanza constante de la Iglesia que también está garantizada por la infalibilidad.

21 semanas

Responder

Kevin Del Piero

Dices:

Si existen esos criterios, asumo que los ortodoxos los respaldan, ¿no? pues también son una iglesia con un paradigma conciliar.”

¿Y qué tienen que ver lo ortodoxos? Allá ellos. La veracidad o falsedad de esto no depende de lo que crean o dejen de creer.

Dices: “Todo lo que mencionas de Ott y sus criterios son solo un alegato especial, pues, irónicamente, no puedes demostrar desde un concilio infalible que dichos criterios se han aplicado y se aplicarán a lo largo de la historia de la iglesia.”

No es ningún alegato especial. Sino que esto muestra que quieres criticar lo que no conoces.

Dices:

Ludwig Ott propone estos criterios, pero surge una pregunta esencial: ¿Ott es infalible o está apelando a una autoridad infalible para establecer estos criterios? Porque si Ott simplemente está presentando una interpretación personal, entonces estamos nuevamente ante una cuestión de interpretación humana, no de una verdad proclamada infaliblemente.”

No los propone Ludwig Ott, los propone cualquier autor, y se ve en la Tradición y en los Catecismos y en la enseñanza de la Iglesia.

Ludwig Ott solo expone la fe en un manual de teología dogmática, no expone sus criterios personales.

Luego, solo vuelves con argumentos pueriles.

Vuelves a insistir en que la posibilidad de corregir a los líderes muestra que no son infalibles.

¿De dónde sacas eso?

De ningún lado, de la manga.

Ese es un pésimo argumento en contra de la infalibilidad, porque es obvio para cualquiera que infalibilidad e impecabilidad son dos cosas contrarias.

Tú mismo aceptaste que los Apóstoles eran infalibles; y aceptas a su vez que Pedro fue corregido por Pablo.

¿Ves, entonces, cómo ni tú mismo crees que ese argumento niegue la infalibilidad?

Luego, a la idea de que la infalibilidad se da solo en casos especiales, dice que eso es un alegato especial.

No, amigo. Lo único especial aquí es que quieres impugnar una doctrina que no conoces y usas argumentos básicos que ya fueron respondidos hasta el cansancio. Y cuando se te muestra lo malo de esos argumentos, no aceptas que son malos y los abandonas, sino que insistes en ellos.

Luego, con que en Hechos 15 no implica infalibilidad para el futuro de la Iglesia, es solo otra vez la misma afirmación gratuita infundada que repetiste y repetiste.

Amigo, en serio.

No vale la pena seguir con esto, porque veo que solo vuelves a insistir con lo que ya se te respondió sin avanzar mucho.

Y es algo que se vuelve tedioso para tan poco provecho.

A mí me resulta bien claro que quieres discutir algo que no conoces y que usas argumentos terriblemente malos. E insistes con ellos y los vuelves a repetir.

Así creo que no tiene sentido seguir.

Mejor, luego hago un resumen del debate donde se puedan ver bien los argumentos de cada uno.

Saludos.


Cristian:

Dices: “A mi inicio sobre los momentos críticos, dije que son aquellos en los que la Iglesia define la doctrina de Cristo. Dices que tienes que señalar que la doctrina de Cristo ya está claramente definida en la Escritura. Falso. La misma Escritura enseña su oscuridad y difícil comprensión. San Pedro hasta lo dice de las cartas de Pablo. Y si la Escritura misma fuera tan clara que no necesitara autoridad externa para explicarla y definir la doctrina, no se habrían reunido los Apóstoles y definido la cuestión con su autoridad. No estaríamos discutiendo nosotros.No existirían mil y una herejías.”

Es cierto que algunas partes de la Escritura pueden ser difíciles de comprender, como menciona Pedro respecto a las cartas de Pablo (2 Pedro 3:16), pero eso no cambia el hecho de que la doctrina de Cristo está claramente revelada en las Escrituras. La doctrina de Cristo se refiere a las enseñanzas fundamentales sobre quién es Cristo y su obra redentora, como su encarnación, su muerte, su resurrección y la salvación por gracia mediante la fe en Él. Dime, ¿Qué protestante niega estas verdades de fe? Estos son los pilares esenciales de la fe cristiana, y la Escritura es suficiente para comunicar estas verdades.

La Asunción de María, sin embargo, no forma parte de esa doctrina fundamental de Cristo que está claramente expuesta en las Escrituras. Esta enseñanza no aparece en la Biblia y, por tanto, no puede considerarse esencial para la fe cristiana ni parte de la doctrina de Cristo que los Apóstoles predicaron. Definir la doctrina de Cristo es asegurar que los creyentes comprenden lo que Cristo hizo y quién es, no añadir dogmas sobre otras figuras, por muy importantes que sean en la tradición cristiana.

Por otro lado, el Concilio de Jerusalén no se reunió para añadir doctrinas extrabíblicas, sino para resolver una cuestión práctica sobre la ley mosaica y su relación con los nuevos creyentes gentiles. Lo que hicieron los Apóstoles fue aplicar lo que Cristo ya había enseñado, lo que los judíos ya practicaban y lo que la Escritura ya revelaba, bajo la guía del Espíritu Santo.

1. Jesús dijo: “Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.” Mateo 8:11.

2. Los judíos ya practicaban las leyes noajidas. La aceptación de gentiles piadosos a quienes no se les imponía la circuncisión ni el cumplimiento de preceptos judíos, sino, solamente abstenerse de idolatría, fornicación y el consumo de sangre, entre otras cosas básicas.

3. La escritura y el testimonio del E. Santo fueron quienes señalaron que no se les debía imponer tal carga a los gentiles.

Recuerda que el E. Santo aprobó a Cornelio (un gentil piadoso) y su casa delante de Pedro y sus acompañantes. Esta aprobación se dio a pesar de no estar circuncidados ni practicar el culto judío.

Finalmente, Santiago cita la escritura, la profesa de Amós para ratificar que los gentiles han sido aprobados por Dios sin que se imponga la religión judía previamente.

21 semanas

Responder

Cristian Osorio

Kevin Del Piero Dices: “Dices que dogmas como la infalibilidad papal no comprometen la doctrina de Cristo. ¿Cómo no, si mira cómo negar la infalibilidad lleva a la anarquía doctrinal? ¿Y la presencia real no es algo esencial? ¿El bautismo de infantes no es algo esencial? ¿La visibilidad e indefectibilidad de la Iglesia no es algo esencial? Lo que no tienen fundamento claro en la Escritura son las doctrinas que tú te has puesto a defender aquí, como ha quedado claro, y como se ve por los malos argumentos que usaste para defender tu punto; como apelar a los pecados de los sacerdotes y pastores, o a la corrección de Pedro. Como si eso afectara en algo la infalibilidad. O como cuando quieres negar la visibilidad de la Iglesia apelando a los versículos donde se ve que la Iglesia tiene aspectos espirituales.”

Respondo: Negar la infalibilidad papal no compromete la doctrina de Cristo, porque la esencia de la fe cristiana está centrada en la persona de Cristo, su obra redentora, su muerte y resurrección.

Ahora, si quieres evitar la “anarquía doctrinal” en la iglesia, hay un camino más eficiente, es negar la existencia de Dios y abrazar el ateísmo. En ese mismo momento se acaban todas las disputas teológicas (sarcasmo).

En ese sentido, ni me haré ateo ni abrazaré la falsa idea de la infalibilidad del Papa, en pro de evitar la “anarquía doctrinal” que propones evitar. Ambos casos son absurdos.

21 semanas

Responder

Cristian Osorio

Kevin Del Piero Dices: “Apelas a los argumentos comunes que ya han sido respondidos por los teólogos y apologistas católicos. Otra vez, no sirve querer discutir sobre la Asunción de María.

Respondo: Claro, decir que mis argumentos son comunes y que ya se han respondido me va a persuadir a mí y a quien te lee de que tienes razón. Por favor!

Deja mejor que esas apreciaciones las saque los lectores o yo.

****

Dices: “Argumenta todo lo que quieras: nada puedes hacer contra la verdad infalible de la Iglesia. La definición de la Iglesia hace que cualquier objeción sea supeflua, porque Dios no permite a su Iglesia errar. Simplemente, no veo por qué alguien debe preferir tus especulaciones y objeciones privadas, personales, falibles y probables en contra de la enseñanza infalible de la Iglesia.””

Respondo; Argumentos “emocionales” no suelo responder. Si nos vienes a imponer la idea de que la iglesia es infalible porque Sí, ya es algo que raya en lo ridículo.

Veo que escribes mucho pero no veo argumentos, silogismos, razonamientos para defender tu punto.

***

Dices: “Luego, a mi respuesta de que preguntar por qué ciertos concilios son infalibles y otros no es querer discutir lo que no se conoce. Dices que estudiaste el tema, pero que desde una perspectiva crítica “ves inconsistencias en cómo se aplica”.

Amigo, parece que quieres venderme gato por liebre. Si hubieses estudiado la cuestión no habrías salido con algo tan básico como alegar un concilio no reconocido de la Iglesia para querer objetar la infalibilidad.”

Respondo: Tal vez no supe articular mi punto. Lo que busco es que me proporciones una justificación de por qué debo adherirme a tu entendimiento de lo que es y no es:

1. Un concilio ecuménico.

2. Un concilio infalible.

3. Un concilio falible

4. Los criterios para distinguir uno de otro.

Pregunta para Kevin sobre el punto 1: ¿Por qué toda la cristiandad histórica no concuerda en el número de concilios ecuménicos?

Por ejemplo, esto nos dice Sesboue “Occidente reconocía el VIII concilio ecuménico (Constantinopolitano IV, 869-870), que Oriente rechazó, celebrando a su vez otro concilio en la misma ciudad el año 879.”

