Nacionales
Manuel Belgrano:
"No
hay un político, ni aún de los espíritus fuertes, que no convenga en que no puede existir sociedad alguna sin
religión. (...) La religión es el
sostén principal e indispensable del Estado y el apoyo firme de las
obligaciones del ciudadano. Riámonos de las virtudes morales, que no estén
apoyadas por nuestra Santa Religión" (Correo de Comercio, 1810).
“Nuestros
lectores tal vez se fastidiarán con que les hablemos tanto de escuelas; pero
que se convenzan de que existen en un país nuevo que necesita echar los
fundamentos de su prosperidad perpetua, y que aquellos para ser sólidos y
permanentes es preciso que se compongan
de las virtudes morales y sociales, que
solo pueden imprimirse bien presentando a la juventud buenos ejemplos,
iluminados con la antorcha sagrada de nuestra santa religión” (Correo de
Comercio, 21/7/1810).
“…
desengañémonos que mientras la base
principal no sea la Religión Santa que profesamos, en balde se fatigarán, todo
ha de ir a su ruina, no lo quieren creer, pero la experiencia se los hará
ver” (Carta a Pedro Andrés García, 28/5/1813).
“Mi amigo: Celebro el feliz arribo, el buen recibimiento; y las demostraciones religiosas más que todo;
con estas ganamos con Dios, con la Generala, con los Pueblos, y con todo el
mundo; ojalá que jamás nos desviemos de ellas”
(Carta Tomás de Anchorena, 29/5/1813).
“Son muy
respetables las preocupaciones de los pueblos y mucho más aquellas que se
apoyan, por poco que sea, en cosa que huela a religión (…)
La
guerra, allí, no solo la ha de hacer usted con las armas sino con la opinión, afianzándose siempre esta en las virtudes
naturales, cristianas y religiosas; pues los enemigos nos la han hecho
llamándonos herejes, y solo por este medio han atraído las gentes bárbaras a
las armas, manifestándoles que atacábamos la religión.
Acaso se
reirá alguno de este mi pensamiento; pero usted
no debe llevarse de opiniones exóticas, ni de hombres que no conocen el
país que pisan (…)
no deje de implorar a nuestra señora de las Mercedes, nombrándola siempre nuestra generala y no olvide los escapularios a la
tropa; deje usted que se rían, los
efectos le resarcirán a usted de la risa
de los mentecatos que ven las cosas por encima.
Acuérdese
usted que es un general cristiano, apostólico, romano; cele usted de que en nada, ni aún en las conversaciones
más triviales se falte al respeto de cuanto diga a nuestra santa religión;
tenga presente no solo a los generales del pueblo de Israel, sino a los de los
gentiles y al gran Julio César que jamás dejó de invocar a los dioses
inmortales, y por sus victorias en Roma, se decretaban rogativas…” (Carta a San
Martín, 6/4/1814).
Mariano Moreno
“Desganémonos al fin, que tos pueblos
yacerán en el embrutecimiento más vergonzoso, sino se da una absoluta
franquicia y libertad para hablar en
todo asunto que no se oponga en modo alguno a las verdades santas de nuestra
augusta Religión, y á las determinaciones del Gobierno, siempre dignas de
nuestro mayor respeto” (Gazeta de Buenos Ayres, 21/6/1810).
“Como el
autor (Rousseau) tuvo la desgracia de delirar en materias religiosas, suprimo
el capítulo y principales pasajes donde ha tratado de ellas” (Prólogo al
Contrato Social).
José de San Martín
“El
inminente peligro que amenazaba a la Francia en lo más vital de sus intereses
por los desorganizadores partidos de
terroristas, comunistas y socialistas,
todos reunidos al solo objeto de despreciar, no solo el orden y
civilización, sino también la propiedad,
religión y familia, ha contribuido muy eficazmente a causar una reacción
formidable en favor del orden” (Carta a Ramón Castilla, 15/4/1849).
Juan Martín de Pueyrredón
“Ministros de la más santa Religión; la causa del Cielo es la que sostenemos, unida á la de la patria, emplead pues el
imperio que tenéis sobre nuestras opiniones, y dirigid nuestras conciencias a
la unión y hermandad”(16/8/1810).
Bernardino Rivadavia.
"Rivadavia no comprendía que el catolicismo fuese incompatible con la democracia. Consideraba á esta religión estraviada por el fanatismo, pero no un obstáculo á la libertad. Por eso creyó que podía servirse del clero católico para cooperar á la civilización, mediante una reforma en sus hábitos y antecedentes, y en tal sentido se propuso emplearlo con fruto.
De aquí provino el decreto que ordenaba conferencias semanales del clero sobre moral, liturgia, historia sagrada práctica, historia eclesiástica y disciplina, y derecho público eclesiástico; porque «es menester, decia, que el crédito del clero se eleve no sólo por su santidad sino por su civilización, y que llegue por este medio á ponerse en estado de cargar con la responsabilidad de difundirlas»" (p. 297 del pdf).
file:///C:/Users/Lucas%20Delp/Downloads/d-bernardino-rivadavia--libro-del-primer-centenario-de-su-natalicio--publicado-bajo-la-direccion-de-andres-lamas.pdf
Juan Manuel de Rosas
“Ninguno
ignora que una facción numerosa de
hombres corrompidos, haciendo alarde de su impiedad, de su avaricia (…) La
experiencia de todos los siglos nos enseña que el remedio de estos males no
puede sujetarse a las formas (…) La
Divina Providencia nos ha puesto en esta terrible situación para probar
nuestra virtud y constancia: resolvámonos
pues, a combatir con denuedo a esos malvados que han puesto en confusión
nuestra tierra; persigamos de muerte al
impío, al sacrílego, al ladrón, al homicida (…) Que de esta raza de
monstruos no quede uno entre nosotros, y que su persecución sea tan tenaz y
vigorosa, que sirva de terror y espanto a los demás que puedan venir en
adelante (...) La causa que vamos a
sostener es la causa de la religión, de la justicia, de la humanidad y del
orden público: es la causa recomendada
por el Todopoderoso; él dirigirá nuestros pasos, y con su especial
protección nuestro triunfo será seguro” (Proclama al asumir 2° gobierno,
13/4/1835).
http://www.argentinahistorica.com.ar/intro_archivo.php?tema=8&titulo=13&subtitulo=&doc=124
Esteban Echeverría.
