domingo, 6 de noviembre de 2022

Respondiendo argumentos en contra de la inspiración de los Deuterocanónicos

 

Respondo a este artículo de Veritas Fidei:

https://veritasfidei.org/apocrifos/?fbclid=IwAR0Zu1OiB3ZCG1PBlVMf2xcee4S2mq2M83OLAONDH94wnTyblWQPz9TZiGw


  Esta respuesta no busca ser una respuesta "católica", sino que está pensada como una respuesta que pueda tener también un cristiano no denominacional que no tiene esta cuestión definida, que busca analizar el peso de los argumentos en contra de la canonicidad de los deuterocanónicos, y que considera que en caso de no existir una autoridad infalible que defina el tema la cuestión del canon deba quedar entonces como un tema libre de opinión entre los cristianos, porque es muy débil la evidencia para concluir una opinión desfavorable contra los deuterocanónicos y que dicha opinión no se desprende de la Escritura como sí se reflejan o derivan otras doctrinas explícitas como la Trinidad o la Resurrección.

 Por lo que una opinión conjetural no puede ser vinculante para los cristianos.



Razón # 1: Los judíos nunca aceptaron los apócrifos como Escritura ni los consideraron a la par con otros libros canónicos del Antiguo Testamento.


Respuesta:

Los judíos no tienen ninguna autoridad para determinar qué libros son inspirados.

Entre los mismo judíos había grupos como los saduceos (y samaritanos, además) que no aceptaban a los profetas y básicamente cualquier otro libro que no fuera la Torá. Y otros como los Beta Israel, los judíos etíopes (que siguen existiendo en la actualidad), que aceptan la Septuaginta en bloque (contrario a los católicos, que no aceptan todos los libros de la Septuaginta). Además, entre los mismos judíos a fines del siglo I todavía se dudaba de la canonicidad de libros que los protestantes SÍ aceptan, como Ester, Eclesiatés y Cantar de los Cantares (Mishna, Yadaim, III,5; Talmud Babilonio, Megilla, fol. 7); mientras que al mismo tiempo el propio Talmud, Baba Kamma 92ª, considera a Eclesiástico como parte de los Ketubim o Escritos. Y según Jeff Morrow y Michael Barber, otros como los esenios consideraban canónicos Tobías y Eclesiástico y no consideraban tal a Ester.

Y el mismo hecho de la existencia de la Septuaginta muestra que hubo judíos qué sí llegaron a considerar canónicos dichos libros; pues si no fuera el caso no habría motivos para añadirlos en primer lugar.

Y sobre la cita de Josefo: es natural que él dijera eso, siendo como era fariseo y no saduceo, samaritano, esenio, beta Israel o judío helenizado en la diáspora.

Por lo que aquí estamos simplemente ante una cuestión no definida doctrinalmente por los judíos en dicho momento y que era de libre opinión; siendo los más los que consideraban como Escritura solo el canon palestino, pero habiendo otras posturas también.


Razón # 2: Es sencillo erguir un argumento que consiste en que ni Jesús, ni los apóstoles, ni los escritores del Nuevo Testamento aceptaron a los apócrifos como inspirados.


Respuesta:

Eso sería relevante si, por Tradición Apostólica, los Apóstoles hubiesen transmitido la determinación de los libros del canon que coincidieran con los del canon palestino. Cosa que no es el caso. Porque ya San Justino dice que los judíos han rechazado libros del Antiguo Testamento, Atenágogas usa a Baruc como libro canónico y en la Iglesia se ha utilizado las Escrituras griegas con los deuterocanónicos tanto en Occidente como en Oriente. Además de que San Judas (Judas 14) cita el libro de Enoc como profético, y claramente no es canónico.

Por lo que es claro: Los Apóstoles nada determinaron sobre el Canon.

Ergo: toca a la Iglesia, investida de autoridad, determinar el Canon.