Pregunta para Kevin sobre el punto 2: ¿Quién determinó que los concilios ecuménicos son vinculantes e infalibles?

Tal parece que no todos opinaban así, pues Sesboue nos informa: “Ahora bien, aunque el reconocimiento de la infalibilidad de los concilios legítimos y regulares se admite de modo más general en la época, con todo, todavía sigue siendo objeto de debates”

Además, para algunos teólogos de oriente la infalibilidad no está garantizado por el concilio per se sino por la iglesia que lo acepta: “Los concilios antiguos son reconocidos como infalibles porque han sido recibidos: «El concilio ecuménico es infalible cuando es aceptado por la Iglesia. [...] Sus decisiones no son reconocidas como verdaderas más que cuando las reconoce la Iglesia» Esta posición desplaza el peso de la infalibilidad eclesial del concilio hacia su recepción por la Iglesia, lo cual es algo completamente distinto. Nos vemos así reconducidos a la afirmación fundamental de la permanencia de la Iglesia en la verdad.”

Pregunta para Kevin sobre el punto 3: ¿Quién determinó los criterios para reconocer un concilio como infalible y por qué no toda la cristiandad histórica se suscribe a dichos criterios?

Anexo: Aquí los criterios que expone Sesboue "La infalibilidad de los concilios obedece a ciertas condiciones: el concilio debe corresponder a la definición de un concilio general. Debe ser convocado conforme a derecho y respetar la libertad de reunión. El número no es importante; lo que es importante para unos es la unanimidad de las decisiones, mas para otros basta con la mayoría. Por último, el concilio debe recibir el consentimiento o la confirmación del papa. En efecto, según muchos de los espíritus de la época, se corre un gran riesgo cuando el concilio define sin el papa o cuando el papa lo hace sin el concilio"


Ahhh, perdón... No había leído esto.....

"Amigo, en serio.

No vale la pena seguir con esto, porque veo que solo vuelves a insistir con lo que ya se te respondió sin avanzar mucho.

Y es algo que se vuelve tedioso para tan poco provecho."

Bueno, ante la falta de interés se hace inoportuno seguirte respondiendo.

Bendiciones.



Kevin:

(Como no sé cuántos comentarios abarcará esta respuesta, numeraré los comentarios. Este es el comentario 1)

Sí. Sé que dije que no respondería más. Pero veo que me has respondido y me siento tentado (?).

No continué respondiendo porque me resultaba patente que los argumentos presentados no eran los mejores y además veía un claro estancamiento.

Pero visto que no es tan extenso lo que me has respondido, seguiré, para que veas cómo los argumentos que presentas tienen defectos.

Un buen ejemplo de argumento débil es que a mi argumento de que el Señor mandó a obedecer a la cátedra de Moisés y no al juicio privado de cada uno, dices que Pedro justamente rechazó la cátedra de Moisés por su juicio privado.

Pero Pedro rechazó a la cátedra de Moisés cuando ya se estaba en la Nueva Alianza. Él era ahora el Sumo Sacerdote Vicario de Cristo (obvio, como protestante no crees en el Papado; pero no es el punto), y el Colegio Apostólico era el nuevo “Sanedrín”, si se quiere; lo antiguo quedó caduco y perdió su valor. Por eso se rasgó el velo del Templo, por eso el Señor dotó de autoridad a sus Apóstoles; por eso el Espíritu Santo descendió sobre ellos.

El antiguo pacto cesó, y por tanto cesó la autoridad que tenían los sacerdotes levitas.

Pedro no apeló a su juicio privado, sino a la autoridad que recibió de Dios mismo.

Luego, a mi argumento de que los tribunales aunque no sean infalibles emiten decisiones vinculantes y que no aceptarlo produce cismas, tú alegas que la falibilidad no implica caos ni cisma.

Amigo, lo que afirmas es ir directamente contra la realidad misma: ¿Qué han hecho todos los herejes a lo largo de la Historia, sino negar el magisterio infalible de la Iglesia para justificarse? ¿Qué fue la Reforma Protestante? ¿Y qué son todas las divisiones protestantes? ¿Y qué son el adventismo, los testigos de Jehová, el unicitarismo, y todas las demás variables que revivieron herejías, muchas de las cuales ya ni protestantes se consideran? ¿Qué son los bautistas y demás negando que María sea Madre de Dios? ¿Qué son los luteranos creyendo en la presencia real y todos los demás negándolo? ¿No te dice nada que no pueden ni convocar ustedes un concilio para ponerse de acuerdo en cuestiones doctrinales, o que no pueden convocarlo con nosotros?

Por eso además simplemente concuerdan en las cosas que la Iglesia Católica ya definió previamente pero discrepan en todo lo demás. Porque no pueden ni reunirse en concilio. Pero ni hasta ahí, porque algunos discrepan hasta en eso, como los que rechazan que a María se la llame “Madre de Dios”, o los que rechazan la Simplicidad Divina, o los que rechazan que Cristo tuviera alma humana, como hace Craig.

Hasta los ortodoxos tienen mayor uniformidad doctrinal que ustedes.

Si católicos y ortodoxos hemos mantenido más o menos la uniformidad en nuestras respectivas Iglesias es porque precisamente no nos basamos en ese principio de juicio privado.

Luego, dices que la anarquía no es el resultado de “rechazar doctrinas que no son bíblicas”, y que los protestantes no buscan crear su “país” sino solo “fidelidad a la Palabra de Dios”.

O sea, el mismo alegato de todos los cismáticos y herejes en toda la Historia. Nadie causa cismas y herejías gratuitamente, todos apelan al mismo argumento, todos apelan a la Escritura, y todos dicen que pueden demostrar su doctrina con la Biblia.

Si es por fidelidad a la Palabra de Dios, pues la Palabra de Dios nos habla en todo momento de aceptar la doctrina apostólica, de someterse a la Iglesia, de obedecer a los Pastores, de que la Iglesia es columna de la verdad, de que habrá asistencia del Espíritu. Dios enseña a través de la Iglesia y no por mero juicio privado.

Así que la Biblia dice lo contrario a lo que estás pretendiendo.

Dices que la pluralidad interpretativa es una consecuencia de nuestras limitaciones.

Pero si tenemos limitaciones, justamente hemos de aceptar lo más probable y razonable, pero eso va en contra del protestantismo. Porque justamente, si la Iglesia es infalible y nosotros como jueces privados tenemos limitaciones y podemos errar, en consecuencia debemos aceptar lo que enseña de forma definitiva la Iglesia.

Además, más aún: si nosotros como jueces privados tenemos limitaciones y por tanto podemos errar, y decimos que la Iglesia como jueza también tiene limitaciones y puede errar; eso no implica que debemos preferir nuestras interpretaciones privadas falibles por sobre la interpretación supuestamente falible de la Iglesia, y entrar en cisma con ella y abrazar lo que ella considera herético.

Porque aunque supongamos por un momento que lo que enseña la Iglesia con toda autoridad PUEDA sea errado, sin embargo nosotros tenemos la obligación de estar en la Iglesia, de obedecerla y de recibir lo que ella enseña, porque Cristo prometió enseñar a través de ella.

Por tanto, Dios no nos imputará el haber creído algo que enseñó la Iglesia aunque resultara que al final esté errado, porque estábamos bajo “obediencia debida”; pero sí nos imputará el cisma y la rebelión contra su Iglesia. Porque el Señor mandó a obedecer a los que se sientan en la cátedra de Moisés, a pesar de los errores que pudieran tener; y mandó también a obedecer el juicio de los sacerdotes, y a los que lo rechazaban mandó a castigarlos con la muerte.

Y si repasamos doctrina por doctrina que diferencia a católicos y protestantes, vas a ver que los protestantes no van a poder demostrar de forma concluyente que la doctrina católica está errada y que la suya es verdadera.

Eso se ve claro con el ejemplo de la iconodulía. No pueden demostrar que la veneración de íconos sea ilícita. Solo les queda asumir que íconos e ídolos son lo mismo, y aplicar las condenas de los ídolos a los íconos. No he encontrado a ningún, A NINGÚN, protestante que me pueda demostrar su punto.

Lo mismo pasa, por ejemplo, con la justificación solo por la fe.

O con la Sola Escritura.

Entonces: ¿por qué aceptar interpretaciones probables, falibles y privadas, en contra de las que son públicas y tienen más probabilidad de ser ciertas e infalibles?

21 semanas

Responder

Kevin Del Piero

(Comentario 2)

Luego, dices que la indefectibilidad no implica infalibilidad.

Pero amigo, la indefectibilidad implica que la Iglesia no desertará de la fe, porque permanecerá siempre igual, siempre fiel, sin cambio sustancial.

En consecuencia, podemos beber de la doctrina de la Iglesia con seguridad.

Ello va en contra directamente del protestantismo, porque los protestantes sostienen que la Iglesia desertó de la fe, al enseñar con toda su autoridad y durante siglos a toda la cristiandad doctrinas que ustedes consideran heréticas.

Este es el punto central.

La indefectibilidad de la Iglesia debe implicar necesariamente una cierta infalibilidad de la misma, por la cual no desertará de la fe. En caso contrario, será falso que la Iglesia sea indefectible.

Luego, vuelves a insistir que la infalibilidad luego de los Apóstoles ya no era necesaria.

Otra vez: ¿De dónde lo sacas?

De ningún lado. Ningún versículo estás apelando para demostrar eso. Es tu mera asunción sin sustento alguno. Y sin embargo, este parece ser el punto central.

La Historia misma te muestra que esa infalibilidad es necesaria. Además de que la costumbre de la Iglesia es intérprete de las Escrituras; y la Iglesia creyó tener infalibilidad a lo largo de los siglos.