"La mejor de las religiones positivas es el Cristianismo, porque no es otra cosa que la revelación de los instintos morales de la humanidad.
El Evangelio es la ley de Dios, porque es la ley moral de la conciencia de la razón.
El cristianismo trajo al mundo la fraternidad, la igualdad y la libertad, y rehabilitando al género humano en sus derechos, lo redimió. El Cristianismo es esencialmente civilizador y progresivo (...)
El sacerdote es ministro del culto; el sacerdocio es un cargo público. La misión del sacerdote es moralizar; predicar fraternidad, caridad, es decir, la ley de paz y de amor, la ley de Dios" (El Dogma Socialista, c. IV).
"La religión es el cimiento moral sobre que descansa la sociedad, el bálsamo divino del corazón, la fuente pura de nuestras esperanzas venideras y la escala mística por donde suben al cielo los pensamientos de la Tierra" (El Dogma Socialista, c. IX).
"La educación de las masas debe ser sistemada.
La religión, moralizándolas, fecundará en su corazón los gérmenes de las buenas costumbres" (El Dogma Socialista, c. X).
"Para salir de este caos, necesitamos una luz que nos guíe, una creencia que nos anime, una religión que nos consuele, una base moral, un criterium común de certidumbre que sirva de fundamento a la labor de todas las inteligencias y a la reorganización de la patria y de la sociedad.
Esa piedra fundamental, ese punto de arranque y reunión, son los principios" (c. XI).
Juan Bautista Alberdi
"Querer
el fomento de la moral en los usos de la vida, y perseguir iglesias que enseñan
la doctrina de Jesucristo, ¿es cosa que tenga sentido recto?".
"Si
queréis pobladores morales y religiosos, no fomentéis el ateísmo".
"La religión debe ser hoy, como en el siglo
XVI, el primer objeto de nuestras leyes fundamentales. Ella es a la
complexión de los pueblos lo que es la pureza de la sangre a la salud de los
individuos".
"Será
necesario, pues, consagrar el catolicismo como religión de Estado, pero sin
excluir el ejercicio público de los otros cultos cristianos".
"La
libertad religiosa es el medio de poblar estos países. La religión católica es
el medio de educar esas poblaciones".
Domingo Faustino Sarmiento
“No
dejaremos pasar en silencio la pretensión del obispado consentida ya por el
Poder Ejecutivo, de alejar las mesas electorales de los templos, por ser contra
las tradiciones seculares del cristianismo, y contra las leyes que en varios casos consagran esta saludable práctica de poner a
la sombra de la santidad de los templos la santidad de las elecciones y otros
actos públicos a fin de poner ese freno a las pasiones del hombre.
Fueron
los templos desde ab initio lugares sagrados destinados al asilo de los
delincuentes, de los perseguidos, y esta función desempeñan moralmente en las
elecciones, que en todos los países
católicos se celebran en los atrios o en el interior de las iglesias,
precisamente porque la religión es uno de los frenos que contienen las pasiones
de las multitudes, y porque ella, como los templos, y el carácter inviolable
del sacerdote, han sido siempre
aplicadas con fruto al gobierno civil.
¿Para qué jurar sobre los Santos Evangelios? Vale más la palabra de honor; pero es la ley la que prescribe aquella
fórmula, porque la ley es cristiana,
hecha para una sociedad cristiana. Decimos lo mismo con respecto a la
elección en el atrio de las iglesias. Importaría poco el lugar; pero es que la
ley que lo ordenó así era cristiana, dictada para pueblo cristiano, y mandó que el pueblo se reuniese para
motivos que pueden excitar sus pasiones hasta la efusión de sangre y el crimen,
en los lugares que está habituado a reverenciar, a fin de que los
prestigios religiosos lo contengan”. T. XXIV, 1856, pp. 232-233.
“El
remedio de males tan graves (…) Una
sostenida instrucción religiosa y moral, la constante residencia de dos o más sacerdotes,
animados de un celo piadoso y adornados de virtudes edificantes, bastaría a
nuestro juicio para reducir en corto tiempo a estas almas indómitas, mejorar su
suerte y asegurar la vida de muchos y las propiedades de los dueños de faena. Todos ganarían en ello; la civilización y
la moral harían una conquista, y la religión salvaría algunos centenares de
almas perdidas. (…) La religión fue
siempre la maestra de las sociedades en su infancia, y la gloria del cristianismo consiste, no solo en haber ofrecido al
hombre la perspectiva de una dicha imperecedera, sino también en haber llevado la civilización a los
extremos de la tierra, dulcificando las costumbres y sometiendo las pasiones.