Y en cuanto a la declaración de Jesús sobre la muerte de Zacarías; eso es un argumento implícito, pero que no sirve para afirmar con seguridad la doctrina porque el Señor en ningún momento está tratando o disputando sobre cuáles libros son sagrados. Primero, tenemos que asumir que es el Zacarías de Crónicas; si no se parte de eso entonces el argumento se cae. En segundo lugar, el Señor está hablando de las muertes de los profetas, por lo que es natural que empiece con Abel (el primero muerto violentamente) y termine con Zacarías, por ser el último muerto violentamente; pero no es ciertamente el último profeta, sino el último profeta que tuvo una muerte violenta registrada en las Escrituras, en 2 Crónicas; sin determinarnos por eso si los libros siguientes a Crónicas son inspirados o no, sobretodo porque ni siquiera aparecen profetas siendo muertos en dichos libros. De ello no se deduce que quienes escribieron scribieron dichos libros no lo hicieran bajo inspiración. Aquí claramente hay un non sequitur. En tercer lugar, Jesús al disputar con sus oponentes parte desde un punto común. Así, al disputar con los saduceos sobre la resurrección, les aduce Éxodo 3,6 (“Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”) cuando tranquilamente podría haber citado cualquier versículo del resto de la Escritura (Daniel 12,1-3; 1 Samuel 28; Salmo 16,9-10); cosa que no hace porque evidentemente los saduceos no creen en esos libros. Por tanto, Jesús cita aquellos que estos aceptan para demostrar su punto, sin entrar en cuestión del canon. Lo mismo hace cuando habla de la muerte de Zacarías en 2 Crónicas 24. Por lo que este argumento no sirve para demostrar que Jesús o los Apóstoles creían que los deuterocanónicos no eran inspirados.

Y por otro lado, si alguien no acepta que el Zacarías al que se refiere Jesús es el 2 Crónicas 24, el argumento carece de importancia. Alguien, siguiendo al Protoevangelio de Santiago, podría decir que es el padre de Juan el Bautista.



Razón # 3: Jerónimo, traductor de la Vulgata latina, también rechazó a los apócrifos como Escritura inspirada.


Respuesta:

Y aquí entra la máxima de Santo Tomás:

“La costumbre de la Iglesia constituye una autoridad de gran peso y se la debe seguir siempre y en todo. Porque hasta la enseñanza misma de los grandes doctores de la Iglesia recibe de ella su peso de autoridad, y por esa razón hemos de atenernos más a la autoridad de la Iglesia que a la de San Agustín, San Jerónimo o de cualquier otro doctor” (Suma Teológica, II-II, 10, 12).


La postura de Jerónimo no era la de todos, porque Bernabé, Irineo, el fragmento Muratori, Orígenes, Tertuliano, Clemente de Alejandría, Julio Africano, Cipriano, Eusebio, Atanasio, Cirilo y Agustín citan como Escritura a algún u otro libros deuterocanónicos. Lo mismo el concilio de Éfeso, que cita como Escritura inspirada Eclesiástico 32,19. Por no ignorar los concilios locales de Roma, Laodicea, Hipona y Cartago.

http://shamelesspopery.com/why-not-66-answering-brian-edwards-arguments-for-the-protestant-canon-pt-ii/ 


Razón # 4: La práctica general de la Iglesia occidental, hasta el momento de la Reforma, fue la de seguir el juicio de Jerónimo al rechazar los apócrifos como Escritura inspirada.


Respuesta: Falso.

Aunque sí es cierto que los concilios de Hipona y Cartago eran locales y que no se definió dogmáticamente el canon hasta el concilio de Trento (o hasta el Concilio de Florencia podría decirse), la realidad es que se usaban constantemente los deuterocanónicos como inspirados. Cualquiera que lea la Suma Teológica puede darse cuenta cómo la usa Santo Tomás. Y eso a pesar de que el mismo Tomás cita a su vez constantemente la Glossa.

Además, los mismos concilios de Hipona y Cartago muestran que la idea más antigua de Occidente era considerar un canon con los deuterocanónicos, y que es con la influencia de San Jerónimo que se empieza a dudar de la canonicidad de estos.

