Las críticas en cuestión que se responden están tomadas de un texto que he visto en internet, y que sintetiza las objeciones comunes a la persona del Libertador que suelen presentar los hispanistas en contra de los nacionalistas. Sin más, el texto susodicho es este:
Los llamados "sanmartinianos católicos" argentinos, muy astutamente, para salvar a San Martín del fuego, dan una visión sesgada y parcializada sobre la vida del "prócer". Aprovechan algunos documentos, mientras ignoran otros; toman algunas cartas, y otras las desechan. Hay que alejar al "Libertador" de todo vínculo con los liberales, con los masones, con los ingleses. De eso se trata: buscan tomar únicamente "el lado católico" del personaje, soslayando todo lo demás. Y a cualquiera que busque denunciar la otra parte de la vida de San Martín, lo difaman afirmando que "repite el mito liberal" o “que es un españolista”. De esta manera, dirán que San Martín era anti-inglés porque "le donó su sable a Rosas por haber luchado contra el invasor anglosajón", pero no dirán que durante toda su campaña militar don José recibió ayuda de los ingleses, tanto naval, como económica y militar, y que su flota del Pacífico estaba compuesta prácticamente en su totalidad por oficiales británicos y norteamericanos; dirán que era anti-masón porque "se peleó con los masones Alvear y Rivadavia", pero nunca te hablarán de sus amigos masones, como Lord McDuff, el V Conde de Fife, alto masón escocés amigo de la familia real británica e interesado en la secesión de los Reinos de Indias, quien le brindó facilidades para salir de Cádiz hacia Londres (y en 1824 lo recibió en su burgo de Banff para nombrarlo ciudadano honorífico), o sus sospechosos vínculos con masones belgas como el liberal Van Halen durante la independencia de este país en 1830; dirán que era anti-liberal porque apoyó a Rosas que era conservador, pero nunca hablarán de su biblioteca repleta de autores liberales como Rousseau, Voltaire, Paine, etc., ni de las frases pro liberales que lo delatan, como "Los liberales del mundo son hermanos en todas partes" (al virrey La Serna), o "con la Revolución de Riego España finalmente conoció el siglo de las luces" (hacia 1820), o de cómo reivindicó a la figura del gran liberal que fue Robespierre; dirán que era tradicionalista católico, porque "el código del Ejército de los Andes castigaba severamente los insultos contra los curas", porque "en la Constitución de Perú solo los católicos podían tener cargos" y porque "le otorgó su bastón de mando a la Virgen en Mendoza", pero no hablarán de cómo expulsó a cuanto obispo se opusiera a sus designios, como el pobre Las Heras en Perú, ni de los cargos que otorgó a prominentes anglosajones y herejes, como Miller o Paroissien, o de sus cartas a Tomás Guido cargadas de anti-clericalismo y de críticas al Papado; dirán que era hispanista, porque "en Punchauca quiso pactar con La Serna para traer un infante español a reinar en Perú y sellar una alianza con España", pero no dirán que (como refirieron algunos testigos de la época) muy probablemente se trató de una artimaña para ganar tiempo y, en todo caso, jamás de los jamases hablarán de su misión diplomática enviada desde Perú a cargo del anglo-franco-hugonote Paroissien para firmar acuerdos comerciales con Gran Bretaña, solicitar un empréstito al capitalista inglés Thomas Kinder y traer a este lado del Atlántico príncipes de la familia real británica para reinar en Sudamérica (el duque de Sussex o el de Sajonia-Coburgo, alemán este último, pero naturalizado inglés y casado con una princesa británica); dirán asimismo (no todos, pero lo he escuchado más de una vez) que San Martín era enemigo de Bolívar (necesitan desvincularlo a como dé lugar del irrefutablemente ultra-anglófilo venezolano), pero omitirán que, durante su estadía en Londres en 1824, San Martín proyectó una nueva campaña a Sudamérica en socorro del otro "Libertador" cuando se enteró de la caída de Lima en manos realistas y de las dificultades que este atravesaba en el virreinato (todo financiado con el empréstito inglés de un millón doscientas mil libras esterlinas, por supuesto); y, por último, y como cereza del postre, como coronando una gloriosa e intachable actuación, dirán que "quiso unir a Hispanoamérica en contra de los intereses ingleses y liberales". ¿En serio les parece que San Martín quiso unir lo que, en realidad, ya estaba unido? Como dijera Sejean, apoyó la independencia de Chile, siendo que el gobierno de Buenos Aires le había dado órdenes de enviar un diputado al congreso del Río de la Plata para proyectar una unidad. Más bien, los "Libertadores" fueron los que provocaron la división y balcanización del continente unificado por Cortés y Pizarro. No logro entender cómo afirman que combatió los intereses ingleses cuando al pedir su ayuda naval no hizo más que propiciar el dominio británico del Pacífico, abriéndole los puertos de Chile y Perú al libre comercio, e incluso permitiendo el saqueo de las riquezas virreinales, como cuando Cochrane se apropió del tesoro de Lima resguardado en su flota. ¡Cuántas mentiras profieren los "sanmartinianos católicos", y luego se atreven a llamarnos a nosotros mentirosos, o a decir que repetimos "el mito liberal"! ¿En serio alguien cree que lo expuesto líneas más arriba es un "mito liberal", cuando se trata de hechos contrastados y perfectamente documentados? Nadie en su sano juicio y pleno uso de sus facultades mentales podrá responder con un "sí" a este interrogante.