¿Se habrá extinguido del todo en nuestro sacerdocio, el piadoso celo que
arrastraba en otro tiempo al misionero cristiano a los bosques, a llevar la
moral evangélica a los bárbaros feroces que los poblaban, presentando al mundo
como el fruto de sus tareas, sociedades de hombres sometidos por ellos a los
preceptos de la moral, que habían desconocido antes? ¿Se habrá entibiado
aquella caridad sublime que le hacía buscar los trabajos y apetecer los
peligros, para arrancar a la ignorancia y a la idolatría sus víctimas?”. T. I,
1841, pp. 32-33.
“Nuestro siglo es, pues, eminentemente
cristiano, por cuanto realiza en las instituciones y en las costumbres, el
espíritu y la moral que sus preceptos enseñan. Y los siglos que más han
aspirado al nombre de cristianos, son sin duda los que más barbarie, más
ignorancia y más violencias e injusticia han mostrado. ¿Qué es, en efecto, la igualdad de derechos a que aspiramos, los
sentimientos de filantropía que hoy dominan, el amor por el bienestar de todos,
la abolición de la esclavitud, y aun las formas gubernativas de nuestra época,
sino la realización de la caridad evangélica, que es el fundamento del cristianismo?”
“Obsérvase en nuestras gentes del pueblo una
propensión espantosa al asesinato (…)
Ahora dícese la religión será un remedio para moralizar estas pasiones
desordenadas, hasta aquí estamos de acuerdo, pero viene la cuestión de los
medios, y ya principia el disentimiento. ¿Eran
más morales nuestros paisanos del siglo pasado, o lo fueron españoles e
italianos en este punto, ahora dos siglos, cuando había en España un sacerdote
por cada diez varones? (…)
Es que no se iba a la raíz del mal, que es la educación, la instrucción, la preparación para el trabajo. (…)
El asesino es casi incurable, como lo muestran
nuestras cárceles; pero hay un medio de
evitar el hábito del asesinato, que es amansar el animal, disciplinándolo
cuando aún está tierno. Es el efecto de
la escuela habituar al niño a estar con otros niños, a tolerarse, a
contenerse en ciertos límites, a ir y venir, sentarse, pararse, rezar, leer, escribir, obrar ordenadamente
durante una serie de años”. T. XXIV, 1856, pp. 197-198.
Nicolás Avellaneda
De su obra "Escuela sin religión" (1883).
https://archive.org/details/EscuelaSinReligionNicolasAvellaneda/mode/2up
"Arrojan á Jesu-Cristo de la Escuela y dejan abiertas sus puertas, para que penetre el Cesar. Se descuelga el Crucifijo, y se pone en su lugar el cuño de fierro que representa la doctrina pagana de la omnipotencia del Estado" (p. 40).
"Afirmamos que Dios no puede ser apartado en la vida humana, que pueblos y hombres necesitan creer en él como un fin supremo y que el tránsito de todos por la tierra se halla ligado con un destino inmortal" (p. 45).
"Sostenemos el mantenimiento de la enseñanza religiosa en la escuela, porque nunca estorbé ningún bien ni puso trabas al progreso, porque ha sido y será compatible con la revolución, con la libertad, con la república y con la afluencia de millares de hombres que vienen á nuestro suelo poseyendo creencias distintas y que erigen sus templos al lado de los nuestros. Rechazamos la reforma, porque no aparece reclamada por ninguna necesidad y produce entre otros males, agitaciones sin motivo. La rechazamos porque es un divorcio con nuestras tradiciones. Seamos un pueblo cosmopolita, pero sin dejar de ser el pueblo argentino" (p. 17).
"[Com]Partimos con él (el extranjero) la vida, la familia, el hogar y aunque viniera por millones, ¡no habría razón para que nos despojemos en su presencia de los pocos atributos que constituyen nuestro carácter nacional!" (p. 17).
"No hay vida de nación mas conocida que la de la Francia y todos sabemos lo que la pone en el dia de hoy tan turbada. (...) El ariete que mina el reposo moral de la Francia, es el « Manual» de Paul Bert impuesto como un flajelo á las conciencias por la acción dé la ley que proclama la enseñanza obligatoria y sin religión" (p. 23).
"Donde los estatutos actuales tienen escrito—«Moral y religión,»—estableciendo que debe enseñarse la moral derivada de la religión y sostenida por sus sanciones, se sustituía —moral y urbanidad. ¿Quería con esto decirse que la «nueva moral» ’á la que se desprendía de la religión, debía quedar solamente ligada con la urbanidad que es el arte de las elegancias sociales ó de las complacencias mundanas?" (p. 7)
"La Provincia de Buenos Aires reformaba en 1873 su ley fundamental por medio de una Convención (...) Estaban allí los autores de la Constitución que habían asistido durante veinte años al funcionamiento de su propia obra (...) prevaleciendo las soluciones religiosas, moderadas y tradicionales casi sin estrépito.
Este espíritu conservador de la Constitución se estendió por una irradiación natural á las leyes orgánicas;y la nueva ley de educación fué dada en 1875 con el asentimiento de todos, proclamándose desde su preámbulo «la necesidad de formar el carácter de los hombres por la enseñanza de la relijion y de las instituciones republicanas..." (pp. 10-11).
"Montalambert les dijo: «Hablad como querrais. Pero no hay en el fondo sinó dos clases de educación: la educación religiosa ó la educación irreligiosa. No hay tres. Toda educación que no es religiosa, es por el hecho misino irreligiosa y no puede ser de otro modo»" (pp. 26-27).
