viernes, 22 de octubre de 2021

Suma contra libertarios

 Contra libertarios y católicos que creen que el catolicismo es compatible con el liberalismo. De allí que se expondrán también los argumentos que dichos católicos presentan.

 

Artículo 1: En qué consiste la libertad

Artículo 2: Si es buena y necesaria la autoridad civil.

Artículo 3: Si el principio de no agresión es el límite de la ley civil

Artículo 4: Si la ley civil debe limitarse a solo resguardar los derechos negativos/naturales

Artículo 5: Si el Estado debe ser confesional

Artículo 6: Si el Gobierno puede exigir impuestos

Artículo 7: Si el Gobierno puede intervenir en la economía

 

Artículo 1: ¿Consiste la libertad del hombre en hacer lo que uno quiera siempre que no dañe a otros?

Argumentos por la afirmativa:

1) Dice León XIII que la libertad natural “no es otra cosa que la facultad de elegir entre los medios que son aptos para alcanzar un fin determinado”.  Pero puesto que los fines son subjetivos según cada persona como nos demuestra la experiencia, queriendo unos una cosa y otros una distinta, se sigue que la libertad consiste en poder alcanzar los fines que uno quiera, eligiendo según la propia voluntad entre muchas opciones. En consecuencia, el hombre tiene un derecho a la libertad que consiste en hacer lo que quiera siempre que no dañe a otro en su vida y propiedad –puestos que estos son derechos naturales aceptados por todos-.

 

2) Uno siempre busca su propio bien. Pero lo que es el bien para unos no es el bien para otros. Y puesto que la libertad consiste en alcanzar lo que uno considera como el propio bien y es subjetivo lo que uno considera bien o mal, debe existir tal derecho a elegir libremente.

 

3) Teniendo las personas los derechos de propiedad sobre los bienes exteriores y sobre sí mismos, parece que las únicas restricciones en el actuar serían las de dañar a otros en sus bienes exteriores o en ellos mismos. De lo cual se deduce que, en consecuencia, el hombre tiene un derecho de libertad que consiste en hacer lo que quiera siempre y cuando no dañe a otros.

 

4) Es de común acuerdo que se consideran inmorales aquellos actos que atentan contra la vida o propiedad del prójimo: matar, herir, violar, esclavizar, robar, hurtar. Así mismo, se consideran inmorales aquellos actos que atentan contra los pactos o acuerdos entre los hombres realizados libre y voluntariamente. En consecuencia, pareciera que la moral se reduce a no atentar contra el prójimo. Pero si algo no es inmoral, es indiferente o lícito. Si es indiferente o lícito, no puede ser prohibido. Si no puede ser prohibido, se tiene derecho a ello. Por lo que se sigue que el hombre tiene derecho a realizar todo aquello que no daña al prójimo.

 

Contra esto: Está lo que dice León XIII en Libertad n. 7: “la verdadera libertad no consiste en hacer el capricho personal de cada uno”.

 

Respuesta:

Es evidente que el hombre obra persiguiendo un fin. Y este fin es el bien, puesto que nadie obraría si no pensara alcanzar un bien. Ahora: la libertad, como facultad de elegir entre los medios para alcanzar un fin (el bien), no es otra cosa que la voluntad misma. Pero la voluntad no puede moverse a elegir sin el conocimiento intelectual. El bien deseado -y perseguido como fin- por la voluntad es bien en cuanto es conocido por la razón. Porque la elección de esto sobre aquello como “bien” es posterior al juicio o sentencia sobre la verdad de los bienes propuestos sobre el orden de preferencia.

Pero el juicio es acto de razón, no de voluntad. Por tanto, la libertad y la voluntad tienen un apetito que es conforme a la razón.

Pero como la razón y la voluntad son facultades imperfectas, puede suceder y sucede que muchas veces la razón proponga a la voluntad un objeto como bueno siendo en realidad malo (v.gr., puede proponer mentir, robar, calumniar, matar; y el hombre realizarlo).

Pero como la posibilidad de errar y el error son un defecto de entendimiento imperfecto, de igual manera adherirse a un bien engañoso, aun siendo indicio de libre albedrío (como la enfermedad es señal de vida), es un defecto de la libertad.

Por eso, cuando la voluntad apetece algo que se aparta de la recta razón (quiere algo malo) incurre en defecto y abuso de la libertad.

Por lo que la posibilidad de apartarse del bien no pertenece a la esencia y perfección de la libertad. Elegir el mal, pues, no es libertad, sino esclavitud.