Por lo que citar a autores como Jerónimo, Cayetano, San Gregorio o San Hugo no nos dice nada, porque hablaban en un contexto en donde había hasta ese momento libertad de opinión por no estar definida por la Iglesia la doctrina. Por eso San Dámaso, San Inocencio I, San Agustín, San Isidoro, Santo Tomás, Nicolás de Lira los aceptaban. Lo mismo el Concilio de Florencia, de 1442.

Por lo que, como dice Santo Tomás (hablando sobre otro tema, no sobre el canon):

“En ese sentido parece que se han dado disensiones entre algunos doctores, o sobre aspectos que de una manera u otra no afectan a la fe, o también sobre aspectos que concernían a la fe, pero que aún no estaban definidos por la Iglesia. Pero, una vez que quedaran definidos por la autoridad de la Iglesia universal, si alguien impugnara con pertinacia esa ordenación, sería tenido por hereje” (Suma Teológica, II-II, 11, 4).

Además, Cayetano no solo considera no inspirados los deuterocanónicos, sino también Hebreos, Santiago, 2 y 3 Juan y Judas.



Razón # 5: La Iglesia Católica Romana no canonizó oficial e infaliblemente a los Apócrifos sino hasta el 1546 en el Concilio de Trento.


Respuesta:

Eso más que una razón para rechazar los deuterocanónicos es una razón para aceptarlos, pues justamente la Iglesia tiene autoridad para definir el canon.

Pero sacando eso, el motivo #5 no sirve para determinar si los deuterocanónicos son inspirados o no. Como máximo nos muestra que antes existía libertad de opinión sobre este asunto (cosa que nadie niega). Pero no nos demuestra que debamos decidirnos por la opción de excluir a los deuterocanónicos y no por la contraria.



Razón # 6: Los apócrifos no pasan la prueba profética y, por lo tanto, no deben considerarse como Escritura.


Respuesta:

Los libros deuterocanónicos no son libros proféticos, sino sapiensales e históricos. Por lo que ese argumento no viene al caso.

Una cosa es que dejara de haber profetas que anunciaran públicamente oráculos explícitos de Dios; otra cosa es que Dios no volviera a inspirar a autores para escribir libros sagrados. 

Los que escriben libros sagrados ni siquiera necesitan ser conscientes de que son inspirados para serlo realmente. 

Como dice Santo Tomás:

“La mente del profeta es ilustrada por Dios de un doble modo: mediante una revelación expresa y mediante cierto instinto, que, a veces, recibe la mente humana sin saberlo, tal como dice San Agustín en II Super Gen. ad litt.. Por consiguiente, el profeta posee máxima certeza sobre cosas que conoce expresamente por el espíritu profético y está seguro de las que ha recibido por revelación divina (…) En cuanto a las cosas que conoce por instinto, a veces es incapaz de distinguir adecuadamente si las ha pensado por instinto divino o por su propio espíritu, puesto que no todo lo que conocemos por espíritu divino se nos manifiesta con certeza profética, porque ese instinto es algo imperfecto en el orden de la profecía” (Suma Teológica, II-II, 71, 5).

Además, la propia idea de que dejó de haber profetas o inspiración durante 400 años ni siquiera es bíblica, sino que se apoya en la tradición. Un poco paradójico viniendo de quienes quieren deducir toda la doctrina solo de la Escritura.

Al contrario, lo que enseña la Escritura es que Simeón y Ana eran profetas (Lucas 2,25-32.36), y la misma Virgen María también profetizó. Y a Zacarías también se le dio una revelación sobre el nacimiento de Juan (Lucas 1,13-17).

No solo eso, sino que Juan el Bautista también es parte de los profetas (Y en ningún momento se dice que entre Malaquías y el regreso de Elías no habría profetas) e incluso Juan Evangelista hace profetizar a Caifás por ser Sumo Sacerdote (Juan 11,51).