"Se habla de la universalidad de la escuela laica y se menciona el ejemplo de la Holanda, de la Inglaterra, dé los Estados Unidos (...) Estas escuelas no son ciertamente confesionales (...) pero fueron siempre y han quedado después de todas las reformas legislativas profundamente religiosas.(...) En estos otros pueblos tan religiosos como libres, la laicidad de la «Escuela» tiene un sentido de todo punto distinto. Quiere decir solamente que la Escuela no es sectaria, sin negar por esto que sea religiosa.
(...) La laicidad ha sido establecida, no en odio á la religión y a sus Ministros como en Francia, sino por el contrario para asegurar la paz religiosa de los hombres. El espíritu sectario es tan vivo, tan múltiple, tan militante, que ha sido necesario sustraerle las escuelas, para que no la agite con sus discordias. Esto es lo que significa la laicidad de la Escuela en Holanda, en Estados Unidos, ó en Inglaterra, habiendo sido impuesta por la gran diversidad de las sectas, hasta tomar su asiento en la legislación por una necesidad evidente y no por un capricho" (pp. 30-31).
"Estos millones de hombres (los estadounidenses) son sin duda beatos y forman no obstante el pueblo mas libre de la tierra" (p. 39).
"Hay una frase que se repite á cada momento y es que la educación dada en la escuela debe ser integral, es decir, abarcar el hombre entero. El aforismo es mas verdadero, desde que se hace la educación obligatoria. Luego la escuela debe ser relijiosa, porque sin serlo no puede ser cultivado el sentimiento moral que forma ciertamente el objeto primordial de la educación" (p. 46).
"El hombre es naturalmente relijioso, como es sociable y como es intelijente. Luego si el Estado se encarga de su educación, debe ser para desarrollar en cada uno estas calidades que forman su vitalidad intelectual, moral y social" (p. 47).
Discuten los filósofos ó sábios (..) pero no desienten sobre este punto los pedagogos (...) De Gerando y este sostiene «que el hombre no alcanza sino por la religión la plenitud de su carácter» (...) Los Estados Unidos mencionan con preferencia á Vickersham que ha consignado al frente de uno de sus capítulos esta máxima profunda: «La verdadera educación es religiosa; y los sistemas de la ciencia no son sino los pensamientos de Dios»" (p. 47).
"Hay una otra verdad consagrada por la experiencia humana, y bajo todas las civilizaciones, y es que cuando existe en un Estado una religión que es la del mayor número, los gobiernos han contraido siempre con ella una alianza fundada sobre el interés de un apoyo recíproco" (p. 61).
Hipólito Irigoyen.
"La Iglesia Argentina por intermedio de los dignos prelados que la dirigen, continúa ejerciendo la elevada función que le corresponde para lo cual, el Gobierno, cumpliendo obligaciones derivadas de prescripciones constitucionales, contribuye con los recursos votados por V. H. a tan importante misión de orden moral" (Mensaje al abrir las sesiones del congreso, 20/5/1921).
Eva Duharte de Perón.
“Yo sé
que la religión es el alma de los
pueblos (…) La Patria es del pueblo, lo mismo que la Religión. No soy
antimilitarista ni anticlerical (…) Lo saben los humildes sacerdotes del pueblo
que me comprenden a despecho de algunos altos dignatarios del clero rodeados y
cegados por la oligarquía”.
“Yo no creo, como Lenín, que la religión sea
el opio de los pueblos. La religión debe ser, en cambio, la liberación de
los pueblos; porque cuando el hombre se enfrenta con Dios alcanza las alturas
de su extraordinaria dignidad. Si no
hubiese Dios, si no estuviésemos destinados a Dios, si no existiese religión,
el hombre sería un poco de polvo derramado en el abismo de la eternidad. Pero Dios existe y por El somos dignos,
y por El todos somos iguales, y ante El nadie tiene privilegios sobre nadie.
¡Todos somos iguales! Yo no comprendo entonces por qué, en nombre de la religión
y en nombre de Dios, puede predicarse la resignación frente a la injusticia. Ni
por qué no puede en cambio reclamarse, en nombre de Dios y en nombre de la
religión, esos supremos derechos de todos a la justicia y a la libertad. La
religión no ha de ser jamás instrumento de opresión para los pueblos. Tiene que
ser bandera de rebeldía. La religión está en el alma de los pueblos porque los pueblos viven cerca de Dios, en
contacto con el aire puro de la inmensidad. Nadie puede impedir que los pueblos tengan fe. Si la perdiesen, toda la
humanidad estaría perdida para siempre”.
“Si el azar y la casualidad gobernaran el
mundo todo sería un grotesco caos; y no podríamos vivir en un escenario tan
variable. No, el azar no gobierna al mundo ni a los hombres. Por fortuna, gracias a Dios las cosas
suceden de otra manera que unos llaman Destino y otros Providencia y casi todos
atribuimos a Dios.
Yo creo
firmemente que, en verdad, existe una fuerza desconocida que prepara a los
hombres y a las mujeres para el cumplimiento de la misión particular que cada
uno debe realizar. Si esa fuerza es maravillosamente divina o ha sido puesta
por Dios en la naturaleza de la sociedad o del alma humana, yo no lo sé ni
pretendo averiguarlo, pero creo que existe y que nos conduce sin forzarnos con
tal que nosotros no le neguemos nuestra generosidad.
Lo
indudable es que esta solución
espiritual es también mas fecunda que a otra del azar: el que se cree hijo de
la suerte no se siente obligado a nada, puesto que el azar no tiene
personalidad ni puede tener exigencias de ninguna clase: pero el que sabe hijo de un Destino o de la Providencia o de una
fuerza desconocida pero de un origen superior a su vida y a su naturaleza, tiene que sentirse responsable de la misión
que le ha sido encomendada”.