Autor: Nicolás Duré (profesor de Historia argentino)
Visto el texto completo, paso, por tanto, a responder punto por punto.
Se dice: “Los llamados “sanmartinianos católicos” argentinos, muy astutamente, para salvar a San Martín (…) Aprovechan algunos documentos, mientras ignoran otros; toman algunas cartas, y otras las desechan.”
- De hecho, parece ser al revés, porque Díaz Araujo en “Don José y los chatarreros” responde directamente a la mayoría de los argumentos presentados en el texto.
Se dice: “pero no dirán que durante toda su campaña militar don José recibió ayuda de los ingleses, tanto naval, como económica y militar, y que su flota del Pacífico estaba compuesta prácticamente en su totalidad por oficiales británicos y norteamericanos”.
-Bueno, Araujo, citando a Héctor Juan Piccinali, dice:
“Con respecto a los ingleses, por su diagnóstico basado en experiencia directa, no tuvo hesitación alguna al escribir: «Y a está decidido el problema de la Inglaterra: nada hay que esperar de ella». Creo que nadie hizo nunca en la época un juicio tan contundente sobre la mentira de que Inglaterra prestó ayuda al proceso emancipador; lo que hizo fue pingües negocios en nuestro perjuicio, desde 1809, inundando la plaza rioplantense de mercaderías que antes se fabricaban aquí con lo que se destruyó nuestra industria, se llevó nuestro oro y arruinó el comercio. San Martín le sabía muy bien porque intentó obtener la colaboración británica con resultado negativo y le constaba que en el puerto de Buenos Aires sólo podía comprarse algunas armas a los ingleses, en cantidades mínimas, en forma subrepticia, con altos precios usurarios. pagados en oro contante y sonante, como lo he ejemplificado en mi libro «Vida de San Martín en Buenos Aires», página 238."
Por eso sigue Díaz Araujo:
“Parecidas conclusiones se pueden hallar en un autor que los «chatarreros» creían poder usar, y se equivocaron. Rodolfo H. Terragno, expositor del proyecto inglés de Thomas Maitland, ya indicó en su libro que San Martín «no fue un «agente inglés», sino un estratega que se supo aprovechar de las alianzas transitorias según su conveniencia.”
Entonces eso no es “ayuda inglesa”, sino aprovechar los medios a su alcance para su conveniencia. De hecho, Díaz Araujo muestra cómo a San Martín le llegaba información de que los ingleses podían ayudar a los realistas de Lima. Escribe:
“Por
otro lado el General sabe cómo son los juegos del comercio británico
de Buenos Aires. Su agente personal, el comerciante John Thwaites, le
ha escrito, el 16 de marzo de 1819:
«Hasta que se ponga en Lima en un estado de bloqueo formal no está usted seguro de que no reciban los españoles auxilios en los buques ingleses y americanos (del Norte). Yo veo que los comerciantes (ingleses, de Buenos Aires), que se llaman honrados, venderán con gusto sus armas, etc. a los limeños (realistas),
cuando puedan introducirlas … Yo creo que las casas inglesas aquí casi sin excepción remitirán armas a Lima...; lo que de ningún modo extraño, pues hace tiempo tengo formada mi opinión del mundo mercantil».”
De hecho, San Martín busca perjudicar a los comerciantes ingleses instando a Pueyrredón, Director Supremo, a que imponga un empréstito forzoso al comercio inglés para financiar la expedición al Perú. Ingleses que, por cierto, tampoco querían que se llegara a Lima, donde también comerciaban. Por eso Araujo dice: “De enorme audacia. Les hizo pagar a los comerciantes ingleses de Buenos Aires, los buques comprados en Inglaterra, que, tripulados por los marinos ingleses de Cochrane, destruirían el comercio inglés con Lima.”
Por lo que alegar la “ayuda inglesa” no demuestra nada. Y más aún, hasta conocía las artimañas inglesas y trató de tenerlos bien amarrados; él busco servirse de los ingleses y no servirlo él a ellos. La entrega de su sable a Rosas solo corona su pensamiento.