Y en Hebreos 1,1-2 (“Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo”) no se dice que Dios cesó la profecía por un tiempo. Tampoco en Mateo 11,23.


Por otro lado, 1 Macabeos 4,46; 9,27 y 14,41 no demuestran que dejó de haber profetas. Justamente 4,46 y 14,41 presupone que pueden surgir profetas a los que hay que esperar (lo mismo en Esdras 2, 63 y Nehemías 7, 65).

No solo eso, sino que en el mismo 2 Macabeos 15,11-15 el propio Judas Macabeos, aunque no tiene una revelación profética, sí tiene una visión.

Además de que en otros libros del Antiguo Testamento se evidencia falta de profecía momentánea, pero no durante casi medio milenio:


Ezequiel 7,26: “Vendrá desastre tras desastre, noticia tras noticia: en vano se pedirá al profeta una visión, le faltará al sacerdote la ley, el consejo a los ancianos”.

 

Lamentaciones 2,9: “Sus puertas en tierra se han hundido, él ha deshecho y roto sus cerrojos; su rey y sus príncipes están entre las gentes; ya no hay ley, y tampoco sus profetas logran visiones del Señor”.

 

Proverbios 29,18: “Cuando no hay profetas el pueblo se relaja, dichoso el que guarda la ley”.

 

Salmos 74,7-9:

“Prendieron fuego a tu santuario, por tierra profanaron la mansión de tu nombre.

Dijeron en su corazón: «¡Destruyámoslos en bloque!» Quemaron en la tierra todo lugar de santa reunión.


No vemos nuestras enseñas, no existen ya profetas, ni nadie entre nosotros que sepa hasta cuándo”.

1 Samuel 3,1: “Servía el niño Samuel a Yahveh a las órdenes de Elí; en aquel tiempo era rara la palabra del Señor, y no eran corrientes las visiones”.


Por lo que 1 Macabeos 9,27 no sirve como evidencia para unos 400 años de silencio de Dios hasta Juan el Bautista.

Además, los mismos protestantes que buscan apelar a las enseñanzas de los judíos sobre ciertos temas (porque este silencio de 400 años solo se desprende solamente de las enseñanzas judías extra-bíblicas) luego ignoran las enseñanzas de los judíos en las cosas que no les conviene. Así con respecto al mismo sufragio por los difuntos que se rechazan en esta publicación, los actos de caridad para borrar el pecado o la intercesión de los Santos.

Por no decir, además, que para los judíos el cese de la profecía se extiende a la actualidad, por lo que es permanente, y no de 400 años. La realidad es que no hay cese hasta la muerte del último Apóstol (y otra vez, esto tampoco se apoya en la misma Escritura sino en la tradición). Y si no es así, sería interesante que nos presentaran el testimonio de alguno de los Padres de la Iglesia que creyera en los 400 años del silencio de Dios.


Luego se citan las razones de Geisler y MacKenzie por las cuales los deuterocanónicos no pasan la prueba profética: 

“Primero, ningún libro apócrifo afirma haber sido escrito por un profeta”. 


Respuesta: Irrelevante, porque los libros sapiensales no suelen afirman eso. Tampoco los libros históricos como Samuel, Crónicas o Reyes. 

Los libros del Nuevo Testamento como los Evangelios, Hechos o las cartas católicas tampoco lo afirman.

Por lo que ese criterio no nos lleva a ningún lado.


“Segundo, no hay confirmación divina de ninguno de los escritores de libros apócrifos, como lo hay para los profetas que escribieron libros canónicos”.


¿Cómo demuestran que todos los libros de la Biblia que ustedes aceptan tienen confirmación divina, y los deuterocanónicos no?


“Tercero, no existe ni una sola profecía predictiva en los libros apócrifos como las que tenemos en los libros canónicos (por ejemplo, Isa. 53; Dan. 9; Mic. 5:2) lo que constituye una clara indicación de su autenticidad profética”


Otra vez confundiendo un libro profético con un libro sapiensal. De los únicos libros sapiensales de donde se sacan generalmente profecías en el N.T. es de Salmos, pero no los encontrará en Eclesiastés, Proverbios o Job. Ni siquiera en libros históricos como Josué, Jueces, Rut o Crónicas.