Juan Domingo Perón.

“La Constitución Argentina al señalar las
condiciones que se requieren para
ser elegido Presidente de la Nación, exige la de pertenecer a la Comunión
Católica Apostólica Romana. Esta exigencia, que ha sido muy discutida,
tiene, sin embargo, a mi juicio, un claro sentido que armoniza con la obligación, también constitucional, de sostener ese
culto y no es de modo alguno incompatible con el derecho igualmente
reconocido de la libertad de cultos. El
Presidente es Presidente de todos los habitantes del país, cualesquiera sean
las religiones que profesen o aun cuando no profesen ninguna. (…) Ahora
bien – y a esta conclusión van encaminadas mis anteriores palabras- el hecho de que la Iglesia no tenga que
entender en la gobernación del estado, es decir que mantenga la división de
potestades, no significa que el estado
tenga que prescindir de la Iglesia. Esa no prescindencia, esa obligación de
sostener el culto católico y de que el Presidente pertenezca al culto católico,
constituye unas de las más encomiables previsiones de nuestra carta magna,
porque quienes la sancionaron, pese al
amplio criterio liberal en que se inspiraron y que se refleja en todas sus
normas, no pudieron desconocer que la gobernación de los pueblos se ha de basar
en normas de moral y que las normas de moral tienen su origen y fundamento en
preceptos religiosos. Esa idea no es indiferente para la marcha de la
Nación, pues aun cuando existan normas
de moral comunes a varias religiones existen otras de indudable diferenciación
(…) Creerá cada cual que su moral es la
mejor, pero nadie dirá que, en muchos aspectos sea la misma. Y si todos los hombres necesitan gobernarse
en base de una moral, los pueblos cuyo crecimiento se hace en parte
considerable por medio de una inmigración de diferentes países y continentes, precisan establecer en su constitución cual
sea la moral por la que se han de regir, y que en la Argentina ha de ser,
por razones obvias, la católica. De ahí que el presidente haya de ser católico.
Por lo menos ése es el sentido que yo
doy a la sabia previsión de nuestros constituyentes. (…)
Declaro,
pues que mí fe católica me pone dentro de la exigencia constitucional.
Quiero
también señalar que siempre he deseado
inspirarme en las enseñanzas de Cristo” (Discurso, 10/4/1948).
http://debatime.com.ar/la-catolicidad-del-estado-argentino-en-la-constitucion-nacional/
http://www.sicgba.org/biblioteca/general/1948-04-10-Iglesia-y-Estado.pdf
Extranjeros.
Simón Bolívar:
“… tomo
el mayor interés por el restablecimiento de la religión y de las órdenes
monásticas que tanto contribuyen a la civilización de este país; y lo que es
más, que trabajan incesantemente en impedir la propagación de los principios
que nos están destruyendo, y que al fin logran no sólo destruir la religión,
sino los vivientes, como sucedió en la revolución de Francia, en que los más
acalorados filósofos tuvieron que arrepentirse de lo mismo que ellos habían
profesado; así fue que el abate Raynal murió despedazado de remordimientos, y
como él, otros muchos, pues, sin la
conciencia de la religión, la moral carece de base” (6)
(6) Carta al cura Justiniano Gutiérrez,
Bogotá, octubre 7 de 1828. http://www.archivodellibertador.gob.ve/.../spip.php...
“La más sublime política, la sana moral y la seguridad de Colombia, aconsejan dar tanto a la Religión como a sus Ministros la más grande influencia en los negocios públicos de la República” (Carta a Nicolás Cuervo, 2/11/1820).
“Quiero dirigirme a V. Santidad para que con mayor instancia exhorte Ud. a los ministros a que no cesen en la predicación de la moral cristiana y de la necesidad del espíritu de paz y concordia para continuar con la vía del orden y de la perfección social. Del desvío de los sanos principios ha provenido el espíritu de vértigo que agita el país y cuanto se enseña y se profesan las máximas del crimen es preciso que se haga también oír la voz de los Pastores que inculquen la del respeto, de la obediencia y la virtud” (Carta al arzobispo Ramón Ignacio Méndez, octubre de 1828).
"Han sido muy bien recibidos los nuevos decretos, particularmente aquellos que tienen por objeto aumentar las rentas y sostén de la religión, como una de las más fuertes barreras que pueden oponerse al torrente de las pasiones anárquicas…” (Carta a José Antonio Páez, 29/8/1828).
"¡Colombianos! Las voluntades públicas se habían expresado enérgicamente por las reformas políticas de la nación: el cuerpo legislativo cedió a vuestros votos mandando convocarla Gran Convención, para que los representantes del pueblo cumplieran con sus deseos, constituyendo la República conforme a nuestras creencias, a nuestras inclinaciones, a nuestras necesidades: nada quería el pueblo fuera ajeno a su propia esencia (...) ¡Colombianos! (...) protegeré vuestra sagrada religión como la fe de todos los colombianos y el código de los buenos".
“Yo lo
entiendo muy bien y estamos mucho más
que de acuerdo con respecto a la religión: éste es el grande entusiasmo que
yo deseo encender para ponerlo contra todas las pasiones de la demagogia, pues
el de la guerra no puede prender sino en los jóvenes ricos, pero no en el bajo
pueblo” (5)
(5) Carta a José Rafael Arboleda,
Bogotá, 29 de julio de 1828. http://www.archivodellibertador.gob.ve/.../spip.php...