Se dice: “[dirán que era anti-masón] pero nunca te hablarán de sus amigos masones, como Lord McDuff, el V Conde de Fife, alto masón escocés (...) o sus sospechosos vínculos con masones belgas como el liberal Van Halen durante la independencia de este país en 1830”.
-Yo no he visto que dijeran que era “anti-masón”, solo que no era masón. Por lo que tenemos una falacia del hombre de paja.
Se
dice: “dirán
que era anti-liberal porque apoyó a Rosas que era conservador, pero
nunca hablarán de su biblioteca repleta de autores liberales como
Rousseau, Voltaire, Paine, etc.,”
Otra
vez, Díaz Araujo:
“Es un argumento muy pobre y especioso.
Cualquiera puede tener diversos tipos de libros, sin compartir necesariamente su contenido. O, hasta sin haberlos leído. En este caso, se trataba de un bibliófilo desordenado, sin rigor académico. Excepto en cuestiones militares, los demás autores de la biblioteca de San Martín no indican ninguna línea intelectual definida. (...)
Además, antes de aseverar (una autora a quien se responde) la «influencia del pensamiento jacobino» sobre San Martín, debió haber averiguado la tendencia del autor que cita en su apoyo: el abate Barruel, con sus cinco tomos de «Memoires pour servir al 'histoire du jacobinisme» (Hamburgo, Fauche, 1803), que la señorita Martínez da por projacobino. Lo cierto es que el libro del Abate Agustín Barruel (17 41- 1820) fue el más caracterizado en su época, no sólo contra el jacobinismo sino contra todo el pensamiento masónico- revolucionario. Análogamente, otro de los libros que integraban esa biblioteca, el de Juan de Torquemada, Monarquía lndiana (1615), no podría incluirlo en ese registro liberal.
De esos datos, nosotros no extraeremos una consecuencia contraria a la de la señorita Martínez, sosteniendo, vgr., que el General era un contrarrevolucionario (...) Simplemente, señalamos la labilidad del argumento bibliotecológico” (Enrique Díaz Araujo, Don José y los chatarreros, pág. 218-219).
Además:
“En
relación con este tema, no está de más recordar la pregunta (en
realidad una recomendación) planteada por François López: “¿Cuándo
dejaremos, nosotros intelectuales, de conceder una influencia casi
mágica a ciertos libros, a ciertas ideas, desconociendo los
contextos sociales de épocas muy lejanas de la nuestra?”
Este “afán intelectualista” ha lastrado durante mucho tiempo el estudio de la emancipación de América, pues no son pocos los historiadores que han recurrido a identificar filiaciones político-doctrinales de “precursores” o de próceres americanos con base en, por ejemplo, los volúmenes contenidos en sus bibliotecas. Se trata de una muestra más de esa manía por adjudicar a las ideas un papel que, por lo general, es bastante menos descifrable, y bastante menos “decisivo” en última instancia, de lo que dichas identificaciones suponen. La cadena que va de los textos a las lecturas, de las lecturas a los pensamientos, de los pensamientos a los compromisos y de aquí a los actos es, como sugiere Chartier, demasiado compleja como para establecer causalidades” (El primer liberalismo español y los procesos de emancipación de América, 1808-1824 : una revisión historiográfica del liberalismo hispánico. Pag. 56-57).
Y por otro lado, convengamos que se están confundiendo las acepciones de "liberalismo". Existió un liberalismo católico enarbolado incluso por clérigos. Ahí Juan Ignacio Gorriti, Camilo Henríquez, Dean Funes, Servando Teresa de Mier, Fray Francisco Paula de Castañeda, Cayetano Rodríguez. Completamente compatile con la doctrina católica.
Porque como nos dice el P. Hillaire en su obra "La Religión Demostrada":
La palabra liberalismo tiene diversos significados:
1º Se llama liberalismo, en oposición al conservadorismo, a las partidos políticos y a los sistemas económicos que propician la libertad comercial, industrial o civil.
2º Se llama también liberalismo, con relación al absolutismo, a los sistemas de gobierno en que el poder soberano está limitado por una: Constitución.
Nos es imposible hacer una nómina completa de lo que, con razón o sin ella, se titula liberalismo. Lo que nos importa conocer es el liberalismo condenado por la Iglesia.
El liberalismo es una doctrina moral que consiste en excluir del gobierno civil toda influencia religiosa particularmente la de la verdadera religión, de las Iglesia Católica.
Es la independencia absoluta del Estado con relación a la Iglesia en el sentido de la opresión de la segunda por el primero.
Es la separación de la Iglesia y del Estado. El principio liberal puede expresarse también de esta manera: El hombre, en todo lo que es legislación y administración civil, debe prescindir por completo de la Iglesia y de Jesucristo.
San Martín era liberal en el segundo sentido, y un poco también en el primer sentido. Pero no en el tercero, que es el despreciable y el que rechazan los revisionistas que reivindican a San Martín.