No puedes apelar a que la Escritura es norma suficiente de fe, porque la realidad muestra lo contrario.

Además, la Escritura ya era norma de fe para los Apóstoles en su tiempo, y sin embargo, convocaron un concilio en donde hicieron uso de su autoridad para definir la doctrina y resolver la controversia de fe, con la asistencia del Espíritu Santo.

Por lo que la suficiencia material de las Escrituras no demuestra que no se necesite la infalibilidad.

Entonces, que la infalibilidad no sea necesaria es algo que no estás demostrando.

Luego, precisamente: La Escritura advierte que habrá falsos maestros, falsos profetas.

¿Y cómo identificar a un verdadero profeta de un falso?

Por su fidelidad a la Iglesia, porque los falsos son los que: “salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si de nosotros fueran, con nosotros hubiesen permanecido”.

Y antes de que repliques que en realidad se identifica por la fidelidad a las Escrituras y la doctrina de Cristo, te respondo que Cristo prometió la asistencia a la Iglesia, y la hizo columna y baluarte de la verdad. Por tanto, la fidelidad al Evangelio se encuentra en la Iglesia, no en los que se alzan contra ella por sus meros juicios privado acusando a la Iglesia de ir contra la palabra de Dios, cuando en realidad la Iglesia solo va contra sus doctrinas inventadas por ellos mismos, y que ellos atribuyen a la Escritura.

21 semanas

Responder

Kevin Del Piero

(Comentario 3)

También alegas que aunque Jesús mandó a obedecer a los que se sientan en la cátedra de Moisés, sin embargo les señaló sus errores incluso doctrinales; y que él mismo los corrigió. Lo cual mostraría que si las autoridades imponen doctrinas contrarias a la fe, cualquier creyente debe discernir y, si es necesario, corregir sus enseñanzas.

Pero Jesús no es “cualquier creyente”; Jesús era el Señor mismo, el Maestro. Por tanto, él podía corregir con toda seguridad sin error alguno. Nosotros, claramente, no estamos en su posición.

Lo que él mandó a los fieles con respecto a las autoridades no es que cualquiera se ponga a examinar lo que mandan, sino que mandó la obediencia: hacer lo que dicen, pero no lo que hacen.

Y aunque aceptemos que Él aceptó la disidencia con la autoridad religiosa, la disidencia tendría que ser en aquello que alguno puede determinar que efectivamente se fue contra la doctrina verdadera, y que sea sobre un magisterio eclesiástico no infalible al que solo se debe asentimiento religioso.

Esto existe incluso en la Iglesia Católica, porque no todo lo que enseña la Iglesia tiene el mismo peso.

Las distintas enseñanzas tienen distinto grado de certeza teológica. Las que mayor grado tienen son los dogmas y las verdades católicas, que son infalibles. Le siguen las verdades próximas a la fe, las sentencias teológicamente ciertas, las sentencias comunes, las opiniones teológicas piadosas; todas estas no son infalibles.

Las verdaderas próximas a la fe son aquellas que los teólogos consideran como verdad revelada, pero que la Iglesia no se ha pronunciado.

Ahora, el magisterio declara algunas como definitivas y por tanto con lo declara con infalibilidad; pero otras simplemente las afirma.

Nosotros debemos asentimiento a todo lo que enseña la Iglesia; incluso debemos asentimiento a las enseñanzas que no son infalibles, y esto por obediencia al magisterio.

Sin embargo, esa obligación de asentimiento puede cesar cuando alguien competente llega a la determinación de que la enseñanza está equivocada.

Ahora bien, el Señor mandó el asentimiento al magisterio eclesiástico judío. Pero como los judíos probablemente no tenían una autoridad infalible, sin embargo de buena gana puedo aceptar que se podía admitir la discrepancia en algo.

Pero como ya he señalado en otros lados (ya no sé ni dónde), esa discrepancia no lleva al cisma y a la herejía. El Señor nunca mandó romper la comunión eclesial judía, y no vemos en ningún lado que tal cosa se aceptara, a como hicieron los protestantes.

¿Dónde, en la Escritura, se estableció un sacerdocio cismático como algo querido por Dios? ¿En dónde los fieles dejaron de comunicarse con los malos y errados de la religión?

Al contrario, el Señor incluso mandó al leproso a ofrecer la ofrenda según la ley de Moisés.

El mismo Señor fue llevado al Templo y fue circuncidado conforme a la ley. El mismo Señor iba con su familia todos los años al Templo, y discutía con los doctores de la ley; y celebraba Jánuca junto con el resto del pueblo, fiesta instituida por las autoridades religiosas.

Incluso San Cipriano enseña que Jesús reprochó a los escribas y fariseos bajo ese nombre, y no bajo el nombre de sacerdotes, por la dignidad del sacerdocio, y para que no se creyera que se les oponía a ellos como sacerdotes.

Hasta San Pablo siguió guardando la antigua reverencia por los sacerdotes ya siendo cristiano, pues al ser golpeado por orden del Sumo Sacerdote, se lo echó en cara sin saber que era él, y luego pidió disculpas porque no sabía quién era él, y a él le debe respeto como príncipe del pueblo (bien podríamos decir también que lo decía con sarcasmo, o que lo venera como autoridad civil y no religiosa. Son otras dos interpretaciones posibles).

Pero incluso los judíos, estando divididos en doctrina entre fariseos y saduceos (como se señala en el mismo lugar), estaban reunidos en concilio manteniendo la comunión y bajo un mismo Sumo Sacerdote y un mismo culto.

¿Qué misma comunión tienen los protestantes con nosotros, que no aceptan nuestro culto ni nuestra jerarquía?

Además, justamente: ¿Cómo podría determinarse que una enseñanza del magisterio eclesiástico discrepa o no con la Palabra de Dios y que está errada?

Primero: Los judíos tendrían razón para disentir del magisterio en multitud de cuestiones, porque no siendo infalible podrían ser más evidentes sus errores, y entonces cualquiera podría señalarlo como contrario a lo establecido en la ley. Así, si enseñaran “Los muertos no viven”, parece que cualquiera podría objetar las partes de la Escritura donde se ve lo contrario.

Sin embargo, ¿quién puede decir lo mismo de la Iglesia? Primero, esta es infalible. Y segundo, hasta la mayoría de los protestantes reciben lo que la Iglesia enseñó y definió, al punto de que en general aceptan los primeros concilios ecuménicos y los Credos católicos sin cambiarle nada (materialmente, aunque sí en el sentido).

Y cuando se ponen a discutir señalando que tal o cal cosa es errada, en ningún lugar queda claro que así sea.

Así con lo que enseña la Iglesia sobre la Eucaristía, sobre las imágenes, sobre el bautismo, sobre la naturaleza de la Iglesia, sobre la misma infalibilidad (¿lo extenso de este intercambio justamente no lo demuestra?) y multitud de otras doctrinas.

Segundo: Los judíos podrían apelar al consenso de lo que se ha creído para aceptar o rechazar una doctrina que enseñe el magisterio. Con ese criterio, sería fácil identificar y rechazar doctrinas que fueran contra el consenso. Además, ahí donde las autoridades no se pone de acuerdo y unos dicen otra cosa y otros otra, parece ser entonces una cuestión abierta y que no puede obligarse a sostener una posición.

Sin embargo, ¿quién puede apelar esto contra la Iglesia? Porque los protestantes rechazan incluso las doctrinas que se aceptaron en consenso durante siglos y que fueron definidas, no donde hay discrepancias.

Rechazan la doctrina católica sobre la Eucaristía, rechazan la iconodulía, la intercesión de los santos, el purgatorio, la enseñanza sobre la Iglesia, muchos otros niegan la Virginidad perpetua y cosas semejantes.

Tercero: siendo su magisterio seguramente no infalible y sus doctrinas pocas, los judíos tendrían un amplio campo en lo que, en realidad, su magisterio serán más que nada opiniones teológicas, sentencias comunes y el equivalente a verdades católicas.

Además, sus autoridades mandaban ante todo cuestiones disciplinares y judiciales antes que cuestiones doctrinales. Por lo cual, la oposición que puede darse a la cátedra de Moisés será en estas cuestiones, guardando la proporción.

Sin embargo, ¿quién puede equiparar esto al cristianismo?

Los cristianos tenemos un magisterio infalible; y tenemos muchas más doctrinas, que además son más elevadas y difíciles de comprender y en las cuales es fácil errar.

Por lo que nuestro magisterio no busca nada más que opiniones y sentencias comunes, sino también determinar con certeza la doctrina de la fe para ser creída con seguridad.

Hasta aquí la cuestión, que muestra por qué no tiene sentido alegar la oposición a la cátedra de Moisés o los errores del magisterio judío, para con ello querer equiparar la actitud de los protestantes con respecto a la Iglesia o querer desacreditar la infalibilidad.

21 semanas

Responder

Kevin Del Piero

(Comentario 4)

Luego, respondiendo otros argumentos (no voy respondiendo en orden) que planteas, vuelves a insistir en que 1 Timoteo 5:19-20 implica corregir a un lider eclesiástico, y que eso muestra que no son infalibles.

Y eso, según tú, porque “la infalibilidad, por definición, es la incapacidad de cometer errores en ciertas áreas de enseñanza de fe y moral”.

Pero, ¿Y por qué te sacas definiciones de la manga?

Si vas a criticar la doctrina de la Iglesia, critica lo que la Iglesia enseña, y no según tú redefiniendo lo quieres entender para así atacar con un hombre de paja la enseñanza de la Iglesia.

La infalibilidad no implica la infalibilidad de cada obispo tomado individualmente, sino la infalibilidad DE LA IGLESIA, y la infalibilidad del EPISCOPADO en su MAGISTERIO EXTRAORDINARIO Y EN EL ORDINARIO UNIVERSAL.