George Washington
“La religión y la moral son apoyos
indispensables de todas las disposiciones y hábitos que conducen a la
prosperidad pública. En vano reclamaría
el título de patriota el que intentase derribar estas grandes columnas de
la felicidad humana, estos apoyos firmísimos del deber del hombre y del
ciudadano. Tanto el mero político como el devoto deben respetarlos y amarlos. No bastaría un tomo entero para indicar
todas las conexiones que tienen con la felicidad pública y privada.
Preguntaré yo únicamente ¿Dónde se encontraría la seguridad de los bienes, de
la reputación y de la vida, si no se creyese que eran una obligación religiosa
los juramentos que en los tribunales de justicia son los instrumentos para
investigar la verdad? Debíamos
lisonjearnos con cautela de la suposición, de que la moralidad puede sostenerse
sin la religión. Por mucho que se conceda al influjo de una educación refinada
en los espíritus de un temple peculiar, la razón y la experiencia nos prohíben esperar que la moralidad nacional pueda
existir excluyendo los principios de religión.
Es una verdad, que la virtud o moralidad es un resorte necesario del gobierno popular. Esta regla se extiende ciertamente con más o menos fuerza a toda clase de gobierno libre. Siendo amigo verdadero de éste, ¿cómo se podrá ver con indiferencia las tentativas que se hagan para minar las bases de su establecimiento?” (Discurso de Despedida, 1796).
Voltaire:
Homilía I, Del Ateísmo:
"Conocemos
lo justo y lo injusto en calidad de seres pensantes. Dios infinitamente
pensante debe ser infinitamente justo.
Veamos
por lo menos, hermanos, cuán útil es esta creencia, cuánto nos interesa
grabarla en todos los corazones.
Ninguna
sociedad puede subsistir sin recompensa y sin castigo. Esta verdad es tan
perceptible y tan reconocida que incluso los antiguos judíos admitían, por lo
menos, penas temporales (...)
Tal es
la convicción en la existencia de un
Dios y de su justicia misericordiosa; tales son los primeros principios de la
moral, comunes a los chinos, a los indios y a los romanos (...)
Estos
principios son necesarios a la conservación de la especie humana. Quitad a los hombres la opinión de un Dios
vengador y remunerador: entonces Sila y Mario se bañarán con delectación en la sangre de sus conciudadanos
(...) no sería difícil probar con apoyo en la historia que algunas veces el ateísmo puede causar tantos males como las
supersticiones más bárbaras.
(...)
La idea de un Dios vengador es, pues, necesaria.
Es
posible, y sucede con harta frecuencia, que la idea de la justicia divina baste
a frenar el arrebato de una pasión”.
Y sigue:
“El ateo puede sentir, en lugar de
remordimiento, el horror secreto y sombrío que acompaña a los grandes crímenes.
La situación de su alma es importuna y cruel; un hombre manchado de sangre ya no es sensible a las delicadezas de la
sociedad; su alma, ahora atroz, es incapaz de gozar los consuelos de la
vida; se abochorna, furioso, pero no se
arrepiente. No teme en absoluto que se le pidan cuentas de las presas que
ha destrozado; será malvado siempre;
se endurecerá en sus ferocidades. Por el
contrario, el hombre que cree en Dios recobrará la razón. El primero es un
monstruo para toda su vida; el segundo no habrá sido bárbaro más que un
momento. ¿Por qué? Porque uno tiene un
freno y el otro no tiene nada que lo sujete”.
Y
también:
“El ateo taimado, ingrato, calumniador,
bandido, sanguinario razona y actúa consecuentemente, si está seguro de su impunidad por parte
de los hombres. Pues si no hay Dios,
este monstruo es su propio Dios; se inmola en su propio altar todo lo que
desea o todo lo que le opone un obstáculo. Ni las súplicas más tiernas ni los
mejores razonamientos tienen más poder sobre él que sobre un lobo hambriento de
carnicería”.
Y
también:
“Es muy
verosímil que el ateísmo haya sido la filosofía de todos los hombres poderosos
cuyas vidas transcurrieron en el círculo de crímenes que los imbéciles llaman
política, golpe de Estado, arte de gobernar”.
Y
también:
“Está,
pues, demostrado que el ateísmo
puede cuando más dejar subsistir las virtudes sociales en la tranquila apatía
de la vida privada, pero que debe
conducir a todos los crímenes en las tormentas de la vida pública.
Una
sociedad particular de ateos, que no se disputen para nada y que pierdan
afablemente sus días en los entretenimientos de la voluptuosidad, puede durar
cierto tiempo sin problemas. Pero si los
ateos gobernaran el mundo, no sería mejor que si estuviéramos bajo el imperio
inmediato de esos seres infernales que nos pintan encarnizados contra sus
víctimas. En pocas palabras, los ateos
en el poder serían tan funestos para el género humano como los supersticiosos.
Entre esos dos monstruos, la razón nos tiende la mano, y ello será objeto de mi
segundo discurso”.
http://investigacion.uaem.mx/archivos/epub/homilias-voltaire/homilias-voltaire.pdf
“Es tal la debilidad del género humano, y
tal su perversidad, que sin duda vale
más para él ser subyugado por todas las supersticiones posibles, con tal de que
no sean mortíferas, que vivir sin religión. El hombre siempre ha tenido
necesidad de un freno, y aunque fuese ridículo hacer sacrificios a los
faunos, a los silvanos, a las náyades, era mucho
más razonable y más útil adorar esas fantásticas imágenes de la Divinidad que entregarse al ateísmo. Un ateo que
fuese razonador, violento y poderoso, sería un azote tan funesto como un
supersticioso sanguinario”.