Si quienes atacan a San Martín están en contra de la esclavitud, la servidumbre, la tortura, no les agrada la concentración de poder y sostienen el Estado de Derecho, pues felicidades: son liberales también. Ese es el sentido del "liberalismo" en aquel tiempo. Por eso el mismo José María Morelos declara ser liberal en "Sentimientos e la Nación":
11º. Que los Estados mudan costumbres y, por consiguiente, la Patria no será del todo libre y nuestra mientras no se reforme el Gobierno, abatiendo el tiránico, substituyendo el liberal, e igualmente echando fuera de nuestro suelo al enemigo español, que tanto se ha declarado contra nuestra Patria.
Y sin embargo, antes establece principios que no son liberales en la tercera acepción del término:
2º. Que la religión católica sea la única sin tolerancia de otra.
4º. Que el dogma sea sostenido por la jerarquía de la Iglesia, que son el Papa, los obispos y los curas, porque se debe arrancar toda planta que Dios no plantó.
Eso mismo dirá San Martín: "Nuestra lucha no era una guerta de conquista y gloria, sino enteramente de opinión, guerra de principios modernos y liberales contra los prejuicios, el fanatismo y la tiranía".
Esas son las ideas que defendía Paine. Y Paine solo era relevante porque con su obra "Sentido Común" defendía la necesidad de hacer de las Trece Colonias Estados libres e independientes. Entonces era una obviedad de que si San Martín pretendía lo mismo en la América del Sur necesitaba conocer los fundamentos que tuvieron los norteamericanos.
Se dice: “... ni de las frases pro liberales que lo delatan, como "Los liberales del mundo son hermanos en todas partes" (al virrey La Serna), o "con la Revolución de Riego España finalmente conoció el siglo de las luces" (hacia 1820), o de cómo reivindicó a la figura del gran liberal que fue Robespierre”.
- Bueno, que San Martín se opusiera a Alvear y Rivadavia no es poca cosa. Como dice Araujo:
“dos tendencias polarizadas en torno de San Martín y de Alvear. Derivadas luego en facciones, se enfrentan con sus programas y finalidades en el seno de la Asamblea
(...)
Por
otra parte, él (San
Martín) no
podía compartir la posición de los morenistas
porteños que acaudillaba Bernardo de Monteagudo, que ansiaban una
revolución liberal ideológica, al modo de los girondinos franceses
o de los constitucionalistas de Cádiz, sin preocuparse lo más
mínimo de la Independencia. Ellos, con otros similares, formaban la
mayoría alvearista de la diputación a la Asamblea del año XIII.
(…)
La facción alvearista, en el Ministerio y en la Asamblea, estaba integrada, principalmente por (...) Todos o casi todos, del sector masónico de la Logia Lautaro.
Los cinco diputados que seguían a San Martín (Ramón Eduardo Anchoris, Agustín Donado, Toribio Luzuriaga, Francisco Ugarteche y Vicente López y Planes) cuyo vocero era López y Planes, votaron en contra de los despachos de esa mayoría alvearista y liberal.”
O sea: A Alvear y su facción la interesa hacer la revolución, la “modernización” (libertad de vientres, abolición de la inquisición y la tortura, bautismo con “agua temperada”, eliminar títulos de nobleza, y boberías varias), aunque en ello renunciaban o postergaban la independencia. San Martín, en cambio, prioriza la libertad política: “Ellos (San Martín y su facción) reclamaban, a un tiempo, la Declaración de la Independencia y la sanción de una constitución que asegurara el Orden (…) El buscó la independencia política de su patria amenazada; mas sin comprometer, en la demanda, el viejo orden establecido por la ley y la costumbre virreinal.”
Por otro lado, San Martín no era “liberal”. Apoyaba un gobierno vigoroso y le interesaban muy poco las teorías extravagantes. Era práctico. Por eso Díaz Araujo dice (pp. 205-206):
“Aquello
del «gobierno vigoroso» era lo positivo para San Martín.
Lo negativo, en cambio, en el campo político eran las «teorías
ilusorias» («las demagogos con sus locas teorías»: a Tomás
Guido, 6. 4. 1829). Esas «teorías» él las «despreciaba» (carta
a Manuel Ignacio Molina, 15.8.1816).
¿Cuáles eran las «locas teorías» que detestaba...?
¿Qué abarcaba con esa expresión...?
A nuestro entender, tres cosas:
a).- el liberalismo, que otorga la primacía práctica a los derechos individuales por sobre el bien común social;
b).- la democracia moderna, que en lugar de tener a Dios por fuente de todo poder, erige el mito de la soberanía popular infalible, fundado, a su vez, en la fábula de la bondad natural del hombre que, en lugar de su real naturaleza social, tendría una naturaleza pre-social, inventora de lo social gracias al artilugio de un contrato jurídico;
c).- el socialismo, que con el pretexto de poner los bienes en común, con su igualitarismo destruye todo el entramado jerárquico de lo social, comenzando por la religión, la propiedad y las instituciones.
