sábado, 4 de enero de 2025

Nicolas Silvestre Bergier. Diccionario de Teología.

Pongo aquí algunas cosas que me han resultado interesantes de dicho Diccionario, para conocer lo que pensaría un eclesiástico de cultura del siglo XVIII.

Volumen 1: https://books.google.es/books?printsec=frontcover&dq=diccionario+de+teolog%C3%ADa&ei=TzKbTuX3DcqcOo6_nYkK&ct=result&pg=PA446&id=o0RuWQUHI84C&hl=es#v=onepage&q&f=false

Volumen 3: https://www.google.com.ar/books/edition/Diccionario_de_teolog%C3%ADa_3/Jt2SwOpmpf0C?hl=es&gbpv=0

 

Volumen 4: 

https://books.googleusercontent.com/books/content?req=AKW5QafIekh2BdexO_iXEpZgEYfD2DOkhqh5t1GfqbdPkuKee0TIg_ng-0g0EJM-pxICPyQoxdkGVuAio5_mW9LnXn5P_WmkEyRCuKGXYsPz8hARCquC2mD6F1hXNbttQgWYEQKRW4jOv8wR_H3d_blUrkprtOJK2VVezVgQB0Q8ze46wFhUVO2tPQw5er6ceO0w60XzkjB5B83bkneH9Pj9D6wS8d2ZIiu-ECNrtLD2dGbCfXFIjiT4kONKxOzGFQgOzzgInBrAss7e0mFOTXHwP2ux2ois0cq896iWf96TDGgLfXhMcX4

pag. 381 trata sobre la tolerancia


Sobre la tolerancia y libertad religiosa.

En el volumen 1.

Introducción:

Todas las sectas, al establecerse, exigieron la tolerancia , bien resueltas á no observarla en el momento que adquirieran fuerzas. Segun los principios que sentaron , la tolerancia debe ser ilimitada ; los judios, mahometanos , paganos, deistas y los ateos , tienen tanto derecho á ella como otro herege cualquiera. Esto lo handemostrado á la vez los católicos , los protestantes y los incrédulos 1. En efecto , todas las razones en que se apoyaban los calvinistas para exigir la tolerancia han sido vueltas contra ellos por los socinianos . Los deistas á su vez se han servido de ellas para probar que les era permitido dogmatizar 3. Por último los ateos las hacen valer en el dia á su favor , y se escudan con ellas para enseñar impunemente el materialismo 4. Tambien está demostrado de hecho y por el raciocinio , que la tolerancia universalmente reclamada es el alimento de todos los errores y la destruccion de toda religion .

S. XXI. Qué , dirán acaso , os atreveis á acusar de fanatismo á los filósofos que no predican mas que la tolerancia , y que no cesan de declamar contra el furor con que se degüellan los hombres por las opiniones? No nos dejemos alucinar con una palabra. Tolerancia , a en el sentido de nuestros adversarios , significa lo mismo que libertad en la boca de los sediciosos . «Nombre especioso, dice muy bien un antiguo; el que ha tratado de hacerse dueño y tiranizar á sus semejantes, jamas ha dejado de decorarse con tal espresion 1.» Ya sabemos lo que los ambiciosos entienden por ella ; la libertad para sí, yla esclavitud para los demas : esto es lo que precisamente vemos todos los dias. Cuando los filósofos eran deistas juzgahan al ateismo intolerable; decidieron que se le debia desterrar de la sociedad ; despues que se hicieron ateos , dicen que no puede sufrirse el deismo porque es intolerante , lo mismo que las religiones reveladas. Estos doctores pacíficos están resueltos á no establecer la tolerancia sino con respecto á sus propias opiniones , y declarar la guerra á todas las demas. Si tienen el derecho de atacar á la religion porque es intolerante, nosotros no nos fundamos menos al detestar la incredulidad , porque es todavia menos tolerante que la religion.  


[Artículo] Dios redentor y salvador:

79. Al recomendar la Iglesia, el celo por la religion no autoriza ni la intolerancia, ni la persecucion, ni la violencia contra los infieles, cuando son pacíficos ; pero reduce la tolerancia y la libertad de conciencia á sus justos límites. La inquisicion denominada el Santo Oficio, y su conducta para con los hereges negativos, los autos de fé ó suplicios á que los condena no estan ordenados por la religion. Los itacianos, perseguidos por los priscilianistas, no estaban autorizados, y fueron condenados.


[Artículo] Agustín (San):

5. Se ha dicho que despues de haber establecido la tolerancia en favor de los maniqueos , predicó la persecucion y violencia contra los donatistas . Si, S. Agustin predicó la persecucion de los donatistas sediciosos armados y sanguinarios, que por sus circunceliones llenaban el Africa de desórdenes y carnicería; mas no dijo que se emplease con ellos la violencia cuando se conservaron pasivos ó pacíficos: enseñó é hizo todo lo contrario, y tuvo el consuelo de verlos reunidos á la Iglesia.

Barbeyrac pretende que este Santo Doctor aprobó la pena de muerte impuesta por los emperadores. Debéria al menos decir contra los sacrificios de los paganos. El pasage de S. Agustin está terminante. Epist. 93, ad Vincent. Rogatistam, n. 10. Podia cualquiera ser pagano sin necesidad de que ofreciese sacrificios, y no vemos las ventajas que podia acarrear á la causa pública el conservar un uso tan absurdo, frecuentemente acompañado de crímenes.


[Artículo] Bautistas:

La intolerancia, el espíritu de barbarie y de crueldad fueron en todo tiempo los caracteres distintivos de los novadores. Lutero, Melanchthon, Bugenhagen y Regio , con los teólogos de Ulm y de Tubinga , decidieron que podian ser castigados de muerte los anabaptistas en el concepto de hereges. Tres de ellos, Muller , Kraut y Peisker fueron decapitados en Jena por cooperacion de Melanchthon. Asi acreditaba la reforma su espíritu de libertad, de tolerancia, de emancipacion y filantropía . Véase la Simbólica de MOEHLER, t. 2, c. 1. Primer periodo de los anabaptistas. 


[Artículo] Celo:

Por mas que se multipliquen los sofismas para paliar los efectos de la impiedad, todo hombre que cree en Dios y ama su religion se sentirá siempre herido por sus invectivas, sarcasmos é insultos lanzados contra los objetos que reverencia. Un ciudadano honrado jamas sufrirá con paciencia que se denigre ó desprecie á su nacion , á su patria , á sus leyes , á sus costumbres , á sus usos ; cómo habia de permanecer indiferente con respecto á su religion , que es la primera de todas las leyes y la base sobre que todas descansan ? Se empieza por ultrajarnos y se predica la tolerancia , es como si un ladron predicara el desinterés al hombre que ha despojado ; la burla es demasiado fuerte. Guarden silencio los incrédulos , que no iremos á informarnos de lo que creen ó no creen, mas quieren inquietar y provocar á todo el mundo y no ser molestados por nadie.

