lunes, 5 de octubre de 2020

¿Juan XXIII hereje?

Aquí las herejías de las que se acusa a Juan XXIII en el sitio vaticanocatólico.com, respondidas una por una.

Una primera herejía estaría expresada en una cita de Juan XXIII:

"Católicos y ortodoxos no son enemigos, sino hermanos. Tenemos la misma fe; compartimos los mismos sacramentos y especialmente la eucaristía. Estamos divididos por algunos desacuerdos respecto a la constitución divina de la Iglesia de Jesucristo. Las personas que fueron la causa de estos desacuerdos murieron hace siglos. Abandonemos las viejas disputas, cada uno en su propio dominio, trabajemos para hacer bien a nuestros hermanos, dándoles el buen ejemplo. Más tarde, aunque viajemos por caminos diferentes, vamos a lograr la unión entre las iglesias para formar juntos la verdadera y única Iglesia de nuestro Señor Jesucristo”

En ésta cita estaría afirmando, según parece, que la verdadera Iglesia todavía no ha sido establecida. Lo cual es herético, porque sí lo está, y es la Iglesia Católica Apostólica Romana.

Y también está diciendo que ortodoxos y católicos tenemos la misma fe. Pero los ortodoxos niegan el primado de Pedro. Por tanto, está negando el primado de Pedro y la infalibilidad papal. Lo cual es herético.


Se menciona que a Roncalli le dijeron: “La laicidad del Estado es nuestro principio fundamental y la garantía de nuestra libertad”. A lo cual Roncalli respondió: “La Iglesia será cuidadosa en no infringir vuestra libertad”[5].

Y en Turquía, Roncalli también afirmó: “Ustedes los irlandeses son imposibles. ¡En el momento en que llegáis al mundo, incluso antes de ser bautizados, comenzáis a condenar a todos los que no pertenecen a la Iglesia, especialmente a los protestantes!”[6].

Juan XXIII, pues, parecía consentir con el laicismo del Estado, lo cual es herético.


Y prácticamente, éstas son las únicas acusaciones explícitas de herejía antes de su elección que se encuentran, después solo lo acusan de masón y se busca desprestigiarlo mostrándolo como simpatizante de socialistas. Pero hay que hacer más que eso para mostrar que era hereje, tres citas descontextualizadas no bastan.

Ahora veamos las acusaciones de herejía una vez en el pontificado (solo copio y pego textualmente lo que se dice):

Juan XXIII dijo al acatólico Roger Schutz, fundador de la comunidad ecuménica de Taize (un monasterio ecuménico no católico): “Usted está en la Iglesia, la paz sea contigo”. Schutz exclamó: “¡Pero entonces, somos católicos!”. Juan XXIII dijo: “Sí, ya no estamos separados”


Juan XXIII una vez comentó: “Si yo hubiese nacido musulmán, creo que siempre habría seguido siendo un buen musulmán, fiel a mi religión”


“Juan XXIII le dio su bendición, que había reformulado delicadamente para evitar ofender los principios religiosos mahometanos: ‘Que el más abundante favor de Dios todopoderoso sea contigo’”[40].

Al reformular la bendición, Juan XXIII: 1) retiró de la bendición la invocación a la Santísima Trinidad, para no ofender a los no creyentes; y 2) le dio la bendición a un miembro de una falsa religión. Esto es contrario a la enseñanza de la Escritura que prohíbe dar la bendición a los no creyentes, como recuerda el papa Pío XI.

Papa Pío XI, Mostalium animos, # 9, 6 de enero de 1928: “Nadie, ciertamente, ignora que San Juan, el Apóstol mismo de la caridad, el cual en su Evangelio parece descubrirnos los secretos del Corazón Santísimo de Jesús, y que solía inculcar continuamente a sus discípulos el nuevo precepto Amaos los unos a los otros, prohibió absolutamente todo trato y comunicación con aquellos que no profesasen, íntegra y pura, la doctrina de Jesucristo: ‘Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina, no le recibáis en casa, y ni siquiera le saludéis’” (II Juan 10)[41].


Juan XXIII, Pacen in terris, # 14, 11 de abril de 1963: “Entre los derechos del hombre débese enumerar también el de poder venerar a Dios, según la recta norma de su conciencia, y profesar la religión en privado y en público”.