Esas tres formas políticas confluyen en una cuarta: el «Progresismo», o creencia dogmática en el Progreso Indefinido de la Humanidad.”
Tomemos algunas cartas de San Martín para verlo.
A Tomás Guido, carta del 28.1.1816:
“ Hablemos claro, mi amigo. Yo creo que estamos en una verdadera Anarquía o por lo menos en una cosa muy parecida. ¡Carajo con nuestros paisanitos! Toma liberalidad y con ella nos vamos al sepulcro (…) Un susto me da cada vez que veo estas teorías de libertad, seguridad individual, idem de propiedad, libertad de imprenta, etc., etc... Estas bellezas sólo están reservadas para los pueblos que tienen cimientos sólidos.”
A Lord Macduff, conde Fife, 9.12.1817:
"Los resultados de una revolución estéril y de una guerra ruinosa han calmado las pasiones propias de los cambios políticos, y la opinión de los hombres, ya más serena, aspira únicamente a la emancipación de España, y la instauración de alguna forma estable de gobierno, cualquiera que sea.
En una palabra, amigo mío, las nociones democráticas han perdido el noventa por ciento del apoyo de los hombres dirigentes, tanto en este Estado (Chile) como en las Provincias Unidas.”
Al Director Supremo General José Rondeau, 27.8.1819:
“Los enemigos que nos van a atacar no se contienen con libertad de imprenta, seguridad individual, idem de propiedad, Estatutos, Reglamentos y Constituciones. Las bayonetas y los sables son los que tienen que rechazarlos y asegurar aquellos dones para mejor época”
Decreto al asumir el Protectorado en Lima, 3.8.1821:
“La experiencia de diez años de revolución en Venezuela, Cundinamarca, Chile y Provincias Unidas del Río de la Plata me han hecho conocer los males que ha ocasionado la convocación
intempestiva de Congresos”
Oficio al Director Supremo de Chile, 6.8.1821:
“Destruir para siempre el dominio español en el Perú, y poner a los pueblos en el ejercicio moderado de sus derechos, es el objeto esencial de la expedición libertadora. Mas, es necesario purgar esta tierra de tiranías y ocupar sus hijos en salvar la patria, antes que se consagren en bellas teorías”
Tomás Guido a San Martín, 20.12.1833:
“el general Balcarce, seducido por las teorías del liberalismo, se apartó sin advertirlo de los principios prácticos que debía consultar para no hacer ilusoria y aun odiosa la marcha constitucional que afectaba querer sostener. Vio dividirse el partido federal y apoyó la fracción que invocando la libertad...”
Respuesta de San Martín a Tomás Guido, 1.2.1834:
“Sin duda, Señor Don Tomás, ésta es mi opinión, por el principio bien simple que el título de un gobierno no está signado a la más o menos liberalidad de sus principios, pero sí a la influencia que tiene en el bienestar de los que obedecen. Ya es tiempo de dejarnos de teorías, que 24 años de experiencia no han producido más que calamidades. Los hombres no viven de ilusiones sino de hechos. ¿Qué me importa que se me repita hasta la saciedad que vivo en un país de libertad, si por el contrario se me oprime? ¡Libertad! Désela U d. a un niño de dos años para que se entretenga por vía de diversión con un estuche de navajas de afeitar, y Ud. me contará los resultados. ¡Libertad! Para que un hombre de honor sea atacado por una prensa licenciosa, sin que haya leyes que lo protejan, y si existen se hagan
ilusorias... ¡Libertad! Maldita sea tal libertad, no será el hijo de mi madre el que venga a gozar de los beneficios que ella proporciona. Hasta que no vea establecido un gobierno - que los demagogos llamen tirano-, y me proteja contra los males que brinda la actual libertad...”
A Tomás Guido, 17.12.1835:
“Hace cerca de dos años escribí a Ud. que yo no encontraba otro arbitrio para cortar los males que por tanto tiempo han afligido a nuestra desgraciada tierra que el establecimiento de un gobierno fuerte; o más claro, Absoluto, que enseñase a nuestros compatriotas a obedecer. Yo estoy convencido que cuando los hombres no quieren obedecer la ley, no hay otro arbitrio que el de la fuerza.”
A Tomás Guido, 26.10.1836:
“Veo con placer la marcha que sigue nuestra patria. Desengañémonos, nuestros países no pueden (a lo menos por muchos años) regirse de otro modo que por gobiernos vigorosos, más claro, despóticos. Si Santa Cruz en lugar de andar con paños calientes de Congresos, soberanías del Pueblo, etc., etc., hubiese dicho francamente sus intenciones...”