Un solo obispo no es la Iglesia ni el Episcopado.

Esto no tiene nada de alegato especial; solo muestra que caes en un hombre de paja.

NUNCA la Iglesia enseñó que los obispos, tomados individualmente, no pueden errar.

Pero de eso no se sigue que la Iglesia, como unidad moral, no sea infalible.

Es falaz lo que estás pretendiendo. De una cosa no se sigue la otra.

Y precisamente el caso de San Pedro lo muestra: ¿No era el colegio apostólico infalible, y estaba asegurado por el Espíritu Santo al definir la fe y proclamar la fe con toda autoridad; y sin embargo Pedro tomado individualmente y en una cuestión no vinculante, erró?

Más aún: ¿no fue inspirado Pedro cuando escribió sus dos cartas, y sin embargo, ahí en Antioquía erró? ¿Y no recibió la revelación para transmitirla y, aún así, erró aquí?

O vamos con la Iglesia: ¿No crees tú mismo que la Iglesia es indefectible, que siempre habrá creyentes fieles al evangelio, aunque tomados individualmente alguno que otro pueda desertar de la fe?

Así que lo que estás planteando es algo que no se sigue en ningún momento.

Porque así como la inspiración o revelación no implican que CADA COSA que el hombre inspirado o mensajero diga, haga o escriba esté asegurado por el don de la inspiración o la revelación; del mismo modo, que alguien esté dotado de la prerrogativa de infalibilidad en una condición concreta, no significa que lo estará siempre y en cada cosa que dice, hace o escribe.

Dices que quién definió cuándo y cómo debe entenderse los casos donde se enseña y se proclama de forma infalible.

Simple: hay que seguir la costumbre de la Iglesia.

Y además te lo dice la misma razón, como acabamos de ver. Si un autor inspirado no siempre es inspirado, del mismo modo nada impide pensar que alguien infalible solo sea infalible en determinado momento en razón de un motivo.

El motivo o causa y finalidad de la infalibilidad es asegurar la certeza de la doctrina de la fe definida por la Iglesia para ser creída por todos; no el asegurar la impecabilidad moral o doctrinal de cada pastor o cristiano tomado individualmente. Pero si es así, entonces es absurda la objeción que planteas.

Simplemente, piensa un poco qué es la infalibilidad y te darás cuenta que la objeción carece de sentido.

Otra muestra de que no comprendes ni qué es la infalibilidad, es que dices que

al final tienes un magisterio, que: (...)

2. No es siempre infalible, pues sus concilios regionales pueden errar.”

Pero a ver: alegar eso es ignorar precisamente qué es la infalibilidad.

El episcopado ejerce su magisterio extraordinario en concilio ecuménico o universal, no en concilios regionales.

Los concilios regionales, precisamente, no vinculan a toda la cristiandad, sino solo a los de la región.

Podrán, cuando mucho, estar dotados de infalibilidad si enseñan en conformidad con la Iglesia las mismas doctrinas.

Además, hay concilios que, en realidad, no fueron recibidos por la Iglesia sino que fueron cismáticos. No son aceptados ni como “regionales”.

21 semanas

Responder

Kevin Del Piero

(Comentario 5)

Luego, admites que 2 Timoteo 3:16-17 no es una prueba directa de que la Iglesia no sea infalible.

Listo, entonces no sirve como argumento.

Dices, por otro lado, que sí establece la suficiencia de la Escritura para enseñar y corregir.

Pero perfecto: nadie cuestiona eso.

Pero esa “suficiencia” no anula la autoridad infalible que determine qué es lo que enseña realmente la Escritura. Pues justamente los Apóstoles definieron una controversia con su autoridad, aunque apelaran a la Escritura para el fundamento de su decisión.

En ningún momento se desprende aquello en lo que estás insistiendo, de que la Escritura como norma “definitiva y suficiente” implica que no se necesite una institución infalible, o incluso, que solo la Escritura sea fuente de revelación y lo único garantizado con infalibilidad.

Hasta ahora solo he visto la afirmación y no el sustento. Ha sido hasta ahora solo una afirmación de la postura protestante. Pero afirmar algo y demostrarlo son dos cosas distintas.

Además, más aun. El texto no dice que la Escritura es “suficiente”, significando “exclusividad” o “Sola Escritura”.

El texto dice que toda la Escritura es “inspirada” y “útil” para enseñar, corregir y reargüir; lo cual no es lo mismo a “suficiente”.

Que algo sea “útil” para un objetivo no significa que sea lo ÚNICO para dicho objetivo; o lo que es lo mismo: suficiente y excluyente, que es como interpretan los protestantes el pasaje.

La Escritura es útil para la enseñanza; sin embargo, existen otras cosas útiles.

Como ves, versículos antes (2 Tim. 3:8) Pablo apeló a una tradición extrabíblica para enseñar algo. Asimismo, el mismo Pablo apeló a los escritores griegos para mostrar o enseñar su punto (Hch, 17:28). Además, la misma doctrina apostólica en principio no era Escrita, sino oral.

Eso como primer punto. Y como segundo punto: Pablo se estaba refiriendo a las Escrituras del Antiguo Testamento en las que fue instruido Timoteo desde joven. No está hablando absolutamente de la Biblia cristiana como la tenemos, ya que tal cosa no existía en su momento.

Si dijéramos que de aquellas palabras se deduce la Sola Escritura, entonces quedarían excluidos como inspirados por Dios y útiles los libros del Nuevo Testamento.

Esto lo respondió ya Belarmino, en la Primera Controversia, libro 4, cap. 10:

Ahora bien, las palabras "es útil", por mucho que Chemnitz las tuerza, nunca significarán "es suficiente". Porque demuestra de una manera u otra que no se deduce de estas palabras que la Escritura no sea suficiente; pero no se deduce que sea suficiente, que es lo que tenía que demostrar. Porque, ya digas que la Escritura es útil para esto, o tiene este uso, o se refiere u ordena a esto, o cualquier otra cosa similar, nunca se dirá que la Escritura basta por sí sola. Así como quien dice que el alimento es útil para nutrir al hombre, dice que el alimento está instituido para esto, para que alimente, pero no dice que el alimento solo basta, porque si falta el calor natural o algún instrumento del cuerpo necesario para la nutrición, el alimento no nutrirá. Por eso el Apóstol no dice que la Escritura sola basta para enseñar, convencer, etc., y, por lo tanto, para perfeccionar y completar al hombre; pero, sin embargo, es útil y ayuda para todas estas cosas. Y aunque el mismo Apóstol no dice que no basta, sin embargo lo recogemos de otros lugares, como en 1 Corintios, capítulo 11: “Lo demás lo dispondré cuando vaya”, y en 2 Tesalonicenses, capítulo 2: “Retened las tradiciones, ya sea de palabra o por epístola, etc.”. Y de este lugar también, aunque no se recoge que Pablo dijo que la Escritura no basta, sin embargo, se recoge evidentemente que él no dijo que la Escritura sola basta, porque atribuyó estas alabanzas a cualquier obra canónica, y sabemos incluso por la confesión de los adversarios que ninguna obra canónica basta, porque entonces las demás serían superfluas”.

Así que: ¿cuál es la interpretación del texto, y qué se deduce de él?

Simple y llanamente lo que dice: Que la Escritura del momento (el A.T.) es inspirada y útil para enseñar, argüir y corregir.

Sin agregar más ni quitar nada, ni buscar ir más allá de lo que dice el texto. Podemos deducir, por añadidura, que aplica también a toda Escritura que eventualmente inspirada y que no todavía no se había escrito.

Pero no se puede deducir de aquello la Sola Escritura o la negación de la infalibilidad, porque, además de las razones dadas, otras muestran que esa interpretación no es posible:

1.- Que la revelación se contenga en la Tradición y no solo en la Escritura se ve por: Jn. 21:25, 12:16, Hch. 1:3, 1 Cor. 11:2, 11:23, 11:34, 2 Tes. 2:15, 1 Tim. 6:20, 2 Tim. 1:14, 2:1-2

2.- Y que haya algo más que la Escritura dotado de infalibilidad se ve por: Mt. 16:18, Ef. 3:10, Mt. 28:20, 1 Tim. 3:10, versículos que atribuyen infalibilidad a la Iglesia; y Mt. 16:18-19, 18:17-18, Hch. 15:6-28, Lc. 10:16, Jn. 14:16, 14:26, 16:13, versículos que se lo atribuyen a un magisterio.

Además de que está el consenso de los Padres y de la Iglesia en este tema.

Por tanto, no podemos negar lo que dicen claramente Escritura, la Iglesia y los Padres por sostener una doctrina (la sola Escritura) que ni siquiera se deriva de la Escritura, y cuando del pasaje más fuerte y más utilizado para defender esa doctrina ni siquiera se deduce la misma.

21 semanas

Responder

Kevin Del Piero

(Comentario 6)

Luego, dices que en Hechos 15 no hubo un acto de infalibilidad eclesiástica, sino un discernimiento de la verdad a la luz de la Escritura la revelación del Espíritu, que guía el proceso, pero que eso no implica “infalibilidad”.

Amigo, la realidad es que, te guste o no, los Apóstoles decidieron con su autoridad. Por eso dicen: “Ha parecido bien a nosotros y al Espíritu Santo no imponerles otra carga mas que esta...”

Por supuesto, expusieron y basaron su decisión en interpretaciones de la Escritura. Pero eso lo hace todo concilio de la Iglesia. Toda doctrina se deriva en última instancia de la Escritura, porque lo que hace el magisterio infalible es dar la interpretación auténtica de las fuentes de revelación y enseñarnos sin error la doctrina en ellas contenida implicita o explícitamente, y que puede estar o no disputada por herejes o puede haber duda de los fieles.