(Dicen que esto es herejía. No es un derecho del hombre adorar en público a los dioses falsos).


El problema de quienes acusan de "herejía" es que, para empezar, mezclan acusaciones de herejía con otras de inmoralidad, otras de relaciones personales con infieles y datos de color irrelevantes, que nos hablarán cuando mucho de pecados contra la devoción, modestia o escándalo, pero no de herejía.

Sin mencionar que olvidan distinguir la herejía material de la herejía formal. No basta simplemente señalar que alguien dijo una herejía para considerarlo, solo por eso, ipso facto depuesto de toda dignidad y cargo. Incluso el Código de Derecho Canónico de 1917 rechaza que se pierda ipso facto las dignidades. Se pierde después de excomunión promulgada por la Sede Apostólica.


Entonces, podemos resumir las "herejías" de Juan XXIII en las siguientes:

1. Negar la existencia actual de la única Iglesia de Cristo, sosteniendo que existe en potencia. Negando consecuentemente que la Iglesia de Cristo sea la Iglesia Católica.

2. Considerar a los no católicos también como cristianos que forman parte de la Iglesia.

3. Sostener la laicidad del Estado.

4. Bendecir a un miembro de una falsa religión.

5. Defender la libertad religiosa.


Después, otras cosas que se mencionan, NO son herejías y no afectan en nada la validez de su elección como Papa. Y es lo que se suele considerar "relleno". Porque si se quita todo esto -que es irrelevante- de las acusaciones vemos que queda muy poco:

1. Recibir el bonete cardenalicio del presidente francés, socialista y ateo, Vincent Auriol.

2. Socializar con el embajador soviético Bogomolov.

3. Ser amigo de Edouard Herriot, secretario de los socialistas radicales anticatólicos de Francia.

4. En Venecia exhortó a los fieles a acoger a los socialistas de toda Italia.

5. Colocar una estatua del antipapa Hipólito II en la Biblioteca Vaticana (olvidan que se reconcilio con la Iglesia y es SAN Hipólito de Roma).

6. Apenas levantó las manos para su primera bendición papal.

7. Se sentía avergonzado cuando lo llamaban "Su Santidad" o "Santo Padre".

8. Dijo que de tres formas de arruinar a un hombre (mujeres, juego y agricultura), su padre eligió la más aburrida.

9. Recibió al arzobispo de Canterbury y al primer sumo sacerdote sionísta.

10. Bendecir al Shá de Irán omitiendo mencionar a la Trinidad.

11. Suprimir una oración de la Fiesta de Cristo Rey.

12. Quitar del calendario a los Catorce Santos Patronos y a otros Santos como Santa Filomena.

13. Celebrar el Acuerdo Vaticano-Moscú por el cual se permite enviar ortodoxos al Vaticano II con la condición de no condenar el comunismo.

14. Poner en primera fila en las sesiones del Concilio a protestantes.

15. Cambió las rúbricas para el breviario y el misal. 


Es más el relleno que las acusaciones de herejía.


Respondiendo a las supuestas herejías:

1. Negar la existencia actual de la única Iglesia de Cristo, sosteniendo que existe en potencia. Negando consecuentemente que la Iglesia de Cristo sea la Iglesia Católica.

Citemos al propio Juan XXIII para mostrar lo absurda de ésta acusación.

Ad Petri Cathedram, P. I: "Todos, por tanto, están obligados a abrazar la doctrina del Evangelio. Si se la rechaza, vacilan los mismos fundamentos de la verdad, de la honestidad y de la civilización."

"Se trata, como es evidente, de una cuestión gravísima, estrechamente ligada a nuestra salvación eterna. Los que, como dice el Apóstol de las gentes, «siempre están aprendiendo sin lograr jamás llegar al conocimiento de la verdad»[5]; los que niegan a la humana razón la posibilidad de llegar al conocimiento de cualquier verdad cierta y segura y repudian aun las verdades reveladas por Dios, necesarias para la salvación eterna, se alejan, sin duda, miserablemente de la doctrina de Cristo y del pensamiento del mismo Apóstol de las gentes..."