De esto se sigue que la libertad consiste en hacer el bien y evitar el mal.

 

Respuesta a las objeciones:

1) Los fines no son subjetivos según cada persona, sino que están determinados por la naturaleza propia del hombre. Causa final y causa formal están íntimamente ligadas, de tal manera que uno tiene una naturaleza tal que le permita alcanzar los fines que la propia naturaleza le impone.

Y para cumplir los fines propio de la naturaleza es que uno debe guiarse por la ley que las señala. Porque la ley es lo que regula los movimientos, lo que nos señala el camino al bien. Esta es la ley natural. Y en este sentido, llamamos a algo bueno en tanto se conforma con la naturaleza (la ley natural), y malo en tanto que se aparta de ella; porque la ley señala lo que es bueno y debe hacerse, y lo que es malo y debe evitarse.

El que unos quieran una cosa y otros otra distinta se explica por el hecho de que la razón puede presentar a la voluntad algo bajo apariencia de bueno cuando en realidad es malo. No por el hecho de que los fines son subjetivos.

 

2) De lo dicho se infiere la respuesta a esta objeción. Bien es aquello que determina la ley natural que regula los actos humanos. Y por tanto es algo objetivo, no subjetivo.

 

3) Que sean inmorales aquellos actos que atentan contra el prójimo no significa que solo esos actos sean inmorales. Son inmorales también los actos que atentan contra el amor a Dios y contra el amor a uno mismo. Por lo que uno no tendría derecho a o “libertad” de, por ejemplo,  suicidarse. Pero desde una visión liberal eso sería lícito.

Tampoco serían lícitos aquellos actos que atentan contra el obrar virtuoso, cumpliendo con los fines naturales del hombre. En esto que serían inmorales actos como la masturbación, fornicación o sodomía, por atentar contra el uso correcto de los placeres venéreos según el orden natural.

Sería lícito igualmente, en este sentido, rechazar la verdad (que persigue el intelecto como fin) o descuidar los deberes religiosos, puesto que atenta contra el bien eterno del hombre y contra los derechos de Dios.

Además de que el liberalismo limita los derechos del hombre al plano natural ignorando los derechos sobrenaturales.

 

4) Lo mismo que lo anterior.


Artículo 2: ¿Es buena y necesaria la existencia de autoridad civil?

Objeciones por las que parece que no es ni buena ni necesaria la autoridad civil.

1) Todos los hombres son libres e iguales por naturaleza, no teniendo ninguno dominio sobre el otro, lo cual sería esclavitud, contrario a la libertad e igualdad naturales entre los hombres. Pero la existencia de autoridad civil, o Estado, implica la supremacia o dominio de unos hombres sobre otros, incluso sin el consentimiento de los subordinados. Lo que significa que el Estado o autoridad civil es contrario a la naturaleza, y por tanto, no es ni bueno ni necesario.


2) Se ha fundamentado la necesidad y bondad de la existencia de la autoridad civil en que la sociedad no podría mantenerse unida si ésta no existiera, y que su función es garantizar el bien común. Pero no existe algo como la "sociedad", que es meramente una abstracción. Existen solo los individuos con sus derechos de autopropiedad, y que nadie puede violentar; y eso es justamente lo que hace la autoridad civil o gobierno o Estado. En consecuencia, no existiendo algo como la sociedad no hay necesidad de autoridad civil o Estado.


3) Si el Estado o autoridad civil fuera algo bueno, entonces debería recibir aprobación en la Escritura. Sin embargo, tenemos que Dios considera al Estado como algo tiránico que lo reemplaza a Él, en 1Samuel 8, cuando los israelitas piden un Rey. La descrición que se hace del gobierno, es el de uno abusivo. Por tanto, la autoridad civil o Estado no puede ser algo bueno y necesario.

  

4) Si el Estado fuera algo bueno no estararía bajo el poder del demonio. Sin embargo, en Lucas 13,5-6 se dice que el demonio puede otorgar los reinos de la tierra a quien lo adora. Es decir, la autoridad civil está bajo influencia del diablo. De donde se sigue que quienes la poseen, están con él. Por lo que éstan en contra de Dios. En consecuencia, la autoridad civil no puede ser buena y necesaria.