Eso no quita que decide con su autoridad, y con esa autoridad garantiza la veracidad. Justamente, eso es un concilio: decidir como jueces, no como meros comentadores dando una opinión, que uno puede aceptar o rechazar a su discreción. Si decidieran así, entonces carece de completo sentido el decreto apostólico y el concilio en sí.

Los Apóstoles no apelaron a su autoridad moral (como un economista dando su pronóstico sobre el futuro de la economía, y que uno lo acepta según le convence o no; el economista solo se basa en su reputación buena o mala), sino en su autoridad magisterial conferida por Cristo y a la cual los fieles estaban obligados a escuchar.

Además, que decidieran bajo la guía del Espíritu Santo justamente muestra que el Espíritu los asistió; y los asistió para que no erraran.

Y si los asistió para que no erraran, entonces tomaron una decisión garantizada por infalibilidad.

Si queda duda, basta preguntarse: ¿Por qué el Espíritu los asistió?

Porque eran la autoridad de la Iglesia que, en su función docente, buscaban determinar de forma vinculante qué hacer. De allí que la asistencia del Espíritu les garantiza el estar libres de error y poder confirmar en la verdad de la fe a los fieles. Pues el Señor les garantizó el Espíritu justamente para eso como se ve por el Evangelio de Juan.

¿Cómo saber que el Espíritu Santo guía en unos casos con error y en otros sin error?

Si guía el Espíritu, no hay error.

Pero esa es la cuestión: ¿quién determina cuándo el Espíritu Santo está guiando o no? ¿Por qué el Espíritu Santo guía a algunos y no a otros?

Claramente, el Espíritu Santo no nos puede estar guiando a todos, porque todos decimos cosas contrarias, y el Espíritu no puede estar llevándonos a cosas contrarias, ya que su asistencia nos lleva “a la verdad plena”. Pero todos creen tener el Espíritu Santo.

Por tanto, ¿cómo determinamos a quién guía o no el Espíritu?

Por lo dice el Señor: donde haya dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Y lo decía con referencia al poder de atar y desatar que dio a sus Apóstoles.

Del mismo modo, por lo que dice a sus Apóstoles en Juan: el Espíritu se prometió a ellos de forma especial, y claramente por su función magisterial. Como son los maestros y pastores los que deben administrar la doctrina a los fieles, evidentemente la guía se dará con prioridad a los maestros y pastores, puestos que estos deben enseñar y los otros aprender; unos mandar y otros obedecer.

Además, Hechos 15 nos da ejemplo: el Señor prefiere asistir a su Iglesia para que enseñe de forma definitiva la verdad.

Y como es una cuestión tan relevante y es apropiado pedir la guía del Espíritu en esos casos, el Señor es presto para otorgar lo que la autoridad pide, porque pide convenientemente.

Si así no fuera vendría entonces en detrimento de la fe, de la Iglesia y de la salvación de las almas, pues la Iglesia podría errar y mandar a sus fieles a creer herejías. Lo cual no parece que sea adecuado para aquella que se llama “columna y baluarte de la verdad” contra la cual no podrán las puertas del infierno.

Ahora, tú no puedes asumir que tal carisma desapareció con la muerte de los Apóstoles.

Tú muchas veces has repetido esto, pero en ningún momento lo demostraste.

Como la costumbre de la Iglesia es intérprete más seguro de las Escrituras antes que las interpretaciones privadas, por mi parte yo solo me atengo a la costumbre de la Iglesia. Hasta ahora no me has dado un solo argumento que demuestre que tal infalibilidad no debe seguir, mientras que yo he dado razones de peso por los cuales sí es coherente pensar que deba seguir. De hecho, se deduce casi que sin esfuerzo, pues el Espíritu de la verdad estará con ellos “para siempre”; o sea, ellos y sus sucesores, porque la Iglesia no deja de ser asistida por el Espíritu de la verdad con la muerte de Juan, y los Apóstoles siguen en sus sucesores.

Tú eres el que debe demostrar que tal costumbre está equivocada. Y, como ya dije: demostrar y afirmar son dos cosas distintas.

Más aún, el mismo hecho de que no nos podamos poner de acuerdo y vayamos cada uno con versículos e interpretaciones distintas, solo muestra la necesidad de una autoridad resolutoria de controversias que no sea ni la Escritura ni el juicio privado. Lo cual va en contra de la posición que defiendes.

Como ya dije en otro lado: todo parece indicar que la Iglesia es infalible, no solo en tiempos apostólicos, sino luego también. Todo parece indicar que la promesa de indefectibilidad permanece con la Iglesia visible, no solo con la Iglesia en su forma invisible.

Sobre Mateo 16:18, dices que no se habla de infalibilidad sino de que el conjunto de los verdaderos creyentes siempre sostendrán la verdad del Evangelio.

Pues, amigo, entonces acepta lo que el conjunto de los verdaderos creyentes han creído a lo largo de los siglos, y que contradijeron los reformadores protestantes e incluso protestantes actuales que van en contra de lo que creyeron aquellos.

La Iglesia es por esencia visible, la visibilidad no es algo accidental. Por tanto, la Iglesia visible no desertará.

Por lo que hemos de atenernos a la enseñanza de la Iglesia visible, contra las cuales no podrán las puertas del infierno: o sea, las herejías.

En consecuencia, la Iglesia no ha enseñado herejías con todo el peso de su autoridad.

Lo que interpretas solo va en contra de tu posición protestante, no a favor.

Pero como te das cuenta de ello es que debes creer también por necesidad que la Iglesia es invisible.

Si la Iglesia no es meramente invisible, se cae todo el protestantismo.

Luego, a mi idea de que las puertas del infierno son las herejías, dices que eso es una interpretación ad hoc.

Y a mis citas de los Padres, dices que ellos no son infalibles.

Ah, bueno. Listo: bajo los mismos alegatos rechazo tu interpretación.

¿Pero quién habría de preferir tu interpretación ad hoc y falible, por sobre otra interpretación que, además, es más tradicional y CLARAMENTE se ve más acorde con lo enseñado por la Escritura?

Tú vas de interpretación ad hoc en intepretación ad hoc sobre tal o cual pasaje no porque se desprenda de los textos, y desprecias mis interpretaciones no porque sean ad hoc; y haces esas dos cosas porque sabes que aceptar en algún punto lo que te estoy diciendo es hacer que se desplome todo del protestantismo, porque el corolario de ello es que la Iglesia Católica es la única verdadera y por lógica todos sus dogmas son verdaderos y el protestantismo falso.

Es esto lo que lleva a sostener con tanta insistencia cosas que, en realidad, no me estas pudiendo demostrar.

21 semanas

Responder

Kevin Del Piero

(Comentario 7)

Pero es que mira cómo todas tus objeciones son completamente débiles, como se ha visto hasta ahora.

Mira este otro ejemplo.

Como yo cito a Jerónimo, tú dices:

Por otro lado, Jeronimo incluye los pecados y los vicios, ““Yo tengo por puertas del infierno a los pecados y a los vicios …” ¿Qué hacemos con los errores morales de los Papas y los obispos?.”

Pero efectivamente, los pecados y vicios de los miembros de la Iglesia no la han hecho desparecer: ¿No ves cómo, a pesar de todos sus errores morales, la Iglesia ha continuado triunfante a lo largo de todos los siglos, mientras que las Iglesias arriana, donatista, valentiniana, etc, todas han desaparecido?

¿No ves cómo, aun existiendo tantos pecadores, la Iglesia resplandece por sus santos en todos los siglos, y cómo aún existen sus sacramentos y su fe, no derribados por los pecados de los hombres? ¿No ves cómo, a pesar de los pecados, la Iglesia ha confirmado en la fe y derrotado a las herejías, como llegan a aceptar hasta muchos protestantes, que reciben los primeros concilios aunque, por necesidad, niegan los siguientes?

Como dice Gamaliel: Si es obra de Dios nadie podrá destruirla.

¿Acaso la Iglesia visible no fue también obra de Dios? ¿Por qué piensas, entonces, que la Iglesia SÍ sucumbió a las herejías?

Solo lo haces por tus juicios privados sobre tal o cual doctrina. Y como dije, si analizamos una por una se va a ver que no las pueden fundamentar de forma concluyente.

Luego, apelas a que Cirilo acusa a la Iglesia de Roma de ser hereje.

¿Y qué?

Tanto ortodoxos como católicos creemos en la indefectibilidad e infalibilidad de la Iglesia. Que unos crean que es su Iglesia y no la otra, no afecta en nada el punto en cuestión, porque ambos pretendemos ser la continuidad de la Iglesia.

Los protestantes, en cambio, no alegan lo mismo, sino que alegan que la Iglesia sucumbió a la herejía, que visiblemente desertó de la fe, y que por tanto visiblemente dejó de existir. Así, la visibilidad es un atributo accidental y no esencial.

Luego, dices que no es necesario decir que la Iglesia cayó completamente en error para sostener que algunos concilios o doctrinas se desviaron de la pureza del evangelio.

Pero amigo, los concilios o doctrinas a los que acusan de desviarse son doctrinas o concilios aceptados por la Iglesia universal.

¿La Eucaristía? La aceptó toda la Iglesia.

¿La iconodulía? La aceptó toda la Iglesia.

¿El primado del Papa? La aceptó toda la Iglesia.

¿La intercesión de los santos? La aceptó toda la Iglesia.

Estos son temas que, para los protestantes, se consideraron esenciales, no meramente accesorios.

Al momento en que ellos hicieron la reforma, eran aceptados por toda la Iglesia y desde hacía siglos.

En consecuencia, llegan a negar la indefectibilidad de la Iglesia. La Iglesia cayó en el error.