"Tampoco faltan los que, si bien no impugnan de propósito la verdad, adoptan, sin embargo, ante ella una actitud de negligencia y sumo descuido, como si Dios no les hubiera dado la razón para buscarla y encontrarla. Tan reprobable modo de actuar conduce, como por espontáneo proceso, a esta absurda afirmación: todas las religiones tienen igual valor, sin diferencia alguna entre lo verdadero y lo falso. «Este principio —para usar las palabras de nuestro mismo predecesor— lleva necesariamente a la ruina todas las religiones, particularmente la católica, la cual, siendo entre todas la única verdadera, no puede ser puesta al mismo nivel de las demás sin grande injuria» [9] Por lo demás, negar la diferencia que existe entre cosas tan contradictorias entre sí, derechamente conduce a la nefasta conclusión de no admitir ni practicar religión alguna. ¿Cómo podría Dios, que es la verdad, aprobar o tolerar la indiferencia, el descuido, la ignorancia de quienes, tratándose de cuestiones de las cuales depende nuestra eterna salvación, no se preocupan lo más mínimo de buscar y encontrar las verdades necesarias ni de rendir a Dios el culto debido solamente a El?"

Explícitamente dice que la religión católica es la única verdadera y que no puede compararse a las demás religiones. Sabemos, claro está, que la religión católica es Iglesia. Por lo que no puede estar negando en otras citas que la verdadera Iglesia única de Cristo exista, cuando acá dice expresamente "la católica, siendo entre todas la única verdadera".

Lo que está en potencia no es la existencia de la única Iglesia verdadera, lo que está en potencia es la unión, en la Única Iglesia verdadera, de todos aquellos que dicen ser cristianos pero están separados de ella. Y lo dice el mismo Juan XXIII en Ad Petri Cathedram, parte tercera:

"Y ahora vengamos a hablar de la unidad que de modo especialísimo llevamos en el corazón y que tiene íntima relación con el oficio pastoral que Dios nos ha confiado; es decir, de la unidad de la Iglesia.

Todos saben que nuestro divino Redentor fundó una sociedad, que habrá de conservar su unidad hasta el fin de los siglos: «He aquí que yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo»[20], y que para esto Jesucristo dirigió al Padre celestial fervorosísimas súplicas. Esta oración de Jesucristo, que, sin duda, le fue acepta y escuchada por su reverencia[21]: «Para que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que también ellos sean en nosotros»[22], engendra en nosotros una esperanza dulcísima y nos da la seguridad de que finalmente todas las ovejas que no pertenecen a este redil sientan el deseo de volver a él; y así, conforme a las palabras del divino Redentor, «habrá un solo rebaño y un solo pastor»[23]."

"Sabemos, por otra parte, con gran consuelo nuestro, que en estos últimos tiempos se ha venido creando en el seno de no pocas comunidades separadas de la cátedra de San Pedro, cierto movimiento de simpatía hacia la fe y hacia las instituciones católicas y que, al estudio de la verdad que disipa los prejuicios, ha brotado una estima considerable hacia esta Sede Apostólica."

"Indudablemente, nuestro divino Redentor fundó su Iglesia con el fundamento y la nota de una solidísima unidad, y si —por un absurdo— no la hubiera hecho así, habría fundado una cosa caduca y contraria a sí misma, por lo menos, para el futuro; como los diversos sistemas filosóficos, que, abandonados al arbitrio y opinión del hombre, con el correr de los tiempos nacen, se transforman y desaparecen uno tras otro. Esto se opone diametralmente al magisterio de Jesucristo, que «es el camilo, la verdad y la vida»[24]; no hay quien pueda ignorarlo."

Ojalá este admirable espectáculo de unidad con que se destaca y resplandece, la única Iglesia católica, y esos anhelos y plegarias con que pide a Dios para todos esa misma unidad, conmuevan y alienten saludablemente vuestras almas: nos referimos a vosotros, que estáis separados de esta Sede Apostólica.

Permitid que os llamemos, con suave afecto, hermanos e hijos; permitidnos alimentar la esperanza que de vuestra vuelta acariciamos con paterno y amante corazón. 

[...]