 

Contra esto: Está lo que enseñan Santo Tomás: "necesario es que haya quien rija esta muchedumbre (...) el Rey es el que rige (...) por el bien común" (Del Gobierno de los Príncipes, c. 1); "cualquiera dominio, legítimo o tiránico, procede de la mano de Dios" (idem, c. 8); Francisco de Suárez: "es necesario un príncipe político" (Defensio fidei catholicae, III, 1); y San Roberto Belarmino: "los ejemplos de los príncipes buenos demuestran con razón que la autoridad política es buena" (Controversiae, De los laicos, 4) y "La autoridad política es tan natural y necesaria para la humanidad que no puede eliminarse sin destruir la naturaleza misma" (idem, 5).


Respuesta: 

La bondad y necesidad de la autoridad civil se muestra en la Escritura, en tanto esta la aprueba porque la autoridad proviene de Dios como causa eficiente. En Éxodo 22, los jueces son llamados "dioses", porque juzgan con la autoridad de Dios. Lo mismo dice Proverbios 8,15: "Por mí reinan los reyes, y por mí los gobernantes decretan leyes justas"; y Daniel 2,20-21: "Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos". También Romanos 13: "No hay autoridad sino de parte de Dios, y las que existen por Dios han sido establecidas"; y manda a obedecerla no solo por temor, sino en conciencia, porque "No en vano tiene la espada, porque está como servidora de Dios para administrar justicia castigando al que hace el mal". Por la causa eficiente, se demuestra la bondad y necesidad de la autoridad civil.

Y esto se prueba también por el hecho de que el hombre, siendo ser social por naturaleza, necesita autoridad civil, porque es imposible que la sociedad se mantenga unida sin ella. Esto mismo lo enseña la Escritura: "Donde no hay consejo, el pueblo cae" (Proverbios 11,14).


Respuesta a las objeciones:


2) Una cosa es que la sociedad no sea algo substancial como la persona humana, otra cosa es que no exista, como pretenden los anacocapitalistas. La sociedad es un ser accidental, es un todo potestativo moral, aunque no sistancial, constituido por la operación de las partes en orden al fin común. No es una abstracción ni el mero conjunto de individuos que la componen. 

Partamos desde el inicio:

Esevidente que el hombre no existe como ser completo y autónomo, sino que los hombres se vinculan entre sí desde el momento mismo de su existencia. La misma generación del hombre es ya un hecho social, porque no puede comenzar a existir sin la relación de un hombre y mujer. El hijo no solo depende de sus padres para venir a la existencia, sino para adquirir sus capacidades, que se perfeccionan relacionándose con los demás. Hablar, pensar, entender, conocer, actuar; para todos estos actos se necesita de los otros.

Los hombres, al relacionarse, se "usan" entre sí. Un uso que es necesario para la supervivencia y perfección. El uso de un hombre por otro implica la relación de medio para un fin (v.gr. la madre es un medio para la supervivencia del hijo), pero a la vez el bien que se busca con el fin es el bien propio del medio (el bien del hijo es el bien de la madre); y, además, compete al que es un medio el disponerse por sí mismo a serlo. Y esto porque lo propio del hombre es servir, ponerse activamente en disposición del otro (en vez de ser usado pasivamente). Y el hombre, al servir, cumple sus obligaciones morales que el hombre tiene por naturaleza. Así, por ejemplo, los padres cumplen con sus obligaciones y sirven de medio cuando educan y crian a sus hijos (contrario a lo que dice Rothbard, de que no existe obligación de los padres a esto con respecto a sus hijos). Esto es lo que hace que exista sociedad.

Ahora bien. El hombre tiene como fin principal el perfeccionarse como hombre y por esto se relaciona con los demás buscando una perfeccion que es común a él y a los otros. La sociedad es un converger ordenado de personas a su perfección común, y un complementarse ellas en la mutua comunicación de las diverdad y múltiples participaciones particulares de esa perfección. Así, la sociedad prima por sobre la persona individual, porque es en la sociedad donde está la perfección de la persona.

La persona tiende a la perfección para participar de ella. Por lo que la tendencia es la convergencia de muchos hacia un fin de la unión de diversaspersonas para alganzar el fin. De allí que la sociedad es un todo, de la cual la persona es parte.

La sociedad existe como accidente en los hombres que la componen. Es decir, no tiene existencia aparte de los hombres, como de igual manera el color de la manzana no existe independientemente de la manana, o la estatura de una persona existe independientemente de esa persona.



Artículo 3: ¿La ley civil no puede mandar lo bueno y prohibir lo malo más allá del principio de no agresión liberal?