¿Dónde estaban los “verdaderos creyentes” durante siglos, si después de todo estaban dentro de la Iglesia Católica profesando tales doctrinas, o de la Iglesia Ortodoxa profesando las mismas doctrinas menos alguna que otra?

Y si se puede ser verdadero creyente dentro de la Iglesia Católica y profesando esas doctrinas: ¿por qué se salieron de la Iglesia?

Además, ¿cómo se puede ser “verdadero creyente” y practicar la idolatría que ustedes acusan a la Iglesia?

Y si no se puede ser verdadero creyente dentro de la Iglesia Católica y profesando tales doctrinas: entonces la Iglesia dejó de existir.

Porque no es posible que existieran verdaderos creyentes pero ocultos en la Iglesia Católica sin profesar sus doctrinas; porque sería negar públicamente la fe, lo cual no está permitido.

¿Cómo demuestras que hubo verdaderos creyentes que, a pesar de estar en la Iglesia Católica, no sostenían esas doctrinas, y que hubo esos creyentes durante un tiempo ininterrumpido y formando un verdadero pueblo, una verdadera Iglesia?

No puedes. Solo lo asumes.

Una objeción semejante también la planteó Belarmino, en el libro sobre La Iglesia Militante, cap. 13:

Además de eso, también se muestra en el plan de la única Iglesia verdadera que es visible; por lo tanto, si la Iglesia visible pereciera, entonces no quedaría ninguna Iglesia verdadera.

A continuación, esos hombres ocultos que constituyeron una Iglesia invisible profesan abiertamente su fe y se abstienen del culto a los ídolos o no; si la profesan, entonces la Iglesia no es invisible, sino especialmente visible como lo fue en el tiempo de los Mártires; si no la profesan, por lo tanto no hay Iglesia ya que la Iglesia no es la verdadera Iglesia si no hay en ella hombres buenos que se salven; Además, no son buenos ni salvos los que no confiesan la fe, sino que, después de haberla refrenarlo en su corazón, profesar traición e idolatría exteriormente, ya que en Romanos el Apóstol dice: “Porque el hombre que cree de corazón para justicia, confiese con su boca para salvación”, y nuevamente: “Todo el que me niega delante de los hombres, lo negaré delante de mi Padre”. Por consiguiente, es una contradicción que haya una Iglesia que carezca totalmente de forma visible, a menos que se la coloque fuera del mundo, donde nunca será necesario confesar la fe.”

Por tanto, lo que tú defiendes es algo que, en realidad, solo se sustenta en las palabras de Cristo. Aunque torciéndolas.

Precisamente porque es torcer las palabras de Cristo, es que se termina en que sea una suposición tremendamente improbable y hasta parece irracional.

En cambio, yo también asumo la indefectibilidad de mi Iglesia fundado en las palabras de Cristo, pero claramente la posición católica se ve más probable y más racional. O sea, más acorde a la Escritura.

Además: ¿No es evidente que ha habido una Iglesia visible siempre existente, con continuidad en todos los siglos, mientras que es solo una suposición que existiera siempre una “Iglesia visible” como lo entienden los protestantes?

21 semanas

Responder

Kevin Del Piero

(Comentario 8 )

Luego, la promesa de indefectibilidad no sostiene que la Iglesia no desertará solo de “algunas doctrinas”, sino que no desertará de la fe, que no caerá en herejías; sean pocas, sean muchas.

Ustedes, en cambio, consideran que la Iglesia durante siglos no solo sostuvo meros errores, sino que sostuvo herejías.

Además, la seriedad de los asuntos hace que no pueda ser una cuestión menor.

Porque la asunción de María, por ejemplo… está bien, no parece un asunto tan relevante a primera vista.

Pero la doctrina católica sobre la Eucaristía SÍ es relevante. Porque implica reconocer o no a Cristo, recibir o no a Cristo, adorar o no a Cristo presente en el sacramento del Altar.

Eso es una cuestión de primer orden.

¿Puede considerarse, entonces, un mero error de segundo orden el adorar a Cristo en la Eucaristía?

La iconodulía parece ser otro tema al que los protestantes le dan mucha relevancia.

Y no es para menos, porque implica el hecho de que la Iglesia aceptara o no la idolatría.

Ustedes le dan importancia por la gravedad de la acusación, y nosotros le damos importancia porque no aceptamos acusación tan grande.

Por tanto, los protestantes no dicen que tal o cual doctrina menor es errónea. Lo que acusan compromete la indefectibilidad de la Iglesia.

No puedes alegar que la verdadera Iglesia siempre sostiene y sostendrá la fe pura, y por el otro lado acusar de caer en herejías a la Iglesia visible.

Porque la Iglesia verdadera ES una Iglesia visible.

La promesa fue dada a una Iglesia visible, no meramente a una Iglesia invisible.

Por eso, como digo, los protestantes se empeñan en defender que la Iglesia no es visible, porque en caso contrario se derrumba todo el protestantismo. Y sin embargo, defienden esto con muy débiles argumentos.

De allí que, en general, buscan desviar la cuestión sobre el tema y quieren ir a tratar doctrinas particulares, como hacen muchos con, por ejemplo, la Asunción de María. Pues piensan que desacreditando alguna doctrina particular entonces tranquilizan su conciencia y ven fortalecida su posición.

Pero como se ve, discutir cada doctrina en particular es superfluo, porque están garantizadas por la infalibilidad y la indefectibilidad de la Iglesia.

Y en esta cuestión flaquean en argumentación, como precisamente estamos viendo.

Además de que, como ya dije, puede verse que ninguna objeción protestante es concluyente para rechazar como falsa una doctrina católica; como de igual manera, ninguna objeción atea es suficiente para refutar el teísmo o el cristianismo.

Luego, al hecho de que las Escrituras son difíciles de comprender, dices que la doctrina de Cristo está claramente revelada en las Escrituras.

Eso, en realidad, es falso. ¿Por que, entonces, los cristianos no podemos ponernos de acuerdo sobre cuál es la doctrina de Cristo y discrepamos hasta en temas esenciales en la fe?

La misma doctrina de la Trinidad no llega a descubrirse sino después de mucho estudio, de mucha investigación y no sin haber caído en errores.

¿No cayeron en errores los cristianos como en el subordinacionismo, el arrianismo, el macedonianismo, el sabelianismo? ¿Cómo es que pudo haber tantas herejías sobre este tema si se supone que es algo tan claro?

Si no fuera porque lo ha enseñado la Iglesia y de ella lo recibimos, sería difícil deducirlo uno mismo por sí solo.

Y por otro lado: ¿quién define lo que es o no es esencial?

¿Quién lo determina?

La misma Escritura no tiene una lista clara de cuáles son los dogmas o doctrinales esenciales, fuera de lo cual sea libre opinar una cosa o la otra.

Para mí es algo esencial y claro la presencia real de Cristo en la Eucaristía, y que la Eucaristía sea un sacrificio.

Sin embargo, el 100% de los protestantes niega una u otra cosa.

Y eso cuando, además, Cristo mismo dice EXPLÍCITAMENTE “Esto es mi Cuerpo” y “Este es el Cáliz de mi Sangre”.

Algo que, al parecer, no debería dejar ninguna duda.

Y, sin embargo, ustedes lo ponen en cuestión y dicen que aquello no enseña la fe católica, sino otra cosa.

¿Entonces cómo pueden decir que la doctrina esencial es lo suficientemente clara como para decir que no se necesita una autoridad infalible que resuelva controversias?

Otro es el caso de la salvación por la fe.

Los protestantes dicen que la salvación es solo por la fe. Nosotros decimos que eso es errado.

De este punto, justamente, depende toda la reforma protestante.

Sin embargo, es evidente que este tema no tiene la claridad que pretenden los protestantes.

Si es tan evidente, ¿por qué fue desconocida durante 1400 años? ¿Y por qué hasta en el protestantismo ha surgido la nueva perspectiva sobre Pablo, que pone en cuestión las interpretaciones de los reformadores sobre Pablo y en los que sustentaron su doctrina de la salvación solo por la fe?

21 semanas

Responder

Kevin Del Piero

(Comentario 9)

Y por otro lado, si la Escritura no es clara en muchos puntos aunque sí en lo “esencial”, como admites: ¿Por qué asumes que los temas en los que no hay claridad son los protestantes los que tienen razón y no la Iglesia, y que ustedes han llegado a la verdad y no la Iglesia? ¿Acaso Dios los guía a ustedes y no a la Iglesia?

Incluso los temas que, según tú, no son “esenciales”, no dejan de ser importantes. Y aún solo por ellos se necesitaría el juicio de alguien, que debe ser el de la Iglesia; pues precisamente son cosas que no son claras y generan controversias.

Además, si no son temas esenciales: ¿por qué justificaron separarse de la Iglesia por cosas que, después de todo, eran secundarias?

O eran secundarias y por tanto no valía la pena el cisma y tanta acusación de herejía; o en cambio eran tan importantes que valían el cisma y la acusación de herejía.

Pero si es lo segundo, es evidente que no puedes negar que no son cosas “claras”.

¿Cómo determinas la claridad u oscuridad de la Escritura?

Porque si algo como la Trinidad te parece claro a pesar de que es difícil descubrirla a primera vista, y la Presencia Real no te parece algo claro e incluso no crees que está en la Escritura a pesar de que en la misma se enseña explícitamente, entonces es difícil ver cómo determinar si algo es oscuro o claro, esencial o no esencial, y todo por juicio privado.

Ahí esa cuestión.

Otra cuestión es cuando dices que el concilio de Jerusalén no se reunió para “añadir doctrinas extrabíblicas”.

