Una cosa que he notado luego de leer sobre apologética protestante contra el catolicismo como así también de dialogar con muchísimos protestantes, es que en su búsqueda de responder a los católicos y mostrar la falsedad de la Iglesia Católica ponen mucho su atención en discutir la existencia y naturaleza jurisdiccional del primado de Pedro, como así también negar la infalibilidad papal.
Pero al hacer esto suelen dejar muy de lado el argumento central del catolicismo para defender su fe, que no es la infalibilidad papal o el primado jurisdiccional del Papa, sino la indefectibilidad de la Iglesia.
La Iglesia Católica, según los mismos católicos, es la verdadera Iglesia no por la infalibilidad papal, sino porque es la misma Iglesia que estableció Jesucristo en el siglo I, a la cual le prometió que no sería destruida por las puertas del infierno y que Él estaría con ella todos los días hasta el fin del mundo. Con lo cual, esta Iglesia habría de permanecer, no habría de ser corrompida ni habría de sucumbir ante la herejía, los pecados o la persecución, que son las causas alegadas por los protestantes por las cuales parecería que la Iglesia de Cristo sucumbió, motivo por el cual se separaron de la Iglesia Católica.
Sin embargo, este asunto es ignorado en gran manera por los protestantes. Y cuando se interesan por el tema lo que hacen es distorsionar la naturaleza de la Iglesia, diciendo que la Iglesia no es una institución sino la congregación espiritual de los que creen en Cristo. El problema con esta salida es que obvia que la Iglesia, como Cuerpo de Cristo, aunque tenga una faceta invisible, espiritual, no niega que tenga también una faceta visible; que así Cristo la estableció y así ha de permanecer. No solo su aspecto invisible, sino también su aspecto visible.
Otra cuestión que ignoran los protestantes y que es más importante que la naturaleza específica del primado del Papa o su infalibilidad, es la unidad de la Iglesia bajo Pedro y los obispos en comunión con él. Mostrado que Cristo estableció una Iglesia y un clero con el cual hay que estar en comunión por la fe y la obediencia a los pastores legítimos, se sigue por añadidura que el cisma es un pecado que no puede ser justificado. Pero el protestantismo, en sí, es una actitud cismática en contra de la Iglesia. Por supuesto, buscan varias razones para justificar este cisma. Por ejemplo, las inmoralidades del clero y especialmente del Papa, o las supuestas herejías de la Iglesia. El problema es que, aún asumiendo la veracidad de esas críticas, eso no justifica la separación de la Iglesia, que es la única que Cristo fundó. Dios nunca mandó a los judíos en la antigua alianza a desconocer al Sumo Sacerdote y los levitas, incluso aunque fueran inmorales. Por eso el mismo Señor mandó a obedecer a los que se sientan en la cátedra de Moisés. Este mandamiento parece discrepar en gran manera con la actitud de los protestantes con respecto al Papa y los obispos. Y sea cual sea la naturaleza específica del primado de Pedro, es evidente que Pedro tuvo un primado, el cual implicaba que él era el fundamento de la unidad como cabeza. Y repito, independientemente de cuán extensa sea su autoridad. Discutir si era de jurisdicción, o de honor, o de presidencia o demás es una cuestión posterior.
Y un último punto que suelen ignorar los protestantes es que varias de sus acusaciones a la Iglesia Católica sobre enseñar herejías las hacen con base a razones que no se siguen necesariamente y que son solo interpretaciones personales, a veces tremendamente erróneas.
Ejemplo típico de esto es negar la intercesión de los Santos alegando 1 Tim 2:15, que dice que Cristo es único mediador entre Dios y los hombres; el problema es que este argumento es tan malo que si no existen más intercesores que Cristo porque éste es mediador, entonces se seguiría que nadie podría orar por su prójimo, lo cual es falso porque esto lo enseña la Escritura. Sin embargo, gran cantidad de protestantes usan este argumento sin percatarse de este error.
Otro ejemplo es cuando buscan negar la presencia real de Cristo en la Eucaristía. A pesar de que Cristo lo enseña explícitamente fuera de toda duda razonable, sin embargo los protestantes plantean varias objeciones, a pesar de que de la Escritura no se desprende en ningún momento la interpretación que ellos dan. Sin embargo, están muy convencidos de que su interpretación es correcta mientras que la Iglesia cae en error, por no decir herejía.
Otro ejemplo clásico es considerar que la veneración de íconos es lo mismo que la idolatría, apelando siempre a Éxodo 20. Pero nunca se han preguntado si aquello es de ley natural o de ley divina positiva, ni se han preguntado a qué se debe la prohibición, ni ven las distinciones entre un ícono y un ídolo. Incluso aceptan la distinción entre imagen representativa de imagen de culto, pero no se dan cuenta que esa distinción sería contraria a su interpretación rígida de Éxodo 20 en donde, si se lee literalmente, toda imagen es condenada.
Es decir, los protestantes suelen dogmatizar cuestiones sobre las cuales no tienen muchos para sustentar, y asumen que ellos están en la verdad mientras que la Iglesia ha errado, ignorando que la asistencia del Espíritu se prometió a la Iglesia y no a ellos. Han elevado al nivel de dogmas revelados lo que, en realidad, no son más que sus interpretaciones personales; y han usado estas como criterios para juzgar la ortodoxia de la Iglesia, dando una sentencia negativa y, en consecuencia, justificando su separación de la misma.
Por supuesto que la Iglesia ha dogmatizado; la diferencia es que la Iglesia no se basa en la Sola Escritura sino también en la Tradición, y la Iglesia sí cree tener autoridad para definir estas cuestiones mientras que los protestantes no.
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