Objeciones por las cuales parece que la ley tiene como límite, en el mandar y prohibir, el principio de no agresión:

1) Una cosa es la ley moral o natural, otra la ley civil o humana. Una acción puede ser inmoral, pero no necesariamente susceptible de ser penalizada. La primera ley compete al hombre individual y es responsabilidad suya el cumplirla; la ley civil solo busca velar por el bien común defendiendo los derechos mínimos de convivencia para que la sociedad no perezca: la vida y propiedad. En consecuencia, todo lo que no atente contra la vida o propiedad de otro, no es susceptible de ser penalizado.

 

2) Si la ley civil pudiera prohibir todo lo que fuera inmoral, nadie quedaría en pie. Si no prohibiera nada, no subsistiría la sociedad. A la inversa: si mandara todo lo bueno, nadie podría cumplirlo. Si no mandara a obrar ningún bien prohibiendo el mal, el mal quedaría impune. En consecuencia, la ley debe tener un término medio: prohibir solo aquellos males que harían decaer la sociedad, y mandar aquellas cosas mínimas sin las cuales ésta no puede sostenerse. Pero estas prohibiciones y mandatos vienen a coincidir con el no matar, no robar, no violar y cosas semejantes. En consecuencia, la ley debe limitarse por el principio de no agresión.

 

3) El fin de prohibir lo que es malo y mandar lo que es bueno sería hacer buenos a los hombres. Pero a los hombres se los induce a la bondad de forma voluntaria, no con violencia. En consecuencia, la ley no tendría que prohibir lo malo ni mandar lo bueno, más allá del principio de no agresión.

 

Contra esto: Está lo que enseña Santo Tomás: “es propio de la ley inducir a los súbditos a su propia virtud” (Suma Teológica, I-II, 92, 1). Y también: “La ley prescribe las obras de fortaleza, de templanza y de mansedumbre, y en general dispone en materia de virtudes y vicios, preceptuando aquéllas y prohibiendo éstos” (Suma Teológica, I-II, 96, 3).

Pero para hacer ello la ley debe ir más allá del principio de no agresión liberal.

 

Respuesta:

Cuando el liberal habla del principio de no agresión reduce esta agresión al plano puramente natural, ignorando el sobrenatural. Y aunque sea natural, lo limita solo a lo que ocasiona daño directo ignorando lo que ocasiona daño de forma indirecta. Y además, como sostienen el derecho de libertad, fundamentan lo permitido en lo que es voluntario, aunque cause daño a quien lo realiza.

En este sentido, ejemplo de lo primero, sería que el liberal no vería como agresión el inducir a otro a pecado por escándalo, a pesar de que tal acción quita la vida sobrenatural del alma mucho más importante que la vida natural material. Un escándalo que puede ser de múltiples maneras. Por ejemplo, produciendo y comerciando pornografía o libros antirreligiosos. Ejemplo de lo segundo, que limitan el daño a lo directo ignorando lo indirecto, es que consideran que el hombre es completamente libre de realizar caridad o no y asistir al prójimo en su necesidad, no teniendo ninguna obligación en conciencia de asistirlo con sus bienes. El hombre con bienes no incurre en ningún mal por dejar al otro en necesidad. Pero según la doctrina católica que sostiene el destino universal de los bienes, el que tiene bienes en abundancia y no asiste al necesitado, comete injusticia, porque lo que le sobra pertenece al necesitado. En ese sentido, allí también habría robo; pero para el liberal no habría robo alguno.

Ejemplo de lo tercero, que consideran lícito lo que es voluntario, es la aceptación de la usura o la eutanasia, aunque una sea robo y otro asesinato.

Incluso, Rotbhard llega al punto de decir que los padres no deberían tener ninguna obligación legal de alimentar, vestir yeducar alos hijos, porque violenta la voluntad de los padres.

En consecuencia, un católico no puede aceptar el principio de no agresión como lo entienden los liberales. Forzosamente debe aceptar que la ley pueda prohibir más acciones inmorales que aquellas que establece el principio liberal.

 

Respuesta a las objeciones:

1 Efectivamente, distinta es la ley moral natural a la ley civil humana. Pero la ley humana deriva de la ley natural. Y la ley humana busca hacer ciudadanos buenos incitándolos a la virtud, sin la cual no es posible el bien común ni la convivencia que la ley busca garantizar.

 

2 Se comete una petición de principio, porque no se demuestra que aquellos males que hacen decaer a la sociedad son solo aquellos que atentan contra el principio de no agresión según lo entienden los liberales; ni muestra que las cosas mínimas necesarias para mandar son las que dicho principio enuncia. Solo se supone sin demostración alguna.