[Artículo] Conciencia (libertad de):

CONCIENCIA (LIBERTAD DE). Se ha abusado estrañamente de esta palabra en el siglo pasado y en el actual. Si los que la reclamaban no hubiesen pedido mas que la libertad de creer ó de no creer lo que ellos juzgasen conveniente, esta demanda hubiera sido absurda; nadie en este sentido puede obligar la conciencia de otro. Pero bajo el nombre de libertad de conciencia los protestantes querian la libertad de profesar públicamente, vegercer con toda la pompa posible una religion diferente de la religion dominante, apoderarse de las iglesias, desterrar de ellas á los católicos, echar fuera y esterminar á los sacerdotes; esto es lo que han hecho en todas las partes en que han sido señores. En el día los incrédulos, predicando la tolerancia y sosteniendo que no se debe obligar la conciencia de nadie, pretenden que les está permitido declamar y escribir contra la religion, insultar impunemente á los que estan encargados de enseñarla: esto es lo que han hecho en todos sus libros.

Para robustecer sus pretensiones han hecho causa comun con los protestantes, y han renovado sus quejas y sus antiguas calumnias. ¿ Por qué no llaman tambien en su socorro á losjudios , los turcos , y los paganos? Sin duda que estos tienen tambien una conciencia, por consiguiente el derecho incontestable de venir á predicar y profesar su religion entre nosotros .

 Cuando los primeros cristianos pedian á los emperadores la libertad de conciencia eran mas modestos; pedian no ser arrastrados al pie de los altares para ofrecer el incienso á los ídolos , no ser enviados al suplicio por el nombre de cristianos. Podemos convencernos de esto por las apologias de S. Justino y de Tertuliano. Este último dice que es una impiedad obligar a un hombre á adorar un Dios que no quiere. Apol. c. 24. No vemos qué ventaja se puede sacar de esto en favor de los protestantes y los incrédulos.

Los primeros cristianos entregados á los suplicios desde su nacimiento no han tomado las armas para alcanzar por la fuerza la libertad de conciencia; no entraron en ninguna de las conjuraciones formadas contra la vida, ó contra la autoridad de los emperadores; no intentaron apoderarse de sus personas á fin de darles cristianos por ministros y consejeros . No pusieron á su cabeza grandes del imperio , ambiciosos y descontentos; no procuraron influencias en los asuntos de política y de gobierno ; no publicaron escritos sediciosos contra el príncipe ni contra los magistrados, no obstante que hubieran podido alegar tan fuertes razones al menos como los calvinistas.

Cuando Constantino y Licinio, ambos paganos, die- ron un edicto de tolerancia, los cristianos no se cui- daron de pedir ciudades de seguridad, ni de apo- derarse de ellas para poner guarnicion de soldados cristianos, ni salas semipartidas en los tribunales; nunca hubieran tenido la insolencia de tratar con su soberano como de igualá igual; nunca hubieran diri- gido á los emperadores ni á los magistrados memorias amenazadoras, quejas contra los abusos del gobierno, insultos contra la antigua religión, con el fin de que se prohibiese su egercicio.

Hechos señores por la conversion de los emperadores, no saquearon, demolieron, ni quemaron los templos de los paganos por su propia autoridad: apenas se pueden citar de esto uno o dos ejemplos ; no asesinaron á los sacerdotes de los ídolos , ni obligaron á los paganos á frecuentar las reuniones cristianas ni á hacerse bautizar. No los echaron de las ciudades ni despojaron de sus bienes; no se apoderaron por violencia de los caudales ni de los edificios que habian pertenecido á los idólatras.

Juliano, despues de haber renunciado al cristianis- mo, hizo de nuevo dominante al paganismo; sin em- bargo, los cristianos no le presentaron memorias en el estilo de las que los calvinistas dirigieron á Enri- que IV despues de su conversion; no trataron de inti- midarle con amenazas, no intentaron aliarse con los principes estrangeros; no introdujeron tropas enemi- gas en el imperio; no se apoderaron de las rentas del fisco para mantenerlas. No entregaron á los persas ninguna de las plazas fronterizas, ni formaron el pro- yecto de establecer una república en el seno de la monarquia; los soldados cristianos continuaron sir- viendo en los ejércitos romanos con tanta fidelidad como antes. Ningun decreto de los concilios ha mandado nunca ni permitido á los cristianos recurrir á la fuerza y á las vías de hecho bajo el pretesto de hacerse justicia; asi nunca han tenido necesidad de edic- tos de abolicion, de amnistia, ni de perdon de sus rebeliones pasadas.

Lo mismo sucedió cuando algunos emperadores se declararon protectores del arrianismo. Muchos obispos católicos fueron depuestos, desterrados, encarcelados, atormentados, pero ninguno predicó la rebelion á sus ovejas; muchos rehusaron entregar de buena voluntad las iglesias á los arrianos, pero no formaron ningun atentado contra la autoridad civil. Los pueblos no estuvieron menos sumisos á los nuevos conquistadores bárbaros, que lo habian sido á sus antiguos señores. En los siglos siguientes los misioneros, que fueron á predicar el cristianismo á los infieles, lo establecieron por la instruccion, por la persuasion, por el ascendiente de sus virtudes y no por la violencia; los protestantes han hecho vanos esfuerzos para denigrar el çelo y los trabajos de estos hombres apostólicos.

Al contrario los escesos de los calvinistas estan consignados no solo en nuestra historia, sino en los fastos de las naciones que nos rodean : han sido los mismos en Francia, en Suiza, en Holanda, en Inglaterra y en Escocia . No se han establecido en ninguna parte sin derramar sangre ; este era el espíritu del fundador de su secta; todos los crímenes que se han permitido han sido justificados y consagrados por los decretos de sus sínodos y por los escritos de sus teólogos.


[Artículo] Cristianismo:

Cargo mas grave es el de intolerancia, hecho al cristianismo; divide á los hombres, produce las disputas, los odios y las guerras de religion. Cien veces se ha respondido que la intolerancia está unida no solo á toda religion, cualquiera que sea, sino á toda opinion que se cree importante, y hasta á los sistemas de incredulidad: esto es efecto de las pasiones inseparables de la humanidad. Ahora bien, ninguna religion trabaja tanto como la nuestra para reprimir todas las pasiones, para inspirar á los hombres la dulzura, la paz y la mútua caridad, y de consiguiente una razonable tolerancia. Por lo demas la ilimitada tolerancia que quieren los incrédulos es un desorden que nunca se ha permitido en ninguna nacion civilizada. V. TOLERANCIA.


