domingo, 3 de enero de 2021

Manuel Belgrano contrapuesto a María Teresa de Braganza y Borbón

 



De María Teresa se toma su Carta a los Españoles. De Belgrano, varios escritos suyos.


María Teresa de Braganza y Borbón

Manuel Belgrano

“…en sentido del liberalismo, de esa soberanía nacional emanan todos los poderes, todos los derechos, todas las leyes. Con esto se sustituye en todo la voluntad puramente humana a la voluntad divina y se niega todo poder, toda ley, todo derecho de origen divino.”

“Dios, como Criador y Señor absoluto de todo lo criado, ha impuesto leyes sapientísimas a todas sus criaturas, y también al hombre racional leyes conforme a su naturaleza. Estas leyes, ya sean naturales, ya tiendan a un fin sobrenatural, son nuestros deberes…”

“… el Estado no crea propiamente derechos, sino que su fin es más bien el de proteger los derechos que o por naturaleza o por derecho divino preexisten.”

“…sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuese donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido, y aún las mismas sociedades, habían acordado en su establecimiento directa o indirectamente” (Autobiografía).

Entretanto no olvidéis los sentimientos de humanidad y generosidad americana que os ha impreso naturaleza, ni los preceptos de nuestra Santa Religión” (Proclama, 2/3/1813).

“… los principios de nuestra fe católica, que, por su naturaleza, producen la unidad y la unión entre los que la profesan. (…) las verdades, ciertas e infalibles de la fe católica, son el fundamento solidísimo de nuestra vida política, civil y doméstica.”

“El liberalismo moderno tiende a constituir y ha constituido ya en varias partes un Estado ateo, excluyendo a Dios y a su Iglesia de las leyes civiles, de las instituciones, de las asambleas y cuerpos morales de la enseñanza, y, en cuanto puede, hasta del hogar doméstico, relegando a Dios allá a las alturas y a la Iglesia al reino de los espíritus."

"No hay un político, ni aún de los espíritus fuertes, que no convenga en que no puede existir sociedad alguna sin religión. (...) La religión es el sostén principal e indispensable del Estado y el apoyo firme de las obligaciones del ciudadano. Riámonos de las virtudes morales, que no estén apoyadas por nuestra Santa Religión" (Correo de Comercio, 1810).

“Nuestros lectores tal vez se fastidiarán con que les hablemos tanto de escuelas; pero que se convenzan de que existen en un país nuevo que necesita echar los fundamentos de su prosperidad perpetua, y que aquellos para ser sólidos y permanentes es preciso que se  compongan de las virtudes morales y sociales, que solo pueden imprimirse bien presentando a la juventud buenos ejemplos, iluminados con la antorcha sagrada de nuestra santa religión” (Correo de Comercio, 21/7/1810).

“… desengañémonos que mientras la base principal no sea la Religión Santa que profesamos, en balde se fatigarán, todo ha de ir a su ruina, no lo quieren creer, pero la experiencia se los hará ver” (Carta a Pedro Andrés García, 28/5/1813).


“Mi amigo: Celebro el feliz arribo, el buen recibimiento; y las demostraciones religiosas más que todo; con estas ganamos con Dios, con la Generala, con los Pueblos, y con todo el mundo; ojalá que jamás nos desviemos de ellas” (Carta Tomás de Anchorena, 29/5/1813).


“(los maestros) sean virtuosos, y puedan con su ejemplo dar lecciones prácticas a la niñez y juventud y dirigirlos por el camino de la santa religión y del honor” (Correo de Comercio, 17/3/1810).

“[he preferido] destinar los expresados cuarenta mil pesos para la dotación de cuatro escuelas públicas de primeras letras; en que se enseñare a leer y escribir la Aritmética, la Doctrina Cristiana y los primeros rudimentos de los Derechos y Obligaciones del hombre en sociedad hacia esta y al gobierno que la rige en cuatro ciudades (…) (que carecen de un establecimiento tan esencial e interesante a la religión y al Estado y aún de arbitrios para realizarlo)” (Oficio al Gob., 31/3/1813).

 

“La planta de nuestra nacionalidad tiene aquellas tres profundas raíces: Religión, Patria y Rey

… su objeto (de las milicias) es defender la patria, la religión y sus propiedades…” (A la Junta, 20/12/1810).

“Los liberales infieren (…) que no existe ley alguna divina y niegan con osadía toda acción de Dios sobre los hombres y sobre el mundo (…) el liberalismo moderno tiende a constituir y ha constituido ya en varias partes un Estado ateo, excluyendo a Dios y a su Iglesia de las leyes civiles…”

“… no es obra de los hombres, sino de Dios Omnipotente, que permitió a los americanos que se presentase la ocasión de entrar al goce de nuestros derechos (…) no olvidéis jamás que nuestra obra es de Dios; que El nos ha concedido esta Bandera, que nos manda la sostengamos…” (Proclama, 25/5/1812).