“En
todos los sitios en que hay establecida una sociedad es necesaria una religión;
las leyes velan sobre los crímenes conocidos y la religión sobre los crímenes
secretos”.
(Tratado de Tolerancia, c. 20).
Platón:
Omnis humanae societatis fundamentum convellit qui religionem convellit, dice
Platón en el libro X de sus Leyes.
Jenofonte:
“Las ciudades y naciones más piadosas han sido siempre las más duraderas y
sabias” (Sobre Sócrates).
Plutarco:
“Es cosa más fácil fundar una ciudad en el aire que constituir una sociedad sin
la creencia en los dioses”.
Rousseau:

“Yo creo
que en desenvolviendo baxo este punto de vista los hechos históricos, se
refutarian fácilmente los sentimientos opuestos de Bayle y Warburton, de los quales el uno pretende que ninguna Religion es útil al cuerpo político, y el otro
sostiene al contrario que el Christianismo es su mas firme apoyo.
Se
probaria al primero que jamas se ha
fundado un Estado sin que la Religion le haya servido de basa, y al segundo
que la ley Christiana es en el fondo mas dañosa que útil á la fuerte
constitucion de un Estado”.
(Contrato
Social, 1.4 c.8).
Y también:
“La
Religion considerada por respeto á la Sociedad que es ó general ó particular,
puede tambien dividirse en dos especies, es á saber, la Religion del hombre y
la del Ciudadano. (…) la Religion del hombre, ó el Christianismo (…) Por esta
Religion Santa, sublime, verdadera, los hombres, hijos del mismo Dios se
reconocen todos por hermanos, y la Sociedad que los une, no se disuelve ni
aun por la muerte”.
Aunque
se le nota lo luterano, que niega la posibilidad de la santidad:
“Se nos
dice que un Pueblo de verdaderos
Christianos formaria la mas perfecta Sociedad que se puede imaginar, y yo
veo en esta suposicion una gran dificultad, y es que una Sociecad de verdaderos
Christianos no seria una Sociedad de
hombres. Digo ademas, que esta Sociedad supuesta no seria con toda su
perfeccion ni la mas fuerte ni la mas durable: por demasiado perfecta, estaria
falta de trabazon, y su vicio destructor consistiria en su misma perfeccion”.
“El
olvido de toda religión conduce al olvido de los deberes del hombre” (El
Emilio, libro IV).
“Aquel
que destruye la religión, destruye los fundamentos de toda sociedad humana,
porque sin religión no hay sociedad posible” (Platón).
Maquiavelo:
“La adhesión a la religión es la garantía
más segura de la grandeza de_ un
Estado; desprecio de la religión es la causa más cierta de su decadencia. Si
nuestro siglo está bamboleando, si el mundo está amenazado de muerte, no hay
que buscar el origen de este mal sino en la falta de religión; La vieja
sociedad pereció porque Dios había sido expulsado de ella; la nueva está
sufriendo, porque Dios no ha entrado todavía en ella”.
David Hume: “Jamás se fundó un Estado sin que la religión le sirviera de base. Buscad un pueblo sin religión, y si lo encontráis, estad seguros de que no se diferencia de las bestias”.
Montesquieu: “El hombre sin religión es un animal salvaje, que no siente su fuerza sino cuando muerde y devora”.
Napoleón
I:
“A ese hombre (que vive sin religión) no se le gobierna, se le ametralla.
¡Ah!, ¡vosotros queréis que ese hombre salga de mis colegios!… No, no; para
formar al hombre yo pondré a Dios conmigo”.
“Sin
religión, los hombres se degollarían por cualquier insignificancia”.
"La religión es excelente para mantener tranquila a la gente común. La religión es lo que evita que los pobres maten a los ricos".
"Si quitas la fe del pueblo, solo tienes salteadores de caminos".
https://www.histoire-en-citations.fr/citations/naoleon-c-est-en-me-faisant-catholique-que-j-ai-fini-la-guerre-de-vendee
"Hay una verdad primitiva que se remonta al origen del hombre, que se encuentra en todos los pueblos, escrita por el dedo de Dios en nuestra alma: la ley natural, de la que se deriva el deber, la justicia, la existencia de Dios, el conocimiento de que el hombre es un compuesto de un espíritu y un cuerpo.
Una sóla religión acepta plenamente la ley natural, sólo una se apropia los principios, sólo una basa en ellos una enseñanza perpetua y pública. ¿Cuál es esa religión? El Cristianismo."
"¡Qué Maestro (Cristo), qué palabra la que opera una revolución tal! ¡con qué autoridad enseña a los hombres la oración! ¡él
impone sus creencia! y en ésto nadie puedo contradecirlo, primero porque el Evangelio contiene la moral más pura, y
después, porque el dogma, en lo que es oscuro, no es otra
cosa que la proclamación y la verdad de lo que existe allá
donde ningún ojo alcanza a ver y a donde ningún raciocinio puede llegar. (...)
La religión cristiana no es ni una ideología ni una metafísica, sino una regla práctica que dirige las acciones del hombre, que lo corrige, lo aconseja y lo ayuda en toda su conducta. (...) Si ella no es la verdadera religión, queda uno excusado al equivocarse de esa manera, porque todo ello es grande y digno de Dios. (...) ¡Qué bienestar procura ese libro (la Biblia) a los que creen en él! ¡cuántas maravillas admiran los que en él han meditado! (...)
Los pueblos pasan, los tronos se derrumban y la iglesia permanece inmóvil! ¿Cual es, pues, la fuerza que hace mantener de pie esta Iglesia combatida por el océano furioso de la cólera y del desprecio del siglo? ¿Cuál es el brazo, que desde mil ochocientos años hace, la preserva de tantas tempestades que han amenazado tragarla? (...)