En el volumen 3.

[Artículo] Judaísmo:

Es evidente que todas estas leyes positivas ten- dian á hacer conocer la ley natural en toda su estension y á hacerla observar mejor ; que instruido un judio de este modo , debia estar menos espuesto á violarla que un pagano. Sin embargo ha habido deistas tan ciegos , que han pretendido que tantas leyes positivas perjudicaban la observancia de la ley natural.

Le Clerc , crítico tan temerario como lo pudo haber , ha osado sostener esta paradoja : Hist. eccles. Proleg. , sec . 3.a , c. 2, §. 20 y sig. , y ha querido confirmarla con ejemplos. (...) 2.° La ley que prohibia á los israelitas tolerar entre ellos ningun idolatra no era equitativa; no les hubiera gustado que los hubieran tratado lo mismo sus vecinos cuando las calamidades les obligaban á refugiarse entre ellos, y cuando fueron esparcidos en todas las naciones despues de la cautividad de Babilonia. 3.° La que ordenaba dar muerte á todo hombre culpable de idolatria, fuese pariente, amigo ó aliado, era inhumana; mejor hubiera sido procurar corregirlos. ¿Qué hubieran dicho los israelitas si los pueblos vecinos que les subyugaron mas de una vez los hubieran obligado con tormentos á renunciar á su religion?

(...)

En segundo lugar es cierto que la ley les prohibia permitir entre ellos ningun acto de idolatria; pero es falso que les ordenase desterrar á todos los idolatras, cuando estos no hacian ningun ejercicio esterior de su falsa religion ; al contrario les estaba mandado que tratasen á los estranjeros con dulzura y humanidad, porque ellos mismos habian sido estranjeros en Egipto . Exod. c. 22. 7. 21. Levit . c. 19. y. 33. Deut. C. 10, y. 18 , 19, etc. Asi que todo estranjero era entonces idolatra y politeista. No se puede probar que cuando se refugiaron entre sus vecinos, hayan hecho ningun ejercicio de religion contrario á la creencia de estos pueblos.

En tercer lugar sostenemos que la ley que castigaba de muerte todo acto de idolatria, nì era cruel ni injusta. Dios habia unido esta condicion á la conservacion de la nacion judia; consentir su infraccion era lo mismo que poner en peligro la salud de la república. ¿Se atreverán á sostener que Dios no tenia esta autoridad, y que nunca ha debido castigar de muerte á ningun impío, porque mejor hubiera sido corregirle? Pero los incrédulos, no contentos con imponer á todos los hombres la ley de la tolerancia absoluta para con sus semejantes, quieren tambien hacerla obligaloria á Dios. Nunca han obligado á nadie los judios con suplicios á que abrace su religion.


[Artículo] León (San):

Sabemos muy bien que S. Martin y otros santos varones desaprobaron altamente la conducta de los dos obispos Idacio é ltacio, porque se metian à perseguidores y acusadores de los priscilianistas; este papel no era conveniente á los obispos, era mas bien negocio de los magistrados y funcionarios del emperador. No se infiere de aqui que estos últimos hubiesen sido injustos en perseguir y castigar á estos herejes, ni que S. Leon debiese reprobar este rigor: el bien público exigia que una secla tan abominable fuese esterminada. Por este mismo motivo se perseguia en Francia en el siglo XII á los albigenses que enseñaban casi la misma doctrina. Se pueden tolerar los errores que no tienen relacion alguna con el orden público, ni con la pureza de las costumbres; pero predicar la tolerancia general y absoluta de toda doctrina, cualquiera que sea, es una moral absordo y detestable V. PRISCILIANOS E INTOLERANCIA.



Artículo. Libertad de conciencia:

Es la palabra de que se sirvieron los calvinistas cuando pidieron en Francia el privilegio de ejercer públicamente su religion , de tener templos , ministros , y asambleas. A primera vista se percibe el equivoco de esta espresion y el abuso que de él hicieron los sectarios.

Hay mucha diferencia entre la libertad que se toman algunos ciudadanos de servir á Dios privadamente, segun lo entienden, y la libertad que pide un partido numeroso para establecer en el reino una religion nueva, ejercerla públicamente, y levantar altares contra altares. La primera no incomoda á la religion dominante, ni le causa ningun perjuicio; la segunda es una rivalidad que se le opone, una apostasia pública que se autoriza, un lazo que se tiende á la curiosidad de los ignorantes, y un incentivo para la independencia de los libertinos. La religion católica, no solo ecsige templos y asambleas, sino tambien un ceremonial pomposo y brillante, fiestas y procesiones, administración pública de sacramentos, ayunos, abstinencias, y un clero que debe ser respetado: el calvinista nada de esto quiere; condena y refuta estas practicas como abusos, supersticiones y restos del paganismo: de este modo se esplicaron sus partidarios desde su origen. Si hubo jamas dos religiones incompatibles, lo son estas dos, y no era posible presumir que los sectarios de la una y de la otra pudiesen vivir en paz: su reciproca antipatia está demasiado probada por mas de doscientos años de esperiencia.

La dificultad está en saber si la peticion de los calvinistas era legitima, si el gobierno estaba obligado á concederla por derecho natural, y si podia hacerlo en buena política: suplicamos que pesen sin parcialidad las reflecsiones siguientes: 1. Bien se sabe cuales fueron los predicadores del calvinismo y cual era su doctrina: enseñaban que el catolicismo es una religion abominable, en la cual no es posible salvarse: que el sacrificio de la misa, la adoracion de la eucaristia, el culto de los santos, de las reliquias y de las imágenes, las abstinencias y las ceremonias son verdaderas supersticiones, y la confesion una verdadera tirania; que la Iglesia romana es la prostituta de Babilonia, y el papa el AntiCristo; que era preciso abjurar, proscribir y esterminar esla religion por todos los medios posibles. Estos escesos aun estan consignados en el dia en sus libros, y los calvinistas nunca tuvieron bastante juicio para desaprobarlos.