Otra vez, un hombre de paja sobre lo que implica la infalibilidad. Porque nadie dice que la infalibilidad es una cierta revelación dada al magisterio por la cual se agregan doctrinas nuevas extrabíblicas; sino que es una asistencia por la cual se determina sin error cuál es la doctrina contenida en la Escritura, o sea, en la revelación.

Es intérprete autoritativo de la revelación; no receptor de nueva revelación.

Este error ya lo has cometido en otro lugar y lo dejé pasar.

Pero veo que lo vuelves a repetir, así que lo señalo ahora.

La doctrina de la Asunción de María, por ejemplo, no es un “añadido extrabíblico”. Que tú consideres que no está en la Escritura, eso es tema aparte.

La realidad es que la Iglesia fundamenta la asunción de María con argumentos tomados de la Escritura como de la Tradición y el consenso de la Iglesia.

Basta ver cualquier apología del tema para darse cuenta.

Así, luego, los tres argumentos por los cuales apelas a que en Hechos 15 los Apóstoles no tomaron nada extrabíblico, lo mismo puede aplicarse al actuar de la Iglesia con la asunción de María.

1. Lo que dijo Jesús: sin embargo, en esa cita en ningún momento se infiere lo que se resolvió en el concilio. Además, seguramente en tiempos del concilio no existían los Evangelios. Además, esto de por si invalida la sola Escritura, porque significa que los Apóstoles apelaron a la Tradición recibida de Cristo.

2. Así como los judíos ya practicaban leyes noajidas, la asunción de María ya era creída hace siglos y estaba garantizada su veracidad por el sensus fidelium.

3. Fundados en la Escritura y bajo la guía del E.S. la Iglesia definió la asunción de María, pues la vio en textos como Ap. 11-12, Sl. 132:8, Sl. 44:10.14-16, Cant. 3:6 y otros versículos relacionados.

Además, dices que el E.S. aprobó a Cornelio y su casa delante de Pedro.

Pero con ese argumento puedo aplicar cierta analogía (salvando las distancias) y decir que el E.S. aprobó la asunción a través de la enseñanza de la Iglesia, a través de los Santos, Padres, Doctores y Teólogos que la enseñaron, a través de la liturgia, a través de la aceptación de los fieles, y a través de las revelaciones privadas que tuvieron incluso los Santos, como Santa Brigada de Suecia, Santa Isabel de Schonau y las Venerables Ana Catalina Emmerick y Sor María de Agreda.

Pues el Espíritu nos guía hasta la verdad plena.

Dices, también, que Santiago citó la Escritura, la profecía de Amós.

Pero de la profecía de Amós por sí sola no se deduce claramente y sin duda alguna lo que se decidió en el concilio.

Por supuesto, creemos que se deduce eso pero porque Santiago lo interpretó por nosotros. Y lo creemos porque así está en la Escritura.

Algo parecido pasa cuando Pablo dice que la unión del hombre y la mujer en una sola carne es un misterio que refiere a Cristo y la Iglesia. Algo que, a primera vista, no se deduce del versículo que él alega. Lo mismo cuando Cristo quiere mostrar la resurrección y que Dios es uno de vivos apelando a que es Dios de Abraham, Isaac y Jacobo. Lo mismo pasa con varias profecías mesiánicas.

Si no fuese por la autoridad de los intérpretes dudaríamos de ello, tal como tú buscas cualquier argucia para dudar y rechazar como ad hoc cualquier interpretación que te doy y que en contra de tus interpretaciones, a pesar de que mis interpretaciones son tremendamente probables, se pueden deducir de los textos, fueron creídas por la Iglesia y hasta las enseñan los Padres.

Luego, dices que negar la infalibilidad papal no compromete la doctrina de Cristo porque la esencia de la fe cristiana está centrada en la persona de Cristo, su obra redentora, su muerte y resurrección.

¿Pero de dónde sacas eso?

Si Cristo determinó un gobierno para su Iglesia, ir en contra de lo que Él determino es ir en contra de su persona; pues Cristo ha decidido gobernarnos a través de ministros que son sus pastores.

Y él mismo determinó que quien no escucha a la Iglesia sea tenido como pagano o publicano.

¿Entonces cómo puedes decir que no es algo esencial, cuando del reconocimiento y obediencia a los pastores legítimos depende el ser considerado pagano/publicano o no?

Dices que para “evitar la anarquía” doctrinal en la Iglesia se puede tomar un camino más eficiente que es negar la existencia de Dios y abrazar el ateísmo.

O mejor, dejar de ser tan soberbio y creer que uno es sabio, y aceptar con docilidad la doctrina de la Iglesia infalible e indefectible que el mismo Cristo estableció y a través de la cual nos enseña.

La anarquía doctrinal surge por negar aquella, no porque el cristianismo en sí lleve a la anarquía doctrinal porque la Escritura enseñe el juicio privado. Al contrario, el cristianismo enseña lo contrario a lo que estás planteando, como ya se ha visto.

Aquí no es cuestión de lo que tú prefieres abrazar para evitar la anarquía doctrinal. Aquí es cuestión de si a Dios le pareció importante o no quitar el justificativo a esa anarquía y si quiso establecer algún mecanismo para que no caigamos en ella.

Y efectivamente, instituyó una Iglesia indefectible e infalible, con una jerarquía establecida, a la que nos mandó a escuchar y obedecer.

Pero tú prefieres ignorar todo eso e interpretar según tu juicio privado, lo cual es precisamente lo que lleva a la anarquía, cisma y herejías que Dios no quiere.


(Comentario 10)

Luego, a mi idea de que vienes con argumentos comunes ya respondidos, dices que eso no te va a persuadir a ti y a quien lee esto, y que mejor dejemos que las conclusiones las saquen los lectores.

Pero que tus argumentos sean comunes se ve por el hecho de que alegas cosas que son tremendos errores, y que alegas cosas que cualquiera sabe que no son argumentos de peso. Además de ser comunes porque precisamente son cosas respondidas en cualquier apologética sobre el tema.

Lo visto hasta ahora muestra cómo cada argumentación que das tiene errores:

-Confundes infalibilidad con impecabilidad.

-Ignoraste que una cosa no implica la otra.

-Apelas un concilio no reconocido para decir que la Iglesia cambia su doctrina.

-Dices que Pedro se opuso a la cátedra de Moisés, obviando que ya se estaba en la nueva alianza.

-Tuviste críticas varias a la infalibilidad que se resuelven simplemente viendo a ver qué es lo que la Iglesia entiende.

-Quieres defender que la Iglesia es invisible apelando a versículos que no demuestran eso.

-Buscas defender la Sola Escritura con un texto que, en definitiva, no lo afirma.

-Dices que la infalibilidad terminó con los Apóstoles y no nos das ningún argumento que demuestre ello.

-Dices que las Escrituras son suficientes y claras para resolver controversias y que por eso no se necesita la infalibilidad, cuando ya vimos que de la suficiencia no se deduce que no hay infalibilidad de la Iglesia y que la claridad no es tal; además de que aún siendo clara en unas cosas, no anula la oscuridad en otras.

-Aceptas la indefectibilidad de la Iglesia pero se la niegas a la Iglesia visible, ignorando la multitud de problemas de esa postura.

Es error tras error.

Por no decir que te volviste hasta repetitivo, saliendo con respuesta que se veían genéricas y sacadas de una IA.

Y en ciertos momentos ya desististe defender algunos puntos que se te respondió.

Por ejemplo, defender que la Iglesia es invisible.

Incluso apelaste a un argumento malísimo como salir con lo que enseña Unitatis Redintegratio. Y es malísimo porque era torcer lo que enseña la Iglesia para apoyar tu punto como si contradijera en algo lo que yo estaba diciendo.

Además, yo no busco convencerte. Si lo hago, bien; pero no es lo principal.

Yo solo expuse cuáles eran las razones por las cuales la Iglesia cree en su indefectibilidad e infalibilidad.

Lo que hice fue responder tus argumentos. Si te convencen o no, ese es otro asunto; solo muestro que tus argumentos no son fuertes, pues en caso contrario no tendrían las falencias que tienen.

Por lo que lo expuesto hasta ahora basta para convencer a cualquier persona racional.

Así, evidentemente, difícilmente puedas convencerme tú a mí, aunque esa no se tu intención. Porque no dominas el tema contra el que argumentas, pues en ese caso no apelarías a argumentos comunes ya respondidos. Mientras tanto, yo ya tengo de entrada respuestas a lo que planteas porque he estudiado el tema con más profundidad (obviamente, todavía con límites).

Ya si a ti no te convence lo que digo, pues difícilmente pueda convencerte porque por necesidad no te vas a convencer porque de eso depende toda tu cosmovisión protestante; por eso vas a preferir cualquier argumento malo antes que la posición católica. Yo no soy el que está comprometido en este debate, porque para mí queda claro la debilidad de los argumentos que planteas; pero en cambio, que lo que yo diga sea cierto sí te compromete a ti.

Del mismo modo, al ateo no le convence nada, a pesar de que se le respondan punto por punto sus objeciones.

Luego, me dices que quieres que te proporcione un justificativo de por qué debes adherirte a mi entendimiento de lo que es o no un concilio ecuménico, uno infalible, otro falible, los criterios para distinguirlos.

Pues basta el consenso de la Iglesia o el magisterio ordinario universal, ¿por qué? Porque están asistidos por la infalibilidad. Y listo, no necesitas más argumento que ese.

¿Cómo sé que están asistidos por la infalibilidad?

Porque es precisamente el tema que estamos discutiendo, en donde yo lo afirmo y tú lo niegas. Y los argumentos ya los dí, y en cambio no veo argumentos por los cuales deba negar la infalibilidad de la Iglesia.

Ahora, para ver un justificativo bien preciso, claro, largo, sobre los concilios, basta leer la controversia de San Roberto Belarmino sobre el tema, en donde en cada capítulo trata cada cuestión.