A Francisco Antonio Pinto, 26.9.1846:
“el mejor gobierno no es el más liberal en sus principios, sino aquel que hace la felicidad de los que obedecen”
A Ramón Castilla, 13.4.1849:
“El inminente peligro que amenazaba a la Francia (en lo más vital de sus intereses) por los desorganizadores partidos de terroristas, comunistas y socialistas, todos reunidos al solo objeto de despreciar, no sólo el orden y la civilización, sino también la propiedad, religión y familia, han contribuido muy eficazmente a causar una reacción formidable en favor del orden...”
Es decir, San Martín no sería un liberal demócrata progresista, sino todo un facho con facha hecho y derecho. Que con ideas como esas apenas se diferencia de un carlista. Por eso San Martín podía escribir al Arzobispo Las Heras de Lima cuáles eran sus ideas e intenciones de querer ver “consolidado un gobierno que garantizase el orden y la prosperidad sobre principios diametralmente opuestos a las ideas exaltadas que desgraciadamente se han difundido en el mundo desde la célebre revolución (francesa) del año 92”.
Y después, sobre las palabras de San Martín al virrey de La Serna, podrían darse varias explicaciones.
1. San Martín no habla de sí mismo, sino que describe a los liberales.
2. Su intención es sembrar discordia entre los enemigos, haciéndolos dividir entre constitucionalistas y absolutistas.
3. Busca halagar a de La Serna (hasta ofreciéndole protección de asilo) aunque sin comprometerse él, tal como hizo con los ingleses Bowles y Staples.
Además de que, como se vio, no es el pensamiento genuino de San Martín. Por eso dice Díaz Araujo:
“Ante esto, resulta muy oportuna esta consideración que apunta Samuel W. Medrano:
«Demasiado conocía él (San Martín) a los liberales en las Cortes: eran los mismos que en Cádiz le habían asqueado tanto como los serviles de Fernando... La constitución de Cádiz, el nuevo régimen de la revolución española, nada valían para el jefe del Ejército Libertador»
Entonces: ¿a santo de qué querer darle importancia a las ocasionales frases de cortesía de un discurso habilidoso...? Por modo alguno se sentía San Martín «hermano» de los liberales hispanos. Podría haber él hecho suyo el concepto de Manuel Belgrano vertido a Tomás de Iriarte: «Desengáñese usted amigo Iriarte, los liberales (hispanos) son tan enemigos nuestros o más que los mismos serviles(absolutistas)». Porque esa era la realidad. Quienes habían abierto el fuego contra las juntas autónomas de Buenos Aires y Caracas, creando el «casus belli» de la contienda civil que siguió hasta 1824, fueron los constitucionalistas liberales y no los absolutistas.”
Por eso concluye:
“Aquellos que se aferran al discurso ante La Serna (por falta de otras pruebas), olvidan también un dato significativo, que ha sido subrayado por Otto Carlos Stoetzer, a saber que:
«En el Perú, el pueblo abrió las puertas de Lima a San Martín (6 de agosto de 1821) debido principalmente a la influencia que la Iglesia (en su mayoría franciscanos) ejerció en favor de la ruptura con la España liberal. Los miembros de las órdenes mendicantes temían, según noticias que circulaban, que el gobierno español confiscara la mayoría de sus monasterios. Al respecto, hay que tomar en consideración que San Martín, como Bolívar, lturbide y otros jefes patriotas, capitalizó sobre la persecución de la Iglesia por los liberales españoles durante el período 1820-1823, con el objeto de conseguir el apoyo de los profundamente religiosos españoles americanos. Los ejércitos españoles liberales (Canterac y La Serna) fueron vencidos aun antes de poder encontrarse con el enemigo en el campo de batalla».
Luego, estúpido debiera haber sido San Martín para enajenarse el apoyo de los antiliberales peruanos por amor a sus adversarios liberales hispanos.”
Se dice: “dirán que era tradicionalista católico (…) pero no hablarán de cómo expulsó a cuanto obispo se opusiera a sus designios, como el pobre Las Heras en Perú, ni de los cargos que otorgó a prominentes anglosajones y herejes, como Miller o Paroissien, o de sus cartas a Tomás Guido cargadas de anti-clericalismo y de críticas al Papado”
-Carlos III expulsó a los jesuitas y nadie duda de su catolicidad. Del mismo modo Belgrano expulsó al obispo de Salta y no por eso se niega su catolicidad, hasta el punto de ser amortajado con el hábito de Santo Domingo. Entonces como que alegar que “expulsó a cuanto obispo...” no sirve.
Luego, que otorgó cargos a herejes y anglosajones. Pues Luis XVI hizo ministro de finanzas al protestante de Necker, y sin embargo era un rey cristianísimo según el Papa Pío VI. Además, ¿no se aliaron los españoles con los revolucionarios protestantes de las trece colonias contra los ingleses? Por lo que no se entiende el argumento.