David Hume confiesa que en Escocia en el año de 1542 la tolerancia de los nuevos predicantes, y el proyecto de destruir la religion nacional tuvieron casi el mismo efecto: lo prueba por la conducta fanática de estos sectarios: Hist, de la casa de Tu- dor, 1. 3, p. 9; 1. 4, p. 59 y 10%; t. 3, p. 213, etc. Lo mismo sucedió en Francia. En todas partes donde consiguieron dominar los calvinistas, no permitieron á los católicos el ejercicio de su religion; ¿con quê derecho querian que se les permitiese la suya? Un principio que les es comun con todos los incrédulos es, que no se debe sufrir una religion intolerante: ¿fue alguna vez la religion católica mas intolerante que el calvinismo? V. INTOLERANCIA.

2. Había ya mil doscientos años que el catolicismo era en Francia la religion dominante, o por mejor decir, la única; la legislacion, las costumbres y la constitucion del gobierno eran análogas á ella, y fundadas sobre esta base: ¿quién dió á los calvinistas comision para venir á atacarla? Estos eran sediciosos: su tono, su lenguaje, sus principios y su conducta anunciaban la rebelion. Todo gobierno debè castigar á los sediciosos. Una esperiencia constante prueba que los apóstatas no respetan vínculo ni relacion alguna; que infieles á Dios, son incapaces de ser fieles al soberano; por lo mismo debian. nuestros reyes creerse personalmente interesados en reprimir los ataques de los sectarios. Cuando estos aparecieron en Francia, Lutero habia puesto ya en convulsion la Alemania, y una parte de la Suiza había sido devorada por este incendio. Francisco 1 conocia muy bien que el calvinismo no podia establecerse sin una revolucion que pondria en peligro su corona, y que en un estado monárquico serian una verdadera peste los principios republicanos de los calvinistas. El mismo fomentaba las turbulencias de Alemania para suscitar opaciones y emharazos á Carlos V; no podia sin contradiccion juzgarse obligado á permitir la propagacion de la herejia.


3. El suceso no tardo en verificar la idea que este príncipe habia concebido de los calvinistas. Apenas atrajeron á su partido algunos grandes del reino, cuando intrigaron contra el estado y quisieron apoderarse del gobierno. Luego que se conocieron bastante fuertes, tomaron las armas y consiguieron la libertad de conciencia con espada en mano. Ningun designio tenemos en renovar la memoria de las escenas sangrientas que por espacio de un siglo causaron estas guerras civiles. Resulta de esto, que en 1598, cuando Enrique IV concedió á los calvinistas el edicto de Nantes, se vió en la necesidad de hacerlo para pacificar su reino por este medio, y que en esto no pecó contra la religion ni contra la sana política, porque la necesidad es superior á todas las leyes. Francisco I y Carlos IX hubieran sido tan imprudentes en tolerar el calvinismo, como sabio Enrique IV en ceder a las circunstancias. Esta es la razon que él mismo dió de su conducta respecto á los hugonotes, respondiendo á los diputados de la ciudad de Beauvais en el año de 1394. Pero en el año de 1685, cuando Luis XIV, se vió con bastante poder para no recelar del de los calvinistas, ¿en qué se fundarán para sostener que no tenia derecho á revocar un edicto concedido á duras penas por sus predesores, y que no observaron nunca los calvinistas? Nosotros lo probaremos en otros artículos, y haremos ver que esta revocacion fue por lo menos tan sabia, como lo fue la concesion.

4.". No se han tomado el trabajo de hacer comparacion entre la conducta de los calvinistas y la de los primeros cristianos, y en ella se hubiera visto una enorme diferencia. Los fieles perseguidos nunca declamaron contra el paganismo con tanto furor como los protestantes contra el papismo: nunca dijeron que era preciso esterminar la idolatria por todos los medios posibles, y perseguir á todos los que la protegian: nunca tomaron las armas contra los emperadores, ni levantaron el grito contra su despotismo, ni entraron en ninguna de las conjuraciones que se fraguaron en los tres primeros siglos. El edicto de tolerancia, ó de libertad de conciencia, les fue concedido por Constantino, sin que este príncipe se viese precisado á concederlo por un motivo de temor: nuestros apologistas se habían ceñido á representar lo injusto que era el querer precisar por medio de suplicios á unos súbditos inocentes y pacíficos á ofrecer incienso á los dioses falsos. A pesar del temor de los edictos, cuando el emperador Juliano trató de restablecer el paganismo, y autorizó á los gentiles para que vejasen á los cristianos, no escitaron estos tumultos ni sedicion, y hasta los mismos soldados cristianos le fueron tan fieles como los demas. Ellos no trataron ni de asegurarse de su persona, ni de trastornar el gobierno, ni de pedir ciudades de asilo y de seguridad, ni en repeler la violencia, ni ligarse con soberanos estrangeros, como lo hicieron los calvinistas; se dejaron degollar con tanta paciencia como en tiempo de Neron, siguiendo en esto las lecciones de Jesucristo, la moral de los apóstoles y las instrucciones de sus obispos, pero estas lecciones divinas fueron estrañamente olvidadas por los ministros predicantes del protestantismo, que se preciaban de tener siempre la Biblia en la mano.

Puesto que un gobierno no puede subsistir sin religion, cuando un pueblo ha tenido la felicidad de haber recibido del cielo una religion pura y verdadera, debe estimarla como el mas precioso de todos los bienes, castigando y reprendiendo á los fanáticos que quieren quilarla ó variarla. Hace 1.200 años que la monarquia francesa subsiste bajo las leyes del catolicismo: ningun gobierno conocido duró tan largo tiempo, ni sufrió menos revoluciones: es- la esperiencia es bastante larga para hacernos desear permanecer como estamos.

Nadie ha escrito tantos sofismas como Bayle sobre la libertad de conciencia: los copió fielmente Barbeirac, y tras él la mayor parte de los incrédulos. Bayle se funda en el príncipio de que la conciencia errónea tiene los mismos derechos que la conciencia recta, que estamos obligados también á obedecer á la una como á la otra, que esta obligacion es natural, esencial y absoluta. Es una falsedad que ya hemos refutado en el articulo conciencia. Una falsa conciencia no puede disculparnos de una mala accion, sino cuando el error es invencible, y no proviene de descuido en instruirse, de terquedad, ni de ninguna otra pasion: en cualquiera otro caso no disminuye la gravedad del pecado.