La verdad debe abarcar el universo. Tal es el Cristianismo, la única religión que destruye el nacionalismo, la única que proclama la unidad y la fraternidad absoluta de la especie humana, la única que es espiritual; por fin, la única que asigna a todos, por verdadera patria, el seno de un Dios creador".
https://obtienearchivo.bcn.cl/obtienearchivo?id=documentos/10221.1/46019/1/207958.pdf
"¿Quién sabe si la felicidad de hoy no será la desgracia de mañana? La religión ofrece consuelo en todas las fases de la vida: somos menos infelices cuando creemos; uno siempre encuentra, por tanto, en uno mismo la fuerza para soportar la desgracia".
"La Sociedad no puede existir sin religión. Cuando un hombre muere de hambre junto a otro que está desbordado, es imposible hacerle admitir esta diferencia si no hay allí una autoridad que le diga: ``Dios así lo quiera, es necesario que 'haya pobres y ricos en el mundo, pero luego, y durante la eternidad, el compartir se hará de manera diferente.
Se necesitan sacerdotes para transmitir lo maravilloso a través de una liturgia de misterios. El pueblo juzga el poder de Dios por el poder de los sacerdotes".
“La religión es todavía una especie de inoculación o vacuna que, al satisfacer nuestro amor por lo maravilloso, nos garantiza charlatanes y magos; los sacerdotes son mejores que el Cagliostro, el Kant y todos los soñadores de Alemania".
"No veo en la religión el misterio de la encarnación, sino el misterio del orden social".
"Un párroco debe ser un juez de paz natural, el líder moral de la población.
Los sacerdotes en el verdadero espíritu del Evangelio deben contribuir a la tranquilidad pública predicando las verdaderas misiones de la caridad".
"La Iglesia debe estar en el Estado y no el Estado en la Iglesia. La autoridad administrativa debe tener cuidado de no interferir demasiado en los asuntos del clero y los sacerdotes"
https://www.napoleon.org/histoire-des-2-empires/articles/lempire-et-le-saint-siege-napoleon-et-la-religion/
John Locke.
"No deben ser de ninguna forma tolerados aquéllos que niegan la existencia de una divinidad. Efectivamente, ni una promesa, ni un pacto, ni un juramento, todas esas cosas que constituyen los vínculos de la sociedad, si provienen de un ateo, pueden constituir algo estable o sagrado; eliminado Dios, aunque sólo sea con el pensamiento, todas estas cosas se disuelven. Además, no puede invocar ningún derecho a la tolerancia en nombre de la religión aquél que, con el ateísmo, elimina completamente toda religión" (Carta sobre la tolerancia).
Edmund Burke
La Francia no ha sacrificado su virtud á sus intereses, pero ha abandonado sus intereses a fin de poder prostituir su virtud. Todas las demás naciones han comenzado la fábrica de un nuevo gobierno ó la reforma del antiguo, creando antes de todo, ó dando una nueva fuerza á los ritos de la religión. Los demás pueblos han cimentado la libertad civil sobre unas costumbres mas austeras, y sobre un sistema de moral mas varonil y mas severo. La Francia en el momento en que relajaba las riendas de la autoridad real, ha aumentado la licencia de una feroz disolución de costumbres y de una irreligión insolente en la práctica y en los principios, y como si hiciera común un privilegio, ó descubriera alguna ventaja de que hubiera estado privada, ha hecho circular en todas las clases de la sociedad toda especie de corrupción la mas funesta..." (Reflexiones sobre la revolución en Francia).
"Pero sin la tentativa qué se haya hecho para probar cómo puede un estado subsistir sin nobleza ni religión, dos principios antiguos fundamentales, llegan á perderse las artes y el comercio, ¿ué cosa será entonces una nación compuesta de bárbaros, groseros, estúpidos, feroces, al mismo tiempo pobres y sórdidos: privada de religión, de honor, de fortaleza varonil; destituida de todo para lo presente, y sin tener que esperar nada para lo venidero?"
"Sabemos, y lo que es mas, estamos íntimamente perdidos de que la religión es la base de la sociedad es la fuente de todos los bienes y consuelos; y estamos tan convencidos de esta verdad en Inglaterra..."
"Sabemos, y nos gloriamos de saber, que el hombre por su constitución es un ser religioso; y que el ateísmo es contrarío no solo á la razón, sino también á nuestro instinto, al que no puede sofocar por mucho tiempo. Pero si en un momento de relajación y en el delirio de una embriaguez causada por aquel espíritu ardiente destilado por un alambique infernal que á la sazón hierbe furiosamente en Francia, debemos mostrar nuestra desnudez despojándonos de la religión cristiana que habido hasta ahora nuestra gloria y nuestro consuelo; que ha sido una fuente de civilización entre nosotros, igualmente que entre otras naciones; temeríamos (pues el corazón no sufre este vacio) que alguna superstición grosera, perniciosa y degradante viniera' á reemplazarla".
"Todas las instituciones, morales, civiles o políticas que estrechan aquellos lazos naturales y fundados en razón que unen de un modo inseparable los afectos é ideas humanas á la divinidad, son necesarias, por lo menos, para dar la última mano á esta criatura admirable, el hombre (...)
La consagración del estado por un establecimiento religioso, es necesaria también para inspirar á los ciudadanos libres un temor respetuoso y saludable (...) Por eso mas particularmente necesitan de una religión que haga parte de su gobierno, y sea el origen del cumplimiento de sus deberes".