Os rogamos prestéis atención a que, al llamaros amorosamente a la unidad de la Iglesia, no os invitamos a una casa ajena, sino a la propia vuestra, a la que es común casa paterna. Permitid por eso que os exhortemos, con grande amor hacia todos «en las entrañas de Jesucristo» [37], a que os acordéis de vuestros padres, «que os predicaron la palabra de Dios; y, considerando el fin de su vida terrena, imitad su fe»[38]. El preclaro ejército de santos bienaventurados que de cada uno de vuestros pueblos ya han subido al cielo, y principalmente aquellos que con sus escritos transmitieron y explanaron tan recta y copiosamente la doctrina de Jesucristo, parecen invitar a vuestros corazones, con el ejemplo de su vida, a la unidad con esta Sede Apostólica, con la cual vuestra comunidad cristiana también ha estado vinculada durante tantos siglos."


2. Considerar a los no católicos también como cristianos que forman parte de la Iglesia.

Como se vio por las citas antes puestas, en realidad lo que dice Juan XXIII es que están separados de la Iglesia porque no están unidos a su gobierno, su culto y su doctrina. Por lo que no forman parte de la Iglesia (sino sería absurdo llamarlos a la unidad de la Iglesia cuando ya están unidos a ella).


3. Sostener la laicidad del Estado.

Juan XXIII un laicista. Ésta es una acusación falsa, y más cuando él mismo en Mater et Magistra dice:

"217. Con todo, la insensatez más caracterizada de nuestra época consiste en el intento de establecer un orden temporal sólido y provechoso sin apoyarlo en su fundamento indispensable o, lo que es lo mismo, prescindiendo de Dios, y querer exaltar la grandeza del hombre cegando la fuente de la que brota y se nutre, esto es, obstaculizando y, si posible fuera, aniquilando la tendencia innata del alma hacia Dios."

A eso sumemos lo que dice Pacem in terris n. 51: 

"51. El derecho de mandar constituye una exigencia del orden espiritual y dimana de Dios. Por ello, si los gobernantes promulgan una ley o dictan una disposición cualquiera contraria a ese orden espiritual y, por consiguiente, opuesta a la voluntad de Dios, en tal caso ni la ley promulgada ni la disposición dictada pueden obligar en conciencia al ciudadano, ya que es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres[34]); más aún, en semejante situación, la propia autoridad se desmorona por completo y se origina una iniquidad espantosa."

Y agreguemos también su cita de Ad Petri Cathedram condenando en indiferentismo religioso, diciendo: "«Este principio —para usar las palabras de nuestro mismo predecesor— lleva necesariamente a la ruina todas las religiones, particularmente la católica, la cual, siendo entre todas la única verdadera, no puede ser puesta al mismo nivel de las demás sin grande injuria»"

Por tanto, se ve lo absurda de la acusación de herejía.


4. Bendecir a un miembro de una falsa religión.


5. Defender la libertad religiosa.

La imputación es que ha sido condenado por los Papas el venerar públicamente falsos dioses, mientras que Juan XXIII dice que es un derecho del hombre.

¡Falso!

Juan XXIII no habló de "falsos dioses", sino de "venerar a Dios". Y está hablando específicamente del culto al verdadero Dios en la verdadera religión, ¡no de cualquier culto! Por eso el párrafo sigue y no termina con esa oración. Continúa diciendo: 

"Porque, como bien enseña Lactancio, para esto nacemos, para ofrecer a Dios, que nos crea, el justo y debido homenaje; para buscarle a El solo, para seguirle. Este es el vínculo de piedad que a El nos somete y nos liga, y del cual deriva el nombre mismo de religión[10]. A propósito de este punto, nuestro predecesor, de inmortal memoria, León XIII afirma: Esta libertad, la libertad verdadera, digna de los hijos de Dios, que protege tan gloriosamente la dignidad de la persona humana, está por encima de toda violencia y de toda opresión y ha sido siempre el objeto de los deseos y del amor de la Iglesia. Esta es la libertad que reivindicaron constantemente para sí los apóstoles, la que confirmaron con sus escritos los apologistas, la que consagraron con su sangre los innumerables mártires cristianos [11]."


Una difamación digna de burla cometen los de vatocanocatolico: "Ciertamente eso es un trato! Juan XXIII claramente era un masón y probablemente un comunista; él fue el hombre que inició la masiva conspiración y apostasía que es la secta del Vaticano II."