Ahora bien: ¿Se pudo nunca pensar que el error de los primeros sectarios del calvinismo fuese invencible, y que la pasion habia tenido en él parte alguna? La lijereza con que prestaron oidos á los predicantes, la mala fe con que disfrazaban los dogmas católicos, el furor con que perseguian al clero, el pillaje y las violencias que ejercian, eran señales evidentes de una pasion ciega. Las declamaciones y los sofismas que trastornaron las cabezas en aquel tiempo, tal vez no atraerian hoy veinte personas. Si los sectarios estaban absolutamente obligados á seguir una conciencia tan mal formada, todo sedicioso está en la misma obligacion, cuando se convence de que el gobierno, contra quien se alborota, es opresor, injusto y tiránico que es un rasgo de justicia y de celo por el bien público el destruirle: el principio de Bayle á nada menos tiende que á justificar á todos los insensatos y malvados del universo. Cuando mas , á los descendientes de los primeros calvinistas , educados desde la infancia en la berejia , y separados de todos los medios de instruccion, se les pudiera suponer en un error moralmente invencible.

Para probar que toda violencia es injusta con los que estan en un error, dice Bayle, que todos los partidos lo juzgan asi, cuando estan espuestos á la persecucion, y varian de principios segun las circunstancias. Esto puede tal vez suceder; pero no prueba que todos tienen igualmente razon, ni que todos se engañan. Es natural que todo hombre tenga por injusta una ley, una sentencia ó una conducta que le condena y le obliga a padecer; pero regularmente este dictamen es injusto como dictado por su propio interes. En materia de religion y de politica hay circunstancias en que la violencia seria inicua y absurda; pero hay otras que la constituyen justa y sabia. Hablando en general, una secta pacífica, cuya conducta es tan inocente como su doctrina, merece la tolerancia; pero un partido fanático y turbulento es indigno de ella, y la sabia politica prohibe concedérsele. Este es el caso en que estuvieron los calvinistas. El mismo Bayle les reprende su furor en su carta á los refugiados, y en otras obras.

Tambien se engaña, cuando no quiere que haya distincion entre judios, mahometanos, infieles en general y herejes: los primeros no fueron educados ni instruidos en el seno de la Iglesia; por consiguiente, su ignorancia puede ser mas escusable que la de los herejes. Por otra parte la esperiencia demuestra que los apóstatas son mucho mas furiosos contra Ja religion que abandonaron, que los infieles que nunca la conocieron; como desertaron por pasion ó libertinaje, tratan de cubrir la vergüenza de su apostasia con un odio declarado contra la Iglesia. Obran como los rebeldes, que dicen que una vez que se desenvaina la espada contra el gobierno, es preciso arrojar al rio la vaina.

Los católicos usaron de la violencia con les protestantes: estos la usaron tambien con los católicos: la dificultad está en saber cual de los dos partidos, tenia mejor derecho; los poseedores legítimos, hijos de la casa ó los usurpadores. V. TOLERANCIA, IN-


Volumen 4.

Artículo. Tolerancia.

Tolerancia, intolerancia, en materia de religion . No hay quizás palabras de las cuales se baya abusado mas, hace nias de un siglo , que de estas dos; no hay ninguna que haya dado lugar á tan violentas declamaciones . Es necesario pues empezar por fijar si es posible, sus diferentes significaciones. 1. En un estado en que hay una religion dominante, que es llamada á formar parte de las leyes, se llama tolerancia civil y política, la permision que el





Culto religioso del cristianismo:

138. La santidad del cristianismo en sus dogmas, en su moral, en su cullo y en su disciplina, ha sido demostrada por el cambio que ha producido en todos los climas, en el norte y en el mediodia, en las costumbres de los asiáticos, de los africanos, de los ingleses, y en el dia en las de los abisinios, por la diferencia que establece entre las naciones cristianas y las infieles, infectadas conel paganismo, el mahometismo y los sueños del Alcoran, por la multitud de establecimientos de caridad que existen entre nosotros, tales como los hospitales ó casas-de-Dios, los montes pios, las escuelas pias ó de caridad , la hos- pitalidad etc. Demasiado acostumbrados á los beneficios de nuestra religion , no conocemos sus ventajas. Aun en los siglos mas bárbaros se conocian los paciarios, la pazó la tregua de Dios. 139. Los incrédulos de nuestros dias han declamado injustamentey con la mayor amargura contra los abusos en hechos de religion, contra las cruzadas, el derecho de asilo , las cuestiones, la intolerancia , el fanatismo, el castigo de los sacrilegos , la revocacion del edicto de Nantes, las pretendidas guerras de religion , las vísperas sicilianas, y preconizado la libertad de pensar, ómas bien de escribir y calumniar. 140. Han elevado sa prevencion hasta censurar las fundaciones piadosas, la libertad de los esclavos, el celo de los misioneros y de la propaganda , las misiones del Paraguay, de la China y del Japon ; la han atribuido la matanza de los americanos y las desgracias de la América, la linea de demarcacion etc.



Absolutismo, poder, relación cristianismo-política, etcétera.

[Artículo] Cristianismo:

Se ha repetido con frecuencia que el cristianismo establece dos potestades , dos legislaciones que se cruzan y se unen recíprocamente , una autoridad eclesiástica ocupada siempre en usurpar los derechos de los magistrados y del gobierno ; continuamente se habla de las usurpaciones del clero y del abuso que ha hecho de su jurisdiccion . Sin embargo Jesucristo habia establecido la regla luminosa y fijado los límites que debian separar estas dos potestades diciendo: «Dad al Cesar lo que es del Cesar y á Dios lo que es de Dios». En tanto que se contengan en estos limites, es imposible que la una dañe á la otra; al contrario se robustecerán mútuamente. ¿Pero en qué tiempo se empezaron á mezclar? Cuando los príncipes, satisfechos de dominar con la violencia, no conocian derecho natural ni leyes civiles, oprimian á los pueblos y los gobernaban como una manada de brutos; sin el apoyo de las leyes eclesiásticas hubieran sido mucho mayores las calamidades públicas. Al salir de este caos, se dijo que los sacerdotes todo lo habian dado á Dios y nada habian dejado al Cesar; hoy se defiende que todo es del Cesar, y nada queda á Dios. ¿Cuál de estos dos escesos es mayor? Esto lo dirán los resultados. Pero si Dios no hubiera consagrado lo que dió al Cesar, ¿qué hubiera quedado á este para gobernar? La violencia como á los bárbaros, el palo como en la China y el sable como en Turquia y los demas estados mahomelanos, Facil es conocer si los pueblos serian mas felices de esta manera.

Asi , por una contradiccion muy comun en nuestros adversarios, han dicho que el cristianismo tendia á divinizar la autoridad de los príncipes , y de consiguiente á esclavizar á los pueblos ; que los sacerdotes y los reyes se habian unido para destruir toda libertad civil ; que los sacerdotes concedian á los soberanos el despotismo político para alcanzar á su vez el despotismo espiritual. En nuestros dias se ha repetido hasta la saciedad esta ridícula calumnia . Si fuese cierta , las naciones cristianas serian las mas esclavas del mundo ; afortunadamente los hechos bastan á demostrar que este cargo carece de sentido comun.