 

 

Artículo 4: ¿El fin del Gobierno y la Ley es solo resguardar los derechos naturales y negativos?

1) La institución de los gobiernos fue necesaria para proteger las vidas y propiedades de los miembros de la sociedad ante los malvados, motivo por el cual se crearon leyes para castigar con penas a aquellos que atentaran contra la vida o la propiedad. Ahora bien, si el gobierno fue instituido por ello, a ello debe limitarse. Su tarea, pues, es administrar justicia y aplicar penas, castigando solamente los crímenes de homicidio, heridas, violaciones, secuestro, robo y hurto; dejando lo demás para que lo gestione el sector privado y no mandando ni sosteniendo nada, más que la justicia y seguridad.

 

2) La ley no puede mandar a hacer buenos a los hombres. Porque lo que hace buenos a los hombres es la virtud. Pero la virtud viene de Dios, que la causa en nosotros sin nosotros. De esto que no compete a la ley hacer buenos a los hombres. Como no puede mandar a hacer bueno, se sigue que el único fin alternativo es defender los derechos naturales.

 

3) Los hombres que se unen entre sí para formar sociedad tienen ideas distintas sobre lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso. En consecuencia, establecen unos principios mínimos de convivencia, dejando todo lo demás a la libertad. Y estos principios mínimos son el respeto a la vida, propiedad y libertad, sin los cuales la sociedad no puede existir.

 

Contra esto: Está lo que enseña Santo Tomás: “El propósito de todo legislador es hacer buenos a los ciudadanos” (Suma Teológica, I-II, 92, 1, contra esto).

Respuesta:

Los hombres se unen en sociedad con el fin de alcanzar el bien, puesto que si así no lo consideraran no se unirían en sociedad desde un principio. La ley, por tanto, tiene el mismo fin: el bien del hombre. Pero no cualquier bien, sino el fin último, que es la felicidad o bienaventuranza. Entonces, la ley debe encargarse primeramente de ello, de hacer buenos a los hombres para que alcancen su fin.

Pero el fin último del hombre, que es su bien, no puede alcanzarse si no es por la virtud, por la vida virtuosa, siendo bueno. Y el objeto de la virtud se puede ordenar tanto al bien privado como al bien público. Así, la ley puede y debe mandar actos virtuosos, sin los cuales es imposible que la ley cumpla su fin: hacer buenos a los hombres. De esto que, por ejemplo, puede mandar un acto de fortaleza al ordenar defender a la Patria ante una invasión; o adoptar medidas legislativas para garantizar una educación al pueblo que permita ayudar a conservar la justicia y paz; o establecer actos de caridad con los necesitados.

 

Respuesta a las objeciones:

1) El conservar y defender las vidas y propiedades de los miembros de la sociedad es una de las condiciones para alcanzar el bien, pero no lo único. Puesto que se necesitan otras cosas además de penalizar vicios, como regular la vida social en distintos ámbitos o fomentar la virtud. En consecuencia, el gobierno y la ley no pueden limitarse a ejercer la justicia en delitos contra la vida, libertad y propiedad. Menos aún si entendemos esos derechos en el sentido liberal, como acabamos de decir en el artículo anterior.

Porque de modo mediato e indirecto también se puede atentar contra la vida y propiedad; por lo que no bastaría penalizar las cosas allí señaladas, sino otros actos. También no basta solo penalizar, sino también evitar o prevenir.

 

2) Como dice Santo Tomás: “A los hombres bien dispuestos se les induce más eficazmente a la virtud recurriendo a la libre persuasión que a la coacción. Pero entre los mal dispuestos hay quienes sólo por la coacción pueden ser conducidos a la virtud” (Suma Teológica, I-II, 95, 1, ad. 1).

 

3) Como ya se ha dicho, el hombre puede elegir el mal pensando que es el bien. Del hecho de que los hombres piensen que dejar sin legislar multitud de campos no se sigue que eso sea lo mejor para los hombres. Eventualmente será perjudicial, porque lo que es bueno para el hombre se fundamenta en la verdad, no en la opinión. Y eso lo enseña la experiencia, cuando la amplia libertad de prensa, opinión, religión y acción ha dado lugar a una sociedad profundamente relativista, y ha llevado a inmoralidades como el aborto y la eutanasia; y la extrema neutralidad del Estado ha dejado a los ciudadanos a su completa deriva ante los vicios.

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