El liberalismo, según su principio esencial de autonomía, no reconoce ninguna clase de deberes y obligaciones propiamente dichos (…)

al contrario, sostenemos (…) como todo poder viene de Dios, también de Él vienen los deberes y los derechos de los Reyes y de los pueblos. (…)

Pero como Dios es el Señor absoluto, El es también quien impone el deber y la obligación a los unos y a los otros…”

Por la religión y por el Soberano tenemos a nuestro cargo el fomento de la agricultura, industria y comercio de esta Provincia: por la primera, a causa del juramento que hemos prestado al entrar en posesión de nuestras obligaciones y por el Rey Nuestro Señor, a virtud de su Soberana Voluntad…” (Memoria consular, 14/6/1802).

 


“Y el sistema de mayorías inventado para suplir a esta falta esencial de autoridad y de legitimidad no es más que una triste comedia, o más bien tragedia funesta, pues por una parte ha estado y está siempre falseando en su base, que son las elecciones, en las cuales campean libremente las intrigas, las promesas, los compromisos, las amenazas, las violencias, y sobre todo, la influencia del Ministerio entonces reinante…”

 

Fijaos en ellas sin prestar oídos a los silbidos de la serpiente que quiere induciros a la democracia; para que entranto los partidos que os devoren, se le proporcione la presa a que aspira: no os deshombreis con paralogismos brillantes, ni con ideas efímeras” (Manifiesto de “Los hijos del Perú a los de la gran Buenos Aires”, enero de 1809).

 

“Juan pretende es excluir a Dios de la sociedad, de las leyes, de las instituciones, y sobre todo constituir una autoridad que no dependa en nada de Dios, que no cuente con Dios para nada, sustituyendo, según los principios de los revolucionarios (…)

Nadie puede negar tampoco que el liberalismo desciende en línea recta de los réprobos principios de Lutero; que trae su origen inmediato de los malhadados principios de la revolución francesa…”

“Aunque pudiera bastar una consideración harto obvia y natural, cual es el que todos los delirios del jacobinismo filosófico a que se arrojó toda la España, debían comunicarse a la América, como de hecho sucedió (…)

En medio de todos los delirios del jacobinismo filosófico, de los muchos partidos en que han estado y están divididos y de los principios más libres, se unen y esfuerzan con empeño preferente en ejercer y perpetuar la tiranía en la América toda, distinguiéndose en tan digna empresa los mismos que se habían atribuido el timbre de liberales” (Borrador del memorial al Rey Carlos IV).

.. y, por fin y sobre todo, el interés del partido, que monopoliza los empleos y las riquezas nacionales, todo esto junto hace que los liberales deban, por sus principios, carecer de patriotismo

 

 “La opinión no une, sino que comúnmente divide a los hombres, y por eso el liberalismo, fundado en ella, produce necesariamente divisiones sin número…”

Peores consecuencias todavía nos presenta la opinión de constituirnos en República; nos faltan las bases principales en que ha de cimentarse, como usted no ignora, cuáles son los conocimientos, y las riquezas reales y verdaderas; de aquí nacería la división constante entre europeos y americanos, y la ambición de mando, después de una guerra civil, la más sanguinaria y cruel, nos pondría en estado de ser subyugados, o por quien tiene legítimos derechos a la representación de la soberanía, o por quien vendría con el título de patrocinarnos” (Diálogo entre un castellano y un americano, 1808).

“En fin, los fueros y privilegios de varias provincias coartaron siempre más o menos el poder absoluto de nuestros Reyes, de manera que apenas hubo Rey en Europa que fuera menos absoluto que los Reyes de la España católica. (…)

Aquella fórmula “obedézcase y no se cumpla” de que no rara vez se sirvieron nuestros Consejos con respecto a ciertos decretos o providencias reales cuando éstas contenían alguna cosa contraria a lo decretado en Cortes, o contra los fueros y privilegios de provincias y ciudades, demuestra evidentemente que las decisiones de las Cortes ponían también ciertos límites al poder absoluto de los Reyes.

“Castellano: Cómo me complace el oír a usted el lenguaje de un verdadero castellano. ¿Y no encuentra el inconveniente de que seamos portugueses?

Americano: Mal podemos ser portugueses, si la España revive en todos los sentidos, y si nosotros guardamos los fueros y privilegios de nuestra Nación; y así como los castellanos no fueron aragoneses, ni estos castellanos, porque la reina de Castilla Isabel casó con el rey de Aragón Fernando, así tampoco nosotros seremos portugueses, porque nuestra Infanta está casada con el Príncipe Regente de Portugal y Brasil...” (Diálogo entre un castellano y un americano, 1808).

 

“Estos nuestros principios monárquico-religiosos (…) son toda nuestra vida doméstica, civil y política; son toda nuestra historia, son nuestra ley suprema, son nuestro honor y nuestra gloria nacional. (…) En las naciones, como en los individuos, hay sus diferencias de temperamento y de organización; y lo que conviene a estos no conviene a los otros.”

“Pero todavía el punto primordial no está declarado, para que sepamos con que gobierno se sostiene y si con arreglo a las circunstancias, así físicas como morales que caracterizan nuestro país se adoptase el monárquico constitucional…” (Oficio al Director Supremo, 12/7/1816).

 

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