Por último algunos soñadores escribieron que, cuando se ha querido hacer del cristianismo una religion nacional , se ha comprendido mal el espíritu de Jesucristo , cuyo reino no es de este mundo. Si por religion nacional entendemos una religion que no sea tan particular áun pueblo , que no pueda convenir á ningun otro , nunca fué la intencion de Jesucristo establecer una semejante , puesto que mandó á sus discípulos enseñar á todas las naciones , y que se propuso reunirlas todas en una sola Iglesia como ovejas en un mismo redil y bajo un mismo pastor. Pero seria muy ventajoso al género humano que las naciones demasiado divididas ya , por otra parte, lo fuesen tambien por la religion , que ni tuviesen el mismo Dios , ni el mismo culto , ni la misma creencia ? Por


Volumen 3.

Libertad Política:

Este artículo no pertenece directamente á la teologia ; pero como se antojó á los incrédulos sostener que el cristianismo es entre todas las religiones la menos favorable á la libertad de los pueblos , es de nuestro deber probar lo contrario . Despues de haber demostrado en el artículo DESPOTISMO que este vicio del gobierno no nace de la religion , nos resta hacer ver que no hay verdadera libertad , sino la que se funda en la ley divina , y que ninguna religion tiene una tendencia mas directa que la nuestra á contener dentro de los justos límites la autoridad de los soberanos. 

La política sacada de la Sagrada Escritura por M. Bossuet , nos ofrece pruebas superabundantes de esta verdad ; pero nosotros solo tomaremos las principales , y las reflecsiones de nuestros mismos adversarios acabarán de poner en la mayor evidencia el hecho que sostenemos. En el antiguo y nuevo Testamento se nos enseña que todos los hombres somos hermanos , nacidos de una misma sangre y destinados todos á gozar de los beneficios del Criador. Gén. , c. 1, . 28.; c. 19, . 7 : S. Mat. , c. 23, y . 6, etc. Como la sociedad les es necesaria para su bien , Dios los formó para vivir juntos y ausiliarse recíprocamente ; no pudiendo la sociedad subsistir sin subordinacion , fueron necesarias las leyes y un poder soberano para obligar á ejecutarlas. El mismo Dios es quien dió leyes á los primeros hombres , y fundó la sociedad civil por la sociedad doméstica: para que las leyes civiles fuesen mas respetables , hizo Dios que las de los judios se colocasen en un mismo código con las leyes morales y las religiosas. Tambien nos enseña la Sagrada Escritura que toda potestad humana viene de Dios , y que él fue quien fijó sus límites y su estension . Epist . á los Rom. , c. 13, y. 1 y sig. Los reyes no son por consiguiente dueños del poder soberano , sino depositarios que deben dar cuenta á Dios de su buena ó mala administracion . Dios los llama pastores de su pueblo , y asi como el rebaño no se hizo para el pastor , sino el pastor para el rebaño , asi tambien colocó Dios á los reyes sobre el trono , no para ventaja personal de los reyes, sino para el bien de los pueblos: los pueblos son de Dios y no del rey : este debe ser la imagen de la bondad de Dios , y el ministro de su providencia siempre justa y benéfica.

Dios no dispensó á los reyes de la ley general que manda á todos los hombres que hagan con los demas lo que quieren que hagan con ellos. S. Mat., c . 7, y. 12. Al contrario , les manda que tengan siempre su ley delante de los ojos , esta ley eterna , justa y santa , que con nadie tiene acepción de personas, que atiende igualmente á los derechos de todos; Deut. , c. 15, y. 16 y sig. Les advierte que cuando juzgan , no ejercen su propio juicio , sino el de Dios: que él mismo los juzgará , y que si abusan de su poder los castigará mas severamente que á los particulares , Sabiduria , c. 6, y. 2, 3 y 9, etc. En efecto, la Historia Sagrada nos muestra los reyes castigados siempre por sus faltas , por la rebelion de sus súbditos por medio de enemigos estrangeros , por los desórdenes de su propia familia y por los azoles que Dios les envia.

Si á estas grandes lecciones añadimos todas las virtudes que Dios prescribe á los soberanos, la justicia, la sabiduria, la dulzura, la moderacion, la clemencia, la constancia, la firmeza, la piedad, la castidad, la aplicacion á los negocios, la prudencia en la eleccion de ministros, el cuidado de aliviar á los pobres y de protejer á los débiles, de renunciar á toda conquista injusta y de evitar la guerra, manantial fecundo de desastres y calamidades: ¿Qué pretesto hallará un rey en su religion para oprimir á los pueblos, para quitarles el grado de libertad que Dios les ha dejado y que es necesario para su felicidad y para establecer el despotismo sobre la ruina de las leyes y de la justicia? Čuando un filósofo escribió que la supersticion hizo creer á los hombres que los depositarios de la autoridad pública recibieron de los dioses el derecho para esclavizarlos y hacerlos infelices, Politique nat., 1. 2, discurso 3, §. 7, debia por lo menos confesar que esta supersticion no nació del cristianismo. ¿Qué sistema imaginaron nuestros profundos politicos, que sea mas favorable á la libertad de los pueblos?

Ellos mismos se ven precisados á confesar que ser libre no consiste en hacer todo lo que se quiere, sino todo lo que se debe querer; que el hombre destinado por naturaleza á vivir en sociedad, está por el mismo hecho sujeto á todos los deberes que ecsije el bien comun de la sociedad, en que le colocó su nacimiento. Ibid.

Por consiguiente, el grado de libertad legítimo es relativo al caracter de cada nacion, proporcionado á la medida de inteligencia y sabiduria que tiene para conducirse, del grado de virtud á que llegó, ó de corrupcion en que por desgracia hubiese caido. Un pueblo ligero, frívolo, inconstante, pervertido por el lujo y por un desenfrenado gusto á los placeres, que ni tiene costumbres, ni patriotismo, ni respeto á las leyes, no es susceptible de mucha libertad. Cuanto mas la desea, tanto menos la meręce; cuanto mas parece temer la esclavitud, tanto mas hace por caer en ella: sus clamores contra el despotismo advierten al gobierno que prevenga todos sus resortes y refuerce todo su poder con el despotismo amenaza Dios castigar una nacion viciosa. Isaias, c. 19, . 4.