Cuando dicen que Juan XXIII probablemente era comunista, ¿leyeron siquiera la Mater et Magistra? 

Más adelante dicen: "En su encíclica Mater et Magistra (sobre el cristianismo y el progreso social), Juan XXIII promueve los ideales socialistas y ni siquiera condena una sola vez la contracepción y el comunismo."

Y después: "El secretario general del Partido Comunista Británico, John Gollan, antes las cámaras de televisión el 21 de abril de 1963, dijo que “la encíclica (Pacem in terris) [de Juan XXIII] lo había sorprendido y alegrado"."


Sería interesante que los de Vaticanocatólico.com nos dijeran qué ideales socialistas promueve la Mater et Magistra, y cuáles la Pacem in terris. Porque hablar es gratis.

Aún más, muestra que hablan si haber leído, porque la misma Mater et Magistra dice:

"34. El Sumo Pontífice manifiesta además que la oposición entre el comunismo y el cristianismo es radical. Y añade qué los católicos no pueden aprobar en modo alguno la doctrina del socialismo moderado. En primer lugar, porque la concepción socialista del mundo limita la vida social del hombre dentro del marco temporal, y considera, pro tanto, como supremo objetivo de la sociedad civil el bienestar puramente material; y en segundo término, porque, al proponer como meta exclusiva de la organización social de la convivencia humana la producción de bienes materiales, limita extraordinariamente la libertad, olvidando la genuina noción de autoridad social."


Y sobre la Pacen in terris, pues acá tenemos cosas que no coinciden con los planteamientos comunistas (ni en teoría ni en la práctica):

"14. Entre los derechos del hombre dé bese enumerar también el de poder venerar a Dios, según la recta norma de su conciencia, y profesar la religión en privado y en público.  Porque, como bien enseña Lactancio, para esto nacemos, para ofrecer a Dios, que nos crea, el justo y debido homenaje; para buscarle a El solo, para seguirle."

"21. También surge de la naturaleza humana el derecho a la propiedad privada de los bienes, incluidos los de producción, derecho que, como en otra ocasión hemos enseñado, constituye un medio eficiente para garantizar la dignidad de la persona humana y el ejercicio libre de la propia misión en todos los campos de la actividad económica, y es, finalmente, un elemento de tranquilidad y de consolidación para la vida familiar, con el consiguiente aumento de paz y prosperidad en el Estado[18]."

"36. La sociedad humana, venerables hermanos y queridos hijos, tiene que ser considerada, ante todo, como una realidad de orden principalmente espiritual: que impulse a los hombres, iluminados por la verdad, a comunicarse entre sí los más diversos conocimientos; a defender sus derechos y cumplir sus deberes; a desear los bienes del espíritu..."

"38. Sin embargo, este orden espiritual, cuyos principios son universales, absolutos e inmutables, tiene su origen único en un Dios verdadero, personal y que trasciende a la naturaleza humana. Dios, en efecto, por ser la primera verdad y el sumo bien, es la fuente más profunda de la cual puede extraer su vida verdadera una convivencia humana rectamente constituida, provechosa y adecuada a la dignidad del hombre[26]."

"51. El derecho de mandar constituye una exigencia del orden espiritual y dimana de Dios. Por ello, si los gobernantes promulgan una ley o dictan una disposición cualquiera contraria a ese orden espiritual y, por consiguiente, opuesta a la voluntad de Dios, en tal caso ni la ley promulgada ni la disposición dictada pueden obligar en conciencia al ciudadano, ya que es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres[34]); más aún, en semejante situación, la propia autoridad se desmorona por completo y se origina una iniquidad espantosa. Así lo enseña Santo Tomás: En cuanto a lo segundo, la ley humana tiene razón de ley sólo en cuanto se ajusta a la recta razón. Y así considerada, es manifiesto que procede de la ley eterna. Pero, en cuanto se aparta de la recta razón, es una ley injusta, y así no tiene carácter de ley, sino más bien de violencia [35]."

¿Esas son las cosas que conmueve a un comunista? Cualquier persona razonable dirá que no.

Y aparte de eso, la afirmación de que Roncalli era masón, basándose en lo que dice Yves Marsaudon, es indemostrable.


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