Luego, ¿anticlericalismo y críticas al Papado en qué sentido? Porque si es el caso, muchos tradicionalistas de Internet la verdad a veces dicen unas pestes del Papa o de muchos clérigos que hasta parecen más protestantes que católicos.
La acusación de anticlericalismo y crítica al Papado es por la carta a Tomás Guido del 6 de abril de 1830, en la que se queja del restablecimiento de las relaciones con el Papado diciendo:
"¡Negociación con Roma! Dejen de amortizar el papel moneda y remitan un millón de pesos y conseguirán lo que quieran”.
Básicamente, lo único que hace es criticar la inmoralidad y el materialismo imperante entre los clérigos. La mundanización de la Iglesia. Critica que, de suyo, no tiene nada de "anticlerical".
Si es el caso, cualquiera podría ser acusado de "anticlerical" por citas parecidas, incluso clérigos. Por ejemplo, Gildas: “Britania tiene sacerdotes, pero son tontos; numerosos ministros, pero son desvergonzados; clérigos, pero son astutos ladrones" (De Excidio Britanniae, III, 1).
Por tanto, los argumentos que muestran que San Martín era católico siguen en pie, mientras que los contrarios no nos llevan a nada.
Se dice: “dirán que era hispanista, porque "en Punchauca quiso pactar con La Serna para traer un infante español a reinar en Perú y sellar una alianza con España", pero no dirán que (como refirieron algunos testigos de la época) muy probablemente se trató de una artimaña para ganar tiempo”.
- Bueno, si es el caso, sobre la idea de traer un infante al Perú decía Bartolomé Mitre: “Su ministro Monteagudo, su inspirador, que de demagogo exaltado había pasado a ser conservador ultra y después monarquista... no veía más claro que San Martín... Los dos estaban ciegos y sordos.”
Para el liberal Mitre no era una “artimaña”: San Martín pensaba que eso era una buena idea.
San Martín era monárquico en la práctica, eso lo deja entrever muchas veces. Porque “independencia” no es sinónimo de “republicanismo”. Brasil y México prueba de ello. Y la libertad política no implicaba necesariamente romper de modo absoluto con la Corona: la Commonwealth británica de ejemplo.
Su posición en eso no es diferente a la que siempre se mantuvo en Nueva España, Chile o el Río de la Plata: que la América sea independiente pero tenga a un monarca hispano.
Por eso dice Agustín de la Puente Candamo:
“(San Martín) no es monarquista de circunstancia, oportunidad o accidente; muy lejos de esto, es un monárquico convencido de la idea y plenamente informado de la realidad en la cual debe aplicarse ...”
De
ahí que Díaz Araujo sostiene que no hay tal “artimaña para ganar
tiempo”:
“La escuela que podría llamarse favorable a San
Martín, actúa con evidente objetividad...
Está
integrada por argentinos y peruanos y acepta, en primer
término, la honestidad que el Protector mantiene en sus
proyectos. Paz Soldán dice: «Sus ideas pudieron ser erróneas, pero
fueron sinceras y patrióticas. La anarquía de que era presa Buenos
Aires y los horrores de la guerra civil que le siguió, le
impresionaron profundamente contra el sistema republicano». Hasta
Palma, al cual no se le puede recusar por ideas monárquicas, dice:
«En San Martín la monarquía era una convicción honrada y ajena a
todo propósito de interés personal...».”
Y menciona más ejemplos más ejemplos de historiadores con la misma opinión:
“Villanueva... Francisco Javier Mariátegui... Vicuña Mackenna... no lo niega en principio, en tesis, sino para la realidad y medio americanos ... «El Protector era pues, esencialmente monarquista...» ...Bulnes también acompaña a Vicuña... no tanto como historiador, cuanto como defensor vigilante de los intereses de Chile».
Ese cuadro exacto lo completa Ricardo Piccirilli, con este enunciado sobre la Conferencia de Punchauca:
«Punchauca sin dejar resultados prácticos, constituye en su desarrollo un acto fundamental para penetrar el pensamiento monárquico de San Martín...». Narciso M. Vargas, historiador peruano, afirma: «...su espíritu observador le había hecho percibir que los pueblos no estaban preparados para la república». Rafael Larco Herrera, escribe : «Es muy posible que San Martín no estuviera en error queriendo un rey para los que no habían sido nunca sino vasallos». Pedro Dávila y Lisson anota : «El anhelo monarquizante de San Martín fue sano, desinteresado y de gran conveniencia para los peruanos».”