Nuestros políticos incrédulos, que no quieren Dios, ni ley divina, empiezan suponiendo que el hombre es libre por naturaleza, esento de toda ley y dueño absoluto de sí mismo y de sus acciones: que su libertad no puede ser incomodada, sino que él lo consienta para su bien que la sociedad civil se funda en un contrato por el cual el hombre se somete á las leyes y al soberano para ser protejido: que cuando conoce que está mal gobernado, puede romper su obligacion y restituirse á la independencia. En el artículo SOCIEDAD refutaremos este absurdo sistema. Es bien estraño que unos filósofos que nos niegan la libertad natural ó el libre albedrio, quieran ecsajerar tanto la libertad política. Es una contradiccion asegurar que el hombre está destinado á la sociedad por la naturaleza, y que sin embargo es libre por naturaleza y está esento de toda ley. ¿Acaso la sociedad puede subsistir sin leyes que nadie está obligado á observar? La naturaleza nada significa si por ella no entendemos la voluntad del Criador: la naturaleza tomada por la materia, nada quiere, nada manda, nada dispone; pero Dios, criador del hombre, es tambien autor de sus necesidades y de su destino, por consiguiente de la sociedad y de las le- yes sociales: él es quien, sin consultar al hombre, le impuso para su bien los deberes de sociedad. Por lo mismo es un absurdo suponer que tiene á Dios por Señor, y que sin embargo es señor de sí mismo, que puede disponer por sí mismo contra la voluntad de Dios y que se necesita un contrato para limitar su, libertad, cuando Dios mismo la ha limitado.

¿Está mas asegurada la libertad de un ciudadano que tiene que cuidar de ella él mismo, que dejándola al cuidado de Dios? Si puede á su gusto romper sus vínculos, solo la fuerza puede sujetarle un soberano que cuenta con otro medio para mantener sus súbditos bajo el yugo de las leyes, es un insensato! si no es un déspota, es nada. De este modo queriendo ecsajerar la libertad politica, la anonadan.

Pero la religion atendió mucho mejor á este punto: refiriendo á Dios la sociedad civil, igualmente que la natural, fundó sobre una base firme y sólida la au- toridad de los reyes, la obediencia de los pueblos y los justos límites de la una y de la otra. La ley divina, fuente de toda justicia, el bien general de la sociedad cuyo poder es Dios, hé aquí las dos reglas de que nadie puede separarse. Este bien general ecsige que el pueblo no sea nunca ofendido en los derechos que le señalaron las leyes, pero ecsige tambien que el soberano no sea interrumpido en el ejercicio de su autoridad por un poder mas grande que el suyo: el bien general no ecsige que el pueblo sea el juez y el árbitro de la estension de su libertad, ni de los límites, ni del poder del soberano; y la esperiencia prueba demasiado los abusos que resultarian de una constitucion semejante.

Nuestros adversarios no pudieron negarlo: muchos de ellos confesaron que generalmente el pueblo es incapaz de una verdadera idea de la libertad: «Por poco, dice uno de ellos, que se consulte á la historia de las democracias, tanto antiguas como modernas, se ve que el delirio y el acaloramiento residen comunmente en los consejos del pueblo..... Una multitud envidiosa y suspicaz piensa que tiene que vengarse de todos los ciudadanos á quienes hacen odiosos sus méritos, sus talentos ó sus riquezas: es la envidia y no la virtud el movil ordinario de las repúblicas. Lo prueba con el ejemplo de los atenienses, de los demas pueblos de la Grecia, y de los romanos: hace ver lo ridículo de los ingleses, quienes por un temor pueril de la esclavitud, viven sin ninguna policia». ¿Es esto, dice, gozar de una verdadera libertad el estar siempre éspuestos á los insultos , á los caprichos y á los escesos de un populacho desenfrenado que cree ejercer con sus desórdenes la libertad? Polit. natur. tom. 2, disc. 7, §. 41 : disc . 9, §. 6, etc.

Otro piensa lo mismo. «En la Democracia , dice, el pueblo que no discurre ni distingue la libertad de la licencia, bien pronto se ve despedazado por facciones: aturdido , inconstante, impetuoso en sus pasiones; sujeto á continuos accesos de entusiasmo se hace el instrumento de la ambicion de algun orador charlatan , que se apodera del pueblo y se hace su tirano..... Asi la democracia , presa de las intrigas, de la licencia y de la anarquia , ninguna felicidad proporciona á los ciudadanos y los hace regularmente mas inquietos de su suerte que los vasallos de un déspota ó de un tirano) . Sistem . social , 2.ª part . cap. 2, pág. 24 y 31 , etc. 

Otro no concibe una idea mas ventajosa de la pretendida libertad de los griegos y de los romanos bajo el gobierno republicano: piensa que hay mas libertad popular ahora, aun en las monarquias , que la que disfrutaban las repúblicas tan cacareadas. De la felicidad pública, tom, 2, cap. 4. David Hume hizo esta misma observacion, y parece haberla adoptado tambien el autor que indagó el origen del despotismo oriental. Pero todos estos escritores no nos desenvuelven la causa de esta feliz revolucion; y nosotros sostenemos que la Europa debe este beneficio al cristianismo , porque solo se verificó en las naciones cristianas

Se acusa á Mr. Bossuet de haber probado que el poder de los reves debe ser absoluto. Politica sacada de la Sagrada Escritura, lom. 1., lib. 4, art. 1. Con el fin de hacer odiosa esta doctrina, trataron de confundir el poder absoluto con el poder ilimitado y arbitrario; pero el mismo Bossuet declama contra esta injusticia, y distingue con el mayor cuidado estas dos cosas. Por el poder absoluto entiende: 1.º que el príncipe no está obligado á dar cuenta á nadie de lo que manda: 2. que de su fallo no hay tribunal superior á que se pueda apelar: 3. que contra él no hay fuerza coactiva. Sin esto, dice, el principe no pudiera hacer el bien, ni reprimir el mal; es preciso que sea tal su poder, que nada tenga esperanza de sustraerse de él: la defensa única de los particulares contra la potestad pública, debe ser su inocencia, Ibid.

Nos hace observar que los reyes no estan por eso esentos de las leyes, y mucho menos de escuchar las representaciones y quejas del pueblo: prueba que las leyes fundamentales de la monarquia deben ser sagradas é inviolables, y que tambien es muy peligroso variar sin necesidad las leves leves de cualquier otra clase: tom. 1., lib. 1, art. 4. Despues que hizo ver en que consiste el gobierno arbitrario, dice que esta forma de gobierno es odiosa y bárbara, y que no puede tener lugar en un pueblo bien civilizado: que bajo el gobierno de un Dios justo no hay poder puramente arbitrario: tom. 2, lib. 8, art. 1, propos. 4; art. 2, propos. 1. Por lo mismo, malamente se le acusa de haber favorecido la arbitrariedad y el despotismo. Se puede asegurar que mas bien son nuestros adversarios los que trabajan en establecerle, libertando Á los reyes del freno de la religion. Un soberano que mirase á los hombres como un despreciable rebaño de brutos, formados por casualidad del seno de la materia , ¿respetaria mas su libertad , y se ocuparia mas de su bienestar , que el que los mira como criaturas de un Dios justo y sabio, como una gran familia, cuyo padre comun es Dios , como almas redimidas por la sangre de un Hombre- Dios, y comohe- rederos futuros de un reino eterno, etc? 

Dicen que las verdades religiosas no hacen impresion en los reyes, que aunque fuesen ateos no pudieran ser peores , y que el temor es el único médio de obligarlos á ser justos: declamación fogosa y absurda. ¿Tiene mas influencia en los despotas el temor que la religion? Un Sultan no puede ignorar que á cada momento puede ser destronado, preso y degollado, porque para esto basta una sentencia del mufti , ó una revolucion militar, de cuya verdad hay sobrados ejemplares. ¿Y este temor produce en ellos grandes efectos? La China esperimentó veinte y dos revoluciones generales , y en ninguna pudo sacudir , ni siquiera aliviar el yugo del despotismo. Roma nunca fue mas oprimida ni mas desgraciada con sus emperadores por malos que fuesen, que en el periodo de tiempo en que los asesinaban impunemente, y cuenta treinta y dos en menos de un siglo. En vano buscamos en la historia las ventajas que los pueblos sacaron de su licencia en la democracia , ni en la monarquia. 

Convenimos en que un rey ateo, si fuere naturalmente bueno , haria tal vez menos mal , que si fuese naturalmente malvado; pero como nosotros no conocemos ninguno que hiciese profesion del ateismo , no sabemos hasta que punto llegaria la crueldad de un monstruo semejante. ¿Quién será capaz de probar que entre los príncipes cristianos fueron los peores los de mas piedad y mas religiosos? La mayor gracia que se puede hacer á los incrédulos , es que los soberanos olvidan las invectivas sediciosas que vomitaron contra su autoridad. V. AUTORIDAD, GOBIERNO, REY,


Interesante también lo que dice en el artículo LIBROS PROHIBIDOS, pág. 164 del libro o 171 del pdf.




Antisemitismo

Volumen 3.

[Artículo] Judíos:

IV. ¿De que han procedido el desprecio y el odio de las demas naciones contra los judios? Uno de los cargos principales que hacen los filósofos contra los judios , es que han sido despreciados y aborrecidos de todas las demas naciones ; ellos mismos no podian sufrir á ninguna ; siempre han sido fanáticos , intolerantes , insociables. Ecsaminemos primero en que consistia su intolerancia ; despues veremos si ha habido razon para despreciarlos y aborrecerlos . 

(...)

En cuanto al desprecio y aversion que han teni do los estrangeros á los judios, tenernes que hacer algunas reflecsiones. En primer lugar, las preven- ciones nacionales no prueban mas entre los antiguos que entre los modernos. Los griegos trataban de bárbaros á todos los que no eran de su pais; los romanos no apreciaban mas que á sí mismos y á los griegos; los ingleses mal instruidos nos aprecian poquísimo y aun nos aborrecen (el autor, francés, se refiere a los franceses); somos mas justos con respecto á ellos. Apenas se hallarán dos pueblos vecinos que no tengan prevenciones uno' con- tra otro cuanto menos se conocen, tanta mas dis- posicion tienen á aborrecerse.

En segundo lugar: ¿quiénes son los autores menos favorables á los judios? Son los historiadores, los oradores y poetas romanos; mas es sabido que todos estos genios superficiales conocian pésimamente á los judios. Eran ó paganos celosos ó epicúreos, y debian aborrecer la religion judaica, como hacen aun los incrédulos del dia. No ha nacido su desprecio sino hasta despues de muchas guerras entre los romanos y los judios; estos no pudieron sufrir la insolencia y la tirania de los oficiales y soldados romanos, se sublevaron; asi segun la preocupacion de los romanos, todo pueblo que les resistia era abominable; no trataron mejor á los galos que á los judios. Cuando los judios luchaban contra los antiocos, los romanos tuvieron á bien conceder á los judios señales de aprecio y de amistad; cuando se destruyó el reino de Siria, caveron sobre los judios, porque estos últimos querian ser libres, y para tener derecho á tiranizarlos, se afectó hácia ellos un soberano desprecio; esta es la práctica de los pueblos conquistadores.

En tercer lugar, los filósofos mas antiguos, los hombres de estado, los soberanos, los cuerpos de las repúblicas no habian pensado como los genios ligeros de Roma. Hermipo y Numenio, sectarios de Pitágoras, Clearco y Teofrasto discípulos de Aristóteles, Megástenes, Hecateo de Abdera, Onomacrito, el mismo Porfirio, lejos de manifestar ningun desprecio hácia los judios, han hablado de ellos de un modo ventajoso. Estrabon, Diódoro de Sicilia, Trogo-Pompeyo, Dion-Casio, Varrony otros, á pesar de sus prevenciones contra los judios, les han hecho justicia en muchos puntos. Alejandro les concedió el derecho de vecindad en su ciudad de Alejandria; lo mismo hizo el fundador de Antioquia; los Tolomeos los protegieron en Egipto; los esparciatas les escribieron cartas de fraternidad. Estos testimonios de aprecio nos parecen de mucho mas valor que los sarcasmos de los autores latinos.

Por último: ¿En qué tiempo estalló el odio contra los judios? Cuando ya estaba destruida su república, ó en la pendiente inevitable de su ruina. Atormentados sucesivamente por los asirios, por los antiocos, por los romanos, se esparcieron por todas partes; asi dispersos en Egipto, en la Grecia, en Italia, sin duda alguna se depravaron. Entregada toda la nacion á un espíritu de vértigo despues de la muerte de Jesucristo, no fue despues conocida sino por su terquedad estúpida; dió ocasion para el ridículo y el desprecio; todos los pueblos concibieron aversion contra ella; le habia sido predicho este destino. No es sorprendente que en estos últimos tiempos los mismos judios hayan detestado á los paganos en general, demasiadamente habian adquirido el derecho por las persecuciones que habian sufrido. 

Mas no es este su espíritu, ni su estado primitivo: el confundir los últimos siglos de su historia con los primeros, las costumbres modernas con las antiguas, la decrepitud de una nacion con su adolescencia, como hacen los incrédulos, es embrollarlo todo, y desatinar con una falsa apariencia de erudicion.



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