Pero ya que estamos, en Sabiduría 2 se dice que se va a matar al justo por haber afirmado ser Hijo de Dios, teniendo paralelo con Mateo 27,41-44.


“Cuarto, no hay ninguna afirmación mesiánica nueva en los apócrifos. Por lo tanto, no agrega nada a las verdades mesiánicas del Antiguo Testamento”. 


Si vamos con esas: ¿Qué nueva afirmación mesiánica agregan Eclesiastés, Proverbios, Job, Esdras, Nehemías? Y si no me falla la memoria, ninguna recuerdo de Josué, Jueces, Reyes y Crónicas.


“Quinto, incluso la comunidad judía reconoció que los dones proféticos habían cesado en Israel antes de que se escribieran los apócrifos”.


Incluso la comunidad judía helenística agregó libros a la Biblia, con la Septuaginta. Así que ese no es el pensamiento unánime de los judíos, como ya se dijo.

Por lo que: una cuestión no determinada por los judíos no se nos puede presentar como un dogma de fe.

Y además: por lo visto anteriormente es falso (o por lo menos: completamente especulativo) el que los dones proféticos habían cesado.


“En sexto lugar, los libros apócrifos nunca se incluyeron en la Biblia judía junto con los “Profetas” ni en ninguna otra sección. Ningún libro profético, posterior a los apócrifos, los cita”.


Con respecto a la primera oración: La Septuaginta en realidad muestra lo contrario.

Siguiendo la división tripartita de Ley, Profetas y Escritos, los libros sapiensales o históricos en general no pertenecen a los “Profetas”, sino a los “Escritos”. Y el mismo Talmud, Baba Kamma 92ª, pone a Eclesiástico como parte de los Ketubim o Escritos.

Con respecto a la segunda: ¿De qué manera va a haber libros proféticos posteriores a los apócrifos, si se está afirmando previamente que no existen libros proféticos posteriores a los apócrifos?




Razón # 7: Los apócrifos contienen errores históricos y doctrinales.


Respuesta:

Hablar de “errores doctrinales” es tomar la cola por la cabeza; porque ese argumento no sirve para nadie que no acepte previamente las doctrinas protestantes.

Para un cristiano con examen libre, que busca analizar cada doctrina individualmente y tomar las que considera verdaderas sin adherirse a ninguna denominación, puede creer en el purgatorio y la oración por los difuntos, y ni siquiera ser católico. Hasta podría ser anglicano. Por lo que ese argumento no le dice nada a menos que previamente rechace tales doctrinas.

Y además, tales doctrinas se pueden fundamentar en la Escritura igualmente excluyendo tales libros, porque en lo que enseñan no contradicen al resto de la Escritura.

Además, aunque antes hubiera quienes dudaran de la inspiración de los deuterocanónicos, sin embargo no dudaban de su ortodoxia. Por lo que ni siquiera personas como Jerónimo o Crisóstomo o Cayetano aceptarían este argumento para sostener su punto.



Concluye:

“Las siete razones anteriores forman un caso acumulado convincente….”



De hecho, no.

La razón 7 no es un motivo de peso. De hecho, no es una razón en absoluto para quien no niegue las doctrinas que le llama “erróneas”. La 5 tampoco es una razón de peso; lo mismo la 4 y 3.

Por lo que solo quedan las razones más o menos razonables de 1, 2 y 6.

Pero con la 2 de por sí es falso o es una media verdad.

La 1 alguien podría alegar que no le es vinculante la opinión de la mayoría de judíos sobre un asunto no definido doctrinalmente.

La 6 no se fundamenta en una doctrina vinculante, sino en la mera opinión de los judíos que se puede poner perfectamente en duda. Por lo que no es vinculante tampoco.


Por lo que resulta que al final nos termina quedando muy poco.


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