Y ya en la página 156 en adelante Araujo empieza a mostrar cómo San Martín era desfavorable a la república y favorable de la monarquía. Y desarrolla el tema hasta la página 176, donde ya se centra en Punchauca. Así ya en la página 179 dice: “En el juicio de Manuel Abreu, lo que realmente se buscaba era: «encontrar un medio honroso de transigir las diferencias entre España y América» (carta del 23 de marzo de 1821).
Tales proposiciones, siguiendo a Mitre (y al final de la epístola a W.Miller), habían sido miradas como un expediente decir cunstancias y un ardid para engañar a los realistas. Hoy nadie, o casi nadie, admite ya esa tesis.”
Se dice: “¿En serio les parece que San Martín quiso unir lo que, en realidad, ya estaba unido?”
- Sí.
Se cita el ejemplo de Chile para decir que San Martín no buscaba la unión. Bueno, pero se ignora que alegar eso es contradecir la idea del San Martín liberal. En efecto, como dice Piccinali:
“no
tenían aquí cabida para nada los tres mitos del liberalismo:
la soberanía del pueblo, la infalibilidad de la voluntad general y el
gobierno por asambleas...
Por lo visto, San MartÍn ni siquiera aceptó la elección por el Ayuntamiento: él impondría por su sola autoridad de caudillo americano no sólo a O 'Higgins como Director Supremo, sino también la independencia de Chile, sin Congreso ni asamblea alguna. La forma de gobierno impuesta era una dictadura militar unipersonal”.
Porque San Martín, como monárquico, pensaba unir América bajo una monarquía, que incluía también a Chile. De ahí dice Eulogio Rojas Mery:
“Su sola ambición era obtener la independencia por medio de la implantación de la monarquía, no sólo en el Perú, sino que también con la inclusión de Chile y Argentina...
...el Protector del Perú, dedicó preferente atención a todo lo que contribuyera a fomentar y desarrollar el espíritu monárquico de los peruanos...
San Martín se propuso no sólo dar ambiente al espíritu monarquista del Perú, sino que hacerlo extensivo a toda América. El Sr.Bulnes, en la pág.376 del Tomo II de su Exp.Lib. («Expedición Libertadora al Perú»), dice a este respecto: «Envió Ministros Diplomáticos a diversas secciones de América hispana, encargados de fomentar el sentimiento anti-republicano y de familiarizar a los Gobiernos con la idea de creación de un trono en Lima... ...él creía de buena fe, que la mejor manera de obtener la independencia en Sud América era constituyendo un Gobierno monárquico, tal como había ocurrido en Brasil y en México”.
Por eso podía decir al ministro chileno Joaquín Echeverría el 1 de abril de 1819: “«Mi país es toda la América y mi interés es igual por las Provincias Unidas y Chile”.
Y a Tomás Guido el 20 de octubre de 1845: “Ud. sabe que yo no pertenezco a ningún partido; me equivoco, yo soy del Partido Americano”.
De ahí que estableciera en el Estatuto Provisional que: “Son ciudadanos del Perú los que hayan nacido o nacieren en cualquiera de los Estados de América que hayan jurado la independencia de España”.
Se dice: “Más bien, los "Libertadores" fueron los que provocaron la división y balcanización del continente unificado por Cortés y Pizarro.”
- Cortés y Pizarro no unieron el continente en un Estado-Nación único e indivisible. San Martín y Bolívar siempre buscaron la gran unión americana. Si hasta este último instauró el Congreso de Angostura y la Gran Colombia, por lo que no se entiende que luego digan que “balcanizó”. Cuando es al revés: el alejamiento de los ideales de Bolívar y San Martín es lo que trajo de la balcanización.
Se dice: “No logro entender cómo afirman que combatió los intereses ingleses”
- Por lo mencionado arriba.
Se dice: “cuando al pedir su ayuda naval no hizo más que propiciar el dominio británico del Pacífico, abriéndole los puertos de Chile y Perú al libre comercio”
- El libre comercio ya lo había establecido España en el tratado de 1809. Es una completa idiotez quejarse porque lo hiciera San Martín cuando ya existía con España. No solo eso, sino que el mismo Virrey De La Pezuela se valía de otorgar licencias a buques extranjeros para financiar al Ejército, y habría liberalizado el comercio con los ingleses, tal como autorizó la corona en 1818, si no se hubiese opuesto el Consulado de Comercio de Lima en enero de 1819.
Además de que, según las propias ideas económicas del momento y que luego se expresó en la teoría ricardiana, el libre comercio beneficiaba a ambas partes, no solo a una.
Se dice: “e incluso permitiendo el saqueo de las riquezas virreinales, como cuando Cochrane se apropió del tesoro de Lima resguardado en su flota.”
- Es fácil contar una media verdad, ignorando que Cochrane se APROPIÓ del tesoro.
“¿En serio alguien cree que lo expuesto líneas más arriba es un "mito liberal"?”
-Sí.
Y estoy en mi sano juicio y pleno uso de mis facultades mentales.
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