Luego, me preguntas por qué toda la cristiandad no concuerda con el número de los concilios.

Sin embargo, para sostener eso me apelas a los cismáticos orientales; cuya posición carece de valor.

El concilio que los cismáticos rechazan, nosotros lo aceptamos incluso ahora.

Además: ¿qué argumento puede ser este en contra de la infalibilidad? ¿No discrepamos acaso los cristianos sobre el canon bíblico y sin embargo eso no desacredita la Biblia?

Luego, preguntas que quién determinó que los concilios ecuménicos son vinculantes e infalibles.

Simple:

1. Lo dicen los mismos concilios.

2. Lo dicen los Padres.

3. Lo dice el consenso de la Iglesia.

4. Lo determina la Iglesia con su autoridad.

5. Se deduce de la razón.

Este punto también lo trata Belarmino en su obra sobre Los Concilios, libro II, capítulos 2 a 11.

Y lo que dice Sesboue, no es nada que no responda ya Belarmino.

Luego, dices que para algunos teólogos orientales la infalibilidad no está garantizado por el concilio per se, sino por si la Iglesia lo acepta.

Eso lo sé; ese problema con respecto a los concilios y los ortodoxos lo ha planteando también Erick Ibarra en su libro “The Papacy”.

Pero aún desde esa visión ortodoxa, la aceptación de la Iglesia puede decirse que sirve como confirmación a posteriori de que se cumplió la condición de que el concilio sea infalible.

Además, un católico no necesita sostener que un concilio per se es infalible. Es infalible en tanto tenga aprobación de la cabeza, que es el Papa.

Un problema semejante se plantea Belarmino: ¿Son infalibles los concilios antes de recibir la confirmación del Papa?

Y distingue cuatro situaciones posibles:

En segundo lugar, puede haber cuatro maneras en que puede suceder que se haga una definición de un Concilio general. 1) que los padres estén de acuerdo y definan mientras que los legados de la Sede Apostólica disienten; 2) que definan con el consentimiento de los legados, pero actuando en contra de las instrucciones del Papa; 3) con el consentimiento de todos, incluso de los legados, pero que no tengan una instrucción cierta; 4) todos consientan con los legados que tienen y siguen la instrucción del Papa.

Respecto a 1 y 2 no hay dificultad. Porque es cierto que tales Concilios pueden errar.”

Y fundamenta la posición.

La aprobación última de un concilio depende del Papa.

Además, aquella posición ortodoxa no está alejada de la realidad como sí lo está la posición protestante, porque la infalibilidad también se atribuye a lo aceptado por la Iglesia, que se expresa en su magisterio ordinario universal. Como también hay que atribuir cierta infalibilidad al sensus fidei y a los hechos dogmáticos que la Iglesia acepta, como la legitimidad de un Papa o de un concilio; lo cual ya he mencionado previamente en algún comentario.

Además, sea la posición católica o sea la posición ortodoxa, ambos están desacreditando al protestantismo, porque la Iglesia aceptó cosas que los protestantes rechazan.

(Sigue...)

21 semanas

Responder

Kevin Del Piero

(Comentario 11)

Y por otro lado: ¿por qué tan quisquilloso con este tema, cuando no eres igual de quisquilloso con otros temas?

Como el canon bíblico. Porque tú mismo aún reconoces (como intercambiamos una vez) que el canon no lo determinamos de modo infalible sino solo probable según nuestro conocimiento; sin embargo, aún así los aceptas como libros inspirados y fuentes de revelación sin mayor problema.

Imagínate si el mismo examen que aplicas a los concilios y la infalibilidad de la Iglesia se lo aplicáramos a la Escritura.

Entonces, estás poniendo una vara de exigencia de exactitud con este tema de la infalibilidad y los concilios y los criterio y no sé qué más, que ni siquiera se lo pones al canon.

¿Eso te impide aceptar el canon? No.

Y ahí termina la discusión.

Creo que ya he visto todos tus comentarios y esos fueron los últimos.

Pues bien, en todo esto no ha quedado claro en NINGÚN lugar por qué se supone que la Iglesia no es infalible.

Tus grandes argumentos, hasta ahora, han sido:

1. Que la prerrogativa de infalibilidad no continuó luego de los Apóstoles.

R.: Este fue el argumento central. Y fue una afirmación gratuita que no fundamentaste positivamente en ningún lugar.

Además de que respondí la infalibilidad fue dado en virtud de una función magisterial que continuaría con los Apóstoles, y por tanto debía continuar la infalibilidad que la garantiza.

Lo más cercano a un argumento para apoyar tu postura fue...:

2. Muertos los Apóstoles, se cerró la revelación y solo tenemos la Escritura como regla infalible y suficiente de fe, porque además es clara. Por tanto, la infalibilidad ya no es necesaria.

R.: Un non sequitur, porque de la suficiencia para la enseñanza no se deriva lo innecesario de la infalibilidad de la Iglesia y su autoridad para resolver controversias.

Además de que las Escrituras no son claras, como expresa ella misma y como manifiestan la multitud de controversias sobre puntos esenciales de doctrina a lo largo de la Historia.

3. Otro argumento, fue: Los Apóstoles y todos basaban sus argumentos en la Escritura, y no en la infalibilidad. Ergo, se necesita solo la Escritura y la infalibilidad no.

R.: Eso es confundir el fundamento de una decisión, con la certeza, garantía y autoridad de la decisión.

Decidir algo basado en argumento no quita que lo que se decide se decide con autoridad y con la prerrogativa de la infalibilidad. Pues la infalibilidad no anula el estudio y la argumentación necesaria para juzgar y fundamentar el juicio, solo hace que el juicio esté libre de error.

Toda autoridad busca resolver o definir o confirmar apelando a razones; nadie lo hace gratuitamente.

4. Para la función magisterial no se necesita infalibilidad, porque en el A.T. los judíos tenían autoridades falibles, e incluso los tribunales juzgan de modo falible. Capaces de errar y corregirse.

R.: El nuevo pacto es mayor y más perfecto que el antiguo, y el nuevo goza de mayores promesas, como esta precisamente de la infalibilidad.

Además de que hay razones que explicarían por qué en el antiguo pacto no se necesitaría infalibilidad mientras que en el nuevo pacto sí sería conveniente.

Críticas semejantes caben a pretender la igualdad con los tribunales de justicia.

Además, parece impropio de Dios el querer restablecer la fe mediante el cisma y el desorden como fue la reforma protestante.

5.: Versículos como Lucas 10:16 o los de Juan se aplican solo a los Apóstoles, no se buscaba establecer una Iglesia infalible en sus sucesores.

R.: Aquellos versículos aplican a los Apóstoles y a sus sucesores, como otros versículos de la Escritura. Y refieren a una función que no solo estaría con los Apóstoles sino que habría de perpetuarse.

6.: Mateo 16 no establece una Iglesia infalible, sino solo que la Iglesia de los creyentes existirá siempre fiel al Evangelio.

R.: Mateo 16 relaciona la indefectibilidad junto a la función magisterial; y específicamente se ha interpretado las puertas del infierno como la herejía. Por lo cual la Iglesia vence a las herejías.

Además, si la Iglesia de los creyentes existirá siempre, por lógica existirá siempre la fe y la Iglesia contra la que no podrán las herejías. Eso solo confirma la infalibilidad.

7.: La autoridad no puede ser infalible, porque podían errar, pecar y hasta ser juzgados. Pedro es un ejemplo de ello.

R.: La infalibilidad no implica impecabilidad. Ni implica que el que goza de infalibilidad sea infalible en todo lo que dice, hace y escribe. La inspiración es un ejemplo análogo que confirma esto, pues Pedro era inspirado y aún así cayó en el error que se le acusa.

8.: Podemos pensar alternativas a la infalibilidad, podemos determinar la doctrina sin ella mediante el estudio, debate, reflexión, etc.

R.: No es cuestión de pensar alternativas, sino ver qué es lo que enseña la Escritura sobre el tema y atenernos a lo que Dios ha querido establecer.

9.: La infalibilidad no es necesaria, porque la doctrina esencial de Cristo es clara. Lo demás, no es relevante.

R.: Existen muchas cosas que no son claras incluso en la doctrina esencial de Cristo. Además, discrepamos sobre lo que es o no esencial. Y por otro lado, unos ven de forma clara lo que otros ven de forma oscura. Además, los protestantes nos acusan de herejía por cosas que no son claras, así que nos acusan por cosas que, supuestamente, no son relevantes.

10.: Problemas varios sobre la infalibilidad: ¿Quién determina cuándo el magisterio es infalible? ¿Qué criterios se utilizan? ¿Por qué ha de preferirse esos criterios? Etc. Todo esto debería ser claro, pero no lo es.

R.: Las respuestas ya dadas.

11.: La infalibilidad es una innovación que no estaba presente en el judaísmo.

R.: No es innovación porque se ve en la Escritura.

Y no puede rechazarse una doctrina cristiana como “innovación” solo porque no la creían los judíos, porque la plenitud revelación cristiana tiene mayores doctrinas que el judaísmo.

Este es solo un resumen esquemático, sustancial, de los argumentos.

Como ves, evidentemente hay un defecto en los argumentos que has presentado.

Y bueno, hasta ahí. Esto deja suficientemente probado que no hay buenos argumentos para rechazar la posición católica en este punto y que las argumentaciones que das tienen deficiencias.

Obviamente, digo todo esto sin ánimo ofender.

No sé cómo pueda sonar esto que estoy escribiendo.

Estoy escribiendo imaginándome que hablo con un amigo, muy informal; así que discúlpame si algo que digo pueda sonar rudo o altanero u ofensivo. No es mi intención.

Dicho esto, saludos.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario